El primer ministro israelí, Ehud Olmert, exigió ayer a la Autoridad Palestina que reconozca a Israel «como el Estado del pueblo judío» como punto de partida para las negociaciones en la cumbre de Annapolis, previstas para este mismo mes. Olmert expresó esta posición tras reunirse en Jerusalén con el jefe de la diplomacia de la […]
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, exigió ayer a la Autoridad Palestina que reconozca a Israel «como el Estado del pueblo judío» como punto de partida para las negociaciones en la cumbre de Annapolis, previstas para este mismo mes.
Olmert expresó esta posición tras reunirse en Jerusalén con el jefe de la diplomacia de la UE, Javier Solana, según un comunicado de la oficina del primer ministro sionista.
«La posición de Israel es que el punto de partida de las negociaciones tras Annapolis será el reconocimiento de Israel como Estado del pueblo judío», destacó Olmert.
«El primer ministro ha hecho saber (a Solana) que desde el punto de vista de Israel, esta cuestión no será objeto de negociación o de discusión», añadió el comunicado oficial.
Actualmente, la Constitución israelí establece que se trata de un «Estado judío», lo que ha abierto la puerta a elaborar una legislación en la que se discrimina y se conculcan los derechos de los 1.200.000 palestinos que viven en los territorios de 1948 -fundamentalmente musulmanes, cristianos y drusos, que suponen el 23,6% de la población-, mientras que se abre la puerta a que los ciudadanos de cualquier país del mundo que sean judíos -o hijos o nietos de judíos, aunque ellos mismos no profesen esta religión- puedan viajar a Israel y obtener la nacionalidad del Estado sionista.
En los últimos años, de hecho, son miles los argentinos, etíopes o ciudadanos de la antigua Unión Soviética que han obtenido la nacionalidad israelí. Muchos de ellos son colonos que viven en asentamientos en Cisjordania.
Asimismo, la mayoría de los cinco millones de judíos que viven en Israel han llegado a Palestina en distintas oleadas migratorias desde comienzos del siglo XX o son sus descendientes directos.
Por ello, el carácter judío del Estado de Israel, creado en 1948, no es una mera declaración de principios, sino que es la base legal de la discriminación que viven millones de palestinos, a quienes se niegan los derechos básicos.
Junto a ello, este reconocimiento supondría la renuncia definitiva de los palestinos al derecho al retorno a sus hogares de los refugiados de 1948, una de las claves para la superación del conflicto junto con la capitalidad de Jerusalén, el fin de los asentamientos sionistas y el derribo del Muro de separación.
Acudir a una negociación con este planteamiento es una clara muestra de que la cita de Annapolis no servirá para construir una paz basada en la justicia en Palestina, sino que se enmarca en el largo proceso de imposición.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, rechazó entrar a debatir la exigencia de Olmert. «La Palestina histórica estará compartida por dos estados, Israel y Palestina. No se discute el carácter (religioso) de uno u otro. Esto es lo que tenemos que decir», declaró Abbas en Ramallah tras encontrarse con el presidente ucraniano, Victor Yuschenko.
Sin embargo, el jefe del equipo negociador nombrado por Abbas, el ex primer ministro Ahmad Qureia, calificó de «inaceptables» las palabras de Olmert.
«Rechazamos este planteamiento. Reconocemos el Estado de Israel con las fronteras de 1967. No hablamos de la religión de un Estado, sino de sus fronteras. Una lógica de este tipo es inaceptable», declaró, asimismo, el negociador palestino Saeb Erakat.
Hamas, por su parte, insistió en reclamar a Abbas que no reconozca a Israel como Estado judío y que no abandone los derechos palestinos en Annapolis.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, afirmó ayer que «estamos determinados a alcanzar una paz real con Israel» en la cumbre de Annapolis.
«Me gustaría dirigirme al pueblo y al Gobierno israelí para decirles que estamos determinados a conseguir una paz real, en interés de nuestras generaciones futuras», declaró Abbas en Ramallah durante un discurso retransmitido por televisión y que conmemoraba el 19º aniversario de la proclamación simbólica del Estado palestino.
«La ocupación no ha aportado seguridad a nadie. La paz y las relaciones de buena vecindad basadas en la igualdad y el respeto son la receta para poner fin a décadas de guerras, de sufrimientos y de sangre», añadió.
Mientras Abbas mostró su cara amable a los sionistas, en cambio, optó por enseñar los dientes a Hamas y reclamó la expulsión de las milicias que tomaron el control de Gaza en agosto.
«Tenemos que derrocar a la Junta que tomó el control de Gaza, que se beneficia del sufrimiento de los palestinos y que comete actos criminales que han supuesto el endurecimiento del cerco israelí», destacó Abbas.
Las palabras de Abbas coincidieron con la muerte de dos milicianos de las Brigadas de al-Aqsa -vinculadas a al-Fatah, su partido- en Gaza como consecuencia del ataque de un caza israelí contra la ciudad de Beit Hanoun. Otras cuatro personas resultaron heridas. Las Brigadas de al-Aqsa reivindicaron el lanzamiento de diez cohetes contra Sderot.