«Me movilicé desde el principio de la revolución pero, a los pocos días, la policía kurda me obligó a quitar la bandera del balcón». Nezgin Kerman se refiere a la enseña elegida por la oposición árabe -verde, blanca y negra con tres estrellas rojas-. La sigue luciendo en un pendiente en su lóbulo derecho; el […]
«Me movilicé desde el principio de la revolución pero, a los pocos días, la policía kurda me obligó a quitar la bandera del balcón». Nezgin Kerman se refiere a la enseña elegida por la oposición árabe -verde, blanca y negra con tres estrellas rojas-. La sigue luciendo en un pendiente en su lóbulo derecho; el izquierdo lo ocupa la bandera de los kurdos de Iraq.
«El PYD -Partido de la Unión Democrática-, el dominante entre los kurdos de Siria, es todopoderoso: gestiona la Policía, las Fuerzas Armadas, la Administración… Creo que Rojava (así se refieren los kurdos de siria a la región que habitan) se parece cada día más al régimen de Bashar Asad que tanto han criticado», se queja esta veinteañera, que forma parte del movimiento «Hijos e hijas de la revolución». Es otro más de entre la miríada de colectivos juveniles surgidos al calor del levantamiento en 2011.
Aparentemente, la neutralidad por la que apostaron los kurdos al inicio de las revueltas en Siria tiene muchos más matices de los esperados. La principal coalición es la del PYD, una agrupación que asegura compartir la agenda del PKK, la guerrilla kurda de Turquía, pero otra parte importante de los kurdos cierra filas en formaciones afines a los partidos kurdos de Iraq. La mayoría de ellos reivindica la memoria de Mustafa Barzani, líder histórico entre los kurdos del sur así como la participación directa en Rojava de su hijo Masud, líder del Partido Democrático de Kurdistán (PDK) y presidente de Kurdistán autónomo iraquí.
Sozan Harmush, otra «hija de la revolución», suscribe el discurso de su compañera e incluso alega haber sufrido registros y amenazas de la policía kurda. «Les dije abiertamente que estaban cometiendo muchos errores y que no me gustaba cómo hacían las cosas», recuerda Harmush, para quien la revolución «parece haberse detenido en Kurdistán». El fundador del PKK, Abdullah Öcalan, dice, es un referente para los kurdos de Turquía, «pero Barzani lo es para todos los kurdos del mundo».
División interna
A sus 32 años, Monder Iskan es uno de los presos políticos más conocidos en toda Siria. Pasó más de cuatro años en prisión -fue liberado hace ocho meses- por fundar el TCK (Movimiento Juvenil Kurdo), sin duda uno de los más activos y mejor organizados entre los kurdos de Siria. Si bien valora como «eficaz» la labor del PYD a la hora de gobernar en tiempos de guerra, se siente desengañado con los representantes políticos en general.
«Los movimientos juveniles se están quedando a la sombra de partidos que no representan a la sociedad», denuncia Iskan, a la vez que lamenta que la división interna entre los kurdos de Siria es «una de las mayores amenazas para su supervivencia».
Por el momento, el complejo espectro político de los kurdos de Siria pasa por una treintena de formaciones de entre las que destacan el PYD, seguido de los once partidos agrupados en el llamado Consejo Nacional Kurdo (CNK), fundado bajo los auspicios del propio Barzani en Erbil. El CNK cuenta con representaciones en prácticamente todas las localidades significativas del Kurdistán sirio. Abdul Karim Omar es su máximo representante en Derbesiye, una localidad a 40 kilómetros al oeste de Qamishli, la capital de ‘Rojava’.
«Barzani nos ha ayudado mucho pero sin imposición de ningún tipo, y adoptando siempre un actitud conciliadora», asegura este miembro de la rama siria del PDK. «Es el PYD el que sigue sin hablar con el resto de los partidos», afirma.
Lo cierto es que el PYD ha denunciado en más de una ocasión el bloqueo al que somete Barzani a Rojava, manteniendo cerrada desde la pasada primavera una frontera que hacía las veces de auténtico «cordón umbilical» para una región rodeada de turcos y árabes hostiles.
Fuente original: http://msur.es/2013/11/14/kurdistan-siria-oposicion/