La vergonzosa escena es una instantánea histórica que queda para la posteridad como testimonio visual de la participación directa de Estados Unidos en el genocidio del pueblo palestino: se trata del momento de la votación en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU, el 20 de febrero, de una propuesta de resolución presentada por Argelia en la que se exigía un “alto al fuego inmediato que debe ser respetado por todas las partes”. En la infame, y aparentemente inocua fotografía, aparece la representante de los Estados Unidos, Linda Thomas-Greenfield, con la mano levantada como señal de veto de dicha resolución.
Fue el único país que votó en contra, porque incluso Inglaterra se abstuvo y el resto, un total de 13 votos votaron a favor del cese al fuego. Con este hecho Estados Unidos ratificó su respaldo directo a Israel para que siga masacrando palestinos y destruyendo Gaza, y confirmó su papel de genocida de los pueblos del sur del mundo. Es el aspecto diplomático del genocidio, en el que la primera potencial del planeta, en contra del resto del mundo, le otorga licencia a Israel para masacrar a los palestinos. Esta mano levantada constituye una sentencia de muerte para miles de personas, incluidas mujeres y niños y no deja de ser irónico que esa mano sea la de una mujer negra. Esa mano, untada de sangre, representa a todo el poder diplomático de Estados Unidos que no duda en respaldar y participar directamente en un genocidio que se libra a miles de kilómetros de su territorio, pero con su participación directa.
La acción genocida de Estados Unidos incluye múltiples aspectos, entre los cuales vamos a resaltar dos: el apoyo militar directo y la destrucción de la UNRWA.
LAS ARMAS DEL GENOCIDIO
Las armas y equipos que emplea Israel para bombardear, ocupar y destruir la franja de Gaza y a sus habitantes provienen en gran parte de Estados Unidos, que le proporciona el 80% de todo el material bélico empleado. También le concede anualmente 3.500 millones de dólares a Israel, los cuales son usados en desarrollos tecnológicos encaminados a producir artefactos de muerte para mantener la ocupación colonial de Palestina. La dependencia sionista de los suministros de armas y municiones de Estados Unidos es absoluta, puesto que sin las mismas Israel tendría reservas solamente para tres días.
La participación militar de Estados Unidos en el genocidio va más allá de proporcionar armas, municiones y equipos, puesto que, tras los ataques del 7 de octubre, aumentó sus suministros bélicos y envió dos portaaviones, con armas nucleares, y con dos mil soldados que monitorean el aire, suelo y mar de Israel para impedir cualquier ataque y bombardear a quien se le antoje por ser “enemigo” de Israel. Además, Estados Unidos, junto con Inglaterra, libra una guerra de agresión contra los hutíes de Yemen, el único grupo que en la región está rechazando el genocidio de Israel, en forma activa y no retórica. Para intentar detener las acciones de los hutíes, Estados Unidos e Inglaterra están bombardeando el territorio controlado por estos rebeldes, con el vano objetivo de impedir que estos sigan torpedeando la circulación de barcos, de bandera Israelí, inglesa o estadounidense que circulan por el Mar Rojo, por donde cruza el 11% del comercio mundial de mercancías y combustible.
Después del 7 de octubre, de Estados Unidos han despegado miles de vuelos de aviones militares que proporcionan armas, bombas, equipos, repuestos, municiones… para que mantengan su equipo de muerte y su ritmo de bombardeo contra civiles indefensos. Las bombas que lanza Israel de día y de noche, sean del tamaño que sean, provienen de fábricas militares de Estados Unidos. Así, Boing suministró en los primeros días de octubre 1000 bombas de 250 libras, con cada una de las cuales se han aplastado a miles de inermes habitantes de Gaza.
MATANDO DE HAMBRE A UN PUEBLO
El genocidio, el intento consciente y planificado de exterminar a un grupo humano o a una parte de él ‒que es lo que está sucediendo en Gaza‒ comporta el empleo de diversos mecanismos de exterminio, entre los que sobresale el esfuerzo para matarlo de hambre. Y eso sucede en estos instantes en Gaza, con la participación directa de Estados Unidos. El hecho más claro en esa dirección lo constituye la intención de destruir La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA). Esta entidad fue creada en 1949 por la ONU con la intención de crear campamentos de refugiados en los cuales alojar a los 700 mil palestinos expulsados por Israel de sus tierras. Está entidad emplea a 30 mil personas, la mayor parte de ellas refugiados palestinos Tiene programas de educación, en varios niveles; de salud con 183 centros de atención primaria y algunos hospitales; lleva a cabo un programa de ayudas alimenticias a 250 mil personas en los campos de refugiados; en tiempos en que se acentúan los ataques directos de Israel, la UNRWA presta ayuda de emergencia a los habitantes de Gaza y Cisjordania. En la actualidad atiende a seis millones de refugiados de origen palestino.
La UNRWA se financia con un 95% de contribuciones voluntarias de diversos países y de la Comisión Europea, y otro porcentaje proviene de donaciones de ONG o de particulares. Las contribuciones se hacen en dinero y una menor parte en especie.
Israel nunca ha ocultado su intención de destruir a la UNRWA, por lo cual procede con premeditación y sadismo a bombardear las infraestructura de esta instancia de naciones unidas y a asesinar a su personal. En esta ocasión, ya van centenares de médicos, enfermeros, profesores, asistentes sanitarios, proveedores de alimentos… que han sido asesinados. Esas acciones se hacen con armas de Estados Unidos, país que además nunca condena ni sanciona los ataques de Israel a la ONU. El objetivo de Israel, para lo que cuenta con la aprobación de Estados Unidos y la Unión Europea, es liquidar las instituciones que puedan ayudar a los palestinos, para matarlos de hambre y no puedan enfrentar las enfermedades y epidemias y dejen de educarse.
Luego de la ambigua decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), una instancia de la ONU, en que admite tramitar la denuncia contra Israel sobre genocidio, este decidió arremeter contra la UNRWA acusándola, sin pruebas de ninguna índole, de ser una instancia al servicio de Hamas. De inmediato, dándole plena credibilidad a Israel, los principales financiadores de la UNRWA decidieron quitarle su apoyo financiero y entre esos se encuentra Estados Unidos. Esto supone poner en peligro inmediato de muerte, por hambre y enfermedad, a 2 millones y medio de palestinos de la Franja de Gaza. Los que ahora le quitan el apoyo financiero a la UNRWA son los mismos que proporcionan armas a Israel; es decir, incurren en un doble crimen contra los palestinos: los asesinan con artefactos bélicos y los extermina por física inanición.
En conclusión, en otros tiempos la marca Made in USA se estampaba en las mercancías para mostrar el poder de Estados Unidos en la economía mundial ‒cuando producían bienes industriales y bienes de consumo y los exportaban a todos los continentes‒ pero ahora que ese país no produce ni lastima, puesto que gran parte de lo que circula por el mundo proviene de China, solo le queda como registro la muerte y el crimen. Y eso se demuestra con lo que acontece en Gaza, un genocidio con el macabro sello Made in USA.
Publicado en papel en El Colectivo (Medellín), No. 94, marzo de 2024
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