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Nuevo Acuerdo Verde: menos combustibles fósiles, más justicia

Fuentes: virginiabolten.com.ar

Imagen: The Leap – Alexandria Ocasio-Cortez y Sunrise Movement //protesta en la Cámara Baja estadounidense, 2019

Desde el año 2016 en Estados Unidos, se da un importante debate en la esfera público-institucional sobre el llamado “Green New Deal” (Nuevo Acuerdo Verde por su traducción al castellano). Ha tenido más visibilidad gracias a la legisladora estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez (AOC), de ascendencia portorriqueña y  afiliada al Partido Demócrata, el texto es resultado del trabajo de los movimientos socioambientales que desde hace diez años en Estados Unidos e Inglaterra  luchan contra el cambio climático, y un grupo de economistas comprometides, quienes vienen formulando posibles salidas a la actual economía basada en los combustibles fósiles.

Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), los combustibles fósiles son fuente del 80% de toda la energía consumida en los Estados Unidos. El país es el segundo  emisor de gases de efecto invernadero (GEI) del mundo, el primero es China. La quema de combustibles fósiles es la mayor responsable del calentamiento global. A pesar del alerta sobre el Estado de Emergencia Climática inaugurado a partir de 2017, hubo un avance en las políticas de incentivo a la industria fósil por parte del gobierno de Donald Trump —abiertamente negacionista climático— y un ninguneo a los esfuerzos que tienen por objetivo problematizar la reducción de los GEI. Asimismo, un estudio realizado por The Washington Post en septiembre de 2019, desveló que un 80% de la población estadounidense está consciente que el cambio climático es resultado de la acción humana; la misma encuesta también demostró que la mitad cree que medidas urgentes deben ser adoptadas para evitar sus dramáticos efectos a nivel global.

El Nuevo Acuerdo Verde es una propuesta que plantea la descabornización de la economía sin que ese proceso de transición afecte negativamente a las mayorías sociales. El texto defendido por Ocasio-Cortez en la Cámara Baja tiene catorce páginas y  propone diálogos para conectar la crisis ambiental con la crisis social y económica. Según sus entusiastas, hay condiciones para la implementación del plan: ponen el subsidio ofrecido por parte del Estado a la industria fósil en el centro del debate para sostener la tesis de que no faltan recursos, sino voluntad política para priorizar la transición justa a fuentes de energía renovables. Esto lo ven como un aporte fundamental para frenar la crisis climática y, a la vez,  generar empleos dignos y combatir la desigualdad. Una versión actualizada de lo que fueron las medidas reformistas de Franklin Roosevelt para combatir la Crisis del 29.

Sin perder de vista los impactos financieros que implican las consecuencias del calentamiento global, se hace la pregunta sobre qué sería más costoso para el Estado: invertir en la transición o pagar por  los daños de las catástrofes. Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) solo en el año 2017 hubo gastos de 306.000 millones de dólares debido a eventos extremos en Estados Unidos —los costos humanos no fueron contabilizados—.

Más allá de la cuestión económica y sus impactos en la sociedad, los grupos que llevan a cabo la propuesta son críticos a la concentración y acumulación financiera. AOC y activistas del Nuevo Acuerdo Verde también ven la situación como una oportunidad para un cambio de paradigma, la construcción de un nuevo modelo sería anclado en tres pilares fundamentales: Justicia Económica, Ambiental y Social.

En los últimos años, los EE.UU. fueron escenario de grandes protestas que denunciaban el poder de grandes corporaciones. Bajo la consigna “We are the 99%” (Somos el 99%), miles de personas tomaran las calles en todo el país haciendo conocer que el pueblo estaba consciente de que la riqueza del 1% significaba la pobreza del resto de les 99%. En el 2017, el país protagonizó un histórico paro de mujeres en el cual una de las demandas centrales fue la cuestión climática y sus impactos sobre las poblaciones más vulneradas. El movimiento mundial de jóvenes que lucha para frenar la crisis climática también tiene una fuerte organización en los Estados Unidos. El Sunrise Movement combina el activismo reivindicatorio con la acción en distintas instancias institucionales, exigiendo que el Estado se haga cargo de la crisis frente al dramático escenario de pérdida de derechos sociales básicos que se prevé para las próximas generaciones. En todos estos movimientos se nota atravesada la histórica lucha por los derechos de las personas afrodescendientes que hoy son también protagonistas de la lucha contra el cambio climático.

El Nuevo Acuerdo Verde aparece como una iniciativa más, gestada desde los movimientos sociales. Frente a la destrucción del Planeta, cuyas consecuencias no son sectorizadas, es necesario abrir canales de diálogo. Es evidente que lo que contaminan Estados Unidos, China y Europa impacta más fuertemente a los países del Sur;  sus negocios y políticas públicas de incentivo a una matriz productiva contaminante son responsables por la destrucción y el despojo de los territorios sureños; causan no solo una imposición económica y tecnológica a través de acuerdos y tratados comerciales asimétricos y perversos,  también someten las poblaciones de estos países a una realidad de extrema desigualdad, pobreza y sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos.

Acompañar los esfuerzos de los pueblos en lucha y proponer agendas que puedan mezclar perspectivas y complementar formulaciones de alternativas desde abajo es un paso importante para romper con los obstáculos que han destruido la capacidad de unidad en las luchas. Lo que preguntamos desde Virginia Bolten es: ¿de la crisis climática es posible la salvación individual?

Fuente: http://virginiabolten.com.ar/editorial/nuevo-acuerdo-verde-menos-combustibles-fosiles-mas-justicia/