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Miren quien habla

Fuentes: Rebelión

Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R

A veces dicen algo de uno y uno no sabe muy bien si tomarlo como un cumplido o como un insulto.

Dos destacados periodistas a quienes respeto muchísimo me han mencionado en relación con el Primer Ministro. Akiva Eldar, de Haaretz, preguntó el mes pasado sobre Ehud Olmert: «¿Cómo tratar a un hijo de la Familia Luchadora (un apodo del Irgun, uno de cuyo los líderes fue el padre de Olmert) que parece Uri Avnery?» Y esta semana Gideon Levi escribió en el mismo periódico que Olmert «habla como Uri Avnery, aunque 40 años después».

Doy por hecho que se refieren a la exigencia pública que dirigí hace 40 años al primer ministro de entonces para que permitiera a los palestinos establecer un Estado palestino en Cisjordania y la Franja de Gaza, que acababan de ser ocupadas por las tropas israelíes.

Entonces yo estaba solo entre los 120 miembros de la Knesset y mi semanario de información, la revista Haolam Hazeh, se quedó sola entre los medios de comunicación publicando el plan.

Ahora Olmert dice que el Estado de Israel se perderá si no se establece un Estado palestino en el marco de los dos Estados.

¿Debo sentir satisfacción? Si el Primer Ministro de Israel acepta las cosas que uno estaba diciendo hace 40 años (y también hace 60), ¿qué podría ser mejor?

Después de todo, cuando uno propone un plan político, quiere que se realice. La única persona que puede llevarlo a cabo en la práctica es el primer ministro. Cuando dicho primer ministro se incauta de tu plan, debes estar contento, brincar y cantar: «¡ya lo dije!»

En un libro publicado en 1970 por la editorial oficial de la OLP en Beirut, la solución de los dos Estados se llamó el «Plan Avnery». El autor, Kamil Mansur, lo condenó en términos inequívocos. Pero sólo tres años después, a finales de 1973, Yasser Arafat lo adoptó. Ahora se apoyan en él tanto el líder de la OLP como el Primer Ministro de Israel. ¡Aleluya!

Por supuesto, Olmert no hace estas declaraciones porque mis compañeros y yo lo hayamos convencido. Lo conozco desde hace 40 años, desde sus primeros pasos en la arena pública, y durante la mayoría de ese tiempo hemos sido enemigos. Al principio él era el alabardero de Samuel Tamir que en 1967 acuñó el eslogan «el territorio liberado no será devuelto». Después, como alcalde de Jerusalén, construyó asentamientos por todas partes y provocó deliberadamente sangrientos enfrentamientos, como el infame incidente del túnel.

Pero si él siente ahora la necesidad de apoyar un plan que es todo lo contrario de lo que ha defendido toda su vida, evidencia la popularidad de la idea. Nuestra participación directa en esto puede haber estado limitada, pero nuestra contribución indirecta fue, quizás, considerable. Hemos preparado a la opinión pública. Y, en todo caso, los procesos históricos se han desarrollado del modo que previmos y éstos han empujado a los líderes de ambos lados en esta dirección.

Esto demuestra de nuevo que aun cuando en la superficie están pasando cosas monstruosas, por debajo, en las profundidades de la conciencia nacional, las tendencias racionales y positivas están ganando terreno. Es un proceso largo y doloroso, pero al final estas ideas prevalecerán.

Pero la duda corroe. ¿Quizás las palabras de Olmert son sólo una ilusión? ¿Decepción? ¿Engaño?

¿Ha visto Olmert realmente la luz, como Saúl en el camino a Damasco, o éste no es más que un ejercicio político?

Algunas personas creen que la perorata sobre los «problemas centrales» y el «acuerdo de reserva antes del final de 2008» no son más que tácticas sofisticadas de un político sutil que tiene problemas. Dentro de dos semanas, la Comisión Winograd publicará su informe final sobre la Segunda Guerra de Líbano y Olmert puede encontrarse en una posición imposible. Los manifestantes, en la calle, exigirán su dimisión. El líder del Partido Laborista, Ehud Barak, se enfrentará a la exigencia de dimitir, como ha prometido, el día que se emita el informe, y así caerá el gobierno.

En semejante situación un político sólo puede hacer una de estas dos cosas: empezar una guerra o correr hacia la paz. Puesto que no parece que en este momento se den las condiciones necesarias para una guerra, la única opción que queda es el proceso de paz. Es por lo que Olmert se vuelve un hombre de paz, habla el idioma de la paz y hace maniobras de paz.

Los escépticos se preguntan: si asumimos que esto ayudará a Olmert a sobrevivir a la crisis y a continuar siendo el Primer Ministro con una coalición estable, ¿continuará después moviéndose hacia la paz? ¿No se servirá del primer pretexto a su alcance para acabar con ella? ¿No es lo que indica su conducta actual: no respetar el compromiso de quitar los puestos avanzados de los asentamientos, intensificar la actividad constructora de los asentamientos de Jerusalén Este y Cisjordania, continuar el asedio y el derramamiento de sangre en la Franja de Gaza y rechazar la oferta de alto el fuego de Hamás?

De momento no podemos dejar que nos atrape la esperanza. Al contrario, uno debe exponer la cara real del Primer Ministro que está aprovechándose de nuestro plan como un medio de engaño.

Pero aunque este análisis parece razonable, ¿no adolece de una excesiva simplificación?

El hecho político más importante de la semana pasada fue la renuncia de Avigdor Lieberman del gobierno. Su razón oficial fue que no puede permanecer en un gobierno que está llevando a cabo negociaciones sobre los «problemas centrales»; las fronteras, los refugiados, Jerusalén y los asentamientos. Esto puede ser sólo un pretexto. Lieberman realiza enrevesados cálculos políticos que una persona razonable no puede seguir. Pero el hecho es el hecho. Los nuevos admiradores de Olmert, incluido el líder de Meretz, Yossi Beilin, afirman que la renuncia demuestra que Olmert es serio.

Lieberman se ha ido, pero el Shas se queda, responden los escépticos. La manera de pensar de Lieberman puede ser laberíntica, pero las consideraciones del Shas son bastante claras de ver. El Shas está ahora en la situación con la que todo político sueña. Después de la separación de Lieberman, la coalición gubernamental tiene sólo 67 votos de los 120 escaños de la Knesset. Si los 11 miembros del Shas se separan, Olmert tampoco tiene ningún gobierno.

Shas es un partido de la derecha nacionalista y necesita un pretexto para quedarse en el pesebre gubernamental. Afirman que saldrán del gobierno en el momento en que éste inicie conversaciones con los palestinos sobre Jerusalén. Pero en negociaciones serias será imposible no hacerlo. Los problemas centrales no están separados; una concesión en un problema debe contestarse con una concesión a otro problema concordante. La presencia continuada del Shas en el gobierno hace pensar en un compromiso secreto de Olmert de no tocar en absoluto los problemas centrales.

Los ayudantes de Olmert se afanan por ponérselo fácil a la derecha: no hay por qué preocuparse. Después de todo, Olmert sólo piensa alcanzar un «acuerdo de reserva» dentro de un año. «Acuerdo de reserva» es un nuevo término político que significa un documento que resume todos los principios del acuerdo de paz. Su aplicación real se pospondrá entonces hasta que ambas partes cumplan las exigencias básicas: «la liquidación de la infraestructura del terror» en un lado y «la evacuación de puestos avanzados de asentamientos» en el otro. «Eso nunca pasará» les dice la gente de Olmert a los derechistas con un guiño.

De cualquier forma, cuando se sopesan las posibilidades, uno también debe recordar que las declaraciones de un primer ministro tienen vida propia, cualquiera que sea su intención. No pueden volver a la boca que las profirió. Las palabras se graban en la memoria colectiva, cambian la conciencia nacional. Cuando Olmert dice que el Estado de Israel está «perdido» si no se establece un Estado palestino a su lado, es un hito significativo.

Como la de la gente de los realities televisivos, la prioridad de Olmert es la supervivencia.

Esto debe tenerse en cuenta al intentar suponer si es serio cuando habla nuestro idioma o si simplemente suelta palabras vacías. ¿Es éste un «nuevo Olmert», se ha convertido Saúl, de hecho en Pablo, o es simplemente el viejo Olmert con un nuevo disfraz de moda? ¿Es posible que por encima de todas las consideraciones tácticas, Olmert quiera realmente grabar su nombre en la historia con un gran hecho?

Mientras tanto, la situación en la sitiada Franja de Gaza se vuelve cada vez peor. El número de palestinos asesinados todos los días se ha doblado. El Jefe del Estado Mayor se jacta de ello. Las organizaciones palestinas, por su parte, han doblado el número de cohetes Qassam lanzados sobre Israel y, también esta vez, Hamás está asumiendo oficialmente la responsabilidad. Como de costumbre, cada bando afirma que sólo responde a los actos del otro.

Entre los palestinos muertos estaba Hussam al-Zahar, el hijo del ex ministro de Exteriores del gobierno de Hamás. El servicio de seguridad Shabak afirma que el padre es ahora el líder más extremista de Hamás. Si es verdad, es significativo. Hace 16 años al-Zahar se manifestó junto a los activistas israelíes de la paz contra las expulsiones de personalidades islámicas efectuadas por Isaac Rabin. Cuando los desterrados volvieron organizó una gran asamblea en Gaza en la que fui invitado a hablar (en hebreo) ante centenares de Jeques, llevando el emblema de las dos banderas; la bandera de Israel y la bandera de Palestina.

Si semejante persona se ha convertido en el líder más extremista, es indudablemente fruto de la ocupación. Demuestra de nuevo -si es necesaria la prueba- que la opresión que se supone que destruye a Hamás logra exactamente lo contrario: empuja a la organización palestina a las posiciones más extremas. Esta semana, después de que al-Zahar perdiera a su segundo hijo (el mayor fue asesinado hace algún tiempo) se convirtió en el líder más popular del mundo árabe. Los jefes de Estado se apresuraron a llamarlo y a expresarle sus condolencias.

¿Son estas las acciones de un primer ministro israelí que quiere lograr paz porque cree que Israel está perdido sin ella?

Volviendo al principio: ¿debo estar feliz o furioso cuándo «Olmert parece Uri Avnery?»

Recuerdo las palabras de Rudyard Kipling: «Si puedes soportar oír la verdad que has dicho / Retorcida por granujas para hacer una trampa para necios…» Se dice que la imitación es la forma más sincera de adulación, pero se pone en práctica para alejar la duda persistente.

Original en inglés:

http://zope.gush-shalom.org/home/en/channels/avnery/1200820996/

Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.