La poeta y novelista feminista Heba Abu Nada murió asesinada tras un reciente bombardeo israelí en Gaza. Ella, como miles de palestinos, es víctima del genocidio que se lleva a cabo contra su pueblo, y que en las últimas semanas se ha incrementado, al grado que ya nadie que desee ver la verdad puede negar la atrocidad sionista que se comete con un grado de inhumanidad sólo visto en el propio Holocausto judío, algo que va más allá de la tragedia, y que se puede insertar a través de los análisis psicoanalíticos en lo que Sigmund Freud llamara “economía masoquista del inconsciente”.
La campaña de exterminio acrecentada por el sionismo israelí con el apoyo del imperialismo estadounidense, la Unión Europea y la OTAN, es la materialización de los deseos de opresión cultivados en el seno de la falsa premisa del “pueblo elegido” que tanto ha usado Israel como “justificante” de su violencia sistemática desde hace décadas contra Palestina, una premisa ya utilizada por los Estados Unidos en diversos momentos de su historia, donde se ha auto erigido como el “salvador” para encubrir sus actos de barbarie.
El propio Freud, quien si bien se reconoció como judío, manifestó en diversos momentos sus dudas y rechazo al proyecto sionista, tanto en su última obra “Moisés y el monoteísmo”, como a través de su vasta correspondencia. Y, justamente, en una de sus cartas, del 26 de febrero de 1930, que le escribió a Chaim Koffler, miembro de la Fundación para la Reinstalación de judíos en Palestina, manifiesta su inconformidad ante el proyecto sionista de despojo territorial que ya desde entonces se proyectaba. Esta carta fue censurada y permaneció décadas oculta. En ella Freud escribe como respuesta a una invitación a participar a favor de las intensiones sionistas: “el fanatismo poco realista de nuestros compatriotas (judíos) tiene su parte de responsabilidad en el despertar del recelo de los árabes. No puedo sentir la menor simpatía por una piedad mal interpretada que hace de un trozo de muro de Herodes una reliquia nacional y, a causa de ella, desafía los sentimientos de los habitantes de la región”. La opinión del padre del psicoanálisis era también una advertencia de lo que se vive en Medio Oriente, ya que ese fanatismo ha llevado al desarrollo por parte de Israel, del genocidio que hoy con indignación repudiamos.
El asesinato de Heba Abu Nada es uno de tantos crímenes que no pueden ser silenciados, mucho menos por quienes de una u otra forma hacemos de las letras nuestro oficio. Y es que sus últimos escritos dejan ver ese sentimiento de asedio que sienten quienes viven bajo la opresión. El incremento de la violencia sionista sacudió en lo profundo a la poeta palestina, quien escribió el sábado 21 de octubre: “Si morimos, sepan que estamos satisfechos y firmes, y digan al mundo, en nuestro nombre, que somos personas justas/del lado de la verdad”. Sus palabras de dignidad se conjugan con su poema final –una especie de despedida-, plasmado en la misma fecha, un poco antes de ser asesinada, su verso dice: “La noche en la ciudad es oscura / excepto por el brillo de los misiles / silenciosa, / excepto por el sonido del bombardeo / aterradora, / excepto por la promesa tranquilizadora de la oración / negra, / excepto por la luz de los mártires. / Buenas noches”. Sus letras quedan como consciencia y testimonio de la grandeza de la vida y del horror genocida.
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