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Los orígenes de Luis Posada Carriles dentro de la CIA

Fuentes: Rebelión

La reciente desclasificación de archivos de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) el pasado 5 de octubre de 2009, en Nueva York, que vinculan al reconocido terrorista Luis Posada Carriles , por parte de Peter Kornbluh, Director del Proyecto Cuba en el Archivo de Seguridad Nacional, con su pertenencia a la […]

La reciente desclasificación de archivos de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) el pasado 5 de octubre de 2009, en Nueva York, que vinculan al reconocido terrorista Luis Posada Carriles , por parte de Peter Kornbluh, Director del Proyecto Cuba en el Archivo de Seguridad Nacional, con su pertenencia a la misma desde la década de los 60 del siglo pasado, vuelven a poner ante los ojos de la opinión pública internacional los oscuros vínculos de la citada agencia norteamericana con el terrorismo contra Cuba. De acuerdo con estos documentos, salieron a la luz dos hechos importantes, sobre los que varios investigadores han llegado a conclusiones previamente:

● Posada Carriles estuvo vinculado a la CIA desde 1960.

● La CIA lo usó para monitorear las actividades de la contrarrevolución cubana en esa época.

Los archivos desclasificados presentan a Grover Lythcott como el oficial operativo de la CIA encargado de atender al agente AMCLEVE/15, código con el que se ocultaba la identidad de Posada Carriles. En tal sentido, se develó que Posada Carriles, por orientaciones de la Agencia, penetró a la Representación Cubana en el Exilio (RECE), fundada en 1963 por José Pepín Bosch, dueño de Bacardí, y dirigida en ese entonces por el desaparecido Jorge Mas Canosa, quien posteriormente fundaría la FNCA.

La eficacia y fidelidad de AMCLEVE/15 a la CIA fue reconocida de forma reiterada por su jefe en varios memorándums internos elevados a sus jefes, con epítetos favorables, así como se le reconoce como un eficiente colaborador para evitar que estos terroristas «nunca hagan nada para poner en peligro la seguridad de este país (como volar buques rusos)».

Un año antes, el primero de julio de 1965, la CIA fue informada por AMCLEVE/15 sobre un plan ideado por Mas Canosa para hacer explotar una embarcación soviética en el puerto mexicano de Veracruz. Paradójicamente, el FBI norteamericano tenía conocimiento sobre este plan de Mas Canosa, según constó en un documento de esta agencia federal fechado el primero de julio de 1965 y titulado «Planes del RECE para destruir un barco cubano en México». De acuerdo con este memorado del FBI existía un plan dirigido por el RECE para fabricar bombas de tipo limpet, es decir, capaces de adherirse a una superficie bajo el agua, las que serían colocadas en un barco soviético en el puerto de Veracruz. El memorando fue suficientemente explícito cuando señaló a los participantes en dicha conspiración terrorista: «Las personas vinculadas a esta operación son Jorge Mas Canosa, Ramón Escarda Rubio, Luis Clemente Posada Carriles».

Otro documento expedido por el agente a cargo del FBI dentro de la embajada norteamericana en Ciudad México en relación con esta conspiración y fechado en junio de 1965, esclarece los orígenes del financiamiento para la acción terrorista: «Luis Posada Carriles ha dicho el último 25 de junio (1965) que Jorge Mas Canosa del RECE le ha pagado 5 000 dólares para pagar los gastos de una operación de demolición en México. (…) Posada dijo que estaba proyectando poner minas limpet sobre un barco cubano o soviético en el puerto de Veracruz, México, y que tenia 100 libras de explosivos C-4 y detonadores».

Ante el hecho de que esta acción terrorista pudiera crear serios problemas a W.O. Lady, nombre en clave de la CIA para referirse a los Estados Unidos, la CIA orientó a Posada Carriles que se desvinculara de estas actividades en julio de 1965, según consta en un documento interno de la agencia, fechado el 24 de ese mismo mes. Obviamente, AMCLEVE/15 obedeció a Grover Lythcott y se retiró de la operación, acto éste que fue reconocido posteriormente en otro documento de la CIA emitido el 27 de septiembre de 1965, en el que se elogiaba la confiabilidad de Posada hacia la Agencia.

Para 1965, cuando se narran los hechos en que estuvo implicado Luis Posada Carriles, éste había recorrido un largo camino al servicio de la CIA. Poco a poco aparecen informaciones sobre la sospechosa vinculación de Posada con la CIA desde 1960, cuando laboraba en la Habana para la empresa norteamericana Firestone. En esa etapa se sospecha que estableció vínculos con oficiales de los servicios secretos norteamericanos como David Atlee Phillips y David Sánchez Morales.

La alianza de Posada con estos hombres, quienes supieron desde ese entonces evaluar sus potenciales atributos como terrorista y su fidelidad a ultranza a la contrarrevolución cubana y a Estados Unidos, marcarían su vida ulterior como un soldado incondicional y duradero de la CIA, en un oscuro compromiso que ha durado hasta nuestros días.

En los momentos en que Posada inició sus contactos con la CIA, ésta había iniciado sus planes de guerra sucia contra Cuba. Como también detallo en mi libro «Un soldado incondicional de la CIA», desde 1959 la agencia capitaneó un vasto plan agresivo y terrorista para revertir el proceso revolucionario cubano. Al respecto explico en el citado libro de próxima publicación:

«Uno de estos planes iníciales tuvo lugar en marzo de 1959, bajo la anuencia del jefe de la estación CIA en la Habana, James Arthur Noel, y del oficial de esta agencia nombrado David Morales. El fallido plan involucró al contrarrevolucionario Frank Sturgis, al traidor Pedro Luis Díaz Lanz y al norteamericano Patrick Gerry Hemmings y consistió en la colocación de una bomba que explotaría cuando Fidel asistiera a una reunión con personal de la fuerza aérea. Las fuertes medidas de seguridad hicieron desistir a los complotados.

¿Qué acciones se proponía ejecutar la CIA contra Cuba para revertir el esperanzador proceso de cambios que en ella se vivía?

A grandes rasgos, realizando un escueto recuento, las principales acciones hostiles contra la Isla por parte del gobierno yanqui y su agencia terrorista, consistieron en:

• La formación de organizaciones de corte terrorista en las principales ciudades cubanas, con vistas a la realización de acciones violentas, atentados y sabotajes, cuyo propósito sería sembrar el caos y la inestabilidad política. De esta forma, toda fábrica, cine, aglomeración de personas, escuela y granja, se convertiría en potencial objetivo del terror.

• Intensificar la lucha ideológica contra la Revolución mediante de la difusión de propaganda contrarrevolucionaria, falsas acusaciones y azuzando al monstruo mediático contra este proceso histórico.

• Desarrollar focos guerrilleros en los principales centros montañosos del país con vistas a obstaculizar el desarrollo de las medidas revolucionarias que tenían lugar en el campo cubano, a la par que crear un clima de terror y provocar, en consecuencia, la caída del Gobierno Revolucionario. La profusión del bandidismo y la cacería de simpatizantes al proceso revolucionario, así como el asesinato de maestros y milicianos, serían las opciones a seguir en esta guerra irregular no declarada contra el pueblo.

• Preparar una fuerza militar en el exterior con vistas a invadir la Isla. Un enorme tinglado bélico se montó en Retalhuleu, Guatemala, para tales fines y cuya culminación sería la frustrada invasión de Playa Girón. Esta opción sería manejada en varias oportunidades y siempre contó con la anuencia de la CIA.

• Aprobar amplios presupuestos destinados a subvencionar la guerra no declarada contra Cuba, como lo fueron los trece millones de dólares desembolsados por el gobierno norteamericano en marzo de 1960. Este dinero fue empleado para adiestrar, armar y sostener a los centenares de individuos involucrados en estos planes criminales. Tal fue la magnitud y proporciones de esta maquinaria bélica que superaron los presupuestos iníciales en más de 237 millones de dólares. El dinero del contribuyente norteamericano se convertiría así, sin él conocerlo, en fuente de sostenimiento de actividades terroristas.

• Combinar esta guerra militar e ideológica contra Cuba, con un conjunto de medidas paralelas en los órdenes económico, político y diplomático, capaces de crear un complejo sistema de agresiones de todo tipo y carácter, imposibles de ser enfrentados. Sin embargo, la capacidad defensiva de la Revolución, en franca alianza con el pueblo, dieron al traste a la monstruosa componenda.

Las concepciones de la CIA, elaboradas por su máximo jefe, Allan Dulles, viejo conspirador y amigo de las confabulaciones desde hacía dos décadas, desembocarían a la larga en el archiconocido «Plan Pluto», estrenado inicialmente como «Plan Escambray». Se presagiaban inciertos peligros y nuevas amenazas para Cuba, para quien la suerte estaba echada de antemano, según los acólitos de la Casa Blanca.»

La actividad de Posada Carriles con la CIA arrancó bajo la dirección de uno de los oficiales con los que estableció relaciones en la Habana en 1960: David Atlee Phillips, quien fungió como uno de los oficiales de la CIA a cargo de la Operación 40 desde 1960 hasta 1973. Luego Atlee llegaría a ser, hasta 1975, nada menos que el Jefe de la División del Hemisferio Occidental de la Agencia.

Tal como continúo relatando en mi libro de próxima publicación: «Previamente a su participación en la Operación 40, Posada integró una célula de la CIA perteneciente a la organización terrorista Unidad Cubana, conocida como Los Halcones Negros. Dotado de envidiable pericia como tirador, Posada recibió el mote de El Cazador por sus socios de correrías. Este atributo y eficaz desempeño como francotirador hicieron sospechosa su presencia en Dallas, Texas, en 1963, cuando fue asesinado el presidente John F, Kennedy, como resultado de una conspiración urdida por la CIA, el crimen organizado y la mafia miamense. Sospechosamente, como elemento para engrosar su abultado dossier criminal, hay quien ubicó a Posada Carriles en Dallas, Texas, durante los días del asesinato del presidente norteamericano John F. Kennedy. Previo al fatal suceso, Posada fue visto en una reunión efectuada en una casa de contactos de la CIA en la ciudad de Miami, en la que se encontraban Antonio Veciana, Lee Harvey Oswald, así como Ignacio y Guillermo Novo Sampoll. Luego fue visto junto a otros terroristas de origen cubano, deambulando alrededor del lugar en el que se cometió el magnicidio. Que Posada pudo haber sido uno de los tiradores durante el asesinato de Dallas no es una aseveración desechable, pues por una parte fue ubicado en esa ciudad el 20 de noviembre de 1963 y, por otra, fue uno de los mejores tiradores dentro de la Operación 40.

De acuerdo con informaciones relacionadas con la fracasada invasión de Playa Girón, el criminal Posada Carriles fue enviado en unión de 53 contrarrevolucionarios, en marzo de 1961, a la base de Retalhuleu, en Guatemala, sede del campo de entrenamiento de la Brigada 2506. Este grupo dirigido por Vicente León y Raúl Sanjenis, era parte de la Operación 40 y tenía como misión operativa, de forma autónoma dentro de la fuerza invasora, el actuar en la retaguardia de la brigada en labores de inteligencia y exterminio de las autoridades de las localidades capturadas por la fuerza mercenaria. Previo a esto, los 36 integrantes seleccionados recibieron un fuerte entrenamiento en técnicas de tortura e interrogatorios, subversión, enmascaramiento, comunicación, manejo de explosivos y otras técnicas y métodos para su misión de retaguardia.

Uno de sus jefes de ese entonces, Raúl Sanjenis, organizaría en enero de 1964, como oficial de las CIA, un atentado contra Fidel. Lo ejecutarían varios contrarrevolucionarios en Cuba, entre los que encontraban Bernardo Milanés López, Mario Salabarría y Roberto Sabater, los que dispararían una ametralladora calibre 30 contra los autos de Fidel Castro y su escolta mientras estos transitaban por la Quinta Avenida, en Miramar.

En ese año de 1963 también se ubicó a Luis Posada Carriles como miembro de un team de la CIA que operaba en un buque madre de la CIA identificado como USS Venus, participando en tareas de infiltración de agentes terroristas y en ataques contra objetivos costeros en Cuba. Experto en el arte de la subversión y de la guerra sucia, Posada Carriles fue instructor por órdenes de la CIA en un campamento ubicado en Polk City y perteneciente a la Junta Revolucionaria Cubana (JURE), entre fines de 1963 e inicios de 1964.

En marzo de 1964, Posada Carriles finalizó su entrenamiento en Fort Benning como Segundo Teniente de las fuerzas armadas norteamericanas, identificándose con el número C 2 312 445. De inmediato, y por indicaciones de la CIA, se trasladó a Nicaragua para apoyar al Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR) de Manuel Artime Buesa, desde donde realizó acciones contra Cuba y participó en el entrenamiento de otros terroristas en campamentos del MRR.

La CIA lo empleó en actividades encubiertas en Centroamérica en varias oportunidades, como fue el intento de derrocar al gobierno de Guatemala en 1965 en un complot dirigido por Roberto Alejos Arzú y representando los intereses de las ultraderechas norteamericana y guatemalteca. Este acaudalado azucarero guatemalteco, quien residía en el 180 Palm Drive, Palm Island, Miami Beach, Florida, se asoció a Posada Carriles y a Luis Sierra López para introducir grandes cantidades de armas con el fin de promover un complot contra el gobierno guatemalteco.

Detectados por la Aduana norteamericana, el plan fue desarticulado por las autoridades de Miami en mayo de 1965, con la colaboración de las autoridades mexicanas. Fue vital la información ofrecida por Posada Carriles como agente de la CIA y colaborador del FBI para la desarticulación del plan, ya que mantuvo plenamente informados a estos de cada hecho sucedido dentro del complot.

Posada Carriles, quien junto a Antonio Veciana y Ricardo Morales Navarrete, fueron reclutados por la CIA para ejecutar su guerra sucia contra Cuba, participarían, junto a otros terroristas en la represión del movimiento progresista latinoamericano dentro de la nefasta Operación Cóndor. Varios de ellos fueron enviados a diferentes países para cumplir tan repudiable misión: Félix Rodríguez Mendigutía y Antonio Veciana arribaron a Bolivia en 1966 para dirigir el aniquilamiento del movimiento guerrillero y propiciar el asesinato del Che; Ricardo Morales Navarrete y Luis Posada Carriles dirigieron la DISIP en Venezuela, de la misma manera que Orlando Bosch, Virgilio Paz, Dionisio Suárez y otros, actuaron en Chile por encargo de la CIA para ejecutar la represión en América del Sur.

Veinte años después de los sucesos recientemente desclasificados por Peter Kornbluh, Director del Proyecto Cuba en el Archivo de Seguridad Nacional, y referidos al plan de atentado contra embarcaciones soviéticas en 1965, Luis Posada Carriles se integraría a la Operación Calypso de la CIA , dirigida al desarrollo de la guerra sucia contra la Revolución Sandinista.

El destape de las actividades de la CIA que dieron lugar al escándalo Irán-Contras puso en evidencia que el terrorista siempre ha mantenido sus vínculos con la agencia de espionaje norteamericana. El escándalo Irán-Contras se destapó el 15 de octubre de 1986, con la denuncia del Viceministro del MININT de Nicaragua, Luis Carrión, luego del derribo de la avioneta de Eugene Hassenfus. Salió a luz pública, en toda su dimensión, el rol de la CIA como soporte de la contra nicaragüense y la implicación de Posada Carriles y otros terroristas de origen cubano en esas actividades.

Treinta años después, el periodista norteamericano Gary Webb publicó en el diario San José Mercury, en 1996, el fruto de una investigación en que pone al desnudo la Operación Irán-Contras. De acuerdo con él, la CIA distribuyó y vendió en la Ciudad de los Ángeles grandes cantidades de cocaína con vistas a obtener el dinero necesario para sostener la guerra secreta contra los sandinistas. Como resultado de sus averiguaciones, este periodista fue suicidado misteriosamente el 10 de diciembre de 2004.

Posada Carriles, totalmente identificado con la CIA y la contrarrevolución cubana, ha sido una de las más confiables cartas de triunfo de las mismas, sin dejar de ser, sin embargo, un comprometedor testigo de sus acciones más ocultas. Su misión suprema ha sido no defraudar jamás a la CIA, quien lo convirtió en agente subversivo, experto en demolición y comunicaciones, hábil tirador, opositor ideológico a ultranza del proceso revolucionario, despiadado y cruel torturador, y, sobre todo, un asesino sin escrúpulos.

El pago de Luis Posada Carriles al apoyo ofrecido por la CIA cada vez que se ha encontrado en dificultades, ha sido el participar en las acciones terroristas más importantes de las 1500 que ha sufrido el pueblo cubano en estas décadas. La CIA, por su parte, lo ha mantenido navegando en la más odiosa impunidad.