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Ollas o leña para cocinar

Fuentes: El Nuevo Diario

Se burlaban algunos periodistas, en España, porque Fidel Castro había anunciado la entrega de ollas de presión a los hogares cubanos. Como si de repente hubiera descubierto el fuego. Lo sacaron en telediarios con propósito de ridiculizar al dirigente. Decir, sin decirlo, cuán atrasada estaba Cuba. Por culpa del comunismo, claro. Que ese era el […]

Se burlaban algunos periodistas, en España, porque Fidel Castro había anunciado la entrega de ollas de presión a los hogares cubanos. Como si de repente hubiera descubierto el fuego.

Lo sacaron en telediarios con propósito de ridiculizar al dirigente. Decir, sin decirlo, cuán atrasada estaba Cuba. Por culpa del comunismo, claro. Que ese era el mensaje encubierto.

Nunca refieren que, en Latinoamérica, la gran mayoría de hogares pobres emplea leña. Los menos pobres, hornillos de gas. O alguna estufa eléctrica. Para cocinar una menguada dieta.

Rara vez cuentan que, mientras los países ricos nadan en la opulencia, una vasta cantidad de humanos apenas halla qué comer. Se arrogan, eso sí, el derecho a la burla y a la guasa.

Ferias y revistas muestran las nuevas cocinas. Computarizadas, inteligentes, exquisitas. Capaces de controlar el estado de los alimentos. Preparar en minutos comidas exóticas.

En Brasil una ONG promueve los paneles solares. Para que los pobres cocinen con sol y no deforesten el Amazonas. De donde sale madera preciosa para muebles de cocina en Europa.

Un ejemplo más de la división del mundo. Los ricos desconocen cada vez más a los pobres. Su ignorancia se hace desprecio. Cuba ahorrará millones de dólares con las ollas de presión.

Los ricos lo ignoran. Ven sus cocinas amuebladas. A los pobres no los ven. Los ridiculizan.