Bonita historia [1]. Érase una vez un país llamado Euskal Herría en el que los trabajadores eran especialmente combativos. Con el tiempo: «la marca vasca ha prevalecido y se ha formado una mayoría sindical con enfoque propio, mas reivindicativa……». Una adaptación de la Historia para justificar lo injustificable que consiste en separar la lucha de […]
Bonita historia [1]. Érase una vez un país llamado Euskal Herría en el que los trabajadores eran especialmente combativos. Con el tiempo: «la marca vasca ha prevalecido y se ha formado una mayoría sindical con enfoque propio, mas reivindicativa……». Una adaptación de la Historia para justificar lo injustificable que consiste en separar la lucha de los trabajadores vascos de la lucha de los trabajadores del resto del estado.
La realidad es algo diferente. Los trabajadores han sido especialmente combativos aquí porque la burguesía vasca ha sido, históricamente, especialmente egoísta y reaccionaria. Las importantes reservas de mineral de hierro y madera, base de la industria metalúrgica y la construcción naval, puertos naturales protegidos en el Golfo de Vizcaya y una situación geográfica privilegiada, fueron la base de una riqueza que necesitaba abundante mano de obra para ser explotada.
Dolores Ibarruri denunciaba cómo en las minas de la Margen Izquierda los patronos tuvieron:
«La criminal idea de dividir a los obreros en cuadrillas con arreglo a la provincia o región de donde procedían. Con la división de los trabajadores en grupos regionales lograban dos cosas; acrecentar la extracción del mineral con el mismo gasto e impedir la unidad de los mineros frente a sus explotadores».
El PNV acabaría representando los intereses de la burguesía vasca y para combatir a los trabajadores organizados en el sindicalismo de clase (UGT, CNT) crearían Solidaridad de Trabajadores Vascos (STV), que exigía para afiliarse ser de religión católica, apostólica y romana, y ser vasco de origen.
Durante 40 años de dictadura, la Alianza Sindical , formada por UGT, CNT y STV en 1960, destacó por su inoperancia y las grandes luchas protagonizadas por la clase obrera, en su inmensa mayoría inmigrante, en Bandas, en Michelín, o en Vitoria en 1976, fueron posibles porque eran los trabajadores a través de asambleas los que controlaban directamente los procesos de lucha y porque el tipo de sindicalismo que hoy defiende ELA-STV era entonces irrelevante. Un modelo de sindicalismo que es de clase, tras la Transición, pero que allí donde puede arruina los órganos unitarios de representación obrera como ocurre en el Gobierno Vasco donde no funcionan las Juntas de Personal.
Respecto del relato sesgado de artículo sobre las importantes luchas contra la reconversión salvaje anotemos que, por ejemplo, la de Euskalduna fue iniciada por CAT y LAB y sólo posteriormente se sumaron las secciones sindicales de CC.OO. y ELA-STV, que al final abandonarían la lucha.
El 14 de diciembre de 1988 más de diez millones de trabajadores en todo el Estado participaron en una huelga general masiva que obligó al gobierno a retirar el Plan de Empleo Juvenil. Pero entonces, a pesar de lo que dice el artículo, ni siquiera se planteaba la posibilidad de que ELA-STV convocara nada en fechas diferentes y hubiera sido ridícula una movilización sólo aquí para tumbar un decreto que afectaba a millones de trabajadores y jóvenes.
La dinámica unitaria que con carácter general presidió las movilizaciones obreras durante los años ochenta se fracturó radicalmente en 1995 al aprobar ELA- STV «el marco propio de relaciones laborales» y apostar por unas relaciones unitarias fundamentalmente con LAB con quien convocó ese año al Aberri-Eguna. La actitud de los dirigentes de UGT y CCOO de ahogar las expresiones sindicales distintas de las suyas y su práctica de un sindicalismo de pactos permanentes con la patronal sobre la base de moderar los salarios y convertirse en un sindicalismo de servicios y de despachos, ayudo a profundizar la actual situación de división sindical.
Desde entonces la Patronal se ha fortalecido y sólo hay que ver la incapacidad para sacar adelante los convenios colectivos sectoriales o provinciales que ELA-STV abandonó a favor de los convenios de empresa que les permitían fortalecer el sindicato.
La mayoría sindical vasca acierta cuando promueve un debate ideológico y una movilización ante la pasividad y connivencia con el poder de los dirigentes de UGT y CCOO, como ocurrió en mayo del año pasado. Pero yerra cuando promueve luchas parciales y locales separando al movimiento obrero vasco en lugar de unir fuerzas con los demás trabajadores del Estado cuando los ataques proceden de ámbitos mucho más amplios.
La huelga general convocada de forma separada para el sector público de Euskal Herría es un ejemplo claro. Se convocó en cuanto se supo cuando sería la convocatoria estatal, justamente para realizarla en día diferente y se convocó sólo para los empleados públicos, a pesar de que afectaba a todos los trabajadores y era la antesala de nuevas medidas antiobreras. Pues bien, pocos días después, el Gobierno López aprobaba una aplicación más reaccionaria del ajuste estatal, afectando a trabajadores de empresas públicas, a centros de enseñanza concertada y a la destrucción de empleo público y reducción de sustituciones.
Dividir al movimiento obrero nos pasará factura a todos. El día 29 de junio hay convocada una huelga general para dar una primera respuesta a la actual situación, pero hay que ser conscientes de que las luchas parciales, por muy combativas que sean, son insuficientes para cambiar una realidad que transita por toda Europa y se concreta en cada Estado. El 29 de Septiembre habrá que volver a parar y los trabajadores vascos tendremos que estar ineludiblemente, codo a codo, con los millones de trabajadores del Estado y de Europa porque tenemos intereses comunes y afrontamos los mismos problemas.
Nota:
[1] Ver artículo de Gara: http://www.gara.net/paperezkoa/20100620/206003/es/Tres-decadas-avalan-sindicalismo-vasco-mas-reivindicativo-agil/?Hizk=en
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