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Entrevista con Tayser Farahat, Viceministro de Asuntos Exteriores de Palestina

«Palestina es la levadura del conflicto en Oriente Medio»

Fuentes: Rebelión

De visita en Chile el Viceministro de Asuntos Exteriores de Palestina, Tayser Farahat, acompañado de la Directora de las Américas y el Caribe, Hanan Jarar, participaron a inicios del mes de mayo del 2017 en la II Reunión de Consultas Políticas Chile-Palestina con autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno chileno, encabezado por su […]

De visita en Chile el Viceministro de Asuntos Exteriores de Palestina, Tayser Farahat, acompañado de la Directora de las Américas y el Caribe, Hanan Jarar, participaron a inicios del mes de mayo del 2017 en la II Reunión de Consultas Políticas Chile-Palestina con autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno chileno, encabezado por su subsecretario Edgardo Riveros.

La visita del vicecanciller palestino se da tres años después de la Primera reunión de Consultas políticas Chile-Palestina, celebrada en junio del año 2014 en la ciudad de Ramallah en la Ribera occidental. Territorio palestino ocupado por la entidad sionista. En aquella ocasión la agenda del subsecretario de Relaciones Exteriores Edgardo Riveros que encabezó la delegación chilena, contempló una reunión con el ex Secretario General de la Organización de Liberación de Palestina, Yasser Abed Rabbo, como también un encuentro con el ministro de Relaciones Exteriores, Riyad al Maliki.

Encuentros, que en aquella ocasión sirvieron para analizar el estado de la relaciones bilaterales entre ambas naciones, la situación en la región de Oriente Medio y la puesta en práctica de una agencia de cooperación de Palestina, junto a las experiencias en materia de creación de pequeñas y medianas empresas y el intercambio de conocimientos, como también avanzar en materia de certificación y estándares de producción. En la reunión también se pudo constatar el interés de Palestina en conocer la experiencia chilena en el manejo de las pequeñas y medianas empresas – Pymes – y el intercambio de conocimientos en materia de certificación y estándares de producción.

Combinar todas las formas de lucha

En este mes de mayo del año 2017, la vuelta de mano en materia de visita, muestra el interés de la Autoridad Nacional Palestina – ANP – por estrechar los vínculos con Chile, teniendo en cuenta que la nación sudamericana cuenta con la mayor población de origen palestino fuera de Oriente Medio, signando con ello la impronta y el papel fundamental que ha desempeñado la colonia palestina en el desarrollo político, económico y cultural de Chile.

En un espacio de su apretada agenda el vicecanciller Farahat se refirió, en un encuentro con este cronista en un céntrico hotel de la capital chilena, a la actual situación que vive el pueblo palestino. Una conversación franca donde el diplomático palestino destacó el apoyo y la solidaridad que encontró en todos los niveles chilenos, con la causa del pueblo palestino, tanto con políticos como diplomáticos con los cuales estuvo reunido, esencialmente en la idea de dar sostén político al derecho a la autodeterminación de una sociedad sometida a la ocupación israelí.

No es casual entonces que el objetivo de las autoridades palestinas sea estrechar aún más estos lazos y sumar a Chile al concierto de naciones, que no sólo han reconocido a Palestina como un Estado, sino que también se camine hacia una conducta de los gobiernos chilenos, en la arena internacional, en organismos como la ONU o aquellos regionales, que defienda a ultranza derecho a la autodeterminación palestina y la condena de los crímenes cometidos por la entidad sionista en su papel de ocupante de un territorio que no le pertenece. Visitas y conversaciones que se enmarcan en la confirmación de lo estéril, tras casi un cuarto de siglo, de los Acuerdos de Oslo que constatan, fehacientemente, que aquellas negociaciones han significado, lisa y llanamente, un retroceso en las aspiraciones de autodeterminación del pueblo palestino.

Estos 24 años desde la firma de los Acuerdos de Oslo han mostrado la consolidación de una política de apartheid, la construcción de más y más asentamientos en la Ribera occidental, que hacen imposible, en la práctica, lograr la conformación de Estado palestino. Pues ¿quién va a obligar a la entidad sionista a sacar a 650 mil colonos considerados los más extremistas dentro de la ideología sionista: estadounidenses, argentinos, franceses, rusos, ingleses, entre otras nacionalidades que han viajado desde sus países para ser parte de una política de saqueo y apropiación ilegal y criminal? Israel ha conseguido con el engaño de Oslo, simplemente concretar un sistema de apartheid tanto o más criminal que el desaparecido sistema de segregación sudafricano. El Vicecanciller Farahat nos recuerda que según las resoluciones Nº 478 y Nº 2334 – esta última de diciembre del año 2016 – del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, las anexiones territoriales sionistas carecen de todo valor legal y los asentamientos en Jerusalén Este son una «flagrante violación del derecho internacional».

Sostengo, ante el diplomático palestino, que en lo «políticamente correcto» en que suelen transcurrir las reuniones diplomáticas las avanzadas políticas de Palestina deben intensificar, como eje de su política exterior la condena al sionismo. Como una forma de seguir visibilizando la política colonialista llevada a cabo por Israel en los territorios del West Bank, la judaización de Al Quds, la continuación en la construcción de un Muro que sobrepasa ya los 700 kilómetros que se adentra en los pueblos, aldeas y ciudades palestinas, cercenando tierras de cultivos, separando familias, confirmando la creación de un sistema de apartheid. Sumando a ello el incremento de los asentamientos con colonos – principalmente judíos de origen estadounidense – que ya sobrepasan los 650 mil en tierras cisjordanas, quebrantando la legislación internacional y generando una situación de hecho que impedirá la conformación de un estado palestino independiente, incluso en las fronteras anteriores al conflicto del año 1967.

Es en este marco, respecto a la actual situación palestina, el que permite entender las palabras pronunciadas por Tayser Farahat para dar cuenta que «no aceptar la solución a un conflicto que se extiende ya por 70 años es acrecentar los conflictos. Tener paz en Palestina es un tremendo catalizador para la paz en la región y permite enfrentar al sionismo y su estrategia de expansión en toda la región». Pero ¿cómo tener paz con un vecino tan belicoso y que considera a los palestinos como seres humanos de segunda categoría?

Para Farahat, el avanzar hacia la autodeterminación es parte de esa búsqueda de la paz, que debe sumar, necesariamente, no sólo a los países de la región, sino también a las grandes potencias y los organismos internacionales. Para ello, según Farahat, este año 2017 tiene una enorme carga simbólica pues, no sólo se conmemoran los 100 años de la nefasta Declaración Balfour, sino también los 70 años de la resolución Nº 181 del 27 de noviembre del año 1947 que catalizaría la partición de Palestina, dando origen a la Nakba y con ello la creación de la artificial entidad sionista como proyecto colonial de potencias como Gran Bretaña. Súmenos la conmemoración de los 50 años de la guerra del año 1967 que marcaría la ocupación de la Franja de Gaza, la Ribera Occidental, Al Quds Este y los Altos del Golán. Y una década del bloqueo contra la Franja de Gaza impulsada por una entidad sionista decidida a mantener cautivo, en la cárcel abierta más grande del mundo a 2 millones de gazetíes y otros tres millones en la Ribera Occidental.

Con las palabras del alto funcionario de la ANP, se constata que Palestina, no sólo es el centro de la política del Eje de la Resistencia contra el dominio y la ocupación sionista, sino también, que la solución del contencioso que tiene a la entidad israelí como actor principal en su agresión contra el pueblo palestino, permitiría pensar en un Oriente Medio más estable y con la posibilidad de destinar sus esfuerzos y riquezas al bienestar de sus pueblos y no a luchas de defensa frente a las agresiones terroristas del takfirismo auspiciado por la Casa al Saud, contra el sionismo y su alianza con el imperialismo encabezado por Estados Unidos.

En la medida que el fermento de la rebelión palestina por sus derechos se incrementa, así mismo el despertar por la defensa de la dignidad, los derechos y la soberanía – principalmente de los pueblos árabes del Magreb y Oriente Medio – genera solidaridad, apoyo y se cataliza el objetivo, no sólo de conseguir la ansiada autodeterminación del pueblo palestino, sino que permite centrar como los verdaderos enemigos de los pueblos a quienes se han dedicado a dividir al mundo árabe y la comunidad del islam: el sionismo y su alianza con la extremista doctrina política-religiosa del wahabismo y sus avales occidentales.

Para el vicecanciller palestino su visita a Chile es parte de la labor esencial de la diplomacia palestina, a pesar de las enormes presiones que el sionismo suele generar cuando la diplomacia palestina se mueve alrededor del mundo y que los hace actuar generalmente en forma reactiva, tratando de desmentir todo aquello que se realiza para condenar al régimen israelí. Esto, pues sienten que la impunidad frente a los crímenes cometidos puede durar eternamente y se requiere mover los hilos del lobby sionista ya sea en estados unidos, Londres o París. Por ello, nos señala Farahat es indispensable que el mensaje palestino llegue a todos los rincones del mundo.

En ese plano la campaña que se lleva a cabo para obligar a Israel el cumplimiento de sus obligaciones internacionales a través de la campaña del BDS – Boicot, Desinversión y sanciones – es fundamental «sobre todo porque se trata de una campaña pacífica donde Israel no puede argumentar el uso de la violencia u otros llamados, que suelen justificar sus crímenes». El BDS es un emplazamiento a la conciencia de la humanidad, para apoyar con el fin del apartheid israelí y la propia reacción del gobierno de Netanyahu y las declaraciones extremadamente virulentas e incluso la prohibición para que defensores de este iniciativa ingresen a Palestina, son muestra del enorme temor que Israel le tiene a la movilización de las sociedades que ven con horror la conducta colonial de sus gobiernos y el silencio cómplice de aquellos que no condenan el sionismo.

El Vicecanciller palestino reconoce que «no sólo es importante batallar contra el sionismo y su política de ocupación de nuestras tierras, sino también superar nuestras propias dificultades y fragmentación política» dando cuenta con ello a las dificultades entre las principales organizaciones políticas palestinas: Al Fatah, la principal organización política de la OLP en la Ribera Occidental y el Movimiento Hamas que ejerce su administración en la Franja de Gaza. «La división que tenemos por más de una década lógicamente afecta la manera en que enfrentamos a Israel. Estamos en conversaciones con las otras fuerzas políticas palestinas, para avanzar hacia un camino unidad pues estamos convencidos que enfrentar al sionismo en distintos frentes es un error. Nuestros objetivos son claros: acabar con el sionismo y terminar con la división entre los palestinos que no ofrece una buena cara al mundo y sólo prolonga un dominio que debe ser combatido en forma mancomunada».

El sionismo y su falsa democracia

El Vicecanciller Farahat reconoce las enormes dificultades que afrontan a la hora de plantar cara «a un sionismo duro, intransigente, colonialista, violatorio de los derechos humanos del pueblo palestino. Una ideología que impregna la forma que la entidad israelí se relaciona con los países de la región, bajo el argumento falaz que son «la única democracia de Oriente Medio» Su declaración permite interrogarse. ¿Qué democracia es aquella que construye un muro que separa a los habitantes de la Ribera occidental? ¿Qué democracia es aquella que tiene 7 mil presos palestinos en cárceles? Según la denominada Asociación de derechos Humanos y Defensa de los Presos – Addameer – que defiende a los secuestrados palestinos en las cárceles del sionismo, desde que los gobiernos cívico-militares israelíes iniciaron la ocupación de los territorios de la Franja de Gaza y la Ribera Occidental más de 800 mil palestinos han pasado por las cárceles de la «mayor democracia de Oriente Medio».

Para Farahat resulta evidente que esa no es una democracia pues «¿de qué democracia se puede vanagloriar una sociedad como la israelí, con su política de apartheid, check points, destrucción de aldeas, demolición de viviendas, apropiarse del agua e incluso negar el derecho a mostrar nuestras riquezas culturales e históricas a través de restricciones al turismo palestino?» Resulta evidente que el trabajo de Farahat y de todos aquellos políticos y diplomáticos palestinos debe ir encauzado a la condena diaria de este remedo de democracia, de esta ficción nacida al alero de los deseos de las potencias occidentales el año 1948.

La labor de la ANP, Hamas o cualquier que se arrogue la representación de la sociedad palestina debe develar que el sionismo ha decidido que la ocupación y el colonialismo serán permanentes en los territorios palestinos, como ya lo han hecho en la Palestina histórica. Israel y su clase política y parte importante de una sociedad cómplice de los crímenes de su clase dominante, han descartado la opción de un Estado para Palestina, que sea soberano, independiente. El pensar que cierta autonomía otorgada a partir de Acuerdos estériles y violados una y otra vez y que sólo sirve para la hasbara sionista es la solución, lo lleva simplemente a ser cómplice del más brutal y sanguinario régimen colonialista, racista y criminal que conoce nuestra historia moderna. No hay otra opción que condenar y batallar contra el sionismo, ya sea en Oriente Medio como en cada instancia política y diplomática en que se juegue la opción por la libertad del pueblo palestino.

La conversación con el vicecanciller palestino terminó con el deseo de reencontrarnos en un Al Quds libre y soberano, como la capital de una Palestina con plena autodeterminación y con una sociedad palestina unida tras estos objetivos. Nos despedimos recodando que entre los 7 mil presos palestinos – de los cuales cerca de dos mil se encuentran realizando una huelga de hambre – se encuentran 300 menores de 16 años y aunque que Israel figura entre los 191 firmantes de la Convención de los Derechos de la Infancia, vigente desde 1990, los hechos demuestran la clara violación al cumplimiento de la norma.

La Convención señala que «la detención, encarcelamiento o prisión de un niño se llevará a cabo de conformidad con la ley y se utilizará tan sólo como medida de último recurso y durante el período más breve que proceda». Para el sionismo eso es letra muerta, como lo es el respeto a la vida de niños que son asesinados cotidianamente bajo los más falaces argumentos. Como sucedió un día después de este encuentro con el Vicecanciller Farahat , el domingo 7 de mayo, cuando fuerzas de ocupación dispararon a la cabeza de Fatima Hajiji, de 16 años, residente de la aldea de Qarawat Bani Zeid, en el norte de Ramallah, en la ocupada Ribera Occidental.

A la par de eliminar a la juventud palestina, que es intentar eliminar el futuro de Palestina en una política genocida, se está tratando de borrar la historia y cultura del pueblo palestino. La dictadura cívico-militar israelí, en esta dirección, ha sancionado una medida que nos recuerda las leyes del nacionalsocialismo. Efectiva mente, el pasado domingo 7 de mayo el gabinete del régimen israelí aprobó, por unanimidad, un proyecto de ley que elimina el árabe como lengua oficial en los territorios palestinos ocupados. Esto bajo el amparo de la ley de nacionalidad israelí que define a la entidad sionista como «Un Estado nacional para los Judíos» borrando el árabe como lengua oficial.

El impulsor de este proyecto, el diputado del Partido Extremista Likud, Avi Ditcher, señaló que con esta medida Israel exige a «todos su enemigos» que lo reconozcan como el estado del pueblo judío. Asimismo, el ministerio de justicia israelí redactará su propia versión dentro de 60 días y ambos proyectos se combinarán. Una ley que acerca a esta entidad ficticia, nacida a costa de los derechos del pueblo palestino a la cierta denominación de un régimen nacionalsionista.

A regímenes como el de Israel se les debe eliminar con el concurso de todos, en una política que combine todas las formas de lucha, desde las visitas diplomáticas, encuentros entre gobiernos, hasta campañas de boicot, desinversión y sanciones contra el ocupante. Sin descuidar, por supuesto la legítima defensa armada ante quienes han usurpado las tierras palestinas desde hace 70 años ya. Esto requiere el concurso del Eje de la Resistencia que debe extremar sus esfuerzos en apoyo del pueblo palestino. Este es un deber legal, una exigencia moral y una necesidad para un Oriente Medio que necesita vivir sin ideologías criminales como el sionismo y el wahabismo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.