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Chantaje de Donald Trump a los palestinos

O firman la paz o se hunden en la miseria

Fuentes: Rebelión

Entre los planes que se barajan para encontrarle una salida al problema palestino – la que tiene mayores posibilidades, según los más prestigiosos observadores (sionistas y occidentales), sigue siendo la de formar una confederación con Jordania. Y es que ahora vuelve a reactivarse esta opción tras las declaraciones del presidente Abou Mazen de que el […]

Entre los planes que se barajan para encontrarle una salida al problema palestino – la que tiene mayores posibilidades, según los más prestigiosos observadores (sionistas y occidentales), sigue siendo la de formar una confederación con Jordania. Y es que ahora vuelve a reactivarse esta opción tras las declaraciones del presidente Abou Mazen de que el equipo de Donald Trump,constituido por el asesor para Oriente Medio, su yerno Kushner, y el enviado especial Greenblatt, le habían entregado un borrador basado en dicha propuesta.

La derecha israelí cuando gobernaba Golda Meir planeó transformar Jordania en un Estado palestino, es decir, una República presidida por Arafat. Recordemos que tras la guerra árabe-israelí de 1948 Jordania ocupó Cisjordania y la gobernó hasta la guerra de los «Seis Días» en 1967. El Rey Hussein en un discurso pronunciado en 1981 afirmó: «la verdad es que Jordania es Palestina y Palestina es Jordania». Y no nos debe sorprender pues millones de refugiados palestinos fueron expulsados a Jordania donde se han ido integrando progresivamente en el reino Hachemita. De hecho, muchos ciudadanos de Cisjordania conservan la nacionalidad Jordana. «Entonces, no sería un trauma el que los palestinos se conviertan en súbditos del rey jordano Abdalá II», apuntó Netanyahu en una entrevista al Jerusalem Post en el año 2012.

El monarca ha demostrado con creces que trabaja por la pacificación de la zona, que es un fiel socio de los judíos y adalid en el combate contra el terrorismo. En el Centro Internacional de Entrenamiento Policial (JIPTC) de Muwaqqar cerca de Amman se han formado las fuerzas de seguridad palestinas bajo la atenta supervisión de asesores militares de diez países entre los que cabe resaltar Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y empresas de seguridad privada como Dyn Corp. Además cuenta con el patrocinio de la Unión Europea y la cooperación israelí. Israel recalca que si se quiere alcanzar una paz firme y duradera la seguridad es una de las principales exigencias. Lo imprescindible es domar el espíritu belicista y neutralizar la resistencia armada de facciones palestinas tales como Hamas, la Yihad Islámica o FPLP.

Para cumplir con esta misión la ANP ha recibido 1.800 millones de dólares de asistencia internacional respaldada por EEUU. «A las buenas o las malas hay que convencer a los grupos armados que su lucha es infructuosa y que todas sus reivindicaciones no son más que absurdas quimeras» -General Patreus jefe de las tropas americanas en Oriente Próximo (2008-2010)-. «Lo más sensato es que se sienten a dialogar y aúnen esfuerzos para alcanzar un acuerdo con Israel. Algo que les conducirá por la senda del crecimiento y el progreso». 

Pero la administración de Mahmud Abbas (alias Abou Mazen de 82 años) patrocina el clientelismo, la burocratización (clanes familiares privilegiados) que se aprovechan de los fondos remitidos a los refugiados por los organismos internacionales de ayuda humanitaria. La corrupción y el despilfarro es el común denominador por parte de la élite en el poder. De ahí que la situación económica se encuentre desde hace décadas en la más absoluta bancarrota. La ANP explota la tragedia de su pueblo y cual pordioseros pasan el platillo a los países donantes (Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Dubai, Qatar, la Unión Europea, EEUU, Japón o Canadá) a ver si les siguen llenando las exhaustas arcas antes de que estalle una crisis social de impredecibles consecuencias.

Pero ahora Donald Trump -que se ha erigido por arte de magia en el redentor de Oriente Medio- para obligar a que los palestinos vuelvan a las negociaciones de Paz -que se han dado por rotas unilateralmente tras el traslado de la embajada de EEUU a Jerusalén- los chantajea y amenaza con suspender el millonario presupuesto que Washington (su mayor donante desde hace 70 años) transfiere a la UNRWA -vital para garantizar la supervivencia de los refugiados. Con el recorte de 130 millones a 65 millones en este 2018 (y la suspensión total para el próximo año) la situación se vuelve cada día más dramática e insostenible. No se pueden tolerar los mensajes políticos anti americanos y anti israelíes que propaga en los centros a los escolares el Ministerio de Educación de la ANP bajo el auspicio de la ONU. Son 5.200.000 palestinos los que se benefician de los programas asistenciales de la UNRWA en países como Jordania, Territorios ocupados de Cisjordania, Líbano, Siria o Franja de Gaza. Los refugiados que se encuentran en una situación de pobreza extrema reciben principalmente ayuda sanitaria, educación y alimentos. Mientras los palestinos no vuelvan a la mesa de negociaciones y acepten la intermediación de EEUU la ONU no recibirán más dinero de Washington. Este es un chantaje inaceptable que pone entre la espada y la pared el gobierno de la ANP de Abou Mazen que se mantiene ilegítimamente en el poder sin convocar elecciones libres desde el 2006.

También en represalia por la proclamación de Palestina como estado observador de la ONU: el gobierno de Tel Aviv en el 2012 tomó la decisión de no transferir a la ANP los impuestos recaudados en concepto de tasas y aranceles aduaneros. Una suma que asciende a los 92 millones de euros y que representa más de la mitad del exiguo presupuesto que cuenta el gobierno de Ramala. Mas adelante dicha medida fue levantada en un gesto de «buena voluntad» aunque siempre se juega con el chantaje de volver a adoptarla si se «portan mal».

Obligatoriamente nos tenemos que remitir a antecedentes históricos muy recientes para comprender mejor este proceso de jordanización palestino: día jueves 7 de diciembre de 2013, a media mañana el rey Abdalá II de Jordania abordó su helicóptero en el palacio Al Hummar en Amman para dirigirse hasta Ramala -previo permiso del gobierno judío que le profesa una enorme confianza- . Según informó la oficina de prensa del reino hachemita el propósito de la visita era felicitar a Mahmud Abbas por el ingreso de Palestina como estado observador de la ONU. El vuelo de Amman hasta Ramala tarda unos 15 minutos -aunque al común de los mortales que hace el viaje por tierra les cuesta más de cinco a seis horas ya que los aduaneros judíos del puesto fronterizo de Allenby hacen todo lo posible por obstaculizar el paso. En la Mukata lo estaba esperando el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, quien lo recibió con todos los honores correspondientes. Pero en el fondo el verdadero sentido de esta sinigual visita no era otro que el seguir profundizando las conversaciones sobre una hipotética confederación Jordano-Palestina que desde hace meses se venía gestando. Un proyecto que cuenta con el beneplácito de EEUU, la Unión Europea, el cuarteto para Medio Oriente y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.

El presidente Mahmud Abbas, para homenajear al monarca, anunció que una céntrica plaza de Ramala llevará su nombre. Un gesto que premia a «un infatigable defensor de la causa del pueblo palestino». Ambos dirigentes estuvieron de acuerdo en retomar las conversaciones de paz con Israel en el presente año 2013. ¿Estarán dispuestos los palestinos a renunciar al sueño de una patria libre y soberana? ¿Aceptarán la tutela de un país árabe «hermano» antes que seguir bajo la ocupación del enemigo sionista? Este es un dilema que se tiene que resolver en una consulta popular o referéndum y no a nivel privado o secreto.

Y una vez más en este 2018 Donald Trump insiste en que la salida al conflicto palestino-israelí es la de la confederación jordana-palestina. Es lo más honorable y justo -según sus palabras. En todo caso los palestinos solo aceptarían una confederación tripartita jordana-israelí-palestina con capitalidad en Jerusalén. Un punto inamovible e innegociable es el derecho al retorno de los refugiados que Tel Aviv prefiere obviar.

Lo primordial para Palestina es contar con una frontera propia que le permita la libre circulación de personas y de mercancías. El puente Hussein o Allenby lo controla Israel y ellos imponen las condiciones y se reservan el derecho de admisión en la «tierra prometida»- Si se lograra recuperar este estratégico paso les permitiría a los palestinos comunicarse libremente con al exterior e importar o exportar sus productos. Las otras dos aduanas de Wadi Araba o Isaac Rabin en Akaba y el puente Sheikh Hussein, cerca del lago Tiberíades, seguirán bajo el control exclusivo israelita ya que se encuentran fuera de la línea verde trazada en 1967.

Abrir el paso fronterizo del puente Hussein o Allemby significa que Palestina tendría acceso directo al puerto de Akaba en el Mar Rojo y al aeropuerto reina Alia de Amman. Se consolidarían unas relaciones con sus vecinos árabes sin restricciones ni intermediarios. Por lo tanto romperían su situación de aislamiento que condena a la separación de millones de familias que de este modo podrían reencontrarse y recomenzar una nueva vida. Los refugiados al menos tendrían la posibilidad de retornar a Cisjordania pero sin mayores garantías ya que existen más de medio millón de colonos judíos que se oponen completamente a esta «invasión de extranjeros». En resumen si se llegaran a concretizar dichos planes el renacimiento socio-económico sería espectacular.-aseguran los estudiosos de IFPO (Instituto Francés del Próximo Oriente) – Incluso algunos países productores de petróleo, como Arabia Saudita e Iraq, estarían dispuestos a construir un oleoducto hasta Jericó donde se instalaría un gran complejo petroquímico. Uno de los objetivos es exportar el crudo a Israel que es deficitario en hidrocarburos.

Definitivamente la realpolitik se ha encargado de moldear un futuro a medida de los empresarios y hombres de negocios. Hasta se especula con fundar un mercado común triangular entre Israel, Palestina y Jordania. Si las predicciones se cumplen y los resultados de paz y armonía son satisfactorios en un plazo de cinco o seis años Israel estaría dispuesto a abrir un corredor que comunique Ramala con Gaza (estipulado en los acuerdos de Oslo) donde se tiene proyectado construir un superpuerto que competiría con los más importantes del Mediterráneo oriental. De esta forma se articularía el eje Jerusalén, Amman, El Cairo como vía de integración con los países del norte de África.

«La mejor manera de conseguir acuerdos en Oriente Medio son las conversaciones secretas y tranquilas». Así lo aseveró en su día el extinto primer ministro Isaac Rabin: «La creación de un estado palestino es una mera ilusión y nosotros nos oponemos rotundamente a dicha propuesta». Si la OLP en su día se comprometió a renunciar al terrorismo y reconoció la existencia del estado de Israel es la hora de plantarle cara a nuevos retos aunque vayan en contra de sus principios filosóficos o ideológicos. Pero el partido Likud, sostenido por los votos a la ultraderecha sionista, ha prometido defender la ocupación total de Cisjordania.

Ahora podemos comprender en toda su magnitud porqué Ariel Sharon mandó levantar el muro de «separación» o, mejor dicho, del apartheid. Nada menos y nada más que para marcar la frontera definitiva entre los dos pueblos. En los «territorios ocupados» o «Judea y Samaria» -para los sionistas- existen más de 50 asentamientos donde viven más medio millón de judíos que ellos consideran el corazón de Eretz Israel. Estamos en un callejón sin salida pues los palestinos para sentarse en una mesa de negociaciones exigen la demolición de las colonias ilegales y el reconocimiento de Jerusalén como su capital. Luego habría que discutir el retorno de los refugiados a sus hogares. -aunque este punto ya no parece tan inamovible pues Mahmud Abass confesó en el 2012 en una entrevista en el Canal 2 de la televisión israelí que él no tiene ninguna intención de volver a Safed, el pueblo en el que nació cerca de la frontera con el Líbano.

El rey de Jordania vino a decirle a Abbas que el tiempo corre en su contra, que ya han pasado 70 años de la Nakba y 50 de la Naksa y es hora de buscar una alternativa pues de lo contrario su actitud tan intransigente no los conducirá más que a la autodestrucción. «Es el momento de elegir entre un estado palestino asociado a Jordania o seguir una lucha estéril a punta de pedradas y cócteles molotov» – comentarios emitidos en el diario Haaretz de Tel Aviv. ¿Alguien se atrevería a declarar el inicio a la tercera intifada? Solamente en los campamentos de refugiados de Cisjordania o en Gaza controlada por Hamas podría tener algún respaldo el levantamiento.

Los israelitas insisten en que los palestinos deben sentar cabeza y no perder la oportunidad de salvar los restos del naufragio . Hay que poner los pies en la tierra antes que sea demasiado tarde. «La jordanización de Palestina es la clave para establecer un estado real y no uno ficticio», sostuvo en su momento el finado Shimon Peres quien además calificaba a Mahmud Abbas de: «un hombre serio y maduro de admirable sentido común con el que puede hablarse de paz». E incluso se ha revelado por fuentes anónimas que mantiene magníficas relaciones con el Shin Bet (Servicio de Seguridad Interior de Israel)

Ya se acabó esa época romántica de los años sesenta y setenta, en la que los guerrilleros lucían la boina negra con la estrella plateada al estilo che Guevara y se tapaban la cara con el pañuelo palestino. Definitivamente, los revolucionarios son una especie en extinción. ¡Qué tristeza! La resistencia (especialmente en Cisjordania) levanta los brazos en señal de rendición pues ya nadie quiere comprometerse con la causa si no hay por delante una recompensa material que los reivindique. Y es que han soportado demasiado sufrimiento, demasiadas muertes, represión, cárceles y sangre derramada. Hoy la juventud se ha vuelto pragmática y prefiere disfrutar de los placeres de la sociedad de consumo y la era tecnológica. «¿Vale la pena sacrificarse por un sueño inalcanzable a estas alturas del siglo XXI?».-Editorial del Jerusalem Post refiriéndose a la creación de un estado palestino. «Estamos en un mundo globalizado donde priman los valores económicos antes que los ideales (…)» Sólo hay que observar el boom de la construcción que existe en Ramala donde se destacan los rascacielos, bancos, McDonald’s, boutiques, hoteles y restaurantes de lujo. Asistimos al advenimiento de la Palestina burguesa y capitalista. Se ilumina un nuevo orden dominado por los empresarios, multinacionales, banqueros e inversionistas que ante los altos índices de desempleo pueden explotar a su antojo la mano de obra barata capaz de venderse por un plato de lentejas. Un negocio redondo que comparten equitativamente con los patronos israelitas.

La imagen de Arafat cubierto con su kufiyya empuñando su kaláshnikov embruja todavía a los más nostálgicos. Sobre todo, a la izquierda europea que tanto admira el mito de Abu Ammar, el padre constructor. Un ícono imprescindible para elevar la moral y el orgullo patrio. Pero lamentablemente los políticos y funcionarios de la OLP y Al Fatha han traicionado esos principios fundacionales del movimiento que hablaban de instaurar una sociedad igualitaria y socialista. Los tiempos han cambiado y ahora sin ningún pudor aquellos fedayines se pasean por las calles en lujosos Mercedes Benz, visten trajes de paño de corte italiano y no paran de conversar a través de sus teléfonos móviles de última generación. La verdad es que el manido discurso de «víctimas del sionismo» les permite mantener un envidiable tren de vida.

En su momento, el hoy ministro de defensa israelí Avigdor Lieberman reveló en una entrevista que «saludaba la creación de un estado palestino en Jordania. Son hermanos de sangre y deben encontrar una salida honorable. Jordania es un elemento estabilizador en la región. El rey Hussein ha firmado un tratado de paz con nosotros y esto les confiere un plus de credibilidad. Israel necesita seguridad en sus fronteras para vivir y desarrollarse en paz. Estamos a favor de dicha solución y esperamos que nuestros vecinos renuncien al terrorismo y comprendan cuales son las reglas del juego. Aparte la reina Rania de Jordania es Palestina y nada mejor que ser súbditos de tan preciosa dama»-.

En repetidas ocasiones Israel ha invitado a las tropas jordanas a entrar en Cisjordania y asumir el control del orden público. «La solución de dos estados es algo imposible de alcanzar pues nosotros somos los legítimos herederos de Eretz Israel». Ariel Sharon.

Para los gobernantes de Hamas que dominan la franja de Gaza no hay discusión que valga. Su principal objetivo es el aniquilamiento del estado o «entidad» sionista. Todos los canales de diálogo con Tel Aviv están cerrados. Es por ello que Israel se muestra muy favorable a que Egipto se haga cargo de la franja de Gaza, desarme a los «grupos terroristas» y se responsabilice de la seguridad de tan explosiva frontera. 

El 27 de diciembre del 2012 el primer ministro Netanyahu realizó una visita secreta a Amman para hablar con el rey Abdalá de Jordania sobre el asunto de la confederación con Palestina. Vino a interrogarlo para saber hasta qué punto iba a comprometerse en el control de seguridad de Cisjordania y de Gaza. A Israel le interesa que el rey se encargue de limar las asperezas y prepare el terreno para que los negociadores palestinos acepten aplazar sine die las discusiones sobre el regreso de los refugiados, el asunto de los asentamientos y la delimitación de la frontera definitiva. Lo más trascendental de una confederación jordano-palestina es que resolvería el espinoso trance del reconocimiento reciproco. Jordania ha firmado la paz con Israel y mantiene relaciones diplomáticas plenas y firmes. El ejército jordano monta guardia con gran efectividad a lo largo de la frontera común y ha demostrado ser un excelente aliado.

El presidente de Israel Shimon Peres también se encargó en vida de realizar contactos secretos con el gobierno jordano. Peres le tenía gran estima al fallecido rey Hussein, padre del actual rey Abdalá II, y nunca ocultó su predilección por él antes que a Yasser Arafat como interlocutor directo en las conversaciones de paz representando a los intereses palestinos. Shimon Peres insistía reiteradamente en la confederación como la mejor fórmula para no tener que afrontar la creación de un estado palestino que jamás reconocerán.

Arabia Saudita y los países del Golfo se muestran igualmente muy receptivos a la propuesta de confederación pues ellos adquirirían una mayor influencia comercial y religiosa en la región. Es necesario que el islamismo wahabita con todos los petrodólares que maneja sirva de contrapeso a la tendencia secular y laica de la OLP y Al Fatha que se decantan por el «marxismo herético». Por último, a Mahmud Abbas se le ha reservado el papel de convencer por todos los medios a la opinión pública palestina sobre los parabienes de la confederación con Jordania. Es un asunto vital que se justifica en aras de los supremos intereses nacionales.

Y encima ahora sabemos que Mahmud Abbas y Donald Trump y su equipo negociador han mantenido contactos secretos sobre este delicado tema.

No hay vuelta de hoja, la ANP depende por completo de la benevolencia de los países donantes, de la ONU, la Cruz Roja, de la Ongs y demás organismos de ayuda humanitaria. La autoridad palestina carece de soberanía y tiene que resignarse a soportar el humillante estado de sitio que imponen las fuerzas de ocupación israelíes; los chekpoints, las zonas prohibidas a las que no pueden ingresar sin un documento expedido por las autoridades judías y el estar siempre considerados como «potenciales terroristas». ¿Qué futuro les espera enjaulados entre muros de cemento y alambradas? Solo una lenta y demencial agonía – les reta Netanyahu. Encima la moneda del curso legal es el shekel, el servicio de agua, la electricidad o el abastecimiento de gasolina depende en gran medida de la buena voluntad de los judíos.

EEUU y la Unión Europea se muestran muy ilusionados con este proyecto y esperan que fructifique y llegue a buen término. El hecho que exista la más mínima posibilidad de resolver un conflicto que desde hace 70 años amenaza la paz mundial les llena de satisfacción. Tras las revoluciones árabes iniciadas en el 2011 es el momento de sentarse en la mesa de negociaciones y pactar una paz justa y duradera con Israel.

Sobra decir que la izquierda palestina se opone frontalmente a semejante aberración. Esto va en contra de los postulados del Movimiento Nacionalista Palestino fundado en 1970 y que enunciaba que los territorios ocupados deben ser liberados no sólo de Israel sino también de Jordania. «Es inaceptable que el hijo de quien ordenó reprimir a sangre y fuego a los fedayines en el Septiembre Negro se convierta en nuestro rey». A esa corriente nacionalista de corte nasserista hay que añadir el islamismo radical de Hamas y la Yihad Islámica que es mucho más beligerante. El pueblo palestino se pregunta: ¿entonces de qué valieron tantos años de resistencia contra el ocupante? ¿Se podrá traicionar la memoria de miles de muertos, heridos, los mártires, los prisioneros o los refugiados? Definitivamente hay que decidirse entre la mantener en alto las banderas de la dignidad y la resistencia o apostar por el tan anhelado florecimiento económico y comercial.

Pero desde el ala más radical del Likud se piensa que «quizás lo mejor sería aparcar cualquier contacto con los países árabes pues los sentimientos de odio y de venganza hacen casi imposible cualquier negociación». 

En 1948 el rey Abdalá I de Jordania se autoproclamó rey total de Palestina. En 1950 se llevó a cabo la unificación de la margen occidental y el gobierno jordano proporcionó incluso documentos a los habitantes de la franja de Gaza. Tras la debacle en la «guerra de los Seis Días» la influencia de los jordanos no decayó y ofrecieron pasaportes a todos los palestinos residentes en los territorios ocupados. En 1988 Jordania presionada por los países árabes renunció a sus derechos sobre Cisjordania. Existen casi 3.000.000 palestinos (y sus descendientes) que residen en Jordania y aunque se les considere ciudadanos jordanos, la bandera palestina está prohibida, no pueden expresar sus reivindicaciones políticas, hacer proselitismo ni manifestarse libremente. En fin, son considerados enemigos. Si existiera una auténtica democracia sin dudarlo serían la fuerza mayoritaria. Algo que resulta inadmisible pues pondría en peligro la supervivencia de la dictadura monárquica hachemita.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.