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Noam Chomsky se solidariza con los presos mapuche

Fuentes: pieldeleopardo.com

Puede haber -y se entregan- razones de por qué es preciso castigar. Pero lo cierto es que las dudas existen. ¿Por qué tanta saña con la nación mapuche? ¿Pueden poco más de un millón de personas empobrecidas la mayor parte hasta límites sorprendentes aún en América Latina constituir un riesgo para el Estado chileno? ¿Acaso […]

Puede haber -y se entregan- razones de por qué es preciso castigar. Pero lo cierto es que las dudas existen. ¿Por qué tanta saña con la nación mapuche? ¿Pueden poco más de un millón de personas empobrecidas la mayor parte hasta límites sorprendentes aún en América Latina constituir un riesgo para el Estado chileno?

¿Acaso las culturas se valoran por su poder de fuego? ¿No querer, sencillamente no querer, es causal de exterminio?

¿Acaso ser -o decir que se es- socialista y demócrata, o cristiano y demócrata, obliga a patear en la cabeza a los que de algún modo son diferentes? ¿Es la obediencia la principal fuente de respeto? ¿La pluralidad consiste en aceptar el mando del poder e integrarse, callado, en el lugar que ordene?

Noam Chomsky escribió un correo electrónico a la abogada Alejandra Arriaza -defensora de los presos políticos mapuche en huelga de hambre que hoy, sábado 29 de abril, entran en su día 46 sin probar alimentos. Puede parecer un gesto, otro gesto de un intelectual que solidariza desde su torre de cristal con cuántos cree padecen persecución.

Sería injusto sostenerlo. El profesor Chomsky no entrega su firma a comités para que dispongan de ella -de su nombre- al acaso de cualquier circunstancia. Y no es únicamente el rebelde pensador y académico estadounidense quien se preocupa y ocupa de la situación del pueblo mapuche -y de otros que en América son forzados a integrarse a la ficción de Estados nacionales diseñados a sus espaldas y a contracorriente de sus historias-.

En Bélgica -es decir en el centro de la Europa comunitaria- quienes están informados del acontecer suramericano no logran entender por qué se los hostiliza, persigue y procesa a los mapuche con las mismas normas que dictó la dictadura de 1973/90 para perseguir y encarcelar a quienes hoy desde los poderes del Estado enarbolan las banderas que lucharon contra el tirano de ayer.

Germán Westphal del Comite Internacional Contra la Impunidad en Chile habló con Chomsky luego de conocerse el grave deterioro corporal y sicológico de los presos mapuche en la cárcel de Angol -pequeña ciudad del sur del país- para intentar conseguir una declaración solidaria. La respuesta fue contundente:

Por este mensaje expreso mi total apoyo a los líderes Mapuche en huelga de hambre, a su liberación y asu lucha por la recuperación de sus tierras ancestrales. (1)

El viernes 28 se produjeron actos igualmente solidarios en diversas ciudades europeas y latinoamericanas. Frente a estos hechos sociales no es posible explicar por qué los aires nuevos invocados por la médica y presidente de Chile, señora Michelle Bachelet, para cambiar la forma de relacionarse del poder público con los ciudadanos no alcanzan a soplar sobre la discriminación, el latrocinio y las injusticias diversas que padece la nación mapuche.

Desde que las primeras tropas españolas pisaron el Gulumapu -que es el nombre del territorio ancestral mapuche al oeste de Los Andes- en la primera mitad del siglo XVI, las conductas y pensamientos de aquellos no ha variado: los seres humanos pertenecen a la Tierra y no la tierra a los seres humanos. Criterio compartido, por lo demás, por todas las naciones originarias de América: la Tierra no es un bien transable, es la fuente de la vida.

La Tierra es agua, aire, alimento, festejo, trabajo, descendencia, paz, solidaridad. Respetando esos valores y beneficios es posible vivir como hermanos, si no la vida social se torna imposible a largo plazo, porque destruiremos -como destruimos cotidianamente por otra parte- el lugar en que vivimos.

Pero no. No hacemos caso. Los bosques que dan sombra, impiden el frío excesivo, calientan los hogares y en los que encontramos para alimentarnos y solaz son aniquilados para sembrar pino y fabricar pulpa de papel. De paso arrasamos con las fuentes de agua, la vida animal y el resto de la vegetal que allí enuentra protección.

Y como eso no basta, como no basta cegar ríos, propiciar monocultivos y manipular semillas, como no basta pescar hasta el agotamiento de las especies, como no basta contaminar tierras y mares, insensibles y torpes se diría que los Estados -el Estado de Chile en concreto- se dispone a disparar esos cartuchos que sobraron en la década de 1881/90 cuando la operación pinzas de los ejércitos argentino y chileno quiso su operación final en el Wallmapu y el Gulumapu.

En las dependenmcia del gobierno de Chile se aprecia un cambio: ministros y subsecretarios escuchan a quienes piden audiencia, salen a la calle. Pero esos cambios no llegan a la llamada Araucanía; allí la libertad del otro no tiene razón de existir si no es la libertad que el Estado está dispuesto a conceder, como si la libertad y la elección del modo de vida no fuera anterior al Estado.

En suma: la política de acorralamiento del pueblo mapuche, constante a lo largo de todos los gobiernos chilenos -con la excepción de los tres años en que gobernó Salvador Allende- no ha cesado. Se los empuja más allá de lo que puede soportar la dignidad humana, se los obliga a una rebelión que resultará en una masacre.

(1) Escribió Noam Chomsky:

Estimada Alejandra Arriaza:

Por este mensaje expreso mi total apoyo a los líderes mapuche en huelga de hambre, a su liberación y a su lucha por la recuperación de sus tierras ancestrales.

Reciba mis mejores deseos en sus esfuerzos legales para obtener su liberación.

Solidariamente,

Noam Chomsky