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Nicaragua: la veda agita los bosques

Fuentes: portaldelmedioambiente

La sola mención de una veda forestal asusta a muchos, mientras otros igual saltan y señalan que se necesita a la par una estrategia que contribuya a detener la destrucción de los bosques de Nicaragua. A mediados del siglo pasado Nicaragua contaba con ocho millones de hectáreas de bosques naturales. 55 años después, el área […]

La sola mención de una veda forestal asusta a muchos, mientras otros igual saltan y señalan que se necesita a la par una estrategia que contribuya a detener la destrucción de los bosques de Nicaragua.

A mediados del siglo pasado Nicaragua contaba con ocho millones de hectáreas de bosques naturales. 55 años después, el área forestal apenas llega a 5.3 millones, lo que equivale a una deforestación anual de 82 mil hectáreas, que de mantenerse igual terminaría por desaparecer los bosques nacionales en los próximos cuarenta años.

Ante esta situación, en mayo de este año el Presidente de la República, Enrique Bolaños, anunció de forma oficial su apoyo a una veda forestal para tratar de detener el desastre ecológico. Un día después de tal anuncio del Presidente, los madereros estaban denunciando que el mecanismo dejaría sin empleo a miles de familias que dependían de la madera para subsistir. Semanas después la Comisión Ambiental de la Asamblea Nacional anunció la aprobación de una Ley de Veda Forestal por cinco años para ciertas especies.

Los representantes de diversos sectores salen al paso y dicen que se necesita una estrategia que complemente la vigencia de una veda forestal para hacerla efectiva. He aquí algunas sugerencias que buscan proteger o al menos hacer un uso sostenible del recurso forestal de Nicaragua, un país con una extensión territorial equivalente a 12 millones de hectáreas de tierra.

Actualmente el consumo de productos forestales en el país se calcula en cerca de 5.7 millones de metros cúbicos de madera para la producción de energía, mientras que la madera aserrada en alrededor de los 210 mil metros cúbicos.

Los pro y los contras

Algunos funcionarios de gobierno como José Augusto Navarro, titular del Ministerio Agropecuario y Forestal (Magfor); Arturo Harding, Ministro del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena), e Indalecio Rodríguez, director ejecutivo del Instituto Nacional Forestal (Inafor), sostienen que la veda forestal anunciada por el presidente Enrique Bolaños no será suficiente para acabar con la destrucción de los bosques, ya que todavía es costumbre entre los campesinos quemar áreas para cosechar, y el principal problema es el avance de la frontera agrícola.

Esta visión es compartida por Claudio Saito, ex jefe del proyecto Biofor, en la Reserva de la Biosfera Maya, en el departamento guatemalteco de El Petén, quien visitó recientemente Nicaragua invitado por diferentes organismos gubernamentales y no gubernamentales.

Saito explicó que las trece vedas forestales aplicadas en su país (Guatemala) desde 1943 no han podido resolver los problemas del deterioro ambiental y, por el contrario han dejado en claro la debilidad del Estado para hacer cumplir las leyes.

Consultado al respecto, el ministro Navarro admitió que «la frontera agrícola y pecuaria está deteriorando el área de los bosques, de eso no hay ninguna duda».

Navarro dijo que una ley de veda forestal debe ir acompañada de políticas viables, tales como una Ley de Delitos Ambientales, «que castigue a los depredadores». Esta legislación recién fue aprobada en lo general por la Asamblea Nacional y receta cárcel y multas para los que destruyan el bosque.

Harding dijo en una ocasión que si bien hay gente que tumba árboles para sacar madera, otra lo hace para sembrar, y eso provoca la desaparición acelerada de los bosques en Nicaragua, sobre todo porque los campesinos, empujados por la pobreza, se acercan a las zonas de amortiguamiento de las reservas naturales.

«Queman para sembrar una manzana de frijoles, lo peor es que la siembran un año nada más, porque al siguiente año ya no da porque son tierras que no tienen vocación agrícola y se agotan rápidamente, entonces vuelven a botar otra manzana, esa madera muchas veces ni la sacan, la queman, ése es otro problema al que tenemos que buscarle solución», comentó el titular del Marena.

A pesar de que el Presidente habla de «veda» y en el Parlamento el tema se maneja de esa misma manera, Harding se ha referido al tema como una moratoria. La veda prohíbe la extracción en tiempos determinados, la moratoria retrasa los permisos.

Darle valor agregado

«Las prohibiciones, el exceso de regulaciones y trámites no estimulan el manejo forestal ni detienen la deforestación, más bien han favorecido la tala ilícita en Guatemala y en cualquier país», sostuvo Claudio Saito.

Lo que sí ha dado resultado, dijo, son las concesiones forestales comunitarias aplicadas en la llamada Zona de Uso Múltiple de la Reserva de Biosfera Maya, en El Petén, «que han logrado beneficios económicos, sociales y ecológicos».

Saito, quien es Director Regional de Ambiente y Recursos Naturales para Latinoamérica de la firma Chemonics International, explicó que unas 500 mil hectáreas de bosques son manejadas, vigiladas y aprovechadas por unas 60 mil personas pertenecientes a las comunidades locales.

El diputado Jaime Morales Carazo, presidente de la Comisión de Medio Ambiente de la Asamblea Nacional, insiste en que el anteproyecto de Ley de Veda que están impulsando, establece «todas las limitaciones para parar ese desangre que ocurre en el país, con medidas que sean de emergencia».

El legislador indicó que una vez aprobada la ley y que entre en vigencia, se prohibirá el corte por un período de tres años de maderas preciosas como caoba, cedro y pochote.

La Ley sugiere la estimulación de la exportación de madera, pero no de forma «primitiva», es decir en tablones, sino que plantea que la madera se exporte ya procesada, expresó Carazo.

«Ni en rollo ni en forma de tablón, sino en forma de mueble y de puerta, porque así hay mayor valor agregado», añadió el diputado, quien agregó que la iniciativa de Ley de Delitos Ambientales, vendrá a reforzar a los organismos del Estado encargados de la supervisión, monitoreo y regulación de los recursos naturales.

El ministro Navarro ha instado a los diferentes actores involucrados (Gobierno, Parlamento y madereros), a que hagan un trabajo que conlleve a la mejor de las soluciones. «Se han hecho vedas en el pasado y han sido inmanejables, es más, en ocasiones hasta ha habido más despales», recordó.

Informe que asusta

En Nicaragua, según el Inafor, sólo ha habido una veda forestal: la de 1998 con el Gobierno del ex presidente Arnoldo Alemán. En esa ocasión fue una veda para la caoba y tenía una duración de dos años, esa ley nunca se aplicó por la sencilla razón de que nunca se divulgó.

La FAO recién hizo público un informe, donde dimensiona la expansión de terrenos para uso agrícola y ganadero en proyecciones para el 2010, a costa de la desaparición de la selva tropical virgen.

«La deforestación causada por las grandes haciendas es una de las principales causas de la pérdida de las especies animales y vegetales únicas en los bosques tropicales de Centro y Sudamérica, así como la emisión de carbono a la atmósfera», aseguró Henning Steinfild, jefe de la Subdirección de Información Ganadera y Análisis de Políticas del sector, indica el informe.

La FAO estima que la cubierta forestal en Centroamérica se reducirá en 2.4 millones de hectáreas, es decir un 1.6 por ciento anual, hasta el año 2010. En ese mismo espacio de tiempo desaparecerán en América del Sur 36 millones de hectáreas de selva, equivalente al 0.5 por ciento anual.

La FAO prevé que en 2010, el 69% de la superficie deforestada en Centroamérica se destinará a los pastos.

Según el informe Geo para América Latina, presentado por la FAO, el promedio de deforestación regional es del 0.5 por ciento anual, más del doble del promedio mundial.

Sólo entre 1997 y 1998, en Nicaragua se perdieron 900 mil hectáreas de bosques, la cifra más alta de Centroamérica, según la FAO, pero advierte que el huracán Mitch y el fenómeno climático de «El Niño» incidieron en eso.

Sin embargo, el hombre no está libre de culpa. Hoy en día, el sector agropecuario abarca el 37.4 por ciento del territorio nacional. Los bosques cerrados (poco intervenidos por el ser humano) le siguen con el 24.30 por ciento y los bosques abiertos (donde las copas de los árboles no están juntas) ocupan el 14.88 por ciento.

Las acciones

La frecuencia con que desaparecen los bosques ha llevado al Gobierno a pensar en una extensa veda forestal, misma que ha caído como balde de agua helada a los madereros y a los depredadores del medio ambiente, pero si no se hace nada, para mediados de siglo los niños sólo conocerán los bosques en las fotografías antiguas de Nicaragua.

Una respuesta estratégica al problema de la tala ilegal de parte del Gobierno es la implementación del Programa Nacional de Desarrollo Forestal (Prorural/Forestal).

Prorural/Forestal, según el Magfor, pretende incorporar en manejo forestal sostenible a 300 mil hectáreas de bosques, promover el establecimiento de 175 mil hectáreas de plantaciones forestales y modernizar la industria forestal en un período de cinco años.

Este plan, estiman las autoridades, proyectaría a Nicaragua como un país verde para potenciar las actividades turísticas, investigación científica y la producción de oxígeno, entre otros, para lo cual se debe lograr una consolidación institucional y la coordinación interinstitucional con el resto de los actores del sector.

Prorural pretende contribuir al incremento en la disponibilidad de materias primas forestales, mediante la optimización en el uso de la materia prima, dándole valor agregado en todos los eslabones de la misma.

El sector forestal en su totalidad, de acuerdo al Banco Central de Nicaragua (BCN), aportó sólo el 1.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en el año 2003. Según las autoridades del Magfor, ese dato demuestra el subregistro de ingresos forestales en las cuencas nacionales.

Sin embargo de acuerdo con estimaciones de expertos forestales del Magfor, el PIB forestal real es superior a los 250 millones de dólares, 26 veces más de la registrada por el BCN, que contabiliza 9.8 millones de dólares por exportación en el año 2004.

Frenar la frontera agrícola

José Augusto Navarro, Ministro del Magfor, insiste en que una de las acciones a realizar para frenar el avance de la frontera agrícola, es incentivar el cambio de la ganadería extensiva (mayor uso de superficies de pastos) hacia la ganadería menos extensiva.

Refirió que actualmente en Nicaragua se utiliza una manzana y media de tierra por cabeza de ganado, mientras que en otros países se colocan dos cabezas o más por manzana. El Censo Nacional Agropecuario (Cenagro) del 2001, contabilizó 2.6 millones de cabezas de ganado, que hoy superarían las tres millones de cabezas.

Daniel Núñez presidente de la Comisión Nacional Ganadera (Conagán), agregó que el gremio ha sido crítico del avance de la frontera agrícola y ganadera. «Hemos propuesto reforestar el 20 por ciento de las laderas de las fuentes de agua y además apoyamos la veda forestal», indicó Núñez.

Dijo que están dispuestos a contribuir y por eso están impulsando la conversión a métodos semi intensivos y a la convivencia del ganado con los bosques. Sin embargo, estimó que hace falta voluntad política para ejecutar acciones que realmente frenen las acciones que afectan a los bosques.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en su informe Desarrollo Humano 2005 sobre las regiones Autónoma del Atlántico Norte y Sur, señala que «la denominada «frontera agrícola» ha sido uno de los principales motores de la migración y colonización de la Costa Caribe», donde se encuentran las grandes áreas boscosas del país, con el arribo de gente del occidente y el norte del país.

La tala ilegal

Se calcula que en Nicaragua se talan ilegalmente entre 110 mil y 135 mil metros cúbicos de maderas coníferas, la mayor parte se concentra en Nueva Segovia, provocando pérdidas al país entre 30 y 60 millones de dólares. Los datos oficiales indican que cada año se exportan tres mil metros cúbicos de madera, que una vez en Honduras y Costa Rica, se convierten en muebles costosos, muchos de los cuales regresan como tales a Nicaragua.

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(PNUMA)