Las explosiones comenzaron a las 7 de la noche del 7 de julio. El ejército israelí inició la operación *Escudo protector:* un bombardeo desde aire, mar y tierra contra una región poblada por 1.5 millones de personas. El Ministerio de Salud de la Autoridad Palestina señaló que hasta el 24 de agosto la ofensiva israelí […]
Las explosiones comenzaron a las 7 de la noche del 7 de julio. El ejército israelí inició la operación *Escudo protector:* un bombardeo desde aire, mar y tierra contra una región poblada por 1.5 millones de personas.
El Ministerio de Salud de la Autoridad Palestina señaló que hasta el 24 de agosto la ofensiva israelí había provocado la muerte de 2120 personas, entre ellas 577 niños y 101 ancianos. Los blancos golpeados por la operación no fueron un accidente. Existen diversos antecedentes que lo confirman. En las recientes guerras del siglo XXI, cuando los pilotos despegan, tienen misiones precisas y sus márgenes de error probable son muy bajos. Por ejemplo, en 2003 durante la invasión a Irak, la Casa Blanca informó que los comandos aéreos estratégicos habían entregado al comandante supremo un plan flexible para que él escogiera entre diversos paquetes de blancos. Si encuentran algo inesperado, existe una tipificación rigurosa sobre los casos en que deben pedir autorización a un alto mando antes de disparar. En otras ocasiones, por ejemplo en los ataques con *drones* efectuados en Afganistán, Pakistán y Yemén, Barak Obama ha debido firmar muchos formatos burocráticos para autorizar las ejecuciones extrajudiciales de más 2 400 personas. Por otra parte, en el libro *The Thieve of Bagdad*, el soldado Mathew Bagdanos, relata cómo fue que las Fuerzas de Operaciones Especiales instalaron las ratoneras -o sea puestos de vigilancia fronteriza- antes de bombardear Afganistán, para atrapar a los dirigentes talibanes que saldrían huyendo. Por todo lo anterior se puede inferir que el ejército israelí realizó una compleja operación de yunque y martillo, que incluyó hasta 60 bombardeos en un solo día, efectuados sobre una región densamente poblada y cuyas fronteras estaban selladas, consecuentemente era previsible que la población no iba a poder salir del «círculo de hierro» y no tenía oportunidad de ponerse a salvo. El 31 de julio el director de la Agencia para la Atención de Refugiados Palestinos, de Naciones Unidas, declaró que aproximadamente 291 mil personas estaban refugiadas en 82 escuelas de la ONU de los cuales aproximadamente 75 mil eran niños. Pese a esta situación el ejército israelí disparó directamente contra cuatro escuelas de la ONU, y daño en total 381 escuelas. El bombardeó provocó numerosas muertes de civiles y también incluyó infraestructura eléctrica y de agua potable, lo que orilló a que el 70% de la población requiriera de agua potable, comida y atención sanitaria. Pero entonces: ¿qué tipo de blancos eligió el ejército israelí?, ¿por qué se disparó contra escuelas e instalaciones de la ONU? Y sobre todo ¿cómo vivió la sociedad civil los bombardeos?
*Haidar Eid: ¿dónde está el mundo? ¿cómo es posible que pase esto?*
En su artículo «Diary of Israeli War», publicado en *Al Jazeera,* Haidar Eid, profesor de la *Universidad Al Aqsa*, en Gaza, cuenta que desde la azotea de su departamento contempló durante días, como el cielo se iba poniendo gris, amarillo y naranja, saturado por el humo dejado por las bombas, los misiles, los cohetes de tanques y los drones que Estados Unidos le ha dado a Israel. Los mejores pilotos del mundo dispararon contra civiles acorralados en una gigantesca prisión llamada Gaza, y según Haidar Eid, se enfurruñaban y preguntaban: «¿por qué nos han obligado a hacer esto». El 19 de julio era Ramadan, prosigue el relato del académico, lo normal hubiera sido pasar por los primos, los tíos y los abuelitos, e irnos todos a la playa a jugar, a pelar melones y comer nueces, pero ahora tenemos que explicarle a los niños (tras 12 días de no salir a la calle) que no podremos ir al mar. ¿Por qué? Porque somos palestinos, somos *goyimes*, algo así como los *niggers* de Missouri, o los *kaffires* de Sudáfrica, en tiempos del Apartheid. Como explicarle, se pregunta el académico palestino, a una niña de cinco años, a la que le amputaron las piernas, que eso le pasó porque los israelíes le tienen pavor a los palestinos, y se sienten más seguros realizando periódicamente explosivas demostraciones de fuerza. A las 7 de la noche me entero, afirma Haidar, que dos colegas de la universidad han perdido a sus hijos, no encuentro que palabras decirles mañana. Su relato continúa: a las 8 de lo noche llega la noticia que en las últimas 48 horas murieron 100 civiles palestinos: ¡mundo despierta¡ A las 9 de la noche, afirma Haidar, escucho al Presidente de Bolivia calificar lo ocurrido como un genocidio y pedir que se investigue y se finquen responsabilidades. No hay nada que investigar, todos sabemos quién está cometiendo el crimen. A la media noche del sábado no hay agua, no hay electricidad, el miedo se siente en el cuerpo de todos, se escucha constantemente el thump, thump, thump de las bombas israeliés. Las explosiones retumban toda la noche.
El profesor Eid rememora: No se escuchan ambulancias, su recorrido sería demasiado peligroso, los parientes de los heridos y los muertos no tienen otra que sentarse junto a sus seres queridos y acompañarlos en su dolor, nos sentimos desesperados, locos, furiosos, ¿cuántas personas estarán sufriendo? ¿dónde está el mundo? Son las 2 de la mañana del domingo. Haidar afirma: si no hubiera bombardeos, las familias estarían disfrutando de la brisa en la playa; la gente estaría bailando Dabhrke, los niños estarían jugando fútbol y los adultos recreando las anécdotas del mundial, los teatros hubieran estado repletos, pero vivimos en Gaza, y alguien corre tratando de jalar a su abuelita antes de que un piloto dispare un misil *made in USA* y los convierta a ambos en una larga llama amarilla que sube al cielo. A las cuatro de la mañana no puedo dormir, dice Haidar: un avión F16 pasa muy cerca de mi ventana y me hace pensar; ¿cuántos morirán? ¿dónde está el estado? ¿dónde está la izquierda? A las 8 de la mañana del domingo, afirma, nadie ha dormido nada, a las 10 oímos en el noticiario que Israel se ha comprometido a ser lo más cuidadoso posible para no dañar a los civiles. El profesor se cuestiona: ¿cómo habría reaccionado el mundo si esto hubiera ocurrido en Manhattan? En cualquier caso, remata el profesor: la esperanza es más importante que nunca.
*La operación Escudo Protector convirtió las escuelas en campo de batalla*
El 25 de julio la escuela de la ONU en Beit Hanoun, sufrió un ataque que provocó varias víctimas fatales y numerosos heridos. Las escuelas no deben ser un campo de batalla bajo ninguna circunstancia, dijo Gordon Brown, enviado de Naciones Unidas para la Educación Global. El 30 de julio una escuela de la ONU para niñas llamada «Jabalia», fue atacada por el ejército israelí. La artillería disparó tres veces contra una escuela donde se guarecían 3 300 civiles, en su mayoría niños. Pierre Krahenbuhl, director de la Agencia para la atención de Refugiados Palestinos de la ONU, informó que había avisado 17 veces sobre la localización de la escuela a las autoridades militares israelíes. El 3 de agosto 10 civiles murieron tras un bombardeo a una escuela de Naciones Unidas en Rafah, en la cual se encontraban refugiados 300 personas. Las escuelas forman parte de zonas bajo jurisdicción de la ONU. El poeta Yabra ha dicho, «se esparcen por las piedras arrayanes de sangre». Los ataques contra tres escuelas de la ONU en el norte de Gaza y en el sur de Rafah han provocado la muerte de 46 personas. Para el 24 de agosto había aproximadamente 380 mil personas refugiadas en instalaciones de la ONU. Ese mismo día, las Fuerzas de Defensa Israelíes mandaron un mensaje por celular a los habitantes de un edificio habitacional de 14 pisos a población diciendo que abandonaran el inmueble porque sería destruido en 30 minutos, antes de cumplido el plazo un proyectil lo redujo a escombros, aunque estaba a 30 metros de otra escuela de la ONU.
*Defender a Palestina es defender un mundo donde quepan muchos mundos*
El martes 29 de julio cohetes israelíes bombardearon repetidamente durante una hora un complejo de edificios de la ONU, donde se ubica la sede del Coordinador de la ONU para el Proceso de Paz en Medio Oriente. Ese mismo día un tanque israelí disparó contra una planta de luz. A partir de ese momento Gaza solo contó con energía eléctrica por unas horas al día. Durante los 50 días de bombardeos el ejército israelí golpeó cuatro tipo de objetivos: militares (baterías de cohetes y túneles), infraestructura (por ejemplo plantas de energía eléctrica y bombas de agua potable), refugios civiles (vg.r las escuelas) e instalaciones simbólicas (como el centro para la negociación de la paz de la ONU).
Parafraseando al poeta Sami Al Qasim, podemos decir que nuestra alma está fundida con los palestinos. Pero la razón principal para solidarizarse con Palestina, no es de orden pragmático sino ético, *Jadal *(el diálogo dialéctico) practicado por académicos palestinos planteó durante una discusión en el Centro de Investigaciones Mada al-Carmel, que las ciudades palestinas, representan la supervivencia de un modelo urbano cosmopolita, multicultural y políglota. Los bombardeos, además de ser inmorales, reducen a escombros ciudades convivenciales y abren paso a la edificación, en sus baldíos, de ciudades segregadas en barrios monoculturales. Defender a Palestina, es defender «un mundo donde quepan muchos mundos».
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