Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Sin prisa pero sin pausa, las autoridades egipcias están sellando de nuevo las fronteras entre Egipto y Gaza, con el consentimiento, si bien reacio, de Hamas, que gobierna de facto en Gaza.
Se ha restablecido la calma tras casi nueve días de incontrolable desbordamiento de unos 700.000 habitantes del millón y medio que pueblan Gaza en dirección hacia la ciudad fronteriza de Rafah y su población vecina inmediata, Arish. Los funcionarios egipcios predicen que toda la frontera estará acordonada de nuevo dentro de las próximas 48 a 72 horas [1].
Sin embargo, lo que ya no es probable que pueda implantarse otra vez es el asedio total con el que Israel ha tratado -con muy pocas protestas por parte del mundo, si es que ha habido alguna- de aplastar Gaza. Mientras funcionarios israelíes y estadounidenses han estado demandando que Egipto selle sin más sus fronteras y abandone a su suerte a Gaza, los funcionarios egipcios manifiestan que se sabe de hecho que es prácticamente imposible mantener la política de cierre del cruce que Egipto adoptó de conformidad con las normas internacionales que regulaban su funcionamiento y que exigían la presencia de observadores y guardia fronteriza de la Unión Europea y de la Autoridad Palestina, que habían salido de Gaza cuando Hamastomó allí el poder en junio del año pasado.
«Los israelíes y los estadounidenses pueden decir todo lo que quieran. Pero saben que Egipto tiene que actuar siguiendo sus intereses», comentó un funcionario egipcio que pidió mantener el anonimato. Y explicó que, ciertamente, no favorece los intereses de Egipto ignorar el hecho de que habrá otro estallido en cuanto se selle totalmente otra vez el cruce de Rafah bajo el inmisericorde asedio israelí contra Gaza. Esa es una situación que nos da mucho miedo. Preferimos trabajar para asegurar un mecanismo rápido e internacionalmente aceptado para que el cruce de Rafah sea operativo», añadió el funcionario.
En opinión de Egipto, para asegurar un operativo legal y rápido de fronteras se necesitaría o bien asegurar el consentimiento de Hamas para que se reinstaure el acuerdo de fronteras suspendido al pasar esa organización a controlar Gaza, o bien, alternativamente, introducir un nuevo acuerdo que sea aceptable para ambas partes, para Israel y para la comunidad internacional. Sin embargo, ambos escenarios, necesitan de un acuerdo entre Hamas y Fatah cuando no de una reconciliación total.
«Apelo a todo el pueblo palestino, a todas sus facciones, para que den prioridad a la necesidad de poner fin al sufrimiento del pueblo palestino», dijo el Presidente Hosni Mubarak a principios de la semana pasada antes de hacer un llamamiento a la reconciliación entre Hamas y Fatah, que El Cairo se dispondría a acoger.
El llamamiento de Mubarak a la reconciliación palestina no es exactamente nuevo. Egipto ha intentado durante los últimos meses, de cuando en cuando y sin éxito alguno, tapar la infinidad de grietas en las filas palestinas.
Sin embargo, el reciente llamamiento de Mubarak a la reconciliación palestina comporta una nueva firmeza. «Antes, Egipto quería solventar las diferencias palestinas para asegurar la unidad palestina en el momento de las negociaciones israelí-palestinas. Ahora, es mucho más que eso. Egipto quiere asegurar que las cuestiones y diferencias entre palestinos se diriman dentro de los territorios palestinos y no se extiendan por los vecinos territorios egipcios, como hemos venido presenciando durante las últimas semanas», comentó el funcionario egipcio.
El llamamiento de Mubarak a la unidad palestina se topó con las críticas abiertas o secretas de los funcionarios israelíes y estadounidenses que no ocultan nada su deseo de aislar y finalmente excluir a Hamas. Sin embargo, sí fue apoyado con toda firmeza por la Liga Árabe y tibiamente por los europeos.
Por su parte, los dirigentes de Hamas manifestaron rápida y repetidamente su bienvenida ante el llamamiento de Mubarak al diálogo palestino. Fue el Presidente palestino Mahmud Abbas quien declinó, casi con malos modos, la iniciativa egipcia.
Cuando el Presidente Mubarak se dirigía en El Cairo a los informadores el 27 de enero en una conferencia de una hora de duración, Abbas anunciaba que no había avance alguno en la reconciliación nacional palestina. Se expresó con inexplicable y bastante arrogancia y firmeza al rechazar los esfuerzos egipcios, culpándoles de desviar sus intentos para que Hamas le «devolviera Gaza» antes de comenzar algún diálogo de reconciliación. En efecto, Abbas no se cortó un pelo en criticar duramente a Hamas y no ocultó sus incitaciones a Egipto en contra de la facción militante islamista palestina, cuyos dirigentes se esperaba que llegaran al Cairo el pasado miércoles para mantener conversaciones con los funcionarios egipcios sobre los escenarios posibles desde los que hacer frente al estado de sitio impuesto por Israel, para tratar sobre el diálogo palestino, para encontrar «nuevas» vías a fin de reabrir el cruce de Rafah y discutir la complicada relación entre Gaza y Egipto.
Abbas alertó a los funcionarios egipcios que de «no tiene intención» de reunirse con los dirigentes de Hamas que llegaban desde Gaza ni con el dirigente de Hamas que vive en Damasco, Jaled Meshaal, que también comparecía desde el capital siria. Esos funcionarios dicen que son conscientes y que tienen en cuenta el resentimiento de Abbas hacia Hamas. Sin embargo, se apresuran a añadir que, en vista de su incapacidad para debilitar a Hamas, Abbas necesita aprender a vivir con Hamas. Lo menos que Abbas debería hacer, añaden, es hablar directa o indirectamente con sus rivales políticos islamistas acerca de los procedimientos para afrontar los problemas diarios, colocando la cuestión del cruce de Rafah en el primer punto de la agenda.
El Cairo está en gran medida preocupado porque si continúa la falta de coordinación entre Hamas y la Autoridad Palestina, Gaza pasará a formar parte de las preocupaciones de Egipto de forma directa o indirecta.
El gobierno del Primer Ministro palestino Ismail Haniyeh dice que quiere proponer que los acuerdos para la terminal de Rafah impliquen beneficios económicos para Egipto como medida provisional para impedir más colapsos de la economía de Gaza con motivo de las presiones del asedio instigado por Israel. «Estamos buscando poner fin a los vínculos económicos de Gaza con Israel y que pase Egipto a asumir el control», dijo Haniyeh a Al Ahram Weekly. «No tenemos miedo de romper nuestros lazos económicos con Israel, porque son esos lazos los que han causado el colapso económico en Gaza durante el asedio en curso».
Tal propósito no carece de contexto histórico. Egipto tuvo el control administrativo de Gaza durante los períodos que fueron de 1948 a 1956 y de 1957 a 1967. También se subraya el deseo de Hamas de aceptar el patronazgo egipcio como medio de mantenerse a flote frente a las presiones israelíes, estadounidenses y de Abbas.
«Está claro que el ocupante israelí quiere que Egipto soporte la carga de Gaza», dijo al Weekly el portavoz de Hamas Fawzi Barhoum, reforzando la credibilidad de los argumentos que mantienen que la separación permanente entre Gaza y Cisjordania forma parte de la agenda estratégica israelí para que sea inviable un estado palestino.
«Debe comprenderse que el requerimiento palestino de un acuerdo permanente con Egipto no significaría en manera alguna el fin de las responsabilidades israelíes hacia Gaza, sobre todo en cuanto a poner fin a la ocupación.»
«No podemos caer en esa trampa», comentó una fuente egipcia. Añadió que Egipto no puede hacerse cargo de los riesgos administrativos, económicos o de seguridad que Gaza conlleva, por no mencionar las complicaciones legales internacionales o nacionales de liberar a Israel de sus responsabilidades como poder ocupante y cargar a Egipto con el control de territorios y población extranjera. «Los palestinos tienen que encontrar una forma de coordinarse entre ellos», añadió el funcionario.
Sin embargo, la coordinación puede parecerse más a la imposición de un fait accompli [2]. En palabras del Ministro de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina: «A Hamas se le informará de este acuerdo y tendrán que aceptar la presencia de la Guardia Presidencial Palestina en la frontera. Esta la posición egipcia, según nos fue presentada por el Ministro de Asuntos Exteriores egipcio Ahmed Abul-Gheit y el Jefe de la Inteligencia General Omar Suleiman».
Seguramente, Hamas no está totalmente en contra del despliegue del personal de seguridad de la AP en los cruces de frontera. Sin embargo, al movimiento le gustaría ver que un paso de ese cariz formara parte de un paquete global que permitiera de algún modo la participación de Hamas en algún control mínimo de los cruces de frontera. A Hamas le gustaría también que la reposición de los guardias de la AP en las fronteras formara parte de un proceso más amplio de reconciliación palestina.
Por su parte, Abbas no parece ser lo suficientemente independiente como para llegar a la concordia con Hamas, ya que tal reconciliación, aunque fuera tácita, disgustaría y quizá le alienaría de sus patrocinadores políticos y banqueros, especialmente los de Occidente. Los ayudantes de Abbas sostienen que eso facilitaría a Israel los deseados pretextos para desengancharse de las conversaciones de paz con los palestinos, a pesar de la evidente falsía de esas conversaciones, dados los sombríos resultados de los numerosos encuentros a alto nivel entre Abbas y el Primer Ministro israelí Ehud Olmert. La última reunión Abbas-Olmert de principios de la pasada semana fracasó al admitir el dirigente palestino que no habría flexibilidad alguna por parte de Israel a la hora de reducir el duro asedio impuesto contra Gaza. Abbas sabe muy bien que la persistencia del bloqueo es la mejor oportunidad que tiene en sus manos para debilitar a Hamas.
Según críticas de algunos diplomáticos árabes, la incapacidad de Abbas para vencer a Hamas fuera de Gaza se ha convertido en una obsesión por encima de todas las demás cuestiones. Dicen que es necesario que el dirigente palestino, que ha mostrado mucha más tolerancia hacia el dirigente israelí que asesina a civiles inocentes palestinos, exhiba también algo de tolerancia hacia su rival político. A los ojos de esos diplomáticos, lo que Abbas está haciendo ahora es algo parecido a colocar en un segundo plano las negociaciones/lucha israelo-palestinas, implicándose demasiado en una lucha palestina interna.
En Damasco, la semana pasada [3], la mayoría de las facciones políticas palestinas, incluyendo a Hamas e incluso a miembros del Fatah presidido por Abbas, lanzaron una advertencia contra la suplantación de la causa de la independencia palestina con las ansias de poder que Abbas ha estado mostrando.
Según Talal Naji, uno de los principales organizadores de la conferencia, el evento tenía como objetivo «enfrentar» los peligros que amenazan a la causa palestina, enumerando los siguientes: expulsión de los palestinos de los territorios ocupados; expansión de los asentamientos israelíes; acuerdo israelo-estadounidense sobre los asentamientos; «y el proyecto imperial». Se cree que las actuales negociaciones secretas entre la AP e Israel se están centrando en una serie de artimañas que implican concesiones importantes de la parte palestina, incluida la renuncia al derecho al retorno de los refugiados. «Nosotros, los que estamos aquí, no somos la oposición palestina», dijo Meshaal, el dirigente político de Hamas. «Somos parte integral de la legitimidad y movimiento nacional palestino». Añadió que Hamas está dispuesto a comprometerse en un diálogo «incondicional» con Abbas bajo el patronazgo árabe.
Según Moussa Abu Marzouk, director adjunto del buró político de Hamas, «esta conferencia implica un mensaje dirigido a todo el pueblo palestino, incluido Abbas, de que nuestra causa está muy clara y que no han cambiado nuestras constantes respecto a la liberación de nuestra tierra». Esa liberación tendrá lugar mediante la resistencia directa y a través del paraguas político de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), dijo al Weekly.
Según Meshaal, «nadie puede monopolizar la causa palestina, ni Hamas en Gaza ni Abbas en Cisjordania».
Ni Hamas ni Fatah deberían ser el problema. Esto era lo que declaraban muchos de los palestinos que se encontraban la semana pasada en Rafah y Arish comprando a toda prisa una serie de productos básicos antes de que las fronteras volvieran a sellarse. «Deberían preocuparse por nosotros. Estamos sufriendo mucho. Sufrimos por la ocupación y por presenciar esos enfrentamientos entre hermanos», dijo Randa, una mujer palestina que volvía de nuevo desde Rafah a Gaza.
N. de la T.:
[1] Transcurridas ya, en el momento de traducir este artículo.
[2] Fait accompli, en francés en el original, significa hecho consumado.
[3] Se refieren a la semana que transcurrida entre el 20-27 de enero.
Enlace con el texto original:
http://weekly.ahram.org.eg/2008/882/fr.1.htm