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Los negacionistas del origen humano del cambio climático

Fuentes: Rebelión

Existe una campaña orquestada desde hace décadas, concretamente tiene su inicio con el famoso libro «El ecologista escéptico», que son negacionistas del origen humano del cambio climático. Bueno, lo curioso es que cuando empezó este movimiento no se negaba la antropogénesis del cambio climático, sino que se negaba el cambio climático mismo, así como los […]

Existe una campaña orquestada desde hace décadas, concretamente tiene su inicio con el famoso libro «El ecologista escéptico», que son negacionistas del origen humano del cambio climático. Bueno, lo curioso es que cuando empezó este movimiento no se negaba la antropogénesis del cambio climático, sino que se negaba el cambio climático mismo, así como los límites de los recursos naturales (fósiles, metales, animales y vegetales). Ahora que el cambio climático se nos ha hecho evidente y nos da en la misma cara, pues van y cambian de estrategia y niegan el origen humano. Cuidado con los farsantes de turno, no actúan solos, seguro. El libraco El ecologista escéptico es infumable, está lleno de datos, tablas, estadísticas, números… falta argumentación, y, además, las estadísticas y tablas son muy ambiguas, como sabemos, se pueden interpretar de ,muchas formas… sobre ello todo para despistar de algo que se puede decir en un breve manifiesto bien documentado científicamente. Pero como no se puede documentar científicamente esa falsedad, pues se atiborra con datos al ignorante lector que cierra el libro a las pocas páginas dándole la razón al autor por tan apabullante documentación. También a este movimiento se suman ciertos grupos de la new age que achacan el cambio climático a un fin apocalíptico del mundo, pero nada más lejos de la verdad. Esto no es más que superstición. Algo a lo que agarrase porque ya hemos perdido todo referente y nos creemos cualquier cosa porque tenemos la necesidad de creer, simplemente, porque no nos atrevemos a ser libres. Hay que dejarse de milongas y coger el toro por los cuernos y aceptar nuestra responsabilidad, sin hundirnos en el discurso de la culpabilización, que nos vuelve a hacer esclavos, y tener esperanza, no en parar lo inevitable, pero sí en en que las cosas puedan ser distintas y mejores y quizás no apocalípticas.

No es así exactamente, como dicen los negacionistas poniendo como ejemplos otros cambios climáticos de nuestra historia natural. Los cambios climáticos a los que se refieren son de origen natural. El actual, tiene dos factores fundamentales, el natural, como el último de hace 14.000-12.000 años o, más recientemente, en la edad media, la época de hielo, y, otro, perfecta e igualmente documentado, que es de origen humano porque al emitir, CO2 y Metano, fundamentalmente, a la atmósfera se produce un efecto invernadero que conlleva al cambio climático. La deriva de ese efecto invernadero es impredecible, o se produce una glaciación inminente o un calentamiento progresivo o un calentamiento brutal y rápido. A este cambio climático ayuda también las causas naturales, que son similares a las de hace entre doce y catorce mil años. Es una irresponsabilidad el eliminar al hombre, la humanidad o, mejor, el sistema de producción capitalista de desunión con la naturaleza, de competitividad, de eliminación y explotación de fauna y flora, así como de metales y recursos fósiles y la producción de una terrible desigualdad entre los hombres para poder mantener la huella ecológica que nosotros los países ricos producimos para mantener nuestro nivel de vida que requiere el de varios planetas tierras. No se trata de culpabilizarse y darse golpes de pecho. No, somos así y punto, pero también somos animales maravillosos, creadores de mundos ficticios, científicos, artísticos, sociales, políticos… Somos productores de un mundo para adaptarnos a un medio, parafraseando a Lain Entralgo y Ortega y Gasset. Y, puesto que somos creadores y reflejos del universo (La voz del universo en la fuga cósmica, que decía el entrañable astrofísico Carl Sagan) podemos actuar en la tierra y no evitar lo inevitable, que es el cambio climático, pero sí ser lo más compasivos posibles y evitar el mayor sufrimiento posible de humanos y demás seres vivos. Deseemos de corazón y actuemos con la razón impulsada por el corazón, que a todos los seres vivos les vaya bien, que sean felices y que tengan paz.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.