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Entrevista con Samia Nasser, Assaf Adiv y Yacov Ben Efrat, miembros del WAC

Los israelíes no están dispuestos a firmar la paz

Fuentes: Pueblos

Las situación de ocupación y guerra que vive Palestina toca a toda su población, incluidas las clases trabajadoras. Para conocer cómo les afecta el conflicto y escuchar propuestas sobre posibles soluciones, charlamos con Samia Nasser, Assaf Adiv y Yacov Ben Efrat, miembros del Centro de Asesoramiento de los Trabajadores de Israel y Palestina (WAC, Worker’s […]

Las situación de ocupación y guerra que vive Palestina toca a toda su población, incluidas las clases trabajadoras. Para conocer cómo les afecta el conflicto y escuchar propuestas sobre posibles soluciones, charlamos con Samia Nasser, Assaf Adiv y Yacov Ben Efrat, miembros del Centro de Asesoramiento de los Trabajadores de Israel y Palestina (WAC, Worker’s Advice Center), quienes visitaron recientemente Madrid invitados por el sindicato Comisiones Obreras.

¿Qué es el WAC y en qué principios se basa?

El WAC es un centro independiente ubicado en Israel y un intento de paliar la situación tan excepcional que viven los trabajadores árabes en Israel, a los que les aplica un trato de ciudadanos de segunda clase. Esto sucede especialmente desde finales de los noventa, cuando quedaron sin ningún tipo de protección para hacer valer sus derechos laborales. Otro de los objetivos es conseguir avanzar hacia estructuras económicas más justas en comparación con la actual modelo neoliberal. Por otra parte, como asociación de trabajadores nuestro empeño es fomentar la solidaridad e intentar dar soluciones a grandes problemas, como la autodiscriminación, el desempleo y en general a la indefensión que supone la no existencia de sindicatos ni otras formas de defensa de los derechos de los trabajadores árabes en Israel.

¿Y cuál es la labor Acción Democrática?

Es una iniciativa política de izquierdas dentro del Estado de Israel que involucra a militantes árabes e israelíes sobre una plataforma democrática. Busca una vía de salida al conflicto basada principalmente en los derechos de autodeterminación del pueblo palestino. No vemos el conflicto como algo local, sino como un problema generalizado que tiene que ver con un escenario mundial en el que debía consolidarse la paz entre Israel y la Autoridad Palestina. Sin embargo y a la vez, esto se reflejó en un balance internacional de fuerzas que estaban a favor de Israel y EE.UU., aspecto que, en ese momento, consideramos que podría agravar el problema más que solucionarlo. Fue entonces cuando vimos necesario elevar otras ideas en forma de un programa político que empezó siendo muy minoritario y de oposición. El reconocimiento mutuo entre la OLP e Israel representó un acto histórico de trascendencia mundial y nosotros quisimos profundizar en el significado de esta relación. La estrategia de Israel, tanto en lo relativo a los territorios como a la consideración de la falta de independencia de la Autoridad Palestina, nos hizo sentir que éste no era el mejor camino para llegar a un arreglo y que, por el contrario, empeoraría las cosas. En un momento dado, pensamos que comenzar un proceso de nuevo es mucho más difícil que terminarlo y eso nos llevó a crear esta iniciativa.

¿En qué situación se encuentran los derechos de los trabajadores en Palestina e Israel?

Dentro de un conflicto militar, llevándolo a una situación extrema, la situación se caracteriza por la falta de estabilidad, especialmente para los trabajadores palestinos en Gaza y Cisjordania. La razón nos la ofrecen las estadísticas de la violencia en Palestina, que muestran un panorama estremecedor de pobreza. Actualmente en Gaza, el 70% de la población vive de la caridad, sin ninguna posibilidad de ganarse la vida. La mayoría de las vías que deberían usarse para el desplazamiento están cerradas. Todos los materiales necesarios para la producción industrial están controlados por Israel, lo que paraliza la actividad manufacturera en Gaza y Cisjordania, cuyas economías necesitan que los materiales almacenados en puertos y aeropuertos sean distribuidos para dar continuidad a su actividad productiva. Esto supone que la situación de cierre generada por la construcción del muro está haciendo insoportable la vida de los palestinos de estos territorios. Respecto a la minoría árabe en Israel (20%), el problema es distinto. Ellos no se enfrentan al muro, ni a restricciones al movimiento, puestos de control, ni todas esas dificultades que tienen los palestinos, pero hay otro tipo de problemas provocados por la separación de hecho que el Estado judío lleva a cabo. En este sentido, las diferencias ostensibles entre las condiciones de vida en las zonas judías y las árabes se perciben de igual forma que entre un primer y un tercer mundo. En las judías, se encuentran zonas industriales y empresariales florecientes, zonas residenciales con amplios jardines y bien equipadas social y culturalmente, centros de enseñanza no masificados, etc. Mientras, en las zonas árabes se observa todo lo contrario, es decir, barrios densamente poblados con escasez de recursos y de centros socioculturales, además de centros educativos con hasta cuarenta o cincuenta estudiantes por aula.

¿Hasta qué punto depende la economía israelí de los trabajadores árabes?

Desde luego no es correcto decir que la economía israelí dependa de los trabajadores palestinos, pero la mano de obra es utilizada como un aspecto estratégico más por el gobierno israelí. Éste aplica una política segregacionista en lo que se refiere a los tipos de actividades que pueden desempeñar los palestinos de Israel. Por ejemplo, los sectores de energía, electricidad, transporte, puertos, telecomunicaciones e industria militar están vetados a los árabes, que son discriminados también dentro de la administración, salud, enseñanza y ayuntamientos, donde su porcentaje en las plantillas es muy pequeño. Coincidiendo con el inicio de la Intifada de los años 90 y las correspondientes acciones de protesta y huelgas que se llevaron a cabo, Israel comenzó a sustituir trabajadores palestinos, especialmente en el sector de la construcción, importando mano de obra barata desde otros lugares. Con el tiempo, esto ha llegado a crear un verdadero problema a su estructura económica y al propio Estado por lo ilógico que resulta importar tanta mano de obra. Actualmente, la situación está cambiando un poco en el sector de la construcción y esperemos que continúe así.

¿Cuál es la situación de la mujer laboralmente hablando?

La sociedad sigue pensando algo así como que «las mujeres son mujeres». Aquellas que trabajan, lo hacen normalmente hasta que se casan, pero la idea dominante es que permanezcan en casa. La sociedad está muy influenciada por la tradición y ésta ha considerado a la mujer como un elemento no productivo de la sociedad. Por otra parte, hay que tener en cuenta las consecuencias del conflicto, ya que la industria textil, que se instaló en las zonas árabes con el objeto de conseguir una mano de obra barata, terminó por trasladarse a otros lugares donde, en un escenario globalizado, las condiciones de costes hacían aún más rentable la inversión. Muchas mujeres terminaron así perdiendo una fuente de ingresos y la actividad laboral. El hecho es que sólo el 20% de las mujeres árabes participan en el contingente laboral; el 80% restante no trabaja asalariadamente, no toma ninguna iniciativa en ese sentido, ni se registra tampoco como desempleada.

Quisiera saber su opinión sobre el marco político del conflicto palestino-israelí.

Para avanzar hacia la paz, lo más importante es hacerlo llegando a un consenso y cuando la izquierda israelí estaba en mayoría no aprovechó ninguna oportunidad para consolidar un marco de consenso. ¿Quién fue el culpable? Como en una especie de relación entre blancos y negros, los árabes decían que eran los israelíes y éstos todo lo contrario. Es obvio que los israelíes fueron los culpables porque no han querido nunca llegar a debatir ni a firmar ningún acuerdo definitivo y final; hablamos de temas como los refugiados, los asentamientos o Jerusalén. Se decide discutir donde no hay nada que discutir porque no se desea hablar de los refugiados, ni del desmantelamiento de colonias, ni de la ciudad vieja de Jerusalén. Si Israel quisiera alcanzar realmente la paz, sabría que actualmente no están establecidas las condiciones para que se llegue a la paz en la medida en que no se quiere mencionar ninguno de estos temas. Desde el lado palestino, ¿por qué van a firmar un acuerdo si sus principales exigencias no están recogidas ni mencionadas como parte del problema? Los israelíes no están dispuestos a reconocerlo, luego, no queda nada por discutir. Lo primero que los palestinos quieren dejar claro a los israelíes es que deben aceptar el debate sobre los problemas fundamentales, reconociendo la naturaleza de los mismos. Por otro lado y en lo que se refiere a la izquierda israelí, ésta ha decidido apoyar a Bush en la guerra de Irak porque la derrota de Sadam Hussein y la construcción de un nuevo régimen se considera algo bueno para Israel. La razón de lo anterior se encuentra en que también desea la derrota de Arafat y la creación de un nuevo régimen en Palestina. Así, se han generado unas relaciones entre la izquierda, el gobierno y los EE.UU. que han llevado a que la israelí sea la única izquierda del mundo que no ha promovido ninguna protesta contra la guerra. Tal posición indica hasta qué punto ha perdido completamente su carácter. El resultado es que Sharon y el Likud tienen absolutamente dominada y controlada la situación, y la izquierda ha perdido a sus socios políticos y, por supuesto, la confianza de los electores. ¿Qué debemos esperar que hagan los ciudadanos israelíes? ¿A quién van a votar? ¿Qué podemos esperar de la izquierda si ésta entra en un gobierno con Sharon para reprimir la Intifada, para continuar con la ocupación de los territorios y resulta que el representante del Partido Laborista es el ministro de Defensa y, por tanto, quien implementa esa política de conquista de los territorios palestinos? Cuando Barak salió del ejecutivo, fue Sharon quien llegó a un acuerdo con el Partido Laborista. Y es que la izquierda quiso mostrar que el lado palestino no establecía diferencias entre ella y la derecha, y entendía que ambas tenían unos intereses estratégicos comunes. Así, la izquierda construyó una opción para presentarse a sí misma: la prioridad en los intereses estratégicos de Israel, los cuales estaban por encima de cualquier decisión de la sociedad. No hay una alternativa política, todas las alternativas parecen estar con Sharon. Cuando la izquierda entró en este gobierno puso toda la fe en Sharon y le entregó toda la legitimidad, lo que le llevó a ganar las elecciones. El error de la firma de un acuerdo de alianza con Sharon y sus métodos de guerra en Palestina han supuesto hoy por hoy el final del Partido Laborista en Israel como una verdadera opción a la derecha.

¿Cuál es su opinión sobre iniciativas como la de Ginebra?

La iniciativa de Ginebra puede calificarse como algo parecido a lo virtual porque no hay una base para que pueda llegar a considerarse real. Por una parte, Yossi Beilin ya no estará más en el gobierno israelí y él fue el causante de la división del Partido Laborista. Por otro lado, su socio, Abed Rabbo, no tenía autorización de la Autoridad Palestina. Por tanto, tenemos dos personalidades que fueron elegidas en una gran campaña financiadas por países como Suiza, pero fuera de la realidad. Para llegar a algo, hay que esperar a que exista un amplio respaldo social sobre cualquier iniciativa de acuerdo; el problema es la confianza: ¿Quién va a creer en ese marco a la parte israelí? Y si los palestinos dicen que quieren construir la paz, ¿quién va a creer que los palestinos dicen realmente eso? Es una situación difícil que ninguno de los dos interlocutores será capaz de superar. Se hace necesaria la presencia de otras fuerzas diferentes que puedan hacer cambiar las reglas del juego.

¿Qué papel puede jugar la UE en la solución del conflicto?

Decimos que Europa tiene que jugar un papel, aunque Europa no parece ser consciente de la importancia que tiene su intervención porque, si miramos con atención lo que pasa en Palestina ahora y lo que está ocurriendo en Irak, en ambos casos, EE.UU. trata de imponer su voluntad no sólo a iraquíes y palestinos, sino en Oriente Medio y en todo el mundo. También quisieron imponer su voluntad en Europa con la pretensión de dividirla y terminar con la «vieja Europa» para construir una nueva. ¿Qué puede hacer Europa o qué puede empezar a hacer? En primer lugar, tenemos las grandes manifestaciones contra la guerra y en España ya se ha producido un cambio político después del desastre del 11-M. Hay que descubrir la forma de mutar el equilibrio de fuerzas existente. Si Bush es derrotado en Irak, Sharon será derrotado en Israel. Desde luego, las cosas cambiarían con una Europa que propiciara el multilateralismo gracias a la presión de los europeos que desean una realidad diferente. Sin embargo, ésta no es una cuestión que dependa sólo de lo que quiera la gente, sino de decisiones políticas, las cuales deben tomarlas los políticos que se mueven por intereses y poder. Por tanto, si nada cambia en las decisiones políticas, no cambiará nada; por el contrario, si en este asunto se orienta la política hacia un cambio real, todo puede transformarse.

¿Hay razones para ser optimistas?

¡Desde luego! Nosotros no tenemos las soluciones, pero estamos seguros de que empezamos a hacernos las preguntas adecuadas en su revista y en otros medios. El inicio del cambio conseguir que la gente se haga éstas y otras preguntas. Debemos comenzar a trabajar por ese cambio y en ese sentido somos muy optimistas. Hay un lugar para la esperanza y muchas personas colaborando en cosas distintas y a la vez similares: luchando por el medio ambiente, contra la pobreza, por la educación, etc. al final trabajamos en una misma dirección. Puede que no estemos de acuerdo en todo, pero al menos hemos empezado a mover algo.