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Los intereses saudíes desunen al Consejo de Cooperación del Golfo

Fuentes: Aish

Los planes de Arabia Saudí para fortalecer la integración entre las seis monarquías del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), con el objetivo de unir fuerzas contra Irán, han fracasado. En la reunión mantenida el 14 de mayo en Riyadh, solo Bahréin expresó su interés en participar de la unión entre los países miembros del […]

Los planes de Arabia Saudí para fortalecer la integración entre las seis monarquías del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), con el objetivo de unir fuerzas contra Irán, han fracasado. En la reunión mantenida el 14 de mayo en Riyadh, solo Bahréin expresó su interés en participar de la unión entre los países miembros del grupo.

El rey saudí, Abdullah bin Abdellaziz al-Saud, lanzó la idea en diciembre de 2011, que llevaría a una mayor coordinación económica, política y militar dentro del CCG (formado por Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar). Pero las características concretas de esta unión aún están por definir -no se sabe si resultaría en la formación de una federación, como es el caso de EAU, o de una comunidad integrada, como la Unión Europea.

Lo que sí es evidente es que la idea de participar de esta alianza no es interesante, de momento, para la mayoría de los países miembros del CCG. El principal motivo del rechazo es el temor de que Arabia Saudí asuma su liderazgo. Tal preocupación puede justificarse por sencillas razones físicas: el territorio saudí es cinco veces más extenso que todos los otros países del CCG juntos y su población, alrededor de 10 millones más grande. Pero hay algo más importante que esto, Arabia Saudí cuenta con 20% de las reservas mundiales de petróleo y en ella se encuentran las dos ciudades más importantes del islamismo (Meca y Medina), factores que le sirven de moneda de cambio para erigirse como potencia política no solo regional, sino también en todo Oriente Próximo. Por motivos geoestratégicos, es el principal aliado de Occidente en la región y actúa de contrapeso a la amenaza de otro gigante del Golfo: Irán, con quien comparte esta franja de agua.

Pero Qatar, por ejemplo, que viene emprendiendo una política exterior independiente de la de los otros países del CCG, no estaría dispuesto a someterse a los intereses saudíes en el caso de la formación de una unión. En Kuwait, la oposición a la propuesta se basa en el conservadurismo político de la familia al-Saud. «Es muy difícil para un país como Kuwait, que garantiza la libertad de expresión y en el que las personas están representadas en el Parlamento, formar una unión con países cuyas cárceles están llenas de miles de culpables por decir lo que piensan«, dijo Ahmed al-Saadoun, portavoz de la Asamblea Nacional kuwaití.

Pero tal y como era esperado, el rey bahreiní, Hamad bin Isa al-Jalifa, anunció al final de la cumbre de la semana pasada que su país espera que se establezca la unión en el Golfo -cuyo primer paso podría ser un acercamiento de lazos entre Riyadh y Manama.

El pequeño emirato de Bahréin, cuya economía ha sido golpeada por la crisis financiera global y afectada por los disturbios políticos del último año, no cuenta con las ricas reservas de petróleo de sus vecinos. A Manama, por lo tanto, le resultaría atractiva una mayor integración económica con Riyadh.

Desde el lado saudí, el ministro de Exteriores Saud Al Faisal niega que la futura unión pudiera ser motivada por intereses de control político y utilizada como un medio para intervenir en asuntos internos de sus miembros. Pero los movimientos militares de Arabia Saudí en Bahréin en marzo de 2011 le quitan credibilidad y desvelan sus posibles intereses políticos.

La ola de levantamientos populares que derrocó gobiernos en distintos países árabes llegó a Bahréin en febrero de 2011. La población bahreiní (de mayoría chií), acusada de recibir apoyo de Irán (también mayoritariamente chií), pedía más democracia en su país y culpaba a la familia real (suní) de discriminar a su propio pueblo. Pero un mes después, cuando las protestas en Bahréin empezaban a ganar fuerza, Arabia Saudí, con el apoyo de EAU, envió a cerca de 2000 oficiales de las fuerzas armadas del CCG a Manama, en una fuerte operación destinada a reprimir las manifestaciones y que se entendió como una señal de respaldo al Gobierno bahreiní, aliado de la potencia suní.

En el más utópico de los casos, el del éxito de una revolución en Bahréin y del derrocamiento del gobierno, el hueco político probablemente sería rellenado por la actual oposición chií. Esta situación podría ser aprovechada por Irán para ampliar su influencia en el país. Pero un escenario en el que las protestas populares vuelvan a ganar fuerza en Bahréin ya sería motivo de preocupación saudí. Se debe a que justamente en el lado este de su territorio, en la región de Qatif, reside gran parte de la población chií del país, la misma que organizó las protestas más intensas contra el gobierno central en marzo de 2011, que fueron fuertemente reprimidas. Cabe recordar que la zona es también el lugar donde están ubicados los mayores pozos de petróleo del Reino.

Con el envío de sus tropas el mismo mes para poner un fin a los disturbios en Bahréin -que está conectado a Arabia Saudí por un puente- el rey Abdullah también quiso evitar la posibilidad de que un efecto de contagio estimulara a la oposición saudí a seguir protestando.

El CCG se formó en 1981, dos años después de la Revolución Islámica de Irán, como parte de una estrategia de defensa para hacer frente a la nueva situación en el país enemigo. Hasta ahora, el grupo no es más que una floja alianza política y económica entre las seis monarquías.

El simple planteamiento de la propuesta saudí de ampliar esta unión, o del establecimiento de una asociación primero entre Riyadh y Manama, generó reacciones en Irán. El portavoz del Parlamento iraní, Ali Larijani, se anticipó y declaró que «si se supone que Bahréin debe integrarse en algún otro país, ha de ser en Irán y no en Arabia Saudí». Teherán ha convocado a sus ciudadanos para que salgan a las calles a protestar contra la posible unión entre Bahréin y Arabia Saudí.

Provocaciones aparte, parece que de momento una unión de los miembros del CCG interesa solamente a los Gobiernos de Arabia Saudí y Bahréin, para sumar fuerzas contra la antigua amenaza iraní, pero también para contrarrestar un «peligro» muy nuevo: sus ciudadanos, que han perdido el miedo a exigir una mejor democracia.

La próxima reunión del CCG está acordada para diciembre. 

Fuente original: http://www.aish.es/index.php/component/content/article/178-claves-arabia-saudi/3063-arabia-saudi-240512-los-intereses-saudies-desunen-al-ccg