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Los poderosos apoyan el bipartidismo

Fuentes: Rebelión

«La corrupción es el instrumento que permite gobernar a los que no se presentan a las elecciones«(Manolo Monereo) Cuando aún falta aproximadamente un año para las próximas Elecciones Generales, la élite política, económica y mediática que nos gobierna, la casta oligárquica, la clase dominante, en una palabra, se va posicionando claramente y sin complejos hacia […]

«La corrupción es el instrumento que permite gobernar a los que no se presentan a las elecciones«
(Manolo Monereo)

Cuando aún falta aproximadamente un año para las próximas Elecciones Generales, la élite política, económica y mediática que nos gobierna, la casta oligárquica, la clase dominante, en una palabra, se va posicionando claramente y sin complejos hacia su apoyo sin fisuras al bipartidismo representado por PP y PSOE. Primero fueron el Presidente de la CEOE (Joan Rosell) y el Presidente de Bankia (Juan Ignacio Goirigolzarri), en sendas entrevistas al diario «El Mundo», y posteriormente se le han sumado el Presidente de REPSOL (Antonio Brufau), y el de Telefónica (César Alierta), en un foro empresarial. También hemos tenido declaraciones del Presidente de Freixenet. Y a todo ello, le sumamos los guiños realizados por algunos dirigentes políticos del propio bipartidismo, tales como María Dolores de Cospedal y Jesús Posada (PP), y Pedro Sánchez o César Luena (PSOE). De esta forma, empresarios y banqueros insisten en el gran pacto de coalición PP-PSOE, para fortalecer el bipartidismo ante un supuesto éxito electoral de PODEMOS. La avanzadilla la habría protagonizado el mismísimo Felipe González, quien apostó ya claramente por la gran coalición «si el país lo necesita».

El escenario que se abre es intenso y apasionante, ya que han pasado de los insultos, descalificaciones, manipulaciones, medias verdades y ataques en toda regla, a la campaña de autoprotección y blindaje en previsión de los posibles resultados que puedan obtener. Una estrategia completamente lógica y esperada, que viene a confirmar lo que tantas veces hemos afirmado y constatado: la clase dominante tiene auténtico miedo a un posible vuelco electoral que suponga una distinta correlación de fuerzas, que puedan plantear una serie de medidas que vayan en contra de sus intereses, y a favor de los intereses de la inmensa mayoría social. Y aunque el PSOE de momento se resiste, y a lo más que se «compromete» es a pactos puntuales en su momento, con cualquier fuerza política, el PP ya ha manifestado su intención de no descartar un gran pacto de coalición «en los grandes asuntos de Estado» (léase economía, que es el mayor asunto de Estado, aunque no se mencione expresamente).

Los grandes empresarios y banqueros afirman que el bipartidismo hasta ahora ha funcionado, ha proporcionado estabilidad, y continúan apostando por la misma correlación de fuerzas. Lógicamente, esto es la prueba del 9 de lo que siempre hemos afirmado: el bipartidismo lleva gobernando en este país, desde hace más de 30 años, para servir a los intereses de la clase dominante, a los ricos y poderosos, y en contra de la clase trabajadora. ¿Queremos más demostraciones? ¿No estamos convencidos todavía? Está claro que ya no lo esconden, que se manifiestan abiertamente, que están poniendo en marcha toda la artillería dialéctica de que son capaces para hacer preservar al bipartidismo, es decir, sus propios intereses. Promueven el pacto post-electoral entre las dos grandes fuerzas políticas, a sabiendas de que eso no va a cambiar el panorama, y de que van a continuar teniendo a su servicio a los políticos títere, los mismos que han tenido hasta ahora.

Y bajo el mantra de invocar a la famosa «estabilidad política y económica», lo que se esconde es una firme y decidida intención de frenar todo lo posible el avance de las fuerzas emergentes, sobre todo de PODEMOS, que les provocan una gran inquietud. El Presidente de Bankia, por ejemplo, afirmaba que «necesitamos partidos fuertes que compartan los mismos principios; lo importante ahora es la estabilidad». ¿Y qué principios son esos? ¿El principio del continuismo político, de la corrupción, de la hegemonía empresarial, del trabajo basura, de los bajos salarios, de la precariedad laboral, del enriquecimiento de las empresas? ¿Qué valores son los de dicha estabilidad? ¿La estabilidad para seguir deshauciando a gente de sus casas, para reformar la fiscalidad para que paguen menos los más ricos, y para poder excluir a más gente de la sanidad y de la educación públicas? Por su parte, César Alierta manifestó en el foro referido que «El bipartidismo ha funcionado en España, está clarísimo, y va a seguir funcionando», recordando que la renta per cápita ha mejorado un 60% desde la Transición y que la economía española ha llegado a superar a la de Holanda y Suecia juntas en este período. Pero no dijo nada sobre las prácticas mafiosas de su empresa, ni de la explotación laboral que practica.

Por su parte, Antonio Brufau, el de las prospecciones petrolíferas en Canarias, también está muy interesado en el bipartidismo, que tan bien le protege de la «invasión» de las lanchas de los activistas de Greenpeace. Afirmó cosas como que «se asegura más la estabilidad con el bipartidismo que con una multiplicidad de partidos, así que les pido [a PP y PSOE] generosidad para entender la posición del otro e intentar aproximarse. El pacto no es malo para nadie». ¡Qué conmovedor! Es alentador saber cuán conciliadores son nuestros grandes empresarios…¿de verdad se creerán lo que dicen? Y Goirigolzarri cerró el trío afirmando que «más que de bipartidismo, yo hablaría de una serie de principios en los que hay que estar de acuerdo todos». Debe referirse a estar de acuerdo en salvar a la banca con los recursos de todos, para que continúe en manos privadas, consumándose uno de los mayores saqueos y expolio de los recursos públicos que se han dado en nuestra «democracia».

Para todos ellos, es clave que el bipartidismo continúe, se coaligue, no pierda fuerza, porque le va en ello, como decimos, sus propios intereses. Y en el terreno político, a pesar de que el PSOE afirma hasta la saciedad (por tres veces fue negado por su Secretario de Organización, César Luena) que no habrá una gran alianza con el PP, ya sabemos por dónde queda la credibilidad de este partido, después de más de 30 años de permanente engaño a la ciudadanía y a la clase obrera de este país. Debiera darles vergüenza seguir llevando la «S» de socialista y la «O» de obrero en sus siglas. De momento, ya han ofrecido cuatro grandes temas para el consenso, cuatro grandes aspectos donde, según ellos, se deben alcanzar acuerdos. Han citado la modificación de la Constitución (aunque aún no conocemos su propuesta federal en detalle), de poner en marcha un sistema educativo que dé estabilidad y excelencia al sector (lo que deben hacer es eliminar la religión y dejar de apoyar a los colegios privados y concertados), una reforma energética para reducir la factura de la luz a empresas y familias (parece mentira viniendo de un partido que reconoce el déficit tarifario, y que ve con buenos ojos la práctica del fracking, entre otras muchas cosas), y un acuerdo sobre dependencia y servicios sociales (para ello debieran derogar el artículo 135 modificado de la Constitución, a lo que Pedro Sánchez continúa negándose, en un ejercicio de pura contradicción).

A estas alturas, el PSOE aún se atreve, por boca de su portavoz Antonio Hernando, a afirmar que ellos, con respecto al PP, «somos agua y aceite». Hace falta echarle cara dura y poca vergüenza. De hecho, en el PSOE admiten que su pelea, de cara a las elecciones de 2015, es dejar claro al electorado que no son lo mismo que el partido que está en el poder. Pues sí, señor Hernando, en vez de agua y aceite, son ustedes uña y carne, salvo para algunos aspectos sociales. Pero en lo esencial, en los aspectos económicos, que son los que gobiernan el resto de aspectos de una sociedad, las relaciones de producción, las relaciones de propiedad, las relaciones laborales, y todo el conjunto de relaciones que definen el sistema productivo y la economía real del país, son ustedes lo mismo. Su modelo de sociedad es el mismo, sus aspiraciones, metas, logros y objetivos van en la misma línea. Maman de la misma teta ideológica, y ha quedado demostrado en infinidad de ocasiones, aspectos y ejemplos. Por cierto, del mismo lado también de estos grandes empresarios y banqueros que les defienden, que les protegen y que les amparan, y que los utilizan como marionetas, como manijeros del auténtico poder que ellos representan. Dado el panorama, ¿todavía hay alguien en este país que no crea que estamos en una guerra de clases?

Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.es

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.