Con la guerra en Yemen habiendo traspasado largamente sus 100 días, persiste la confusión sobre las causas subyacentes del conflicto. Lejos de ser una guerra sectaria por el poder entre Shafi’is patrocinados por Arabia Saudita y Zaydis respaldados por Irán, como dicen los principales medios de comunicación, las hostilidades tienen su origen en disputas locales […]
Con la guerra en Yemen habiendo traspasado largamente sus 100 días, persiste la confusión sobre las causas subyacentes del conflicto. Lejos de ser una guerra sectaria por el poder entre Shafi’is patrocinados por Arabia Saudita y Zaydis respaldados por Irán, como dicen los principales medios de comunicación, las hostilidades tienen su origen en disputas locales sobre el reparto del poder, los recursos y las identidades subnacionales. Estas disputas, a su vez, forman parte de un proceso de negociación más amplia entre las fuerzas nacionales en detrimento de un nuevo contrato social después del derrocamiento en 2011 Ali Abdalá Saleh. En el núcleo de esta lucha se encuentra una disputa sobre la estructura del futuro estado, que ha servido como catalizadora de una situación a la que se ha llegado en esta carrera en la transición hacia el mapa post Saleh, patrocinada por el Consejo de Cooperación del golfo (CCG), y la escalada que se está viviendo en esta guerra interestatal en toda regla.
El continuo fracaso para llevar a los adversarios a la mesa de negociación recuerda la guerra civil en Yemen del Norte en la década de 1960, cuando las rivalidades por la hegemonía regional entre Egipto, Arabia Saudita y Gran Bretaña impidieron un acuerdo local entre monárquicos yemeníes y republicanos. En el mismo sentido, tenemos hoy el apoyo internacional al presidente Abd Rabbu Mansour Hadi y la insistencia inflexible en sostener su gobierno en el exilio en aplicación de una desequilibrada Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, la 2216, en la que se pide la retirada unilateral de los combatientes hutíes del territorio capturado y se apoya la iniciativa del CCG como condición previa para la negociación. Con el fin de romper el punto muerto, es crucial volver a abrir un diálogo sobre la división federal del país en una Conferencia de Diálogo Nacional que está destinada a ser el instrumento de la transición post-Saleh.
Sin embargo, aunque aclamado como un foro capaz de evitar una guerra civil al estilo de siria, la CDN no estuvo a la altura de las expectativas. Como dijo un amigo mío al comentar sarcásticamente los resultados de esta conferencia, «la CDN resuelve todos los problemas de Yemen a excepción de la lucha sececionista en el Sur, en el Norte, la reconciliación nacional, la justicia transicional y la construcción del Estado». En otras palabras, la CDN no ha logrado superar ningún obstáculo de los que hay hoy en Yemen.
La falta de un verdadero consenso sobre una nueva estructura federal es su defecto más sobresaliente. En septiembre de 2013 un subcomité de ocho representantes de cada parte, del Norte y del Sur, fue encargado de encontrar una solución justa del problema. En él se incluía a los hutíes, y se llegó al acuerdo, por unanimidad, de que la República de Yemen, un Estado unitario con 21 gobernaciones, se debería convertir en una entidad federativa. Este acuerdo nunca fue revisado ni aprobado por el Pleno de los 565 miembros del CDN, si no simplemente aceptado como un hecho consumado.
Aunque unidos detrás del principio del federalismo, el Comité 8+8 no logró ponerse de acuerdo sobre el número de nuevas regiones federales (dos, cinco o seis) o de sus límites. En lugar de ello, el comité subcontrató estas decisiones a otro comité bastante poco representativo, elegido a dedo y presidido por el presidente Hadi, que se dedicó a estudiar los parámetros de un sistema federal. Este subcomité de 22 miembros, llamado Comité de las Regiones, delinió en menos de dos semanas seis nuevas regiones federales Azal, Saba, al-Janad, Tihama, Adén y Hadramaut.
Mientras que los representantes hutíes aceptaron el nuevo mapa, la mayoría de los principales movimientos políticos como el Partido Socialista de Yemen, el salafista Rashad y el Hirak del Sur lo rechazaron expresamente o, como los hutíes, expresaron sus reservas. Los hutíes argumentaron que se distribuían las riquezas naturales de manera desigual. Por ejemplo, se privaba a la región de Azal, la patria histórica de los hitíes, donde se encuentra Sada, de importantes recursos y acceso al mar. Los hutíes se referían a la gobernación de al-Jawf, rica en hidrocarburos, y la de Hajja, en el Mar Rojo, que el movimiento huti ha considerado tradicionalmente dentro de su esfera de influencia.
Montados en una ola de descontento popular con la transición, los hutíes han alterado radicalmente el panorama político cuando tomaron el control de la capital, Saná, en septiembre de 2014. Esto fue justo antes de un golpe de Estado, puesto que los hutíes habían firmado el Acuerdo de Asociación Nacinoal para la Paz con el presidente Hadi y otros para aliviar las tensiones. Los artículos 8. 9 y 10 de este acuerdo especificaban que se constituyese el Cuerpo Nacional para la Implementación de los acuerdos de la CDN, que suponía volver a examinar la estructura del Estado en lugar de aplicar los acuerdos del Comité de las Regiones.
Incluso antes de que el proyecto de Constitución se alcanzase en enero de 2015, los hutíes reiteraron su rechazo a la estructura federal de seis regiones. Sin embargo, cuando Hadi intentó avanzar el proceso constitucional para aludir todo ésto, los ánimos se caldearon. El 17 de enero el presidente nombró un enviado, Ahmad bin Mubarak, para entregar un proyecto de documento a un Consejo Nacional que no se había reconstituido. Estas entregas políticas enfurecieron a los hutíes, que capturaron a Mubarak para frustrar ese plan de seis regiones. La medida puso en marcha una cadena de provocaciones que culminaron con el derrocamiento del gobierno Hadi, su huida al exilio y la campaña de bomnbardeos sauditas.
Un hecho importante, aunque con frecuencia se pasa por alto, es que los hitíes han declarado en repetidas ocasiones su aceptación de un sistema federal siempre que esté basado en un proceso político claro. Su rechazo al federalismo de las seis regiones se asienta en lo que ven como un atentado a sus intereses.
Aunque ninguno de estos antecedentes sirve para justificar el recurso de los hutíes a las armas, sí destacan la necesidad de un nuevo proceso de transición basado en el reparto de poder equitativo dado el diverso panorama político y geográfico de Yemen. Es la única manera de salir de la crisis.
Un importante, aunque con frecuencia se pasa por alto hecho es que los huthis han declarado en repetidas ocasiones su aquiescencia a un sistema federal, ya sea conjuntamente con el Hirak, en la forma de un niño de dos región federación, o en la forma de una división de seis región basada en un sonar proceso político. En lugar de un rechazo del federalismo en sí, la negativa de los huthis ‘de la división de seis región es tanto fundamenta en la falta de un proceso de toma de decisiones verdaderamente inclusiva como en los parámetros específicos que atentan contra sus intereses. Aunque ninguno de estos antecedentes sirve para justificar el recurso a los huthis ‘a las armas, sí destacan la necesidad de un nuevo proceso de transición basado en el reparto de poder equitativo y la propiedad sincera través diversa panorama político y geográfico de Yemen como la única manera de salir de la crisis.
El proceso violado normas NDC, carecía de una amplia consulta y era demasiado corto para los estudios detallados que deberían haber sido encargados. Sin embargo, sus conclusiones fueron remitidos al Comité de Redacción de la Constitución. Un hecho consumado.
Aunque unidos detrás del principio del federalismo, el Comité 8 + 8 no logró asentarse en el número de nuevas regiones federales (dos, cinco o seis) o de sus límites. En lugar de ello, el comité subcontrata estas decisiones a otro comité bastante poco representativo, elegido a dedo y presidido por el presidente Hadi, que fue estudiar los parámetros de una orden federal. Fundada poco después del lanzamiento del comunicado final de la NDC, este Comité de 22 miembros de las Regiones tomó menos de dos semanas para delinear seis nuevas regiones-Azal federales, Saba ‘, al-Janad, Tihama, Adén y Hadramaut.El proceso violado normas NDC, carecía de una amplia consulta y era demasiado corto para los estudios detallados que deberían haber sido encargados. Sin embargo, sus conclusiones fueron remitidos al Comité de Redacción de la Constitución.
A pesar de todo, pero el representante Houthi habían firmado en el nuevo mapa, la mayoría de los principales movimientos políticos, incluido el Partido Socialista de Yemen, el salafista Rashad Unión y el sur de Hirak, así como los huthis, públicamente rechazados o expresaron reservas acerca de la seis región de la división federal.Los huzíes argumentó que el plan de distribuir las riquezas naturales de manera desigual. Se privó a la región Azal, en el que la patria histórica del huthis ‘de Sada se encuentra, de importantes recursos y acceso al mar. Aquí los huzíes se referían, respectivamente, a lagobernación rica en hidrocarburos de al-Jawf y la provincia del Mar Rojo de Hajja, ambos de los cuales el movimiento se ha considerado tradicionalmente dentro de su esfera de influencia.
Montar una ola de descontento popular con la transición, los huzíes alterado radicalmente el panorama político cuando tomaron el control de la capital, Saná, en septiembre de 2014. La conquista cayó justo antes de un golpe de Estado, ya que los huzíes firmaron el Acuerdo de Asociación Paz y Nacional (PNPA) con el presidente Hadi y otros para aliviar las tensiones. Los artículos 8, 9 y 10 de este acuerdo pidió a Hadi para reconstituir el Cuerpo Nacional para la Implementación del NDC resultados, que era volver a examinar la estructura del Estado para alinearlo con el NDC, en lugar del Comité de las Regiones, los acuerdos.
Incluso antes de que el proyecto de Constitución fue lanzado en enero de 2015, la huzíes reiteró su rechazo de la estructura federal de seis región contenida en el documento. Sin embargo, cuando Hadi intentó avanzar el proceso constitucional por eludir la PNPA, los ánimos se caldearon. El 17 de enero, el presidente envió a su director de la oficina Ahmad bin Mubarak para entregar el proyecto de documento al Cuerpo Nacional, que no había sido reconstituido. Enfurecido por esta intriga política, la huzíes de plano secuestrado Mubarak para frustrar el orden federal de seis región. La medida pone en marcha una cadena de provocaciones que culminaron con el derrocamiento del gobierno de Hadi, su huida al exilio y la campaña de bombardeos saudita llevado.
Un importante, aunque con frecuencia se pasa por alto hecho es que los huthis han declarado en repetidas ocasiones su aquiescencia a un sistema federal, ya sea conjuntamente con el Hirak, en la forma de un niño de dos región federación, o en la forma de una división de seis región basada en un sonar proceso político. En lugar de un rechazo del federalismo en sí, la negativa de los huthis ‘de la división de seis región es tanto fundamenta en la falta de un proceso de toma de decisiones verdaderamente inclusiva como en los parámetros específicos que atentan contra sus intereses. Aunque ninguno de estos antecedentes sirve para justificar el recurso a los huthis ‘a las armas, sí destacan la necesidad de un nuevo proceso de transición basado en el reparto de poder equitativo y la propiedad sincera través diversa panorama político y geográfico de Yemen como la única manera de salir de la crisis.
Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés