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No podemos liberar Palestina con mentes colonizadas

Fuentes: The Electronic Intifada

Traducido del inglés por Ana Laura Ciccone.

La incapacidad -o falta de voluntad- tanto de la Autoridad Palestina con base en Ramallah, como del gobierno de Hamas en Gaza, de brindar un ejemplo relativamente aceptable de buen gobierno, basado en dar al común de la gente una voz en las decisiones que le afectan, demuestra que es necesario un serio examen de conciencia entre quienes mantienen posiciones de liderazgo en Palestina.

La alternativa a la brecha entre Fatah y Hamas no es, como sostienen ambos partidos, una nueva elección para la presidencia de la Autoridad Palestina y el Consejo Legislativo Palestino, en el marco de los desastrosos Acuerdos de Oslo. Más bien debe ser una forma de democracia masiva, en la que todos los refugiados palestinos (que viven en la ocupada Cisjordania y en la Franja de Gaza, dentro de lo que hoy en día es Israel y en la diáspora) puedan participar por medio de acciones comunes para alcanzar objetivos más amplios.

Hay que decir claramente a Israel que la única exigencia de los palestinos es una verdadera democracia pluripartidaria, que funcione en toda la Palestina histórica y esté basada en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Las propuestas hechas por los principales partidos palestinos hasta ahora, lamentablemente, no han sido convincentes para aquellos que viven en Cisjordania y en la Franja de Gaza -un tercio del pueblo palestino.

La solución racista

La crisis en Yarmouk, el campo de refugiados palestinos en Siria, ha demostrado la ineficiencia, la incompetencia y la impotencia de la OLP y de otras organizaciones que dicen hablar en nombre de los palestinos, y -esto es lo más importante- su incapacidad de desarrollar una visión política unificadora, alrededor de la cual reunir a todo el pueblo.

Una visión como esa no podría coexistir con los Acuerdos de Oslo y su lógica de la llamada «solución de los dos Estados». Dicha lógica ha llevado a un Estado judío en el setenta y ocho por ciento de la Palestina Histórica, a asentamientos exclusivamente judíos en más del sesenta por ciento de la Ribera Occidental y a la creación de un campo de concentración en la Franja de Gaza.

La solución racista -camuflada como lo mínimo en lo que «ambas partes» pueden coincidir, independientemente de los derechos de más de seis millones de refugiados que viven en la diáspora, y de un millón setecientos mil palestinos que viven como ciudadanos de tercera en Israel- ha planteado un serio desafío al autodenominado Programa Nacional Palestino. Esta solución ha creado un bantustán en Palestina -uno que los jefes de los infames «territorios independientes» sudafricanos, con sus amos blancos del apartheid con base en Pretoria, hubieran encontrado «justo y razonable» pues garantiza la identidad étnico-nacional de las partes involucradas.

Lo que se ha ignorado totalmente es la naturaleza de Israel como una entidad colonial que, al igual que el apartheid en Sudáfrica, ha colonizado la tierra y ha suprimido los derechos básicos de la población autóctona. Pero además de sus políticas de segregación institucionalizada, Israel continúa cometiendo crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad en Gaza, con la complicidad de los gobiernos hipócritas de Occidente y de la ONU.

¿Los palestinos han sido abandonados?

¿Han perdido la esperanza los palestinos? ¿Los ha abandonado su dirigencia desde 1993, con la firma de los Acuerdos de Oslo?

¿Los refugiados de Yarmouk aún piensan que la OLP es su representante exclusivo y legítimo?

Después de tres ataques israelíes masivos en seis años y de un continuo asedio medieval, ¿están destinados los palestinos de Gaza a sucumbir frente a Israel y a besar la mano de la denominada comunidad internacional y sus organizaciones de ayuda, que no han podido reconstruir ni un solo hogar de los miles que fueron destruidos por Israel hace siete meses?

¿Se supone que los palestinos deben seguir negociando con el entrante gobierno fascista de Israel, dirigido por Benjamin Netanyahu, aunque sepan muy bien que la próxima masacre israelí será mucho peor que las anteriores?

Es tiempo de que la lucha por la liberación de Palestina adopte tácticas que hayan tenido éxito contra ideologías racistas y coloniales en América del Sur y en Sudáfrica. Sin una intervención seria de las naciones amantes de la libertad, de la sociedad civil, de las personas conscientes, y sin una movilización interna generalizada en Sudáfrica, Nelson Mandela hubiera muerto en prisión y su país probablemente aún sería un Estado apartheid.  

Dejar indefenso a Israel

Por lo tanto, el único camino que vemos en Palestina para terminar con las atrocidades cometidas por el sionismo contra civiles desarmados es el Movimiento para el Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra Israel.

Israel podrá tener uno de los ejércitos más fuertes del mundo y ser el mayor receptor de la ayuda militar estadounidense, pero aún así se verá impotente ante la voluntad de la gente de a pie que decida boicotear sus productos y sus instituciones racistas.

Ningún gobierno puede obligar a sus ciudadanos a comprar bienes israelíes o a sus artistas a actuar en Tel Aviv, el equivalente a la Ciudad del Sol del apartheid sudafricano en Medio Oriente. El movimiento BDS, dirigido por los palestinos, lanzado en 2005, no ha parado de crecer y ha cobrado un imparable impulso alrededor del mundo. Los palestinos se han dado cuenta de que una mente colonizada no podrá liberar a Palestina; una descolonización de la mentalidad palestina debe preceder a la descolonización de la tierra.

Y precisamente por eso los Acuerdos de Oslo han fallado a los palestinos. Han mantenido a los líderes palestinos de Fatah y Hamas atrapados detrás de la fachada de falsa «independencia», «diálogo» y «coexistencia» basada en la subordinación palestina frente a su amo blanco asquenazí.

Es tiempo de que los actuales dirigentes de Hamas y Fatah se pongan al día con el pueblo de Palestina que ha rechazado rotundamente los Acuerdos de Oslo y que permanece firme en su determinación de recuperar su tierra perdida. Aquellos que deseen liderar a los palestinos deben encarnar esta determinación y representarla como la visión inspiradora que es.

No es una visión de debilidad o sumisión en una mesa de negociación, sino una expresión de la voluntad de un pueblo que no descansará hasta que recuperen lo que por derecho les pertenece. Es una expresión de verdadera democracia. 
 

Haidar Eid es un comentarista político independiente de la Franja de Gaza, Palestina.

Fuente: http://electronicintifada.net/content/we-cannot-liberate-palestine-colonized-minds/14443