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Otegi, inhabilitado

Fuentes: Cuarto Poder

Para Guillermo Portilla, maestro de una cultura jurídica emancipadora Era esperado y esperable. La condena de Otegi y sus compañeros fue centralmente política. El motivo, clarísimo: ser un actor principal en el cese de la violencia armada y protagonista decisivo de una nueva situación en Euskadi. Nuestra ‘normalidad democrática’ oculta que se viene aplicando un […]

Para Guillermo Portilla, maestro de una cultura jurídica emancipadora

Era esperado y esperable. La condena de Otegi y sus compañeros fue centralmente política. El motivo, clarísimo: ser un actor principal en el cese de la violencia armada y protagonista decisivo de una nueva situación en Euskadi. Nuestra ‘normalidad democrática’ oculta que se viene aplicando un derecho penal de excepción, el ‘derecho penal del enemigo’ que rompe con los principios garantistas de nuestro ordenamiento y construye un derecho específico para determinadas personas y determinados supuestos jurídico-penales. Estos individuos son tratados como enemigos, en cierto sentido, como no personas y se le aplica una legislación específica para ellos.

Lo paradójico es que esto se aplica a un grupo de dirigentes políticos que han sido protagonistas decisivos en un esfuerzo enorme por la paz, la reconciliación y la apuesta por un futuro democrático para todas y todos. En los poderes hay añoranza de la situación anterior y polarizarse y polarizar sigue siendo un elemento fundamental para una derecha pura y dura que ve su hegemonía en peligro. No hay que engañarse: la salida de la cárcel de Otegi será una buena noticia para los que seguimos luchando por la ruptura democrática, el reconocimiento de los derechos nacionales y la construcción de un nuevo Estado.

La aventura que está protagonizando en estos últimos años la izquierda abertzale es poco conocida y merecería mucha mayor atención. Pocas organizaciones políticas han realizado un debate tan sistemático y tan duro como los descendientes de la antigua HB y todos sus mundos y sus submundos. Cuando ese debate se hace en medio de las pistolas es todavía más difícil; las organizaciones tienden a autonomizarse, la clandestinidad invita a la disciplina férrea e impide un debate franco y libre. Conseguir una paz irreversible cuando siguen deteniendo a comandos y dirigentes de ETA no tuvo que ser nada fácil.

Algo especial debe de tener el grupo dirigente que se ha ido articulando en torno a Otegi. Desde una cultura federalista como es mi caso, Otegi es un interlocutor fiable, una persona que va directo a los problemas y con la que se puede pactar y llegar a acuerdos. Cada vez que se habla de visión de Estado, se tiende a partir de este Estado, de esta matriz de poder e institucional que representa, y no de un nuevo proyecto de país que una, frente a la división generada por unos poderes que nunca entendieron la plurinacionalidad del Estado español.

Pronto saldrá Otegi de la cárcel y habrá que seguir discutiendo. La cuestión nacional, a mi juicio, no se puede plantear como en el pasado. El Estado español en su conjunto cada vez tiene menos soberanía real y se ha ido convirtiendo en la periferia subdesarrollada y dependiente de una Europa controlada por el capital financiero y hegemonizada por el Estado alemán. Esto es un nuevo territorio de discusión y propuesta que debemos de construir colectivamente las diversas fuerzas democráticas y populares de eso que se ha llamado España.

Mi amigo Ferrán Gallego, con la finura que le es habitual, distinguía entre una izquierda soberanista y una izquierda independentista. Para decirlo sin ambigüedades: todos somos hoy soberanistas en la medida en que luchamos por el autogobierno de la ciudadanía, por la democracia y por la soberanía popular. De poco o nada sirve, a mi juicio, ser otro Estado más en una Unión Europea controlada por los poderes económicos, estructuralmente antidemocrática y, sobre todo, bajo hegemonía clara y nítida de las políticas neoliberales. Se diga con más fuerza o con menos fuerza, quien haga política a favor de las mayorías sociales y de las clases populares tendrá que enfrentarse a esta UE crecientemente alemana.

Como antes dije, es un nuevo territorio a explorar colectivamente. Si nos fijamos bien en el resultado de estas últimas elecciones generales, se han ido uniendo con mucha fuerza cuestión social y cuestión nacional. Desde este núcleo se pueden hacer muchas cosas conjuntamente. En el centro, una gran alianza de las fuerzas soberanistas para construir un nuevo Estado, una nueva síntesis unitaria que nos haga más fuertes, más solidarios, más nosotros mismos. Se dirá que son bellas palabras y utopías irrealizables. Seguramente, pero hoy están cambiando muchas cosas en España y tenemos el derecho a soñar y a intervenir desde un proyecto alternativo de país.

La inhabilitación de Otegi es una torpeza más y se volverá en contra de aquellos que la promueven. Hacer política no es hacer lo posible, es construir colectivamente una fuerza social y política capaz de hacer posible lo que parece imposible. La libertad de Otegi creo que nos ayudará a esta tarea. Así lo espero.

Fuente: http://www.cuartopoder.es/cartaalamauta/2016/01/26/otegi-inhabilitado/243