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Entrevista a Óscar, joven trabajador y agitador social de una cadena de montaje

«No podemos dejar que se echen por la borda todas las luchas anteriores de nuestros compañeros»

Fuentes: Rebelión

A Óscar le gusta presentarse como agitador social no como sindicalista, aunque es uno de esos pocos trabajadores jóvenes que está sindicado en este país. Lleva trabajando 10 años para la transnacional de origen japonés NISSAN en una cadena de montaje en la planta de Ávila, ciudad en la que nació y donde vive, esto […]

A Óscar le gusta presentarse como agitador social no como sindicalista, aunque es uno de esos pocos trabajadores jóvenes que está sindicado en este país. Lleva trabajando 10 años para la transnacional de origen japonés NISSAN en una cadena de montaje en la planta de Ávila, ciudad en la que nació y donde vive, esto le permite situar el contexto social en el que se inserta la fábrica:

«Ávila es una pequeña ciudad de apenas 60.000 habitantes con un alto índice de paro (más del 26%) en donde el motor industrial es esta pequeña fábrica que tiene una trayectoria de más de 50 años. Después del proceso de reestructuración de estos dos últimos meses de ser una plantilla de cerca de 700 trabajadores nos hemos quedado en 503. Si multiplicamos ese número por 3 obtenemos el número de familias que viven en torno a la producción de esta planta de NISSAN. Además, después de su fusión técnica con Renault, otro gigante del sector, las condiciones se endurecen. No es la única planta que existe en España ya que la planta matriz está en Barcelona en zona Franca y hay dos plantas más en Cantabria y otras dos en Cataluña (fuera de la zona franca)»

Óscar conoce al dedillo la evolución del sector en España y las diferencias en relación a Europa ya que desde su trabajo sindical ha tenido que estudiar y aprender todo aquello que le permitiera diseñar estrategias junto con sus compañeros para la «agitación sindical». Hemos querido empezar preguntándole por ese contexto inmediato para que nos ayude a entender las dificultades y las posibilidades que puede tener la huelga general del día 29 de septiembre.

¿Por qué no empiezas contándonos cómo son los trabajadores de tu planta?, me refiero sobre todo a la media de edad y el tipo de contratación.

Pues después de la «reestructuración» -término eufemístico que utiliza la compañía para hacer una limpieza de trabajadores que hasta ahora tenían derechos laborales adquiridos- se ha reducido el número de trabajadores y por tanto también la edad. Ahora no hay trabajadores de más de 54 años, los de más edad entraron en un proceso de prejubilación. La media se ha reducido considerablemente.

¿Esa situación que cuentas de pérdida de derechos adquiridos y «limpieza» de trabajadores en tu planta es extrapolable a otras fábricas?

Por supuesto que es extrapolable aunque hay algunas especificidades del sector de la automoción que son interesantes. Hay una serie de rasgos de carácter global. El sector de la automoción ha estado aportando al Estado Español hasta ahora el 5% y en algunos momentos el 6% al Producto Interior Bruto de este país. Esto es así porque, aunque el Estado español no haya optado por una capitalización a partir de este sector estratégico -luego hablaremos si quieres de lo que significa esto de la capitalización que nos diferencia del resto de Europa, sobre todo de Francia-, existen aquí fábricas de todos los constructores de automóviles del mundo excepto de los coreanos. Esa extrapolación se puede hacer a cualquier ciudad del Estado porque tanto en Vigo con Citroën como en Palencia y Valladolid con Renault como en Valencia con Ford o Volkswagen en Navarra, podemos decir que Ávila vive en términos industriales de lo que aporta esta fábrica.

Las ciudades donde se han instalado estas plantas dices que viven directa o indirectamente de ellas, con esa «reestructuración generalizada», además de las prejubilaciones y la reducción de las plantillas, ¿se han precarizado los contratos o se ha mantenido la estabilidad de los trabajos?

Hay elementos comunes de los dictados de la patronal del sector y que se han aplicado a todas las plantas pero también está la particularidad de la estrategia de cada una de las marcas como en el caso de NISSAN. Durante muchos años asumió la tradición paternalista propia de su origen japonés, lo que marcó durante mucho tiempo una relación definida como familiar entre los trabajadores y la dirección, tras la integración en el modelo Renault los cambios fueron rápidos y contundentes, «olvidemos nuestra relación fraternal y centrémonos en la productiva exclusivamente», dijeron entonces. Los efectos fueron drásticos y tomaron medidas hasta entonces nunca conocidas, doble escala salarial, cambio en el modelo de contratación primando la eventualidad y finalmente despidos.

¿Pero en comparación con el resto de los trabajadores de este país cómo dirías que es su situación. Su estabilidad marca diferencias en cuanto a su forma de percibir la reivindicación laboral y la lucha sindical?

Evidentemente, la estabilidad y los derechos adquiridos por los trabajadores del automóvil los colocaba en una situación óptima para la reivindicación, en primer lugar por tener cobertura personal, y en segundo lugar porque eran un referente para el resto de los compañeros del metal.

Para hablar de los trabajadores del auto hay que hacerlo desde dos espacios altamente diferenciados. Hay compañeros que trabajan directamente en la marca constructora o en el sector de los componentes, pero la mayoría – en una relación de 3 a 1- son compañeros que tan solo separados en algunos casos por unos centímetros o quizá realizando el mismo trabajo cobran la mitad de su salario y con condiciones laborales realmente diferentes; estoy hablando de la mano de obra indirecta. El crecimiento de esta mano de obra es proporcional a la disminución de sus derechos. Hay áreas completas de trabajo que están siendo deslocalizadas internamente hacia la subcontratación, y además, la competitividad y la productividad sitúan la generalización de las condiciones de las subcontratas al resto de los trabajadores aumentando el número de éstas y reduciendo el número de trabajadores de la planta matriz.

Hablemos de la implantación sindical, ¿estamos hablando de un sector con fuerte implantación sindical?

En el caso de NISSAN la sindicación tiene un porcentaje muy alto, un 80% de compañeros están sindicados.

¿Cómo has visto tú la evolución que han sufrido los sindicatos en los últimos años? En este país la sindicación es de las más bajas de toda Europa y además se percibe un gran descrédito de los sindicatos, a veces incluso por gente de base que está sindicada que no entienden cómo sus aparatos han optado por transformarse en sindicatos de servicios, ni por qué reaccionan tan tarde ante las medidas del gobierno y son incapaces de enfrentarse seriamente a las patronales.

En los años 80 esta planta pasó por una situación en la que el cierre era ya una realidad, la lucha y la constancia de trabajadores evidenció que la batalla que se pierde es la que no se da. Esas luchas fueron un ejemplo de dignidad, sobre sus rescoldos se construyó la referencia sindical de hoy, las circunstancias eran diferentes a las de hoy, los enemigos no.

Por aquel entonces las demandas de los trabajadores eran la carga de trabajo. Hoy también los son pero con una gran diferencia, hoy la lucha en las fábricas introduce un nuevo actor al que se le solicita intervenga con su bolsa de dinero que aunque público gestiona como privado, manteniendo bajo el eufemismo de «ayudas al sector» la continua plusvalía de los empresarios, a costa de los trabajadores.

Hoy como ayer existen multitud de elementos comunes porque el explotador y el explotado no pueden situarse en el mismo nivel de interpretación, este factor básico pero esencial es olvidado continuamente por los sindicatos mayoritarios priorizando un espacio de servicios, alejados de la realidad y el compromiso de sus orígenes.

Con el tiempo se ha producido un descrédito que con excepciones muy honrosas ha ofrecido un espacio para que hoy cada noche desde las tertulias se atente verbalmente contra derechos que no son de las organizaciones sino de los trabajadores.

¿Pero tú crees que las cúpulas sindicales no son conscientes? ¿no se dan cuenta? ¿o sus intereses son también, a estas alturas, los intereses del capitalismo y por eso no son capaces de ofrecer alternativas?

Los sindicatos mayoritarios son un elemento más en el conjunto que ofrece estabilidad a un sistema plenamente definido. Hoy asistimos a declaraciones en las que se empieza a llamar a las cosas por su nombre. Términos que antes no se usaban pero que son los apropiados como capitalismo o clase trabajadora, empiezan a utilizarse sin rubor, pero no por ello hacen que sitúen sus planteamientos al margen de este modelo económico. El problema no es de discurso, sino de disposición para plantear una alternativa y ese salto no están dispuestos a darle, salvo que los trabajadores los obliguemos.

¿Y los trabajadores? ¿Son conscientes los trabajadores de cuáles son sus intereses?

Los trabajadores son conscientes de cuales son sus intereses, el problema de este país es cómo plantear una respuesta al modelo imperante que sea realmente homogénea y que sirva de referencia a la clase trabajadora.

¿Cuándo tú hablas con los compañeros para explicarles la necesidad de la huelga y las movilizaciones, cuáles son las resistencias que te plantean?

Existen mil excusas para no ir a la huelga pero todas ellas son contrarestadas con multitud de razones. El problema real no viene de las excusas sino de la resignación con que se entiende todo cuanto sufre el trabajador.

Todo parece como una necesidad, algo inevitable que no seremos capaces de revertir.

Después de cuatro huelgas generales, esta será la quinta desde la llegada de la Constitución, los efectos de la reforma laboral que motivan esta no son comparables ni en forma cuantitativa ni cualitativa a las de las anteriores, todo ello en el marco de un partido definido como de izquierdas, ese es un elemento que evidencia que al margen de quien manda la clase obrera en este sistema siempre pierde.

Sí, claro, ¿pero en el caso concreto de la huelga del 29 no puede contribuir a esa actitud tan pasiva de inevitabilidad, de estado de necesidad, el hecho de que se haya planteado una huelga general después de ser aprobada la reforma laboral? También la actitud de los sindicatos respecto de las medidas que ha ido tomando el gobierno y casi el conjunto del espectro político de este país, que ante la crisis se producen recortes sociales pero también se continua con el proceso de liquidación del Estado de Derecho, cualquier movilización corre el riesgo de ser tildada de «violenta», «agresiva»…

Sí, evidentemente no se puede obviar que los sindicatos mayoritarios de este país, como te decía antes, en el momento en que entienden que el modelo de sindicalismo de este país es el de sindicato asistencial, va desapareciendo el modelo de sindicato reivindicativo, de instrumento de lucha de los trabajadores… En el momento en que eso pasa evidentemente se desvirtúa cuál ha de ser la labor del sindicato. En esta lógica el sindicato se transforma en una barrera de contención para evitar que las respuestas enérgicas tengan expresión.

Ayer oíamos unas declaraciones desesperadas de los secretarios generales de los sindicatos mayoritarios advirtiendo al gobierno de que si la reforma no se tocaba se estaba expuesto a un estallido social.

Yo creo que estos estallidos ya se están produciendo. El hecho de que los compañeros de la mina de Palencia y de León hayan encontrado su argumento entorno al trabajo y la justicia y que esos argumentos se articulen en fórmulas de defensa como cortar carreteras o vías de tren… esto hace evidente que las perspectivas de estallidos sociales están ahí. Evidentemente las cúpulas sindicales intentarán que eso no se produzca de esa manera. Actúan como muro de contención sí, pero yo insisto en que se encuentran más limitadas de lo que realmente pensamos, potencialmente no se si tienen esa capacidad de movilización.

Hagamos una proyección. Imaginemos que el día 29 se paraliza completamente este país. ¿qué habríamos conseguido? ¿cuáles serán las repercusiones?

El primer logro será haber situado la movilización como elemento de indispensable contra los intereses del capital. La continua campaña de los massmedia al servicio de los intereses de su patrón sitúa a la huelga casi en un plano de ilegalidad y la imagen que proyectan los medios es de fracaso absoluto. Pero será al margen de eso donde cada uno de nosotros en nuestros tajos tenemos que escenificar los efectos cercanos de la huelga, la solidaridad y el codo a codo en el paro con nuestros compañeros no se verá en la prensa pero sí lo sentiremos y lo tenemos que consolidar para futuras respuestas.

¿Si el gobierno llamará a los sindicatos mayoritarios para limar parte de la reforma?, ¿que ese sea el objetivo del ejecutivo?, no lo sabemos aún, lo cierto es que el margen de maniobra de Zapatero al margen de lo dictado por el Fondo Monetario Internacional, Banco Central y Unión Europea es muy reducido, la agenda está marcada. Seguro, las peticiones de los organismos internacionales ante los que se postra Zapatero no pararán hasta alcanzar los mayores márgenes de beneficios posibles, por eso huelga general no se acaba el 29S, tiene que ser el punto de inflexión para que las propuestas alternativas y combativas, los espacios transformadores de este país se junten y sigan trabajando para demostrar que este sistema político y económico está agotado y no nos vale.

También habría otra posibilidad, aunque el gobierno no de marcha atrás, podría haber una segunda consecuencia y es el encadenamiento de conflictos sociales ante el «empoderamiento» -no me gusta usar esa palabra- de los trabajadores. Quiero decir que además la crisis todavía no ha tocado fondo porque este sistema desde dentro no tiene salida y nuestro país como vagón de cola tendrá efectos más catastróficos para la gente. De hecho parece que la huelga ya ha empezado en otros sectores como la minería que va generalizándose. Pensemos también en la huelga de metro en la que los trabajadores echaron un pulso a la Comunidad de Madrid. ¿cómo valoras esta idea de los estallidos sociales?

Las huelgas y las luchas que conseguimos hacerlas visibles siempre tienen un efecto de referencias de que si luchas tienes alguna posibilidad de tener éxito pero si no luchas estás condenado siempre al fracaso. Lo que la huelga del metro fue, como lo fue la huelga del metal en Galicia y como está siendo la lucha incansable de los mineros -donde se nos muestra que es la lucha por dos meses de salario ocultando que lo que demandan sobre todo trabajadores del carbón es que hay un proceso final de reconversión del carbón en el que las familias que viven de ello en el norte son conscientes de que están avocados a desaparecer-, si esas luchas se consiguen hacer públicas, -yo creo que ahí la figura de medios alternativos como Rebelión es clave-, si se consigue llegar al conjunto de los trabajadores causarán solidaridad, referencias, modelos de lucha que pueden ser exportables a otros sectores y otros espacios.

La huelga de metro fue la escenificación de que la única salida que nos queda cuando se nos restringen los derechos, cuando después de haber negociado un convenio colectivo se nos pide volverlo a renegociar… es esta, enfrentarte a la realidad de que el capital responde con violencia, una violencia más bárbara que quemar una rueda cortando una carretera y de que a veces sólo queda esa salida.

503 altos ejecutivos de las 35 empresas del Ibex han percivido un salario en el año 2009 de 350 millones de euros -que equivale al salario percibido por 30.000 trabajadores mileuristas-, 1.300.000 hogares de esta país no trabaja ningún miembro de la unidad familiar. El impuesto de patrimonio que ha sido eliminado equivale a la congelación de las pensiones que ha aprobado el Gobierno. El paro juvenil es de casi el 40%. ¿Acaso no existe ya suficientes motivos para el estallido social?

Sigamos con la visibilidad ya que lo planteas como un problema clave. ¿Qué papel cumplen los medios en este proceso de desmantelamiento de los derechos de los trabajadores?

Cada día cientos de trabajadores se disponen en sus centros de trabajo para hacer aquello por lo que son pagados, coches, lavadoras, casas, muebles, noticias, si también periódicos, radio, televisión , todos responden a los intereses de su patrón, ¿así alguien no puede pensar una relación directa entre los medios de comunicación y el capital?.

Pascual Serrano dice en uno de sus libros que «Las empresas privadas de comunicación se han apropiado del concepto de libertad de expresión cuando se refiere a su negocio y de objetividad e imparcialidad cuando se refiere a sus contenidos. Debemos denunciar ambas incautaciones. Ni son neutrales ni se puede ser».

¿Cuál es la diferencia en relación a las movilizaciones en Europa? Hace poco hemos visto la paralización del transporte público en Francia por ejemplo, en Grecia son constantes las movilizaciones

Quizá merezca la pena tomar como ejemplo el sector del automóvil ya que es un sector estratégico.

Los datos macroeconómicos diferencian dos modelos que a la vez son dos ritmos en las reformas, España se encuentra en una situación parecida a Grecia con gobierno socialdemócrata, y el ritmo de las reformas es más intenso a la vez que más cómodo pues funciona la amenaza de que la «derecha» será más dura aún.

Durante el último año el Gobierno al margen de otros espacios, en el sector de la automoción inyectó cantidades ingentes de dinero, sin control alguno, salvo la imagen pública de salvar el sector. En el caso la NISSAN solo en Ávila más de 23 millones de euros solo con el compromiso de mantenimiento de empleo para apenas 10 y dependiente de los mercados. En esta planta como en el resto, el porcentaje que supone los gastos de los trabajadores sobre el precio final del producto es solo del 8,6%.

Alemania y Francia participan activamente en la capitalización de las «ayudas», este es el otro ritmo. Ambos países han convertido en participaciones en las empresas cada euro que inyectaban, contando así ya con un porcentaje entre el 20 y 30% de capitalización. Esto parece una propuesta marxista a la solución del problema, no, no es eso, sería más bien el planteamiento socialdemócrata pero que en este país ni siquiera se ha llegado a hacer.¿qué significa? Bien, significa que cuando el Estado inyecta cantidades importantes de dinero en el sector de la automoción eso tenga una reversión directa sobre las acciones de la empresa, es decir, que se devuelva el dinero por parte de la empresa en número de acciones de la empresa. Eso nunca ha sido planteado en este país, pero curiosamente sí lo ha sido en los gobiernos conservadores. Todo esto supone que el estado tiene una intervención directa en las políticas de la empresa y también permite que los trabajadores tengan una intervención indirecta sobre la empresa porque es dinero público y también porque cuando el trabajador se echa a la calle para defender que no se deslocalice la empresa su frente de lucha no es sólo la planta matriz sino que es el Estado.

Esta opción que desde una perspectiva socialdemócrata podría haber sido asumida en España ni siquiera fue planteada.

Así son las formas y el ritmo las que marcan las respuestas de la clase. El capital está utilizando los gobiernos que se definen como de izquierdas para introducir a mayor velocidad las reformas que necesita, y en el caso de los países de gobiernos más liberales se hace de forma más pausada porque se espera que la respuesta social sea mayor.

Cada país tiene sus particularidades y sus elementos comunes en cuanto al origen de la crisis. Los procesos de reforma van siendo similares pero la respuesta en el caso griego es muy diferente.

Llama mucho la atención por un lado la especificidad española en ese subsidiar al sector privado sin obtener ninguna compensación para lo público y por otro lado cómo las medidas más liberalizadoras y desreguladoras se han puesto en marcha con gobiernos que se definen socialdemócratas.

Pues sí, los peores momentos para la clase trabajadora -y esto jode que lo diga un trabajador porque también lo repite el Partido Popular-, han sido después de los ochenta los periodos del gobierno socialista. La reconversión industrial la hace el gobierno de Felipe González, las huelgas generales salvo una se le hicieron al gobierno socialista. Y la única que se hizo al gobierno del PP fue contra el decretazo y se paró el decretazo.

Para terminar Oscar, no puede darse que los trabajadores perciban que, más allá del dinero que puedan dejar de cobrar por un día de salario, las posibilidades de revertir la reforma son muy pocas y que los sindicatos sólo aspiran a realizar una medida de fuerza para salvar su propio pellejo.

La huelga general no la hacen los sindicatos ellos solo la convocan, somos los trabajadores y trabajadoras quienes por dignidad y en defensa de nuestros intereses vamos a la huelga.

Los medios hábiles en dar multitud de consignas contra la huelga se apoyan en derechos que manipulan, como el derecho al trabajo el día de la huelga, pero olvidan su referencia en la declaración de los derechos humanos en su art. 23 Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo .

El ataque que recibe el sindicalismo oficial tiene tintes realmente preocupantes y como decía Brecht se empiezan cuestionando a los sindicalistas, a los derechos sindicales y se termina cuestionando la democracia, el recorrido para el descrédito y la desconfianza que les queda a los grandes sindicatos es muy reducido y no están en disposición de perderlo más, ni por ellos ni por los trabajadores.

Ahora también es el momento desde el espacio sindical alternativo y combativo que está representado por compañeros desde pequeños sindicatos que hacen esfuerzos inmensos por sacar a la luz pública ese nuevo modelo sindical, también de quienes desde las bases de los sindicatos mayoritarios que piensan que pueden utilizar la organización como herramienta de transformación, con todas sus dificultades y particularidades, para construir un referente que visualice la «cabronada» de esta modelo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.