Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Esta semana el Comité Ministerial de Legislación aprobó un proyecto de ley que autoriza al gabinete de seguridad a ir a la guerra sin consultar al gabinete completo. El proyecto de ley, patrocinado por la ministra de Justicia Ayelet Shaked, es otra demostración de la frivolidad con la que el Gobierno y su primer ministro tratan las leyes del Estado, incluidas las Leyes Básicas y la tradición política y constitucional que se ha forjado a lo largo de los años.
No hay duda de que la dinámica de la gestión de las crisis de seguridad lleva a la concentración de la toma de decisiones en manos de un pequeño grupo de líderes políticos y militares. Pero el nuevo proyecto de ley sugiere quitar la autoridad de los miembros del gabinete para tomar decisiones cruciales y quitarles la responsabilidad que tienen sus ministerios.
Esto no solo contradice la convención básica de que el poder ejecutivo soberano y democrático, que en Israel significa el gabinete completo, es el que decide sobre la guerra y la paz; también va en contra del sentido común. Un liderazgo que llama a las personas a arriesgar sus vidas requiere la máxima legitimidad pública.
La breve historia de Israel también enseña que las decisiones de ir a la guerra tomadas en un pequeño foro -por ejemplo, ataques de represalia, la guerra de Sinaí, la Guerra de Yom Kipur, la Segunda Guerra del Líbano- no arrojaron necesariamente mejores resultados que las tomadas en el gabinete. La suposición de que la clave para mejorar la toma de decisiones reside en reducir el número de personas involucradas evita de antemano la posibilidad de alcanzar el resultado deseado mejorando el desempeño de los responsables de la toma de decisiones. Los argumentos para justificar el proyecto de ley -prevenir fugas, acelerar la respuesta a los acontecimientos en el terreno- no son convincentes, en vista del potencial daño de la ley.
El primer ministro Benjamin Netanyahu, que no cumplió su promesa de 2014 de optimizar el rendimiento del gabinete restringiendo el número de ministros, no podrá llevar a cabo mejores guerras futuras reduciendo el número de ministros en su consejo de guerra.
Esta legislación no parece tener la intención de mejorar el proceso de toma de decisiones de ir a la guerra, sino que parece otra ilustración de que Netanyahu y sus hombres que siempre le dan el sí, son imprudentes e irresponsables en su afán de cambiar las leyes de Israel y anular los procedimientos fundamentales en la nación que son la tradición en el Gobierno.
Cada vez es más evidente que el proyecto fue principalmente una válvula de escape para la presión interna de la coalición, es decir, apaciguar a Naftali Bennett y aliviar las frustraciones personales de Netanyahu al eliminar las barreras constitucionales que se interponían en su camino cuando estaba considerando atacar instalaciones nucleares en Irán.
Esta iniciativa debe eliminarse y, en cualquier caso, requiere un amplio debate público, que hasta ahora ha estado ausente por completo.
Fuente: https://www.haaretz.com/opinion/editorial/1.828882
Esta traducción se pude reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.