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Entrevista a Mahmoud Mun, residente palestino en Jerusalén Oriental

«No somos ciudadanos de segunda clase, somos de quinta clase»

Fuentes: Rebelión

Para Muna la Ocupación se ha ha convertido en una estructura política asfixiante que ha afectado cada uno de los aspectos de sus vidas. Dice que este sistema terminará algún día, pero los efectos van a permanecer con ellos por generaciones.  Ahí estaba, en medio de la ajetreada calle Salah Eddin, el oasis llamado «The […]


Para Muna la Ocupación se ha ha convertido en una estructura política asfixiante que ha afectado cada uno de los aspectos de sus vidas. Dice que este sistema terminará algún día, pero los efectos van a permanecer con ellos por generaciones. 

Ahí estaba, en medio de la ajetreada calle Salah Eddin, el oasis llamado «The Educational Bookshop». Me lo habían recomendado mucho, pero las recomendaciones se quedaron cortas. Quedé deslumbrada. Me enamoró su espectacular arquitectura moderna, las estanterías de libros, los cafés, los muffins y un ambiente que sólo puede ofrecer la magnífica ciudad de Jerusalén.

Todas las veces que fui, Mahmoud atendía la caja. Como administrador del negocio familiar me recibió siempre con una tranquilidad y una mesura zen. Una paciencia que contrastaba con mi hiperventilada sangre latina que compraba como si el mundo se fuera acabar. Con una paciencia infinita, Mahmoud me ayudó a comprar cerros de libros (el impuesto al libro en Chile es del 19 por ciento), como también me ayudó a elegir complejos encargos para amigos chilenos-palestinos.

Durante las largas horas que pasé en la librería, me preguntaba cómo sería la vida de un residente árabe en Jerusalén Oriental. Hasta que mi alma de periodista no pudo más. Le pedí una entrevista. Pensé que tendría que argumentar el por qué. No lo hizo. Al parecer, los jerosolimitanos saben que son noticia mundial.

Criado en colegios de Jerusalén y habiendo hecho tres años de estudios universitarios inconclusos debido a la situación política, después de la última Intifada, Mahmoud parte a estudiar al Reino Unido. De allí volvió con una mentalidad más abierta y varios títulos. Una licenciatura en Informática, un Máster en Medios digitales de la Universidad de Sussex y un Máster en Comunicaciones y Relaciones Públicas de la Kings College de Londres. Mahmoud fue muy feliz en Inglaterra, la multiculturalidad lo cautivó y la posibilidad de afianzar allí su carrera lo hicieron incluso llegar a soñar con quedarse unos 10 años allá. Sin embargo, ese sueño era imposible de concretar. Cualquier ciudadano del mundo con una oferta laboral puede quedarse en un país por el tiempo que lo desee. Mahmoud no tiene ese derecho. Al contrario, Mahmoud tiene un deber.

 

Vivir la inequidad

En un rincón de la librería hablamos y reímos. Más bien yo reía y él con su parsimonia, regaló sonrisas. Durante la conversación, me di cuenta muy rápidamente que estaba frente a una persona con mucha educación, pero al mismo tiempo muy aterrizada y práctica.

-¿Crees que existe un dilema en que Israel sea un Estado judío y democrático?

-Es la gran discusión del momento. No se puede ser un Estado judío y democrático. Para mí el judaísmo no tiene un origen étnico, para mí es una religión. Por lo que cualquier persona puede ser judía y cualquiera puede dejar de ser judía. Pero para el Estado de Israel, se nace judío y este es un problema a la hora de cómo el Estado nos percibe y cómo nosotros los percibimos.

-¿Cómo son ustedes percibidos?

-Para ellos, no hay un problema en decir un Estado judío para el pueblo judío, porque para ellos el pueblo judío es como hablar de una nacionalidad. Es como decir Francia para los franceses, Alemania es para los alemanes, Israel es para los judíos. Para mí, el Estado de Israel es incompatible con una democracia, porque el judaísmo es una religión y en el siglo 21 no se tienen Estados religiosos. Está el Vaticano, Irán, Arabia Saudita, pero no digamos que el mundo está muy contento con eso. En el siglo 21 los estados democráticos deben representar a todos sin importar su religión, color, origen étnico…

-Muchos países de Latinoamérica se autodenominan católicos, pero son democráticos.

-Exactamente, porque las leyes de los países son seculares. Las personas que deciden lo que es posible, lo que está permitido o no, no son la gente de la iglesia, son las personas en el parlamento. En Israel existe un parlamento, pero este parlamento está enormemente influenciado por las instituciones religiosas. ¿Cómo podemos los no judíos vivir en un Estado judío, es un hecho que de base seremos objeto de discriminación. Porque pertenecemos a un Estado, que no nos pertenece técnicamente. Porque si dices que un Estado es judío y yo no soy judío, entonces no es mi Estado.

-Si en Israel se separara la religión del Estado, ¿aceptarías que se llamara Estado judío?

-Entonces no se podría decir Estado judío. Debido a que no se dice Chile, un Estado cristiano. Se dice el Estado de Chile con un mayoría de cristianos. Se puede decir el Estado de Israel, pero no el Estado judío. Al igual que Jordania o Siria o Egipto son Estados democráticos -en cierta medida, por supuesto – pero no son Estados musulmanes. El problema aquí, es que Israel no se está definiendo a sí mismo como un Estado israelí, se define como Estado judío.

-¿Aceptarías ser parte del Estado, si te dieran igualdad de derechos?

-Personalmente y esto probablemente no es el caso de muchas personas, no me importaría pertenecer al Estado de Israel si éste decidiera mañana no ser un Estado para el pueblo judío, sino un Estado en el que cualquier persona pueda vivir en igualdad de condiciones.

-¿No te importaría la bandera, la estrella…?

-No me importa la estrella … porque yo no soy religioso de todos modos. No me importa mientras yo sea igual a todos en este Estado.

-¿Estarías de acuerdo con ser un ciudadano israelí?

-Me importa ser un israelí hoy bajo las circunstancias actuales. Pero, en general, si estamos ante un Estado plenamente democrático, que de paso se llama Israel, que tiene una bandera con una estrella judía, no me importa. Porque todas estas cosas no son más que símbolos.

-¿Esta manera de pensar es común en tu entorno?

-Tal vez no, pero yo ya superé las emociones de que tiene que ser un Estado llamado Palestina, que tiene que ser la bandera de Palestina (suspira). Ya no creo que importe. Una vez que somos todos iguales, tenemos que ocuparnos de nuestro diario vivir, en lograr una economía decente, preocuparnos de lo que es bueno para nuestro país, el cuidado del medio ambiente, cuidarnos entre nosotros, como cualquier otro Estado. Al final, todo se reduce en llevar una vida digna.

 

El status

Cuatro son en general las categorías en las que se clasifican los árabes en Israel-Palestina. Se puede ser un ciudadano árabe de Israel (los que quedaron dentro de las fronteras de Israel cuando Israel fue fundada en 1948), se puede ser un residente de Jerusalén (los palestinos que se convirtieron en parte de Israel, cuando Israel ocupó la ciudad después de la Guerra de los Seis Días de 1967). Se puede ser un palestino de Cisjordania y en el último lugar de la pirámide, un palestino de Gaza. Según Mahmoud, los palestinos de Jerusalén, viven en un verdadero limbo. «Nosotros somos residentes, no ciudadanos. Es una situación muy extraña, porque por ejemplo si yo voy a Chile y paso cinco años, voy a convertirme en un residente y si me quedo otros cinco me convierto en ciudadano, aquí somos siempre residentes, nunca calificamos para el siguiente paso».

-¿Es un estado permanente?

-No, aún peor, en realidad tenemos que renovarlo cada dos años. Así que si nos vamos de la ciudad cuatro o cinco años, nuestra residencia pasa a estar en tela de juicio. Entonces, se vive en un país en donde se paga impuestos, pero siempre se permanece como residente y todo porque no se es judío.

-¿Qué permite la residencia?

-Permite viajar por la Palestina histórica, como Israel y Cisjordania, nos permite poseer tierras, comprar y vender casas, como si fuéramos ciudadanos. Pero no nos permite votar en el Parlamento israelí y no nos permite vivir en cualquier otro lugar fuera de Jerusalén. Toda la gente de Jerusalén lucha día y noche por permanecer en Jerusalén y el Estado pide constantemente la documentación para comprobar que vivimos aquí. Así que siempre tenemos que recolectar todas nuestras cuentas como pagos de impuestos, electricidad, gas para demostrar que vivimos dentro de lo que Israel define como las fronteras de Jerusalén.

-¿Te sientes muy limitado en tus opciones de vida?

-Limita tus opciones de dónde vivir, dónde trabajar, a qué colegio van tus niños y esto no es algo de hace algunos años, esto es toda tu vida, donde tienes que tomar la decisión de seguir viviendo en Jerusalén o cambiarse a otro lugar.

-¿Es esa la razón por la que regresaste del Reino Unido ?

-Después de mis estudios en Inglaterra, me hubiera gustado quedarme por unos diez años para afianzar mi carrera un poco más y luego volver a mi país . Eso es lo que imaginé para mí mismo. Pero no pude hacerlo. Porque si me quedaba durante diez años en el Reino Unido, no se me permitiría regresar. Tendría que quedarme para siempre allá.

-¿Qué te dijeron tus amigos por tu decisión de volver ?

-La mayoría de mis amigos no entienden por qué dejé el Reino Unido para volver a la miseria de vivir en Jerusalén.

-¿Por qué lo hiciste?

-Tengo un deber. Yo soy una persona con educación, si me voy de Jerusalén, la ciudad no va a tener gente muy educada. Yo no puedo ir predicándole al mundo sobre el problema de Palestina. No puedo renunciar a esta lucha que es fuerte y difícil. Y esto significa que tengo que confinar mi vida a Jerusalén. Si comparo esta vida con la que tenía en Reino Unido, es un retroceso en mi carrera, en mi vida. Pero llegó un momento en que pensé, con el tiempo voy a tener una familia, tener hijos. No puedo quitarle su derecho a vivir en Jerusalén. Y en el plano nacional, hubiese sido abandonar la lucha.

120 años en el Hilton

El problema de la vivienda en Jerusalén es dramático. Mahmoud dice que los precios de la tierra se han incrementado enormemente. «Alrededor de 1.000 metros cuadrados en Jerusalén cuesta no menos de dos millones de dólares, es una cantidad exorbitante de dinero en comparación a lo que solía ser. En Cisjordania la misma cantidad de metros vale diez mil dólares».

-¿Qué hace entonces la gente?

-La gente empieza a construir uno arriba del otro, hacen ampliaciones. Pero para ello se requiere un permiso israelí. Y este es un procedimiento largo y costoso. Entonces, ¿qué haces?, construyes sin permiso. Y es ahí cuando aparece el Estado con la excusa de venir y destruir tu casa. Para los europeos esto puede sonar perfectamente normal en un Estado democrático, pero el problema es que Israel omite que simplemente no da permisos.

-¿Qué sucede si se sigue el procedimiento formal?

-Si se cumple con el largo sistema israelí, esto podría tomar -como en el caso de mi familia- ocho años para obtener el permiso. Sólo en documentación, nos costó medio millón de dólares. Calculé que por esa cantidad de dinero, toda mi familia podría haberse quedado en el Hotel Hilton por 120 años. Eso es para dar una proporción de lo caro que es la construcción de casas aquí.

-¿Por qué cree que Israel hace esto?

-Israel quiere presionar a los palestinos para que se vayan a vivir fuera de Jerusalén. Quiere hacernos la vida tan difícil, tan cara, tan imposible, para que quieras cambiarte a otra ciudad. Una vez fuera de Jerusalén se pierde la residencia. Y ya no se está asociado de ninguna manera al Estado de Israel. Así que el Estado se vuelve más judío y menos árabe.

-¿Hacia donde los empuja Israel?

-A Cisjordania, como Belén, Ramala, Jericó, o cualquier lugar en el mundo.

-¿Es posible convertirse en ciudadano de Israel?

-No, si dejas Jerusalén, no se puede ir vivir al resto de Israel. No te puedes convertir en un ciudadano israelí, tu residencia está en Jerusalén. Así que mudarse a Tel Aviv es como cambiarse a otro país. Se pierde la residencia.

 

Votar o no votar

La representación política de los residentes de Jerusalén es inexistente. «Estamos abandonados», sentencia, Mahmoud. Los jerosolimitanos no votan en Israel y su voto en las elecciones palestinas de Cisjordania fue sólo un acto simbólico destinado a expresar que Jerusalén es Palestina.

-¿Pueden votar en las elecciones municipales de Jerusalén?

-Sí, pero a pesar de que pagamos impuestos, hemos decidido desde el tiempo de nuestro abuelos hasta ahora, no votar. No queremos dar autoridad a la Municipalidad sobre nosotros. Si votamos, estaríamos reconociendo la Ocupación israelí de Jerusalén. Aceptar el sistema, es un paso hacia el reconocimiento. Somos el 30 por ciento del poder de voto de Jerusalén. Pero no tenemos ninguna influencia en el municipio israelí.

-¿Han pensado en tal vez cambiar esta estrategia?

-(Suspira). Probablemente necesita una revisión. Puede ser que necesitemos repensarlo. Tal vez deberíamos participar, para así poder cambiar la situación. Mientras tanto sufrimos.

Amor local

Mahmoud se ríe cuando le comento que este sistema tiene que haber golpeado el mercado del matrimonio. -«Ah, ¿quieres ir al plano personal». «Por supuesto», respondo con una sonrisa pícara. Me cuenta que está casado hace un año y que este tema del matrimonio es muy importante, «porque si te casas fuera de Jerusalén, ella no puede venir aquí y si te vas fuera a vivir con ella, dentro de unos años pierdes el derecho a vivir en Jerusalén». Relata que históricamente la universidad era el lugar para el amor, pero eso ya no existe. «Porque ahora la gente no puede moverse entre las ciudades. Entonces ahora el lugar donde vive la persona es uno de los criterios para cuando conoces a alguien».

-¿O sea los amigos sólo pueden arreglar citas con gente de la ciudad?

-Aquí la función de casamentera la hace la madre. Es un poco raro. Pero tu madre es la encargada de encontrar a alguien de la ciudad. Pero yo creo que los matrimonios endogámicos no son saludables en cualquier sociedad. Están asociados a un aumento de enfermedades, ya que todas estas personas pertenecen a un mismo grupo de genes.

-Esta sistema los ha afectado en todas las formas posibles

-Si, la tasa de natalidad está disminuyendo y esto no es debido a la modernidad, es por el sistema político. La Ocupación ha ido minando cada uno de los elementos de nuestra vida. Incluso en la forma de cómo nos casamos, elegimos a nuestras parejas o incluso lo que estudiamos.

-¿Cuál es el efecto en la educación?

-Al elegir lo que vas a estudiar, necesitas pensar en que vas a tener que encontrar un trabajo en Jerusalén, por lo que necesitas estudiar algo que te asegure una buena vida aquí. No se trata de tus sueños, lo que te apasiona, si no en la dirección que la economía de Jerusalén esta yendo. Y esto creo, es catastrófico. Por otro lado, las universidades no son internacionales, ni siquiera son nacionales. Todos se conocen, son familiares o vecinos, el profesor es de la misma ciudad. La educación universitaria está disminuyendo debido a la situación. La Ocupación es una estructura política asfixiante que ha afectado cada uno de los aspectos de nuestra vida. La Ocupación algún un día va a terminar, pero los efectos, van a permanecer con nosotros durante generaciones.

 

En el quinto lugar

Mahmoud tiene que irse. Ha recibido una gran cantidad de llamadas telefónicas. Es un hombre muy ocupado. Lo retengo para las últimas preguntas.

-¿Crees que los palestinos de Cisjordania se encuentran en un mejor situación que ustedes?

-Están en cierto modo mejor y peor. Están mejor porque la gente de Ramala tiene la libertad de mudarse a Belén, a Jenin, y luego volver a su ciudad, porque están dentro de la continuidad de un Estado. Tienen más libertad, pero limitada. Porque en el momento en que quieren hacer algo que la Ocupación no les permite, ahí se les recuerda que no son libres.

-¿De qué manera están ustedes peor?

-Nosotros tenemos que interactuar con la Ocupación israelí todos los días. Tenemos que pagar impuestos, si hay un delito tenemos que ir a la policía israelí. Todos los días se nos recuerda que estamos Ocupados contra nuestra voluntad. Y la verdad es que no nos tratan muy bien. Si voy al banco, por ejemplo, yo puedo llevarles mucho dinero, pero para ellos, mejor que no les llevara nada, están obligados a abrirnos una cuenta corriente.

-¿Qué piensas acerca de la situación de los ciudadanos palestinos de Israel?

-Son un ejemplo que quizás deberíamos adaptar. Ellos aceptan a Israel como su Estado y tratan de cambiarlo desde dentro. Muchas cosas han sucedido con su identidad, ya no hablan mucho árabe, hablan hebreo, pasaron a formar parte del sistema. El sistema todavía los rechaza, pero lo hace de una forma mucho menor que con respecto a nosotros. En Jerusalén tenemos este modelo frente a nosotros. Básicamente es la opción de ser más palestinos o ser más israelíes. Por ahora estamos en el limbo. Muchas personas dice que deberíamos seguir el ejemplo israelí, el problema es que los árabes israelíes han estado en esta lucha por 60 años y no han conseguido absolutamente nada.

-¿Crees que los ciudadanos palestinos en Israel son de segunda clase?

-No, no de segunda. Porque en primer lugar están los esquenazis, después los judíos árabes y a continuación los judíos negros.

-¿Entonces son de cuarta clase?

-Sí, en realidad sí. Es bastante divertido.

-Así que ustedes serían de quinta clase?

-Sí, somos de quinta y luego vienen los palestinos de Cisjordania y después los de Gaza. (Reímos) .

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.