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Una visita a Hebrón le quita las ganas a cualquiera

No pienso jurar lealtad al Estado de Israel

Fuentes: Haaretz

Traducido para Rebelión por LB.

¿Por qué el gobierno israelí exige solamente a las personas deseosas de obtener la ciudadanía [israelí] jurar lealtad a un Estado judío y democrático? ¡Yo también quiero hacerlo!

Ha llegado el momento de que todos nosotros, independientemente de que seamos judíos o musulmanes, ultra-ortodoxos o laicos, juremos lealtad a la única democracia en el mundo judío. Con una condición: la ceremonia de juramento deberá celebrarse en el patio de la Tumba de los Patriarcas tras un recorrido por el centro de Hebrón.

Todos los ciudadanos israelíes sabrán entonces lo que su país está haciendo en su nombre en la ciudad de los patriarcas. Toda madre hebrea sabrá a dónde está enviando sus hijos «la única democracia de Oriente Medio». Aquellos a los que les guste lo que vean firmarán el juramento de lealtad. Aquellos que no encuentren en Hebrón ningún ejemplo de valores judíos ni de principios democráticos se negarán a prestar juramento.

Sin embargo, antes de embarcarnos en un paseo educativo por el centro de Hebrón convendría que hiciéramos un cursillo para actualizar nuestros conocimientos. El Acuerdo de Hebrón, firmado en 1997 por el gobierno de Netanyahu y la Autoridad Palestina, dividió Hebrón en una zona árabe controlada por la Autoridad Palestina (H1) y una zona judía controlada por el ejército israelí (H2). En la zona árabe viven 120.000 palestinos, y en la zona judía, que incluye la parte vieja y el centro comercial de la ciudad, viven 500 judíos y 30.000 árabes. Para impedir fricciones Israel ha impuesto estrictas normas de separación física entre las dos poblaciones y duras limitaciones a los movimientos de la población palestina en la mayoría de la zona H2.

Una jauría de perros jadeantes nos recibió en el comienzo de la calle Shuhada, que atraviesa el casco antiguo de Hebrón hacia la Tumba de los Patriarcas. Las puertas de las tiendas estaban cerradas y el mercado estaba vacío.

Alguien había hecho pintadas racistas con caras sonrientes sobre un fondo rosa. Un estudio del área alrededor del asentamiento judío de la ciudad realizado a finales de 2006 por B’Tselem y por la Asociación para los Derechos Civiles de Israel descubrió que 1.829 negocios palestinos (más del 75% de todos los negocios existentes en el área del estudio) se habían cerrado en los últimos años. Más de 1.000 viviendas (el 42%) de la zona estudiada habían sido abandonadas.

Yehuda Shaul, fundador de la organización Rompiendo el Silencio, afirma que más del 40% de los habitantes palestinos han abandonado la zona.

Soldados hastiados escudriñaron a los visitantes y cuando se cercioraron de que éramos «de los suyos» se largaron a otra parte (probablemente a bailar un poco)(1). Aunque hace dos años el ejército israelí informó al Tribunal Supremo de Justicia de que la prohibición de movimientos impuesta a los palestinos había sido levantada, los palestinos no se atreven a acercarse a esta zona, pues saben que en cada esquina de la calle los soldados israelíes les pedirán la documentación y los cachearán. Eran Efrati, que en 2007 prestó servicio en el puesto de control de Abu Snuneh, dice que las instrucciones que recibían en la sala de reuniones incluían la consigna de hacer que los residentes [palestinos] «se sintieran perseguidos«.

En la base de datos de Rompiendo el Silencio hay testimonios de soldados que describen maneras creativas para generar ese sentimiento. Por ejemplo, realizando un censo de población en plena noche (el ejército israelí lo llama «mapeo»), o golpeando ollas.

Un joven flaco, con las guedejas colgando bajo su camisa, galopa por el campo montado en un caballo blanco. En la parte inferior de Beit Hadassah Shaul se sujeta su kipá negra y señala la escuela palestina para niñas.

Dice que en su oficina tiene un videoclip que muestra de qué manera los niños judíos de la vecindad matan habitualmente su aburrimiento durante el Shabat lanzando piedras a las niñas.(2)

En un callejón que conduce al mercado mayorista, cerrado tras la matanza [de fieles palestinos perpetrada por el colono judío Baruch Goldstein] en la Tumba de los Patriarcas a principios de 1994, un grupo de jóvenes judíos empuja una carreta cargada con materiales de construcción. Tras las puertas con barrotes de las tiendas, ante las mismas narices de los soldados, otro pequeño asentamiento [judío] está cobrando forma.

A la entrada de la Tumba de los Patriarcas nuestro camino fue bloqueado por seis policías de fronteras. Su comandante, a quien enviaron a toda prisa a hablar con nosotros, nos comunicó que teníamos prohibido entrar en el lugar en compañía de Yehuda Shaul debido a que éste pertenece a un grupo «de carácter político». El oficial nos confirmó que uno o dos días antes Noam Arnon, portavoz de la comunidad judía de Hebrón, acompañó a un grupo de visitantes a la Tumba de los Patriarcas en nombre del Ministerio de Asuntos Exteriores. Los colonos de Hebrón, como todo el mundo sabe, son un grupo sin «carácter político».

Las acciones del Estado de Israel en la ciudad donde yacen enterrados los patriarcas de la nación, en Sheikh Jarrah, en el valle del Jordán y en la Franja de Gaza, no tienen nada que ver con el judaísmo ni con la democracia. Mientras ésta siga siendo la cara del Estado judío democrático, me niego a jurarle lealtad.

NOTAS:

(1) Alusión a un reciente videoclip en el que se ve a una patrulla del ejército ocupante israelí desplegando sus precarias dotes danzantes en plena cashba de Hebrón. http://www.youtube.com/watch?v=y8fIl8UPfvg

(2) Las evidencias gráficas del acoso al que los colonos judíos someten a la población palestina de Hebrón ante la indiferencia y protección del ejército ocupante son innumerables y fácilmente rastreables en Youtube. Para muestra baste este botón: http://www.youtube.com/watch?v=T6zjnsaKXHg

Akiva Eldar es columnista político jefe y editorialista del diario Haaretz.

Fuente: http://www.haaretz.com/print-edition/opinion/i-am-not-declaring-loyalty-1.302727