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Los viajes a Cuba: mitos y realidades

Fuentes: Rebelión

Con bombos y platillos la prensa en Puerto Rico ha descrito la reciente autorización de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos para viajar a la República de Cuba. Tal parecería, por las expresiones de algunos periodistas, que acaba de darse un golpe mortal a las medidas de bloqueo económico implantadas por […]

Con bombos y platillos la prensa en Puerto Rico ha descrito la reciente autorización de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos para viajar a la República de Cuba. Tal parecería, por las expresiones de algunos periodistas, que acaba de darse un golpe mortal a las medidas de bloqueo económico implantadas por Estados Unidos contra el pueblo cubano a lo largo de más de cuatro décadas, o sencillamente, que se ha dado un paso significativo de parte del Gobierno de Barack Obama en la política estadounidense de aislamiento contra la Revolución Cubana. La realidad es que ni lo uno, ni lo otro. Sencillamente, una medida que obligaba a la identificación de aeropuertos en la jurisdicción de Estados Unidos desde donde pudieran autorizarse vuelos fletados (Charter), permitiría a partir del próximo verano la posibilidad de que desde el aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín pudieran realizarse tales vuelos a la hermana república cubana.

En estos momentos otros aeropuertos en Estados Unidos como son los de Tampa, Dallas-Fort Worth, Chicago, Atlanta, Pittsburg y Baltimore cumplen con las nuevas reglamentaciones que permitiría la opción, junto con los aeropuertos de Nueva York, Miami y Los Ángeles, llevar a cabo estos vuelos. La referida certificación lo que establece es la capacidad tecnológica y la presencia de personal adecuado en estas facilidades para recibir o permitir la salida de personas que provienen o viajan a países que Estados Unidos considera «terroristas». Las posibilidades de llevar a cabo tales viajes, sin embargo, no han ido acompañadas con una flexibilización de las normas en cuanto a quiénes están autorizados a viajar a Cuba. Conforme al estado vigente de las normas que autorizan viajar desde un punto en Estados Unidos hacia Cuba se encuentran: a) personas que tienen familiares en Cuba; b) periodistas, aunque limitado las oportunidades para viajar a cinco en un mismo año; c) profesionales que participen de algún evento organizado por organizado por el Gobierno limitando a 35 personas anuales; d) personas involucradas en actividades comerciales vinculadas a la industria agrícola o la de las telecomunicaciones; e) estudiantes en intercambios académicos; f) personas que viajen por consideraciones religiosas o culturales mediando una invitación formal de parte de alguna organización cubana.

La pregunta que habría que hacerse es si con tales restricciones existe, al menos para los puertorriqueños, la posibilidad de un mercado de viajes charter a Cuba desde nuestro país. Es por eso que no vemos en qué pueda sostenerse, al menos en estos momentos, la algarabía del Director de la Autoridad de los Puertos de Puerto Rico al indicar que el anuncio de esta entidad del Gobierno Federal «representa una nueva oportunidad económica para generar ingresos». De hecho, no menciona cuáles fueron las oportunidades anteriores de manera que permita comparar esta «nueva oportunidad» con las anteriores. Lo cierto es que sí podemos recordar el Informe preparado en mayo de 1994 por una comisión del Senado de Puerto Rico bajo la dirección del entonces Senador Kenneth McClintock, hoy Secretario de Estado, titulado La Reapertura de Cuba: Una nueva frontera para Puerto Rico. En este Informe, sin aportar ningún dato que indicara en qué sostenían sus conclusiones ni cuándo se produciría el cambio, quienes redactaron el Informe indicaban que «está próximo a llegar» y que Puerto Rico tenía una «obligación moral con la comunidad cubana y para la clase empresarial puertorriqueña de haber preparado un Plan de Contingencia adecuado para ayudar en la reconstrucción de Cuba y a la vez recibir un justo beneficio en una relación de mutuo provecho.» Todavía están en espera de de ese momento «próximo a llegar.»

Se indica que el número de personas que viajan a Cuba desde Puerto Rico se estima en unos 1,500; es decir, unos 125 mensuales si promediamos dicho total por el número de meses en el año. De estos, apenas unos 800 viajan con su condición de cubanos. Un viaje a Cuba en estos momentos mediante líneas aéreas con base en República Dominicana o en Panamá fluctúa entre los $600 a $800.

La realidad es que salvo que en el futuro pueda tomarse una decisión que eche abajo las políticas del Bloqueo económico contra Cuba, se restablezcan las relaciones entre Estados Unidos y este país antillano, Estados Unidos, anule su política injerencista y se eliminen totalmente las restricciones que hoy pesan contra este país caribeño, será muy difícil el desarrollo de un polo turístico desde Puerto Rico hacia y desde Cuba.

La política de la Administración Obama hacia Cuba no ha sido muy distinta a la de su predecesor George W. Bush. De hecho, si algún papel importante ha jugado Hillary Clinton como Ministra de Relaciones Exteriores de Estados Unidos (Secretaria de Estado conforme a los parámetros estadounidenses), ha sido la continuación de la política exterior de Estados Unidos desarrollada bajo las pasadas administraciones republicanas. Las operaciones encubiertas contra Cuba, continúan; la política injerencista de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana contribuyendo al desarrollo de actividades contrarrevolucionarias, se mantiene; el bloqueo económico y sus modalidades bajo la Ley Helms-Burton, incluyendo la adopción de medidas económicas de efectos extra territoriales, permanece; el uso de suelo estadounidense para el desarrollo de actividades terroristas contra Cuba no se detiene; el financiamiento de actividades de grupos disidentes y contrarrevolucionarios, se afianza; el uso de la alta tecnología para espiar las actividades del gobierno cubano, siguen siendo la orden del día. Mientras esto ocurre, la administración Obama insiste en mantener abierto el Campo de Concentración que tiene en Guantánamo, a pesar de las promesas hecha de cierre de tales instalaciones, mientras anuncia el reinicio de los tribunales militares contra los llamados «combatientes enemigos». De hecho, mientras la Secretaria de Estado de Estados Unidos hace este tipo de representación a escala internacional, a nivel doméstico en Estados Unidos expresaba al congresista republicano de origen cubano Lincoln Díaz Baralt que independientemente de las diferencias entre las aproximaciones republicanas o demócratas al tema cubano, la realidad es que ambos coinciden en sus objetivos finales hacia Cuba. Más aún, resulta un total contrasentido afirmar como se indica por el Director de la Autoridad de los Puertos de Puerto Rico su esperanza en el futuro turístico de tal apertura, cuando en estos momentos el gobierno de Estados Unidos ha iniciado una «cacería de brujas» contra las agencias que están promoviendo los viajes de ciudadanos estadounidenses hacia Cuba.

Han pasado ya 25 meses desde el Informe del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos presidido por el Senador John Kerry, titulado Changing Cuba Policy-in the United States National Interest, conocido como el «Informe Lugar» en referencia a otro Senador, el Senador Richard G. Lugar, donde se precisan cuatro deficiencias en la política de Estados Unidos hacia Cuba: a) ha llevado a una postura contraria a Estados Unidos por parte de al menos 20 países latinoamericanos; b) los intereses migratorios de Estados Unidos se ven afectados de manera desfavorable; c) el Bloqueo le provee a Cuba un discurso que opaca las dificultades económicas de este país permitiendo que el Gobierno justifique su modelo y ejercite su autoridad; d) ignora los desarrollos recientes en Cuba y las posibilidades de redefinir las relaciones entre ambos países.

Una apertura tan tímida como la dada por Estados Unidos en estos momentos relacionada con los vuelos charter no es cosa nueva. Existió antes de las leyes Torricelli y Helms-Burton y no resolvió el dilema de varias décadas. Con la primera en 1992 fomentaban las actividades contrarrevolucionarias contra Cuba; mediante la segunda,, ampliaban la guerra económica, imponiéndole mediante legislación al Presidente de Estados Unidos limitaciones para levantar el Bloqueo. Contrario al propósito perseguido, el resultado ha sido el fortalecimiento de las posiciones del gobierno cubano y el distanciamiento de ambos países en temas de interés mutuo, que incluyen entre otros, el tema migratorio y el tema de la seguridad.

Los mismos funcionarios del gobierno de Puerto Rico que hoy aplauden la posibilidad de los viajes «charter» como un signo de apertura y futuro fin de las restricciones de viaje a Cuba, son los mismos que no vacilarían un momento en defender la desestabilización del gobierno cubano y con él, la caída del socialismo.

Próximamente, a mediados del mes de abril, el pueblo cubano estará conmemorando el cincuentenario de la derrota infligida a tropas mercenarias entrenadas por Estados Unidos que desembarcaran en Playa Girón. Esta conmemoración se dará, además, dentro del contexto de la celebración del Congreso del Partido Comunista Cubano, donde se aprobarán importantes medidas que definirán para los próximos años el futuro desarrollo de la Revolución Cubana. Las propias dinámicas entre el pueblo estadounidense y el pueblo cubano han permitido, aún dentro de la realidad del Bloqueo, estrechar los lazos de solidaridad entre ambos pueblos. Ciertamente una nueva política entre ambos países donde el libre tránsito entre sus ciudadanos sea algún día alcanzable es un ideario todavía lejos de materializarse aunque en forma irremediable eventualmente realizable. El tiempo y las voluntades de los pueblos será el factor decisivo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.