Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
«Los próximos doce meses van a ser un ‘año de toma de decisiones’ para Netanyahu y Obama en relación al establecimiento de un estado palestino y a la interrupción del programa nuclear iraní», escribió el pasado martes el destacado periodista israelí Aluf Benn refiriéndose al Presidente de EEUU Barack Obama y al Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu. El calendario de Obama empezó a discurrir el 3 de noviembre, el día después de las elecciones de mitad de mandato en EEUU y finalizará aproximadamente cuando empiece la campaña para la posible reelección.
Que las elecciones estadounidenses establecen el pulso de la geopolítica en Oriente Medio es un principio ampliamente aceptado por los analistas. Mi anterior artículo para Asia Times Online [1] recogía los debates sobre si un Obama internamente debilitado podría o no cambiar su enfoque de política exterior y cómo iban a evolucionar sus prioridades en tal sentido. (Los resultados mostraron que los republicanos habían ganado una mayoría confortable en el Congreso mientras que los demócratas, aunque mantienen su ventaja en el Senado, han quedado aquí considerablemente debilitados). La crisis iraní y el proceso de paz israelo-palestino ocupan un lugar destacado como centro de la atención de la política exterior. Deberíamos añadir algunas matizaciones que pudieran arrojar más luz sobre estas cuestiones.
En primer lugar, aunque gran parte de las iniciativas legislativas de Obama puedan verse bloqueadas en el Congreso, todavía dispone de algunos medios para promover las reformas internas. Como Charles Krauthammer escribió en el Washington Post el jueves de la pasada semana: «Los demócratas conseguirán que su agenda avance en los temas de las reformas sanitaria, financiera y energética a través de reglamentaciones administrativas, como, por ejemplo, los límites a las emisiones de carbón impuestos unilateralmente por la Agencia de Protección Medioambiental».
Por otra parte, varios analistas han planteado la posibilidad de que Obama pueda decidir no presentarse a la reelección y seguir adelante con una agenda más utópica, algo que en estos momentos podría lograr fundamentalmente en el terreno de la política exterior. El presidente anunció en enero que «prefería ser un buen presidente de un único mandato que un mediocre dirigente de dos».
Jeff Barack escribió para el Jerusalem Post: «Dependiendo del nivel de las pérdidas demócratas, Obama podría llegar a la conclusión de que probablemente va a ser un presidente con un único mandato, y al habérsele concedido ya (y erróneamente aceptado) un Premio Nobel de la Paz, la determinación que mostraba a comienzos de su mandato para conseguir un acuerdo israelo-palestino pudiera redoblarse». El veterano negociador y analista Aaron David Miller alude también a esta opción como la «tentación» que Obama necesita para poder resistir [2].
Además, esta posibilidad fortalece a quienes sostienen que incluso un Obama debilitado podría aún presionar con firmeza a Israel, ya que el presidente tiene más poder que el Congreso en lo relativo a la política exterior. «Aunque sea un presidente derrotado y golpeado sigue siendo el presidente de EEUU», escribe el analista israelí Eitan Haber, y, «en último extremo, aún le quedan dos años en el poder». Un Obama debilitado, añade Haber, significaría asimismo que el principal aliado de Israel está debilitado: «un estatus global debilitado también para Israel entre la familia de naciones».
Tanto el gobierno israelí como la Autoridad Palestina se han puesto nerviosos tras las elecciones, porque ambos parecen temer que la otra parte pueda conseguir primero un acuerdo con Obama. Según la página de análisis de inteligencia israelí Debka File, Netanyahu está ya de acuerdo en ampliar de alguna forma la congelación de asentamientos en Cisjordania. El periódico israelí Haaretz ha corroborado de forma parcial la información de Debka afirmando que «Netanyahu espera que Obama reanude sus esfuerzos en Oriente Medio».
Aunque todavía no se ve muy claramente cuál será la atención que Obama va a dedicar al proceso de paz israelo-palestino, hay indicios de que Obama puede presionar sutilmente a Israel para que elija entre los asentamientos y su programa nuclear. El periodista israelí Amir Oren fundamentó de forma persuasiva todo esto en Haaretz [3], y explicó que si la presión aumenta acabaría teniendo un fuerte impacto en Netanyahu.
Además, podría pensarse que muchos de los recientes movimientos de Netanyahu son una preparación para ampliar la congelación de asentamientos. El Primer Ministro israelí concedió a los colonos un par de meses «de respiro», aunque éstos se quejaran de una «silenciosa congelación de la construcción» [4] que podría bien interpretarse como una inclinación a continuar la moratoria. Le hizo un favor al Ministro israelí de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman -un elemento importante de su agenda política fue el juramento de lealtad que el gobierno introdujo el mes pasado-, y se anotó puntos en su propio partido al desafiar abiertamente a la administración estadounidense. Ahora puede dar un paso atrás y hacer algunas concesiones, al parecer a cambio de las concesiones palestinas y estadounidenses.
Los movimientos palestinos pueden también lanzar a Israel a la acción. Recientemente, los palestinos han empezado a hablar de declarar un estado palestino en un plazo de un año y hace pocos días amenazaron con recurrir ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para que detenga la expansión de asentamientos. Pero también tienen miedo. El viernes pasado, Asharq Alawsat informaba de un plan secreto de Israel para arrendar zonas de Jerusalén Oriental y el Valle del Jordán hasta por 99 años [5]. Según el analista israelí Akiva Eldar, «en la sede de la AP se están tomando muy en serio esa información».
«[Los palestinos] están preocupados de que los estadounidenses, encabezados por su antiguo y nuevo asesor Dennis Ross, y Molho, su viejo amigo, estén cocinando alguna sorpresa a sus espaldas», añadió Eldar. «Para impedir tal sorpresa, que podría sobrevenir durante los momentos de sequía diplomática, los egipcios están presionando al Presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas para que deje en paz el tema de los asentamientos, reúna algo de valor y presente al mundo un detallado plan de paz palestino.»
Está también la crisis alrededor del programa nuclear de Irán con un cúmulo de manifestaciones por toda la región. Como predije en mi anterior artículo, esos frentes se van calentando a toda velocidad. Una serie de enfrentamientos en Iraq durante los últimos días se cobró las vidas de cientos de personas, y deshizo cualquier entendimiento estadounidense-iraní que pudiera haber estado tomando forma allí. Como Syed Saleem Shahzad informa en Asia Times Online, las conversaciones con los talibanes están en punto muerto [6] y hay numerosas señales de interferencia iraní.
Las noticias de Siria y el Líbano son premonitorias. Durante una conferencia celebrada el martes, el jefe de la inteligencia militar israelí saliente, el general de división Amos Yadlin advirtió que Siria estaba haciendo un rápido acopio de armamento ruso, que podría representar una importante amenaza para la fuerza aérea israelí. También Hizbollah se prepara para la guerra, tanto contra el gobierno libanés [en caso de que el tribunal internacional designado para el caso implique a sus miembros en el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri] como contra Israel. «La próxima ronda», advirtió Yadlin, «no se limitará a un único teatro sino que incorporará dos o tres… Será mucho más grande, mucho más amplia en su alcance y con muchas más víctimas».
Las sugerencias de que Hizbollah podría derrocar al gobierno libanés se han visto corroboradas por informaciones de que la milicia se entrenó recientemente previendo esa posibilidad [7]. Cada vez hay más filtraciones de que Hizbollah está almacenando armas y entrenándose para la guerra, lo que, por otra parte, podría indicar la existencia de una campaña israelí para preparar a la opinión pública global para un ataque contra la organización chií.
Hace una semana, el periódico francés Le Figaro publicó un relato extraordinariamente detallado del aparato de Hizbollah para conseguir misiles de contrabando. Hace varios meses, Israel publicó información de inteligencia e imágenes clasificadas del uso por Hizbollah de instalaciones civiles como tapadera de sus instalaciones militares, dando así precedencia a la ventaja táctica frente a la retórica. En resumen, que está por llegar un ciclo político acalorado. Y que vamos a ser testigos tanto de fuertes impulsos hacia la paz como hacia la guerra.
Lo que todavía no está claro es qué es lo que va a prevalecer. Las elecciones de mitad de mandato estadounidenses pueden ser fundamentales para establecer el momento aproximado de la evolución de los acontecimientos -a partir de ahora-, pero lo que será incluso más crucial es la política regional y los innumerables pequeños cenagales que podrían empantanar las iniciativas de Obama. Además, esa política sigue siendo tan intrincada y bizantina como siempre. Mientras, la tensión aumenta.
Notas:
1. Iran will be back in the frame, Asia Times Online, 28 octubre 2010.
2.Go Small and Stay Home, Foreign Policy, 1 noviembre 2010.
3. Obama’s message to Israel: Freeze settlements or get rid of Dimona, Ha’aretz, 2 noviembre 2010.
4. Settler leaders warn of ‘silent building freeze’, Jerusalem Post, 27 octubre 2010.
5. Secret Negotiations: Palestinian State in Return for Israeli Land Lease?, Asharq Alawsat, 29 octubre 2010.
6. Taliban peace talks come to a halt, Asia Times Online, 29 octubre 2010.
7. Hizbullah making preparations to seize power in Beirut, Jerusalem Post, 2 noviembre 2010
Fuente: