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Más de un millón neoyorquinos se preguntan ¿comida o alquiler?

Fuentes: Reuters

¿Comida o renta? Esa es la decisión a la que se enfrentan a diario aproximadamente 1,2 de los 8,2 millones de personas que viven en Nueva York. Ante la decisión, la mayoría paga la renta y, según activistas que luchan contra la pobreza, depende del reparto de comida de emergencia o de caridad para sobrevivir. […]

¿Comida o renta? Esa es la decisión a la que se enfrentan a diario aproximadamente 1,2 de los 8,2 millones de personas que viven en Nueva York.

Ante la decisión, la mayoría paga la renta y, según activistas que luchan contra la pobreza, depende del reparto de comida de emergencia o de caridad para sobrevivir.

«Es una lucha», dijo Pierre Simmons de 53 años, quien tiene un empleo de tiempo parcial, mientras envolvía una rosquilla para su almuerzo entregada por su comedor comunitario. «Tengo empleo, pero el costo de vida es tan alto que se me hace difícil comprar comida».

El hambre no es exclusiva de Nueva York. Más de 12 millones de hogares estadounidenses, o 35 millones de personas, padecieron hambre en el 2005, según el gobierno.

Pero de todos los lugares de Estados Unidos, Nueva York tiene la brecha en el ingreso más visible.

Mientras que los banqueros de Wall Street en la ciudad van a cobrar casi 24 mil millones de dólares en bonificaciones este año, más de una quinta parte de los neoyorquinos están luchando por llegar a fin de mes, por debajo de la línea nacional de pobreza de 10.000 dólares al año para un individuo.

Aproximadamente 3.800 personas estaban viviendo en las calles en el 2006, según las estadísticas de la ciudad de Nueva York.

Desde un depósito de 9.000 metros cuadrados en una sección industrial del distrito del Bronx en Nueva York, Food Bank For New York City distribuye más de 30 millones de kilos de comida al año a más de 1.200 grupos comunitarios y entidades de caridad en la ciudad.

«Me enfada que todavía tengamos que estar en este tipo de negocio», dijo Lucy Cabrera, la presidenta y directora ejecutiva del Food Bank.

«Preferiría estar brindando mi experiencia para tratar de solucionar el problema del hambre en un país del tercer mundo, donde no tienen comida. Aquí nosotros tenemos comida», agregó, mientras los empleados se movían por el piso del depósito sobre gatos hidráulicos llenando órdenes de comida de la agencia.

Del otro lado del Bronx, la gente comenzaba a reunirse afuera de un comedor comunitario operado por Part of the Solución (POTS), mientras la lluvia comenzaba a caer desde el cielo.

«Cuando vine aquí por primera vez había muchas minorías, drogadictos, ahora hay familias, gente luchadora», dijo la directora ejecutiva Sor Alice Hannan, quien ha trabajado en la organización durante 10 años.

«Simplemente parece haber una de falta de conciencia entre el tamaño de la familia y los ingresos, en la habilidad para vivir», señalando Hannan.

Un cuarto de los 1,9 millones de niños de Nueva York están viviendo bajo la línea de pobreza, 40 por ciento de las familias con hijos tuvo dificultades para comprar comida en el 2005 y, según un informe del Food Bank For New York City, una quinta parte de los infantes de la ciudad dependen de la alimentación gratuita.

«No hace falta vivir en la calle para tener hambre», comentó la gerente de cocina de POTS, Duane Moore, quien es conocida como Diz, de pie y con los brazos cruzados mientras miraba a la multitud que almorzaba.

Lucha contra obesidad

Irónicamente, muchas personas que padecen hambre también están luchando con el sobrepeso y tanto Food Bank For New York City como Part of the Solution apuntan a proveer comidas nutritivas y balanceadas.

«Le compro a mi hijo una hamburguesa, papas fritas y una gaseosa y queda satisfecho y sólo me cuesta 99 centavos, pero voy al supermercado y no puedo costear una lata de frijoles por esa cantidad», dijo Cabrera.

El Food Bank de la ciudad de Nueva York, que ayuda a distribuir alimento para 250.000 comidas al día, entrega casi cinco millones de kilos de productos frescos al año.

«Se trata de ser capaces de alimentar a la gente de un modo en que sigan siendo sanos, que continúen trabajando», dijo Cabrera.