Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
La Franja de Gaza avanza lentamente hacia una crisis humanitaria ya que una disputa acerca del suministro de carburante ha agravado los cinco años de bloqueo de este territorio por parte de Israel. Los más jóvenes de Gaza están en la primera línea de esta crisis debido a que la carencia de bienes como agua y electricidad, unido a una dieta no adecuada han provocado un fuerte aumento de las anemias y diarreas. Mientras tanto, el principal suministrador de alimentos, de atención sanitaria y de educación en Gaza, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) ha sido objeto de ataque político en Israel y Estados Unidos que amenaza a la principal institución que salva la distancia que hay entre pobreza e indigencia total.
Hady Mattar es un niño de cinco años de edad que juega junto con muchos otros niños en el YMCA de Gaza. Sus compañeros lo reconocen fácilmente gracias al vendaje de sus manos que cubre unas quemaduras graves provocadas por un generador eléctrico doméstico. Hady, como la mayoría de los niños de Gaza, está pagando el precio del bloqueo de Israel a este territorio, que solo autoriza la entrada de un tenue goteo de artículos humanitarios en el territorio y se ha visto agravado por una crisis de carburante que ha cortado el suministro de electricidad de Gaza durante más de 12 horas el día. El bloqueo ya ha destrozado la economía de Gaza puesto que se le niega el acceso a los mercados, se le priva de inversiones y empleos. Se ha empujado a la pobreza crónica a la mayoría de los 1.700.000 habitantes de Gaza y los niños están en la primera línea del bloqueo. La crisis del carburante ha hecho aún más duras sus vidas. La joven bloguera gazatí Yasmeen El Khoudary se describía recientemente como parte de una «generación que tiene los ojos vendados», separada físicamente del mundo exterior y dañada psicológicamente por los efectos del aislamiento y el empobrecimiento.
Los cortes de electricidad han sido una constante de la vida bajo el bloqueo, que Israel intensificó en 2007 y restringió gravemente el suministro de carburante para la única central eléctrica de Gaza. El gobierno de Hamas en Gaza dependía de los suministros introducidos de contrabando a través de los túneles entre la localidad fronteriza del sur de Egipto, Rafah, y Gaza. Pero desde febrero son largos la duración y la regularidad de los cortes de electricidad ya que Egipto ha adoptado unas medidas drásticas en contra del carburante de contrabando. Las razones aparentes dadas han sido un descenso en el suministro de carburante en la zona del Sinai y la insistencia por parte de El Cairo en que los túneles son un medio poco adecuado e insostenible de importar bienes industriales. Sin embargo, puede que lo que esté detrás de esta nueva situación es la sensación de que el motivo oculto de mantener el bloqueo es que El Cairo se responsabilice cada vez más del bienestar y de los movimientos de los palestinos, algo de lo que Israel es legalmente responsable como potencia ocupante de Gaza.
Lo que es indiscutible son las consecuencias que está teniendo la crisis en las instalaciones y servicios hospitalarios, respecto a lo cual Oxfam afirma que Gaza «se encamina lentamente a un colapso total de servicios esenciales» y que la situación sanitaria está llegando a unas «proporciones catastróficas» (febrero de 2012). La crisis ha generado a los niños una serie de problemas que tienen que resolver. Al no haber electricidad, el agua no se puede bombear a los hogares, lo que impone a los más pequeños la tarea de ir a buscar agua en baldes para los servicios sanitarios, la cocina y el lavado. Las casas que disponen de carburante para los generadores domésticos tienen que aguantar el interminable zumbido de estos y los peligros que suponen para la salud de los niños. Pero para la mayoría de los más jóvenes de Gaza la mayor frustración que ocasionan los cortes de electricidad es la falta de luz para leer y estudiar de noche, y las escasas posibilidades de utilizar los ordenadores e internet. En un territorio en el que se considera que la educación es el medio principal para escapar de la pobreza, los cortes de electricidad pueden ser desalentadores al tiempo que impiden hacer cosas, lo que tiene un impacto negativo en los resultados escolares y en el desarrollo de los jóvenes.
Salud y servicios sanitarios
La crisis de carburante tiene también unas consecuencias preocupantes para la salud de los niños. Además del reducido suministro de agua están los efectos que tienen en la calidad del agua de Gaza, las no operativas estaciones de bombeo de aguas residuales, las plantas de tratamiento de aguas y las unidades de desalinizado. El doctor Fadel Jouda, director general del Hospital Al Awda al norte de Gaza, el principal centro de atención sanitaria para Jabalia, que es el mayor de los ocho campos de refugiados de este territorio, afirmó que la mayoría de los casos que presentaban los niños en el hospital eran de diarrea y anemia. La primera suele estar causada por los parásitos que se encuentran en el agua no tratada y la segunda se debe a una falta de hierro en su dieta. El doctor Jouda cree que la comida que se introduce de contrabando a través de los túneles está tratada para que dure mucho tiempo, con lo que carece de nutrientes y limita las ingestas nutritivas de los niños.
Un reciente informe de Save the Children concluyó que el 58% de los niños en edad escolar de Gaza padecen anemia y un 10% de los niños menores de diez años padecen «desnutrición crónica». Por lo que se refiere a los servicios sanitarios, el informe concluía que «solo en 2012 se ahogaron tres niños en aguas residuales al aire libre que no se pueden tratar adecuadamente mientras el bloqueo dificulte la mejora de las condiciones sanitarias», además de provocar el aumento de las enfermedades relacionadas con los servicios sanitarios, como fiebre tifoidea y diarrea (2012:3). El informe concluye enfáticamente que «el bloqueo es la única y principal causante de la pobreza endémica y de larga duración de los hogares de Gaza» (2012:2). Y añade que «como una cuestión de urgente prioridad para la salud y bienestar de los niños de Gaza, Israel debe levantar el bloqueo por completo para permitir el libre movimiento de personas y de bienes dentro y fuera de Gaza, incluyendo Cisjordania y Jerusalén Oriental» (ibid).
El asediado sistema educativo de Gaza
Con un 44% de su población menor de 14 años en Gaza, el asediado sistema educativo de la zona lucha por poder atender a esta gran cantidad de alumnos. La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) proporciona tanto servicios educativos y sanitarios a los 1.100.000 refugiados de Gaza como ayuda alimenticia y apoyo monetario. La UNWRA se ha convertido en el principal servicio educativo de los niños de Gaza y actualmente cuenta con 221.000 alumnos de primaria y secundaria repartidos en 243 escuelas atendidas por 7.700 profesores. En estas escuelas se enseña el currículo local, pero han introducido programas adicionales para hacer frente a los bajos resultados tanto en árabe como en matemáticas y también un currículo dedicado a los derechos humanos. El director de una de las escuelas de secundaria de la UNRWA en la ciudad de Gaza puso de relieve algunos de los problemas a los que se enfrentan su personal y los alumnos en esta zona tan densamente poblada y endémicamente pobre. Una de las principales dificultades es la cantidad de alumnos por aula, ya que los profesores se esfuerzan por trabajar con aulas abarrotadas y no pueden proporcionar la atención personalizada que necesitan los alumnos. Además, la cantidad de estudiantes y la falta de nuevos edificios han hecho que el 90% de las escuelas trabajen en dos turnos, lo que significa que los alumnos asisten a la escuela media jornada, por la mañana o por la tarde, para permitir que otros niños utilicen el mismo edificio en el otro turno. Por ello, a estas escuelas les resulta extremadamente difícil ofrecer cualquier tipo de actividad extraescolar a los alumnos que a veces reciben apoyo adicional en locales de juventud y centros comunitarios.
Las escuelas también luchan por hacer frente a los problemas psicosociales de las niñas y niños, muchos de los cuales están experimentando los efectos psicológicos residuales causados por el trauma de los bombardeos e invasión de Gaza por parte de Israel en 2008-09. Según la organización israelí de derechos humanos B’tselem, de un total de 1.309 personas asesinadas por el ejército israelí durante la Operación Plomo Fundido, 344 eran menores. Pero desde entonces los abusos de los niños han continuado: Defence for Children International ha documentado otros 30 casos de niños contra los que se ha disparado «mientras recogían material de construcción o de trabajo cerca del muro fronterizo entre Gaza e Israel» durante el periodo comprendido entre el 26 de marzo de 2010 y el 27 de diciembre de 2011. Esta exposición a la violencia y el estrés han ocasionado problemas mentales a los jóvenes que se manifiestan por medio del miedo, trastornos del sueño, hipertensión y falta de motivación. A pesar de que la UNRWA ha reclutado a 228 orientadores psicológicos para que trabajen en las escuelas y centros sanitarios y comunitarios, no son suficientes dados el tipo de tratamiento a largo plazo necesario para tratar el estrés y las dimensiones de la población escolar de Gaza.
Lamentablemente, este año se canceló la más importante actividad recreativa para los niños, el programa anual de juegos de verano de la UNRWA, debido al recorte de fondos. Estos juegos de veranos se solían ofrecer a 250.000 en lugares seguros para jugar y organizados que ofertaban arte, teatro, deportes, música y danza en 200 localidades diferentes. Desgraciadamente, los niños se han quedado sin este programa en los calurosos meses de verano, que tienen que pasarlos en los densamente poblados campos de refugiados con escasísimas oportunidades de diversión en el inhóspito entorno de cemento de Gaza.
Ataques a la UNRWA
La pérdida de los juegos de verano es un reflejo del empeoramiento de la situación financiera de la UNRWA provocado en gran parte porque los países donantes no cumplen con sus obligaciones financieras con la Agencia. Robert Turner, director de las operaciones de la UNRWA en Gaza, ha identificado un déficit inmediato de fondos por valor de 20 millones de dólares que se necesitan para mantener los programas de ayuda alimenticia de emergencia más allá de septiembre de 2013. Si la UNRWA se viera obligada a reducir de manera significativa la cantidad de los 12.000 miembros de su personal en Gaza y a implementar cortes en la ayuda de emergencia, es muy posible que haya disturbios provocados por la falta de alimentos y agitación social en una región donde la ONU cree que la «ayuda internacional salva la distancia que hay entre pobreza e indigencia total» (2012a).
Las competencias y atribuciones de la UNRWA en los territorios ocupados han sido recientemente objeto de un escrutinio político y de ataques cada vez mayores. El senador estadounidense Martin Kirk puso en tela de juicio que se aplique la designación de «refugiado» a los descendientes de aquellas personas que se vieron afectadas directamente por las guerras de 1948 y 1967. Sugiere que la UNRWA «existe para perpetuar el problema de los refugiados, no para resolverlo» (23 de mayo de 2012). El pasado mes de mayo la Comisión de Asignaciones del Senado estadounidense aprobó por unanimidad la enmienda Kirk como parte de la Ley del Departamento de Estado y de Asignaciones de Operaciones Exteriores para 2013. La ley exige que el Departamento de Estado especifique al Congreso, por primera vez, qué proporción de los cinco millones de refugiados palestinos a los que apoya la UNWRA fueron desplazados actualmente de sus hogares y que cantidad de ellos son descendientes de aquellos refugiados (Haaretz, 5 de julio de 2012). Einat Wilf, miembro del Knesset (el Parlamento israelí) ha incidido también en esta línea y sugerido que «solo la UNRWA otorga un automático estatuto de refugiado hereditario que no tiene paralelo», con el objetivo de pedir a los comités parlamentarios que aprueban las contribuciones a la UNRWA que separen la ayuda del estatuto de refugiado (1 de febrero 2012).
Victor Kattan, director de Al-Shabaka, Palestinian Policy Network, argumenta que «está claro el verdadero objetivo de la enmienda [Kirk]: es un intento de redefinir la cantidad de refugiados palestinos que reciben ayuda de la UNRWA con el fin de limitar su presupuesto, que depende en gran medida de la ayuda estadounidense». Añade que la definición de la UNRWA de refugiado palestino «está reconocida por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y es la práctica estándar de la organización para todos los refugiados del mundo» (30 de mayo de 2012). Puede que lo que busque la enmienda Kirk con la reducción de la cantidad de refugiados sea también limitar el derecho palestino al retorno a aquellas personas obligadas directamente a abandonar sus tierras en 1948. Einat Wilf considera que, si se dan los pasos adecuados, la cantidad «desinflada» de refugiados «descenderá a 30.000».
Castigo colectivo
Mientras continúan estas maquinaciones políticas, la esperanza en cualquier tipo de diálogo significativo o de acercamiento hacia acabar con el conflicto en Oriente Próximo parece más lejana que nunca. El bloqueo por parte de Israel a Gaza, que dura ya cinco años, se considera una forma de «castigo colectivo» al territorio a pesar de las protestas del portavoz israelí, Mark Regev, el cual afirma que «nuestro objetivo es tratar de herir al régimen de Hamas, no ver sufrir al pueblo de Gaza. No consideramos al pueblo de Gaza nuestro enemigo» (The Guardian, 8 junio de 2012). A pesar de ello, existen pruebas de que tras la agresión israelí a Gaza aumentó el apoyo a Hamas. Por ejemplo, una encuesta de opinión hecha en Gaza y Cisjordania tras la Operación Plomo Fundido de 2008-09 mostraba que el dirigente de Hamas Ismail Haniyeh obtenía la mayoría del apoyo de los encuestados, el 47% (Haaretz, 9 de marzo de 2009). Por consiguientes, es poco probable que la continuación del bloqueo debilite el control de Hamas sobre Gaza, pero sin lugar a dudas empeorará la difícil situación de su pueblo. Como lo expresa Chris Gunness, portavoz de la UNRWA: «Cuesta entender la lógica de una política creada por el ser humano que deliberadamente empobrece a tantas personas y condena a cientos de miles de personas potencialmente productivas a una indigencia de por vida» (UN, 2011).
Hay tres factores que han contribuido a aligerar la presión sobre Hamas en Gaza. En primer lugar, los túneles han permitido introducir productos en Gaza, aunque el bloqueo de Israel haya restringido estrictamente las exportaciones. Segundo, el derrocamiento de Hosni Mubarak en Egipto ha ido acompañado de una relajación del control de movimientos de palestinos desde Gaza a través del paso de Rafah. Y tercero, al mortal ataque israelí al Mavi Marmara, el buque insignia de una flotilla a Gaza que tenía el objetivo de romper el bloqueo, provocó un escándalo internacional y una ligera relajación del bloqueo. Pero la reciente disputa de Hamas con Egipto en relación al suministro de carburante muestra que los túneles no son un medio sostenible de abastecer a Gaza con productos alimenticios e industriales. Además, es probable que la decisión de Hamas del pasado mes de julio de suspender el registro de votantes en Gaza para unas futuras elecciones retrase aún más la posibilidad tanto de una reconciliación con Fatah como de un enfoque palestino más unificado de gobernanza y de negociaciones (PCHR, 2012).
Para la juventud de Gaza, las disputas políticas en relación con el carburante y las disputas internas entre Fatah y Hamas han empeorado el entorno en el que vive y aumentado su vulnerabilidad a la pobreza, al enfermedad y el estrés. El factor fundamental causante de esta crisis humanitaria es el bloqueo de Israel que, según Amnistía Internacional, «constituye un castigo colectivo (lo que es una violación del derecho internacional) y afecta particularmente a los niños y niñas, y a las personas enfermas» (2012:187). El Centro Palestino para los Derechos Humanos (PCHR, por sus siglas en inglés) considera que «se ha institucionalizado el ilegal bloqueo a la Franja de Gaza. Por medio del suministro de la ayuda, las organizaciones internacionales están financiando los costes de la ocupación y esta política ilegal» (junio 2012). El PCHR ha pedido un apoyo que mueva a los gobiernos más allá de la ayuda internacional que trata de paliar los efectos del bloqueo y vaya hacia una acción política coordinada que levante el bloqueo.
Esto tiene que ser una prioridad de todas las campañas que se lleven a cabo en el mundo, particularmente a través de la acción política no violenta de boicot, desinversión y sanciones (BDS). La sociedad civil palestina apoya este movimiento de BDS que ha recibido la adhesión de movimientos sociales de todo el mundo. La sociedad civil tiene regularmente que dirigir a los gobiernos internacionales hacia la justicia y los derechos humanos, como demostró claramente la campaña contra el apartheid sudafricano. Quienes apoyan la campaña de BDS pueden seguir el ejemplo de la determinación de los jóvenes de Gaza, como Shahd Abusalama, la cual afirmó: «No importa cuánto aumente la opresión de Israel, sus planes están abocados al fracaso. Lo único que consigue su falta de humanidad es aumentar nuestra humanidad. Estamos dispuestos a aceptar el desafío y a luchar por lo que siempre hemos merecido: justicia, libertad e igualdad» (The Guardian, 9 de junio de 2012).
Stephen McCloskey es director del Centre for Global Education.
Fuente: http://www.palestinechronicle.com/view_article_details.php?id=19474