Obama promete tomar medidas administrativas para la reforma migratoria.
Lunes 30 de junio como a eso de las dos de la tarde los medios de comunicación televisivos y radiales anunciaron que entrarían en cadena nacional porque que en minutos el presidente Obama hablaría de la reforma migratoria y su decisión de tomar medidas administrativas.
Y debo escribir acerca de esto porque la sola noticia de que el presidente hablaría de la reforma migratoria emocionó a millones que viven entre las sombras. En cuestión de segundos la noticia se regó como pólvora, los indocumentados compartían vía mensajes de texto de celular a celular y llamadas telefónicas a escondidas de los empleadores porque el bombazo cayó en horario laboral. Alegres, emocionados, ilusionados porque el hombre que prometió la reforma iba a ofrecer un discurso y probablemente entre sus palabras estarían las de poesía pura, «autorizo la reforma migratoria en este mismo instante.»
Noticia sin relevancia para quien tiene los documentos en orden, pero de magnitud descomunal para quien no existe en este país más que para formar parte de las interminables filas de la explotación laboral. Viene el 4 de julio cuando se celebra la independencia de Estados Unidos miles de esos millones ya se hacían también celebrando ese día la feliz noticia de que tendrían derechos laborales y humanos, que podrían entrar y salir del país, que por fin lograrían reunirse con los suyos y llevar flores al camposanto para visitar a los que en su esencia se marcharon al limbo de los que se convierten en éter.
Es que es tanto lo que provoca una noticia de esas que los pensamientos vuelvan y las personas sueñan: ir a ver a los hijos que dejaron niños y que se convirtieron en adultos en el paso del tiempo, entre remesas y encomiendas y llamadas telefónicas y cartas, entre la diáspora, la terrible nostalgia, las depresiones y la frustración. Ir por el abrazo, las lágrimas, la esencia y el terruño. Ir a ver la lluvia caer y sentir los charcos, el olor a teja mojada y llorar las ausencias de los que ya no están.
¿Quién entiende ese sentimiento con una tarjeta verde en la mano? ¿Quién lo comprende cuando nació en el país más rico del mundo? ¿Quién lo percibe si llegó al país con documentos en orden? ¿Lo olvida quien logró la legalización? Sí, la mayoría finge olvidarlo pero dentro, en donde nadie puede sentir a sus corazones agobiados, lloran en silencio por todo lo que perdieron que es mucho más que lo que obtuvieron en este país.
Millones lloran y muestran sus lágrimas porque la frustración es compartida, el abuso laboral, el rechazo de la xenofobia de sus propios paisanos que tienen los documentos en orden o de quienes fingen tenerlos. Tantas emociones en revuelta, ir, regresar al país de origen: a la colina, a la aldea, al cantón.
Esos millones sueñan con bajar de un avión y besar el suelo que los vio partir y empaparse de la belleza que enfrascaron entre tanta nostalgia cuando las circunstancias los obligaron a marcharse, cuando lejos en la barbarie del confín, lloraron de amor y de impotencia.
No, no es así nomás todo lo que provoca la frase «medidas administrativas para la reforma migratoria» para atreverse a mencionarla frente al país entero se tiene que tener la honestidad y la sobriedad no de un excelente orador sino la de un ser humano que tiene la capacidad de colocarse en los zapatos de los otros, que siente el dolor, el agobio, la discriminación y el maltrato laboral. Que siente la amargura de no ver a sus hijos crecer a su lado. Que siente las muertes de los miles que por llegar a un país como Estados Unidos pierden la vida. Que en los miles de niños que emigran solos ve un botón que de convertirse en flor embellecerá cualquier jardín en desahucio. ¿Obama realmente tomará las medidas administrativas? ¿Sacará de las sombras de los millones de indocumentados?
En su discurso tan hermoso, porque no se puede negar, el hombre es un excelente orador y tiene carisma, presencia y el arte de poder embelesar con su donaire. Bueno, en cadena nacional advirtió que da de tiempo hasta el final del verano de este año para que la Cámara de Representantes reviva el tema de la reforma migratoria de lo contrario dio su palabra que tomará las medidas administrativas que estén a su alcance para que la legalización de millones se convierta en realidad.
De por sí, la palabra reforma es excluyente es tan distinta a la de amnistía, si la llegara a autorizar, ¿cuántos serán los beneficiados? ¿Será acaso una treta como de la que se jactaron con el movimiento de Los Soñadores? Tan bonita que se miraba y tan nefasta al final. Y eso que ellos crecieron en este país, son estadounidenses prácticamente, tienen esta cultura, han estudiado aquí, y sin embargo aun los tienen maneados, ¿qué pasará con la clase obrera indocumentada? ¿Con aquellos millones de trabajan en los campos de cultivo?
Suena hermoso lo de la medida administrativa pero, ¿cuánto durará el discurso en convertirse en realidad? Diría una amiga: «una eternidad, porque la esperanza es eterna.»
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.