La mezuzá, símbolo protector de las casas judías, fue lo primero que llamó mi atención. Me puse anteojos para admirar los detalles. Absorta en la belleza de este pequeño estuche que contiene un pergamino con versículos de la Torá, me interrumpe mi ultra acelerado y estridente entrevistado. Alan Rückert es un torbellino de pasión. Intenso, […]
La mezuzá, símbolo protector de las casas judías, fue lo primero que llamó mi atención. Me puse anteojos para admirar los detalles. Absorta en la belleza de este pequeño estuche que contiene un pergamino con versículos de la Torá, me interrumpe mi ultra acelerado y estridente entrevistado. Alan Rückert es un torbellino de pasión. Intenso, acogedor, me recibe con un hogareño desayuno. Con 24 años, es un joven que se ha hecho conocido por ser uno de los pocos judíos en Chile que se declara abiertamente antisionista. Aunque en otros países como Estados Unidos, Argentina e incluso Israel, esta posición no es inusual, en Chile esta postura puede ser bastante controversial dentro de la colonia judía y puede costar muy caro socialmente. Mucha gente le ha quitado el saludo e incluso el hijo de uno de los dueños de una conocida multitienda le mandó a decir, «que se iba a preocupar de que nunca encontrara trabajo como abogado». Alan dice no sentirse amedrentado, pero cuenta que es duro para su familia. Desde el 2010 cuando hizo público su apoyo a la «Flotilla para la Libertad» (de Gaza), tiene prohibida la entrada al Instituto Hebreo. Cada vez que ha intentado ir a buscar o a dejar a su hermana menor se le ha impedido el ingreso. «No me queda más que pensar que los guardias deben tener una foto mía».
Para su madre ha sido especialmente difícil. Ella está muy involucrada en la comunidad y en numerosas ocaciones ha sido contactada para informarle que su hijo ha causado un gran impacto y que están muy preocupados. «Le han dicho que el vicepresidente y un rabino les gustaría hablar conmigo y que esto se supo hasta en la comunidad judía de Argentina».
Alan cuenta que ha tenido mejor trato de parte de las personas mayores, que de parte de los de su edad. «Y esto es peligroso porque cuando te los pillas en un carrete, con trago, es más violenta la cosa. Hay gente que me eliminó de todo, la idea es hacerme sentir de todas las formas posible, que yo no soy parte de la comunidad».
La reciente crisis de Gaza no ha dejado indiferente a este joven estudiante de último año de derecho de la Universidad de Chile. En la primera marcha de apoyo a Gaza, Alan caminó entre los manifestantes con un letrero que decía: «soy un judío avengonzado del Estado de Israel. Anti-sionista, anti -imperialista. Judíos por la Justicia en Palestina». No sólo se paseó con el letrero, si no que con su avasalladora personalidad fue ovacionado por realizar un discurso condenatorio de la ofensiva israelí en la Franja de Gaza.
Rumbo a Palestina
Desde muy niño Alan siempre trató de integrarse a la comunidad judía para darle el gusto a su madre y también por un sentido de pertenencia. Estuvo en toda clase de grupos de scouts, juveniles, pero nunca lo convencieron. «Yo nunca hice migas con la comunidad, siempre los encontraba muy cerrados». Acostumbrado a un ambiente de diversidad religiosa como el Santiago College, con compañeros sirios, palestinos, libaneses, asiáticos, protestantes, siempre sintió que la opción de la colonia era cerrarse al mundo.
-¿Fuiste al viaje de estudio, hiciste el mini entrenamiento militar?
-No, pero el año 2011 a través de Taglit-Birthright, que es una institución que organiza el Estado de Israel para judíos que no están tan integrados a sus comunidades locales, viajé subsidiado a Israel. Yo ya era profundamente pro palestino desde el 2009.
-¿Y entonces por qué aceptaste ir con esa institución?
-Para poder ir. Porque ellos te dan la opción de ir una semana y media a Israel y después tienes la libertad de estar una semana y media más e ir donde quieras. La mayoría se va a Egipto o Jordania. Y yo dije, Cisjordania. Ni lo dudé. Y no pregunté si era complicado entrar. Fui no más.
.¿Pero no te dio miedo los letreros que dicen que Israel no se hace responsable de lo que te puede pasar en los Territorios Ocupados?
.Eso es una cuestión disuasiva de los israelíes. Es una campaña del terror. Te quieren decir aquí vas a ser asesinado. Es todo un lenguaje solapado. Además no es verdad de que no se vayan a hacer responsables de lo que te pase. Porque cuando pasó lo de los tres jóvenes israelíes, te das cuenta de la extención del control que tiene Israel y como tienen las tropas ahí listas. Ya que fueron y arrestaron a 500 palestinos que habían sido liberado dos años atrás y lo importante es que estas personas no sólo estaban en Ramala o en Beit Jala, si no que estaban esparcidos por todo Palestina. Ellos saben todo. Y si te llega a pasar algo, sí van a hacer algo.
.¿Y cómo entraste?
.Me tomé un taxi y entré a través del check point con mi pasaporte alemán. Y ahí recorrí solo el muro, que es muy largo, pasa por cementerios, calles. Rozando casas, edificios de departamento, atroz. Ahí vi la magnitud de lo que es la historia, las noticias, la realidad. No hay reportaje que se compare a estar frente a ese muro lleno de grafitis. En Belén me sentí super seguro. Es un lugar hermoso.
-¿Alguna anécdota en Palestina?
-En la ciudad vieja de Jerusalén me hice amigo de un árabe que tenía una tienda. Me contó que el Estado sionista boicotea sus tiendas. Todas las agencias de turismo oficiales tienen marcadas cuales son las tiendas de árabes y cuales las de judíos y hacen lo posible para que los turistas no pasen por las tiendas de árabes. Hacen que quiebren y después el mismo gobierno las compra y se las da un judío. Entonces el negocio está muy complejo porque tienen que competir con los judíos.
-¿Le contaste que eras judío?
-Sí, pero después de mucho rato. No lo podía creer. Me dijo que muy pocos judíos le preguntaban por su situación. Y me invitó a comer a su casa en Beit Jala, Belén. Fui con otro amigo judío chileno. Una vez allá se me ocurrió aprovechar de hacer un grafiti en el muro. Al día siguiente, con dos amigas más, compramos pintura e hicimos a un judío gordo comiéndose niños.
-¿Tú lo dibujaste?
-No, yo nada. El amigo árabe dibujó. Nosotros pintamos. Yo sólo puse unas frases de Simón Bolivar y un saludo para el pueblo palestino. Nos trataron espectacular, todos los días que estuve ahí, me sentí mucho más cómodo en Belén que en Israel. Es como en las marchas, me siento cómodo con los palestinos. Empatizo mucho con ellos.
-¿Volviendo a la marcha, fuiste el único judío en ella?
-Había una australiana judía antisionista que se me acercó y me contaron que también fue una pareja con una guagua.
-Qué pocos…
-La comunidad judía está transformada en rehén del discurso sionista dominante.
-En Estados Unidos se ven más…
-En realidad, son ínfimos. Pero se ve más porque tienen la segunda comunidad de ortodoxos más grande del mundo. Y los judíos ortodoxos, los realmente ortodoxos, son antisionistas. Cuando ves 200 mil de ellos marchar por Nueva York adquieren ese carácter mediático.
-Pero los israelíes los pintan como unos locos…
-Hay toda una caracterización de que son extremistas y no lo son para nada. Ellos han hecho de puente con Irán.
-¿Qué piensas del apoyo que existe en Israel a esta operación militar en Gaza?
-El 85 por ciento de los israelíes no sólo la apoyan, si no que quieren que continue. O sea, la culpa no es del gobierno. Los políticos están dirigiendo a personas cada vez más radicales. El Ministro israelí de Economía, Naftalí Bennett, el Ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, hablan abiertamente de exterminio, y ellos son elegidos por votos. Estos tipos están en el gobierno no por una cuestión de favores, están porque tienen que meterlos, o si no, no pueden hacer coalición de gobierno. Tienes un diputada que dice que hay que arrasar con Gaza. Utiliza el término «leveled» o sea emparejar.
-Esa que es muy bonita, Ayelet Shaked…
-Ella misma y lo dice en televisión. Tienes grupos en las calles de Tel Aviv cantando que ya no quedan niños palestinos. Y yo no veo ningún viejo sobrevivente del Holocausto enojado increpándolos o hijos de sobrevivientes diciendo como se les ocurre. Mira, para mí una persona que defiende al Estado de Israel hoy en día, es tonta. Simplemente. Porque hoy con todo el acceso que tú tienes a la información, con Facebook, etc, como no se te abre un poco la cabeza.
Obligación
Por su posición en el conflicto Alan tuvo que cerrar su cuenta de Facebook. Cuenta que su madre ha tenido que soportar muchas insolencias. «No piensan en ella, la presionan para que de rebote me llegue a mí. Ellos saben que yo vivo con ella». Y a su juicio logran el cometido, porque llega un punto en que mi mamá me dice que ella está inserta en un círculo y me pide que me modere. «Pero yo no me puedo moderar. Mi personalidad no es moderada».
Sobre su participación en la marcha en apoyo a Palestina le tuvo que explicar a ella que lo que está sucediendo en Gaza es una masacre. «Yo no quiero quedar frente a la historia como una persona que apoyó esa masacre».
-¿Qué dijiste en el discurso?
-Frente a 5 mil personas dije cosas contra Israel, contra Estados Unidos. Dije que estaba ahí precisamente por la memoria de mis ancestros asesinados. Porque por lógica mis abuelos no hubiesen querido que se encerrara a un pueblo como en el Guetto de Varsovia. Que se les contaminara el agua, cortara la electricidad y se destruyera su medio de subsistencia que son los olivos. Es un asesinato étnico al final. Un sistema de apartheid como el que vivió el pueblo judío en Europa.
-Entonces es una obligación moral…
-Esa es la cuestión. Yo en general nunca hablo del Holocausto. Porque no creo que el pueblo judío se haya construido a partir del Holocausto. Pero hay tanta gente que habla tanto del Holocausto y como dije en mi discurso, aquí deberían estar todos los que se llenan la boca con el Holocausto.
-¿Estás cansado de ser la única cara visible?
-A mí me obligan a estar en estas circunstancia. Si soy el único anti Israel en Chile y con la personalidad necesaria, voy a tener que seguir siéndolo. Pero me encantaría que fueramos un grupo grande y no tuviera que hablar siempre yo.
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