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Deprimido y paranoico deambula por la Casa Blanca

Nuevos elementos sobre estado mental de W. Bush

Fuentes: World Data Service

George W. Bush, deprimido y paranoico, deambula por sus áreas privadas en la Casa Blanca, solo quiere escuchar a incondicionales que ratifiquen cada uno de sus criterios, e invadido por la inseguridad, detesta a la prensa demasiado preguntona. Es la imagen del presidente norteamericano que acaba de reflejar el servicio informativo Capitol Hill Blue, con […]

George W. Bush, deprimido y paranoico, deambula por sus áreas privadas en la Casa Blanca, solo quiere escuchar a incondicionales que ratifiquen cada uno de sus criterios, e invadido por la inseguridad, detesta a la prensa demasiado preguntona. Es la imagen del presidente norteamericano que acaba de reflejar el servicio informativo Capitol Hill Blue, con sede en Washington y quien citó las opiniones al respecto de empleados de la sede del poder ejecutivo norteamericano.

Los periodistas Teresa Hampton y William D.Mctavish dijeron en un comentario esta semana que «un sombrío presidente George W. Bush está alejándose cada vez más de sus asesores y del equipo más experimentado de la Casa Blanca para encerrarse en un mundo privado y paranoico en el cual solo sus más ardientes incondicionales son bienvenidos».

«Esos especialistas se están quejando privadamente de la falta de tiempo cara a cara con el presidente, y sus consejeros de la campaña reeleccionaria están preocupados de que el deprimido Bush quizá no resista los rigores de esa campaña», expresó el artículo.

El despacho distribuido por Internet citó a un consejero político republicano de Bush a quien no identificó y que admitió que «existen preocupaciones» al respecto.

«Bush deambula solo, proyectando una conducta errática, de mal humor y el médico de la Casa Blanca, Coronel Richard J. Tubb, lo colocó bajo el efecto de fuertes medicamentos antidepresivos tras una tormenta del mandatario con los reporteros», narró el servicio citado.

El incidente ocurrió cuando los periodistas, en un encuentro con Bush, lanzaron una pregunta sobre sus relaciones de él con el ejecutivo de la firma ENRON, Richard J. Lay, envuelto en un escándalo de corrupción.

El presidente reaccionó con un enojo tal que pidió que echaran de la Casa Blanca a «esa banda de «motherfuckers» (textual)- insulto estadounidense sumamente grueso. «Si no los echan ustedes pediré a alguien que lo haga por ustedes», dijo a sus asesores de prensa sugiriendo que podría recurrir a agentes entrenados.

Capitol Hill Blue dijo que actualmente el inquilino de la Casa Blanca solo acepta la presencia de dos consejeros políticos: Karl Rove y Karen Hughes.

Pero la personalidad más cercana a Bush en este momento no es siquiera el vicepresidente Dick Cheney, de quien se decía era «el poder detrás del poder» en el gobierno, sino el Fiscal General John Ashcroft, considerado como un fundamentalista religioso al estilo del propio presidente.

El dúo ha sido apodado en los corrillos del poder como «Los hermanos soledad» (Blue Brothers) en parodia a un filme de Hollywood en el cual los protagonistas decían representar directamente a Dios.

El encierro de Bush con Ashcroft es tal que el Secretario de Seguridad Interna Tom Ridge, el hombre clave en la lucha contra el terrorismo, se ha quejado de que las órdenes del presidente le llegan mediante el Fiscal General Ashcroft, que ha sido apodado como el «Himmler de Bush», en una referencia a Heinrich Himmler, quien fuera el jefe de la Gestapo, policía especial SS de la Alemania hitleriana.

«Existe una mentalidad de sitio en el ala oeste (West Wing) de la Casa Blanca», dijo la nota, y citó ejemplos de consejeros y especialistas acosados por el servicio secreto por haber enviado desde su casa un mensaje de email o por haber tenido un novio demócrata, tal como fue el caso de una especialista de la Casa Blanca cuyo nombre no es expuesto por la publicación.

Capitol Hill Blue incluyó los criterios del doctor Justin Frank, un prominente psiquiatra de Washington, quien en un libro sobre el presidente norteamericano titulado «Bush sobre el diván. Dentro de la mente del presidente», dijo que el republicano sufre de un carácter patológico, de megalomanía que ve a Estados Unidos en paridad con Dios.

Frank expresó en su obra que los años de bebedor de alcohol de Bush «quizá afectaron las funciones de su cerebro» a partir de su decisión de dejar de tomar sin requerir ayuda especializada.

Finalmente el medio informativo norteamericano cita a un antiguo especialista republicano quien por razones evidentes no quiso ser identificado en el comentario y quien aconsejó a sus correligionarios en el Congreso «distanciarse del presidente».

«Tenemos que enfrentar la realidad muy posible de que el presidente de Estados Unidos esté «loony tunes» (enloquecido, de acuerdo con expresión popular). «Eso no es bueno para los republicanos, no es bueno para el partido y seguramente no es bueno para el paìs», precisó.