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Cronopiando

Obama «is diferent»

Fuentes: Rebelión

Ya sabía yo que no iba a pasar mucho tiempo sin que Obama evidenciara al mundo su personal estilo, su peculiar talante, su diferente modo de conducir los destinos de los Estados Unidos, lejos de las actitudes mostradas por sus predecesores. Y aquí está, en medio de este convulso siglo en que vivimos, sentando cátedra […]

Ya sabía yo que no iba a pasar mucho tiempo sin que Obama evidenciara al mundo su personal estilo, su peculiar talante, su diferente modo de conducir los destinos de los Estados Unidos, lejos de las actitudes mostradas por sus predecesores.

Y aquí está, en medio de este convulso siglo en que vivimos, sentando cátedra en asignaturas como la ética, la cívica, la jurisprudencia, hasta ahora negadas a los gobiernos de ese país.

Afirmaba ayer su vicepresidente, que «Israel tiene derecho soberano para decidir cómo encarar las ambiciones nucleares de Irán, esté o no de acuerdo Estados Unidos». E insistía en entrevista para la televisión: «Israel puede decidir por sí mismo cómo encarar la amenaza de un Irán con armas nucleares… porque no podemos dictar a otra nación soberana lo que puede o no hacer cuando toma una determinación, si toma una determinación de que está existencialmente amenazado».

Atónitos han debido quedarse esos detractores del presidente estadounidense que siguen empeñados en ver en la elegante y señera figura de Obama, el mejor spot realizado en la historia de la publicidad.

Hasta en tres ocasiones llegó a hacer uso su vicepresidente de un concepto que, hasta la fecha, había sido borrado del manual y del vocabulario estadounidense en materia de política exterior. «Israel tiene derecho soberano…no podemos dictar a otra nación soberana…nosotros respetamos la soberanía…»

En lo que se quita y se pone un presidente, Estados Unidos ha pasado de ser el país que, con sobrada diferencia, más soberanías invade, a convertirse en el más escrupuloso defensor de las soberanías ajenas.

De aquel «no podemos permitir que un país se vuelva comunista por la estupidez de su pueblo», manera en la que el ex canciller Kissinger se refería al respeto que los Estados Unidos tenían a principios de los setenta por la soberanía chilena, por ejemplo, hemos concluido, casi cuarenta años más tarde, en que no pueden inmiscuirse en las decisiones que puedan tomar otros países, por el plausible respeto a sus soberanías.

Es cierto que, en el pasado, Estados Unidos ha carecido, a veces, de la imprescindible sutileza a la hora de mostrar su respeto por las soberanías de otros y que, en ocasiones, sus gobiernos se han visto obligados a contradecir su larvado principio de la no injerencia, invadiendo soberanías extrañas pero, eso sí, sólo en defensa propia y en bien de su soberanía. De hecho, para mejor y soberanamente defenderse, siempre se han defendido a domicilio.

Para poderse proteger de sus primeras amenazas Estados Unidos se anexionó Texas en 1846 y, siempre para defenderse, invadió Chile en 1891 y Hawai dos años más tarde. Para defenderse intervino en Nicaragua en 1894 y al mismo tiempo, buscando defenderse, intervino también en China y en Corea. En 1895 fue a defenderse a Panamá, en 1896 se defendió en Nicaragua. En 1898 volvió a defenderse a China, aprovechando la oportunidad para ir a la guerra preventiva en Filipinas e intervenir en Cuba y Puerto Rico, en sucesivas y múltiples defensas. Siempre para defenderse, Estados Unidos intervino en Guam en 1898, de nuevo en Nicaragua en el mismo año y en Samoa un año más tarde. En 1901 acudió a defenderse a Panamá. En 1903 se defendió en Honduras y en 1904 otra vez en Corea, para seguir defendiéndose en Honduras en 1907 y en Nicaragua en 1910. El año 1911 vio a los Estados Unidos defendiéndose nuevamente en China y en 1914 la legítima defensa fue ejercida en México y Haití. En 1916, República Dominicana fue la sede de la defensa y en 1919 Honduras y Yugoslavia. Turquía fue también blanco de la defensa de los Estados Unidos en 1922, compartiendo honores con China, dos años antes de que Honduras volviera a ser motivo de defensa que, se reeditó otra vez en El Salvador en 1932. En 1948, Estados Unidos acudió a defenderse a Filipinas, en 1950 a Puerto Rico, en 1951 a Corea y en 1953 a Irán. Guatemala fue escenario de una nueva defensa estadounidense en 1954 antes de que, frente a tantas amenazas, Estados Unidos trasladara su beligerante defensa al Líbano en 1958. En 1961 se defendió en Cuba, cuando ya empezaba a defenderse en Vietnam y cuatro años más tarde plantó su defensa en Indonesia. En 1965, fue República Dominicana la seleccionada para que Estados Unidos pudiera defenderse, honor que, en 1965 correspondió a Guatemala y en 1969 a Camboya. En 1970 se defendió en Omán, en 1971 pasó a defenderse a Laos y en 1976 se defendió en Angola. Desde 1980 y durante diez años, Estados Unidos se defendió de la amenaza sandinista de Nicaragua desde sus bases de Honduras y Costa Rica. En 1982 se defendió otra vez en Líbano, en 1983 invadió Grenada para defenderse y, para mejor defenderse de la amenaza sandinista, minó las dos costas nicaragüenses en 1984. En 1989, siempre dispuesta a defenderse, invadió Panamá. En 1991, Estados Unidos ejerció su defensa en Irak; en 1994, insistió en defenderse en Haití, en 1996 siguió defendiéndose en Zaire y en 1998 renovó su defensa en Sudán, un año antes de trasladar su defensa a Yugoslavia. El cambio de siglo sorprendió a los Estados Unidos defendiéndose en Afganistán y, acto seguido, invadieron Irak, nuevamente, presurosos y preventivos, siempre en legítima defensa y para mayor gloria de la soberanía del mundo.

Pero los tiempos cambian y «nosotros podemos» repetía fascinada, frente a los televisores, la audiencia del cambio prometido.

Y llegó Obama y ahí están los resultados: «Israel tiene derecho soberano…no podemos dictar a otra nación soberana…nosotros respetamos la soberanía…»

Honduras ha sido la última en saberlo y celebrarlo.