Cuba experimenta un auge de la religiosidad, tanto por el crecimiento y la variedad de los credos que se practican como por la naturalidad con que la población asume el acercamiento a dos o más expresiones a la vez. Según Ana Celia Perera, investigadora del gubernamental Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), se percibe […]
Cuba experimenta un auge de la religiosidad, tanto por el crecimiento y la variedad de los credos que se practican como por la naturalidad con que la población asume el acercamiento a dos o más expresiones a la vez.
Según Ana Celia Perera, investigadora del gubernamental Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), se percibe un «reavivamiento» de las prácticas religiosas en Cuba por el incremento de grupos y actores emergentes y una mayor proyección social de la fe devota.
La especialista se refirió al asunto en el taller teórico «Develando cauces de comunicación y encuentro», convocado por el Grupo de Reflexión y Solidaridad «Oscar Arnulfo Romero» (OAR), una organización civil de inspiración cristiana, que celebra 25 años de vida.
Según Perera, la revitalización religiosa comenzó a fines de los años 80 y alcanzó su mayor dimensión durante la crisis de la década siguiente, aunque no sólo por las dificultades económicas que impactaron a los 11,2 millones de cubanos tras la debacle del socialismo en Europa oriental.
En ese fenómeno también han interactuado, entre otros factores, la mayor apertura religiosa, los cambios constitucionales a favor de la igualdad entre creyentes y no creyentes, la autorización dada a los fieles para participar en las organizaciones políticas del país y la dinamización y ofensiva de las propias organizaciones e instituciones religiosas.
Para Perera, autora de varios ensayos sobre religión, las investigaciones mostraban ya a finales de los 80 una rica y heterogénea religiosidad cubana: más de 60 por ciento de la población tenía por esos años creencias religiosas, y sólo 16 por ciento se definían como no creyentes.
En los últimos años aumentó la movilidad religiosa, lo cual significa que una misma persona ha transitado por varias congregaciones diferentes, consideradas antagónicas en otros momentos, en busca de su espiritualidad, agregó.
En la actualidad, el CIPS detecta la multiplicación de nuevos grupos y variaciones en los tradicionales, con fuerza en el protestantismo, además de otras formas de proyección social. Ahora se vinculan a zonas periféricas y a grupos en desventaja, como adultos mayores, discapacitados y migrantes, explicó Perera.
Aunque resulta imposible conocer, por sus características, el incremento o no de los seguidores de la santería, religión de origen afrocubano y de fuerte arraigo en esta isla caribeña, sus instituciones se han ido consolidando y legitimando desde comienzos de esta década, sobre todo con la producción de textos escritos por sus propios practicantes.
Durante el panel, la profesora de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de la Habana, Vivian Sabater, instó a alejar todo prejuicio al hablar de construcción del socialismo en Cuba desde el marxismo y la religión.
Para la especialista, no hay razón para el divorcio entre una sociedad que promueve un orden distinto del capitalismo y la diversidad de espiritualidades.
A su vez, la reverenda Raquel Suárez, pastora de la Iglesia Bautista Ebenezer del municipio capitalino de Marianao, apostó por una nueva iglesia, en la que se incluya desde lo pastoral una visión emancipada de la mujer y la aceptación de la diversidad sexual.
En su opinión, la teología feminista debería salir de los espacios académicos y crear reflexión y debate en las congregaciones, lo que lleva a articular esfuerzos entre la comunidad cristiana. «Las religiones en Cuba tienden al fundamentalismo y eso trae una cuota de machismo», sostuvo.
El encuentro de la OAR coincidió con el inicio de la Jornada Cubana contra la Homofobia, convocada por el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) que dirige Mariela Castro Espín, hija del presidente Raúl Castro, quien asistió a la inauguración y expuso sobre el respeto a la libre orientación sexual y a la identidad de género.
Al respecto, la pastora Suárez lamentó que varias iglesias cubanas hubieran organizado por estos días plegarias y llamados a sus fieles a orar «porque no se promueva el homosexualismo» en Cuba.
«Debemos trabajar en el modelo de sociedad que queremos construir», apuntó Suárez, quien abogó por una transformación de la práctica y el modelo religioso, y la propuesta de una alternativa concreta al sistema cultural dominante.
La agenda del encuentro de la OAR, que sesionó en La Habana entre el martes 11 y el jueves 13 de este mes, incluyó también conferencias académicas y el intercambio de criterios sobre género, feminización de la pobreza, violencia, participación social y trabajo comunitario, entre otros temas.
«Estas citas nos actualizan y ayudan al intercambio de ideas, a confrontar lo que estamos haciendo con lo que hacen otros. Por eso son muy útiles», comentó a IPS la psiquiatra Teresa Rebustillo, del Centro Cristiano de Servicio y Capacitación B.G. Lavastida de la ciudad oriental de Santiago de Cuba.