Cuatro años después de la publicación de «El pueblo quiere: una exploración radical del levantamiento árabe», Gilbert Achcar acaba de publicar «Síntomas mórbidos: la recaída del levantamiento árabe»/1. Una ocasión que aprovechamos para volver sobre la evolución reciente del levantamiento desencadenado en el invierno de 2010-2011 y sobre las perspectivas ligadas a la elección de […]
Cuatro años después de la publicación de «El pueblo quiere: una exploración radical del levantamiento árabe», Gilbert Achcar acaba de publicar «Síntomas mórbidos: la recaída del levantamiento árabe»/1. Una ocasión que aprovechamos para volver sobre la evolución reciente del levantamiento desencadenado en el invierno de 2010-2011 y sobre las perspectivas ligadas a la elección de Donald Trump.
-¿Por qué, seis años después del comienzo del levantamiento, la región sigue en plena desestabilización?
-La región sigue en plena desestabilización por la sencilla razón de que nada de lo que provocó la explosión de 2011 ha sido arreglado. El bloqueo socioeconómico que conoce la región desde hace decenios se ha agravado desde 2011 debido a la onda de choque de los levantamientos, que se ha añadido a los factores estructurales que existían. Las políticas económicas han empeorado: lejos de corregir el tiro distanciándose de las políticas neoliberales que contribuyeron en gran medida a crear la situación explosiva, se ha visto a las instituciones financieras internacionales presionar a favor de un incremento de medidas en la misma dirección, e incluso llegando más lejos aún, como se puede ver en un país como Egipto.
En fin, el factor clave es que el levantamiento de 2011 no ha logrado producir direcciones a la altura de ese desafío histórico, lo que sigue siendo la dificultad mayor con que tropieza este proceso revolucionario, que comenzó en 2011 y que está destinado a durar largos años, probablemente decenios, hasta que emerjan direcciones capaces de llevar a cabo las transformaciones sociales, económicas y políticas radicales necesarias. A falta de ello, la región corre el riesgo de lo peor. Se tiene ya un anticipo de ese peor, pero puede desgraciadamente ir más allá, a la escala del conjunto de la región.
-Y lo peor, hoy, sin duda alguna es Siria… En noviembre-diciembre pasados, en el momento del asedio de Alepo, se oyó a algunos afirmar que Siria era el teatro de una guerra por poderes entre Estados Unidos y Rusia. ¿Qué piensas de esto?
-¡Es una lectura completamente errónea de la batalla de Alepo! En esta batalla, los opositores al régimen que estaban rodeados en aquel reducto de la parte oriental de la ciudad no fueron apoyados por nadie, ni siquiera por Turquía, cuyo presidente Erdogan se excusó ante Putin y llegó a un acuerdo con él, en virtud del cual Putin le dio luz verde para una intervención en el norte del país a fin de cortar el camino al movimiento kurdo. ¡La única intervención real de Estados Unidos en el norte del país, lo que no es en absoluto Alepo, es al lado del movimiento kurdo! Desde el comienzo, Estados Unidos explicó que su principal preocupación era el EI, y que el resto era secundario: esa es la razón por la que apoyan a los combatientes kurdos, y es por otra parte el único caso de despliegue de soldados estadounidenses sobre el terreno en Siria.
Entre paréntesis, se puede subrayar que quienes lanzaron gritos cuando era evocada la cuestión de la entrega de armas a los insurrectos, en Libia o en Siria, para hacer frente al régimen, no lanzaron los mismos gritos a propósito de la intervención de Estados Unidos al lado de los kurdos… Desde los estalinistas a los anarquistas, todo el mundo prefiere callarse e ignorar esta intervención de Estados Unidos. Esto no quiere decir que habría que condenarla, sino que muestra claramente que la realidad es mucho más compleja que algunos esquemas en negro y blanco, y que «hay que aprender a pensar», como decía Trotsky en 1938. Aparte de la zona kurda, la principal intervención de Estados Unidos en el conflicto sirio, sin comparación posible con las ridículas gesticulaciones que ha hecho en dirección de la oposición siria, es el veto estricto que ha puesto a cualquier entrega de armas antiaéreas a los grupos armados sobre el terreno, que ha sido un factor clave en el mantenimiento del régimen sirio, en la intervención aérea de Rusia a partir de septiembre de 2015, y en la destrucción de Siria y de su pueblo.
-Al contrario de lo que muchos pretenden, el objetivo de Estados Unidos no ha sido jamás hace caer al régimen de Assad, y ello con el fin de asegurar lo que llaman «una transición ordenada». ¿Piensas que la administración Trump va a proseguir la misma política?
-Más allá de las caricaturas de quienes no comprenden casi nada de lo que ocurre sobre el terreno y que presentan, como has dicho, el conflicto sirio como un conflicto entre Rusia y Estados Unidos, la realidad es que la posición de Estados Unidos, vista la desastrosa experiencia iraquí, tuvo desde el comienzo como parámetro central el mantenimiento del aparato de Estado baasista, el aparato de la dictadura Assad. Si bien, con una conclusión sacada al cabo de algunos meses del inicio del levantamiento: el propio Assad debía irse para preservar el aparato. Un razonamiento completamente lógico desde su punto de vista.
Y cuando Rusia comenzó a intervenir en septiembre de 2015 en el momento en el que el régimen perdía terreno, se ha visto que Estados Unidos miraba para otro lado e intentaban convencer(se) de que se trataba de una intervención para combatir al EI. De hecho hay una luz verde de Estados Unidos para la intervención rusa en Siria… La diferencia hoy es que Donald Trump, aunque vamos a esperar a ver que pasa, porque aún no se ha pronunciado en concreto sobre Siria más allá de lo que pudo decir durante su campaña, parece tener una diferencia con la administración Obama: la cuestión del propio Assad. Y con matices, pues la diferencia se ha vuelto tenue debido a que durante los últimos meses Obama había retrocedido y aceptado el principio de una transición con Assad. Pero ahí tenemos a un Trump que, si se cree lo que dijo durante su campaña, aceptará a Assad, y ya no le considera siquiera como un problema. Es el signo de una convergencia aún más fuerte con Rusia. No es que Estados Unidos estuviera enfrentada con Rusia, recordemos que coordinan sus operaciones aéreas desde que los rusos intervienen en septiembre de 2015, ilustración de la entente secreta existente de hecho entre los dos países. Pero todo lleva a creer que con Trump la cooperación va a ser más directa.
-Queda la cuestión de Irán
-Si. En la misma medida que Trump manifiesta simpatía, se podría decir incluso una afinidad, por razones evidentes de perfil de carácter, respecto a Putin, en la misma medida que parece dispuesto a acomodarse a un Assad, al igual que se adaptará perfectamente a todos los machos dictadores del planeta, desde las Filipinas a Turquía, pasando por Egipto y Siria, que han acogido con gran alivio su elección; en la misma medida, otro parámetro de su actitud es su hostilidad a Irán. Esto forma parte de su perfil reaccionario general y de su convergencia con la extrema derecha sionista en el poder en Israel. Podemos esperar un mercadeo global con Putin, en el que le ofrecería un levantamiento de las sanciones, una perspectiva de cooperación entre Rusia y Estados Unidos, quizá con promesas económicas tentadoras a cambio de una colaboración de Rusia sobre la cuestión de Irán.
Creo que Trump es alguien que estará dispuesto a avalar la anexión de Crimea, a negociar una especie de compromiso sobre Ucrania, pero que a cambio querrá, en concreto, un compromiso ruso contra Irán, lo que sobre el terreno sirio podría pasar por la demanda de que Rusia excluya a Irán de Siria. Evidentemente, se trata de especulaciones, puesto que una de las características de Trump es que, en gran medida, es imprevisible y que por el momento, antes de que se implique en una política concreta en cualquier terreno, es difícil hacer demasiados pronósticos, aparte del referido a que la lógica que le guía, y que le guiará, es una lógica profundamente reaccionaria.
Notas
1/ Symptômes morbides. La rechute du soulèvement arabe, Paris, Sindbad-Actes Sud, 2017, 22 euros. Se puede escuchar una conferencia de Gilbert Achcar sobre este tema, traducida al español, en https://www.youtube.com/watch?v=6AH39mXGHbg y https://www.youtube.com/watch?v=N9_9m4kyMMY.
Fuente original: https://npa2009.org/idees/international/moyen-orient-rien-de-ce-qui-entraine-lexplosion-de-2011-na-ete-regle
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR