Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
Aunque el jefe de la oposición de la derecha más reaccionaria de Israel, Benyamin Netanyahu, sea conocido por su frialdad y su repugnancia a alabar a otras personas, hizo una excepción cuando dio sus impresiones de la reunión con el presidente George W Bush a primera hora de la mañana del pasado jueves en Jerusalén. Expresó su sorpresa ante la insistencia de Bush en acabar con la «amenaza» que representa el programa nuclear iraní – que los estrategas israelíes afirman que amenaza a Israel en particular – así como ante la insistencia de Bush en que Israel debe atacar a la resistencia palestina y «romperle el espinazo». «Salí de la reunión más tranquilo en relación a la determinación de Bush de acabar con la amenaza iraní y satisfecho por su compromiso de proporcionar una cobertura militar a toda actividad militar que Israel emprenda en Gaza. Si se confiaran estas cuestiones a este presidente, no permitiría que quedara con vida ningún terrorista palestino», afirmó el jueves por la mañana en la radio israelí en hebreo.
Tras las reuniones entre Bush y el primer ministro israelí Ehud Olmert, ambos anunciaron su postura compartida en relación al programa nuclear iraní. El periódico israelí de mayor difusión, Yediot Aharonot, reveló que durante su reunión con Olmert Bush había accedido a coordinar con Israel el ataque a las instalaciones nucleares iraníes. Todos los altos cargos israelíes con los que se reunió Bush han declarado que éste afirmó rotundamente que no hay que dar importancia al informe publicado recientemente por la inteligencia estadounidense que afirma que Irán detuvo en 2003 el desarrollo de su programa nuclear con propósitos militares.
Avigdor Lieberman, ex-ministro de Defensa israelí y responsable oficial de afrontar las amenazas estratégicas, consideró el contenido del discurso pronunciado el sábado por Bush en los Emiratos Árabes Unidos y dirigido al pueblo iraní como una prueba de que la administración estadounidense «ha adoptado completamente la concepción israelí» de afrontar la «amenaza iraní y otras fuentes de amenaza en la zona dirigidas por Hezbola y Hamas». Respecto a la autorización estadounidense dada a Israel para que haga lo que le parezca conveniente para atacar a los palestinos de Gaza, ha sido considerado por Israel como el logro más importante de la visita de Bush.
La televisión en hebreo señaló que Olmert estaba sorprendido por el rápido consentimiento de Bush a que Israel emprenda una campaña militar a gran escala contra Gaza a pesar de que fue informado de que esto afectaría a la vida de cientos e incluso miles de civiles palestinos. Las personas cercanas a Olmert respiraron aliviadas cuando quedó claro que los jefes de la seguridad y de la inteligencia israelí ya no tenían que explicar a Bush las razones de esta campaña a gran escala contra Gaza. Aunque Bush pidió a Olmert que se esforzaran para que no afectara a los civiles, se marchó tras dejar en las manos de Olmert el permiso para hacer lo que le viniera en gana y con todos las garantías en relación a la cobertura diplomática estadounidense en el momento en que Israel ejecutara su plan.
Después de obtener el permiso estadounidense para emprender una campaña contra Gaza, el ejército israelí hizo algunos ajustes en sus planes de la campaña. Altos cargos israelíes han afirmado que Olmert aprobó su lanzamiento no sólo para acabar con las amenazas a la seguridad que Israel afirma provienen de Gaza, sino también para lograra el objetivo estratégico de acabar con el gobierno de Hamas en Gaza. El vice-primer ministro israelí Haim Ramon declaró que Israel había informado a Bush de que el objetivo de la campaña militar contra Gaza no sólo era acabar con el lanzamiento de cohetes contra los asentamientos israelíes, sino también con el contrabando entre Gaza y Egipto, así como con Hamas. Los altos cargos israelíes afirman que una vez derrocado Hamas habría que entregar Gaza al presidente palestino Abbas, a pesar de que éste haya afirmado que se niega a solucionar su conflicto con Hamas a través de la vía militar o de terceros extranjeros.
Algunas personas en la arena palestina han empezado a acusar a Abbas, a sus agencias de seguridad y a los dirigentes de Fatah de cooperar con Israel en la preparación del lanzamiento de la campaña militar contra Gaza. Ismail Al-Ashqar, presidente del Comité de Interior y Seguridad en el Consejo Legislativo Palestino ha llamado la atención respecto al hecho de que tras la visita de Bush a Israel y los territorios palestinos ocupados haya aumentado el número de ataques con bomba lanzados por Fatah y cuyo objetivo era la policía del gobierno de Ismail Haniyeh. «Está absolutamente claro que el objetivo de estos ataques con bomba es reinstalar la apariencia de caos y de falta de seguridad con el objetivo de crear las circunstancias que permitan una importante acción israelí en Gaza», declaró a Al-Ahram Weekly. «Por desgracia, Abbas quiere volver a Gaza, aunque sea detrás de un tanque israelí».
Ehab Al-Ghasin, portavoz del ministerio del Interior del gobierno de Ismail Haniyeh, afirma que hay muchos indicadores de que grupos de Fatah han recibido órdenes de intensificar sus intentos de desestabilizar Gaza. «Las confesiones de miembros de estos grupos detenidos recientemente demuestran que había instrucciones claras de intensificar las operaciones cuyo objetivo era acabar con la seguridad», declaró a Al-Ahram Weekly.
Sin embargo, la mayoría de los comentaristas en Israel consideran que emprender una importante campaña militar contra Gaza no depende de las posturas de Bush y Abbas, sino de consideraciones israelíes. Eitan Haber, director de la oficina del ex-primer ministro israelí Yitzhak Rabin, afirma que no hay garantías de que la campaña contra Gaza acabe con el lanzamiento de cohetes Qassam. Al contrario, producirá el colapso de la Autoridad Palestina en Gaza, lo que hará que según el derecho humanitario internacional Israel sea el único responsable de proporcionar servicios humanitarios a los palestinos que viven ahí, además del elevado precio que Israel pagará como en cualquier guerra, lo que confirman hasta las evaluaciones más optimistas del ejército israelí.
De lo que, sin embargo, no hay dudas entre los observadores de la arena palestina es de que la visita de Bush ha debilitado la postura de los negociadores palestinos respecto a Israel. En presencia de Bush y tras su partida de Tel Aviv, Olmert anunció más de una vez que la administración estadounidense acepta la postura israelí que exige al gobierno de Abbas y Salam Fayyad que cumplan con sus obligaciones según la hoja de ruta antes de llegar a ningún acuerdo entre Israel y la Autoridad Palestina. Olmert también informó de que Bush había añadido una condición imposible que imposibilita el avance de las negociaciones. Al principio del consejo de ministros del domingo Olmert informó a sus ministros de que Bush le había dicho que la Autoridad Palestina debe cumplir con sus obligaciones de la hoja de ruta también en Gaza, aun cuando la franja esté completamente bajo control de Hamas.
No existe la menor duda de que los dirigentes palestinos están profundamente decepcionados de haber apostado que la visita de Bush acabaría con la disputa entre ellos y el gobierno de Olmert en relación a la construcción de nuevos asentamientos en Cisjordania y Jerusalén este. Estando muy cerca de Bush, Olmert insistió en Israel continuará con la construcción de importantes asentamientos en Cisjordania, Jerusalén este y sus alrededores. Mientras tanto, Bush hizo un llamamiento a eliminar los «puntos de asentamiento» construidos por los colonos sin permiso del gobierno israelí.
Sin embargo, el escritor e investigador palestino Nehad Al-Sheikh Khalil mantiene que el resultado más peligroso de la visita de Bush reside en el intento israelí de establecer firmemente tanto el apartheid que ha creado en el corazón de Cisjordania como una frontera entre ésta e Israel. Israel ha insistido firmemente en que no está en absoluto preparado para buscar una solución para el futuro de los asentamientos que hay dentro del Muro, que en total suponen el 85% de los asentamiento de Cisjordania. «La debilidad de la postura oficial palestina y el consentimiento estadounidense a prácticamente todas las exigencias israelíes han avivado el apetito de Olmert y su deseo de imponer su postura a los negociadores palestinos», declaró Khalil a Al-Ahram Weekly.
Saeb Erekat, director del departamento de negociaciones de la OLP, estaba extremadamente apurado cuando los periodistas palestinos insistieron en pedirle que comentara las declaraciones de Bush en la conferencia de prensa celebrada con Abbas en Ramala. En esta reunión él había comprendido claramente que la administración Bush no considera las resoluciones de la ONU sobre el conflicto israelo-palestino como un punto de referencia que guíe las negociaciones. Es más, Bush insistió en que su administración no tiene intención de ejercer presión alguna sobre Israel.
Incluso desde un punto de vista humanitario Bush decepcionó a los dirigentes palestinos cuando concedió legitimidad a que continúen los checkpoints que están diseminados por toda Cisjordania y que convierten la vida de los palestinos que viven ahí en un infierno insoportable. Bush afirmó que estos checkpoints se han establecido para garantizar que no se lleven a cabo operaciones terroristas en Tel Aviv y, en ese sentido, Bush adoptó la postura de los ministros más extremistas del gobierno de Olmert, ya que hasta varios de los ministros de Olmert han sostenido que se deberían eliminar muchos de estos checkpoints.
Con todo, incluso en Israel muchas personas consideran que Bush es la garantía más importante para que Israel continúe con sus agresiones al pueblo palestino y se niegue a cumplir con sus compromisos en relación a los asentamientos. El 7 de enero el intelectual israelí Gideon Levy escribió un artículo en el diario Haaretz en el que afirmaba que «no ha habido nadie en la Casa Blanca que como Bush haya concedido a Israel permiso para llevar a cabo las agresiones, que anime a Israel a emprender campañas de violencia y le urja a establecer firmemente la realidad de la ocupación». Levy añadió que «Bush es el presidente que ha otorgado legitimidad a cada acto criminal, desde la expansión de los asentamientos hasta incluso ignorar acuerdos firmados, incluyendo aquellos a los que Israel llegó con la Autoridad Palestina bajo el patrocinio de Estados Unidos, y es el presidente que más ha contribuido a establecer firmemente la ocupación y a hacerla más cruel».
Por lo que se refiere a Ben Kasbit, uno de los principales comentaristas del diario Maariv, el segundo de mayor difusión en Israel, el 10 de enero escribió un artículo afirmando que Bush ha causado daño a todo Oriente Próximo y ha puesto al mundo en peligro. «Hace mucho tiempo que Estados Unidos no tenían un fracaso de presidente como Bush, que ha ocasionado tanto daño a los intereses y valores del mundo occidental», añadió. Concluía su artículo afirmando que «lo más peligroso de Bush es que hasta ahora no ha comprendido el alcance de la estupidez de los pasos que da».
Enlace con el original: http://weekly.ahram.org.eg/2008/880/re02.htm