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Muere Kapuscinski, periodista de época

Fuentes: La Jornada

Las letras, el periodismo y la historia perdieron ayer a uno de sus máximos hacedores, murió Ryszard Kapuscinski a la edad de 74 años, mientras convalecía de una complicada operación que le fue practicada el sábado en el hospital Banacha, en Varsovia, la capital de su país natal, Polonia, según informó el canal de noticias […]

Las letras, el periodismo y la historia perdieron ayer a uno de sus máximos hacedores, murió Ryszard Kapuscinski a la edad de 74 años, mientras convalecía de una complicada operación que le fue practicada el sábado en el hospital Banacha, en Varsovia, la capital de su país natal, Polonia, según informó el canal de noticias local TVN 24.

Un funcionario del hospital polaco confirmó a la agencia Associated Press que el cuerpo de Kapuscinski estaba en el depósito de cadáveres. La fuente se negó a ser identificada al no estar autorizada para hablar con los medios. Hasta el cierre de esta edición no se conocían más detalles acerca de su fallecimiento ni de las honras fúnebres que realizará la familia.

El escritor, reportero e historiador, que recorrió el mundo entero para documentar los hechos que han transformado Africa, Asia, Europa, Estados Unidos y América Latina, cumplió cabalmente con el oficio que aprendió a respetar luego de sus largas e inspiradoras lecturas de Heródoto.

En su libro Los cínicos no sirven para este oficio , él mismo señala que antes de escritor y periodista, «ser historiador es mi trabajo (…) Todo periodista es un historiador. Lo que él hace es investigar, explorar, describir la historia en su desarrollo. Tener una sabiduría y una intuición de historiador es una cualidad fundamental para todo periodista».

Así fue la labor de Kapuscinski, puesta al servicio de ideales humanistas. Más que entrevistas, dialogó con miles de personas durante décadas para tratar de comprender y hacer entender los por qués de la sinrazón.

Nació en Pinsk (Bielorrusia) el 4 de marzo de 1932. Ingresó en 1951 en la Universidad de Varsovia, en la que estudió historia, con una especialidad en arte; al respecto solía explicar: «Mi sueño fue siempre ser filósofo. Pero entré en la universidad en tiempos del estalinismo y la Facultad de Filosofía había sido cerrada porque se la consideraba muy burguesa. Tuve que estudiar historia».

Pero en 1959 el periodismo lo atrapó: empezó a trabajar como corresponsal de la agencia de noticias polaca Polish Press.

Así fue como se convirtió en un trotamundos, con el oído alerta y el lápiz presto a recabar datos, principalmente de los lugares más pobres, problemáticos y conflictivos del planeta.

En septiembre de 2002, cuando nadie imaginaba que sería la última visita de Ryszard Kapuscinski al país, dijo a La Jornada : «Me atan muchos sentimientos a México, porque viví aquí cuatro años. Llegué en 1968 y viajé por muchas partes; y luego de ese tiempo que viví aquí, hasta 1972, he regresado muchas veces. Es uno de los países más queridos para mí y que mejor conozco. México no me resulta un país abstracto. He escrito sobre él muchas veces. En mi Guerra del futbol , en mi Lapidarium . Me siento muy ciudadano de México. Y esta es mi declaración de amor que deseo expresar».

»Hablar es lo que evita las guerras»

Kapuscinski escribió lo mismo sobre el Sha de Irán, Mohamed Reza Pahlevi ( El sha o la desmesura del poder ), que del rey etíope Haile Selassie ( El emperador ), y fue testigo de 45 golpes de Estado, revoluciones, derrocamientos y guerras civiles, pero lo que más le interesaba fueron las historias cotidianas del llamado tercer mundo.

En alguna entrevista admitió: «en los países desarrollados simplemente no me siento cómodo». Amigo de personalidades legendarias como Ernesto Che Guevara, fue sentenciado a muerte en cuatro ocasiones, según recuerda su editor estadunidense, Alfred A. Knopf.

Sus colaboraciones se publicaron en Time, The New York Times y Frankfurter Allgemeine Zeitung , entre otros. En 1999 fue elegido en Polonia el periodista del siglo. Entre otros reconocimientos recibió el doctorado honoris causa por la Universidad de Silesia, en 1997; el premio Alfred Jurzykowski, en Nueva York, en 1994; el Hansischer Goethe, en Hamburgo, en 1998, y el Imegna, en Italia, en 2000.

En 2003 fue reconocido con el Premio Príncipe de Asturias por ser «Ryszard Kapuscinski, escritor polaco de dilatada trayectoria, quien ha sido durante medio siglo un modelo de periodista independiente que ha dado cuenta veraz, hasta con el riesgo de su propia vida, de numerosos y trascendentales conflictos de nuestro tiempo en diversos continentes.

«No se ha limitado a describir externamente los hechos sino que ha indagado sus causas y analizado las repercusiones, sobre todo entre los más humildes, con los que se siente hondamente comprometido. Sus trabajos son valiosos reportajes, agudas reflexiones sobre la realidad circundante y, al mismo tiempo, ejemplos de ética personal y profesional, en un mundo en que la información libre y no manipulada se hace más necesaria que nunca.»

Fue miembro de varios consejos editoriales, y desde 1962 compaginó sus colaboraciones periodísticas con la actividad literaria. Escribió 19 libros, entre ellos Un día más con vida (donde narra la descolonización portuguesa de Angola en 1975 y sus consecuencias: una guerra civil que asoló la región hasta hace muy poco), La guerra del futbol (en el que aborda diversos conflictos africanos y latinoamericanos; el reportaje que da título al libro narra la guerra que llevaron a cabo Honduras y El Salvador, cuyo detonante fue un partido de futbol entre las selecciones de ambos países, clasificatorio para el mundial de 1970 de México), Ebano (considerado por muchos su mejor libro, contiene reportajes ubicados en varios países de Africa), El imperio (acerca del derrumbe de la Unión Soviética), Lapidarium IV (fragmentos de reportajes y pensamientos), El mundo de hoy (en el que el autor reflexiona sobre los más recientes acontecimientos ocurridos en el mundo, tales como el 11-S o el 11-M , en una especie de autobiografía acerca de lo mucho que ha vivido, con reflexiones para comprender el mundo que habitamos), y Viajes con Heródoto (publicado en 2006, en el que homenajea a Heródoto, «el primer reportero de la historia», descubridor de algo tan fundamental como que los mundos son muchos).

En su momento ofrecimos adelantos en estas páginas de algunos de esos libros que han vendido cerca de un millón de ejemplares, han sido traducidos en más de 30 idiomas y por los que el escritor recibió numerosos galardones.

Ryszard Kapuscinski también impartió clases en las Universidades de Caracas (1978), en la Temple University de Filadelfia (1988) y ofreció conferencias en Harvard, Londres, Canberra, Bonn y en la British Columbia University de Vancouver, Canadá.

En Argentina y en México (octubre de 2000) impartió talleres sobre crónica periodística, en el contexto de las actividades que desarrolla la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano que preside el Nobel colombiano Gabriel García Márquez.

Sus colegas escritores como Paul Auster han dicho de él: «no puedo pensar en otro escritor o novelista vivo, poeta o ensayista cuyo trabajo sea más importante para mí», mientras que John Berger lo definió como «un viajero genial, que probablemente conoce el mundo mejor que nadie».

La enseñanza que Kapuscinski deja, no sólo a sus discípulos, sino a sus lectores, se resume en su más grande convicción: »hablar es lo que evita las guerras; se requiere el vocabulario adecuado, el que exprese la mejor voluntad de entendimiento. No es más fácil deshacer un malentendido que evitar una guerra. La humanidad tiene demasiadas tensiones propias como para añadirle otras».

Con información de Reuters, Afp y Dpa