Entre el 11 y el 12 de enero, Estados Unidos en unión con Australia, Bahrein, Canadá y Países Bajos llevaron a cabo en Yemen una ofensiva a gran escala contra objetivos hutíes; la noche del 12 al 13 de enero atacaron de nuevo. Previamente, los rebeldes yemeníes bloquearon a Israel con sus ataques a los barcos que llevan suministros a ese país por el estrecho de Bab el Mandeb, vía estratégica que conecta el golfo de Adén con el mar Rojo y puerta de entrada al canal de Suez. El movimiento hutí recalcó que no detendrá sus operaciones en dicho estrecho hasta que comience la libre entrega de ayuda humanitaria a los palestinos de Gaza.
La gran mayoría de países del mundo instan a Israel y Hamás a pactar un alto al fuego, además de abogar por una solución de dos Estados, aprobada por la ONU en 1947, como la única vía posible para lograr una paz duradera en la región.
Pese a lo cual, el Presidente Biden ordenó bombardear objetivos militares de los hutíes, “porque ponen en peligro la libertad de navegación en el mar Rojo, una de las vías marítimas más vitales del mundo. Que estos ataques respetan el derecho internacional y la Carta de la ONU”. Sin embargo, al no haber una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que autorice este tipo de acción militar, y, más bien, existir un llamado a fortalecer el embargo de armas a las diferentes facciones yemenitas, EEUU y sus aliados, con la operación antedicha, expanden el conflicto de Gaza con la intención visible de que Irán se involucre directamente en la guerra, para borrarlo del planeta, tal como proclaman en EEUU e Israel sus enemigos.
Rusia, Irán, Turquía, Cuba, Venezuela y muchos países árabes acusaron a la coalición de violar el derecho internacional y la soberanía de Yemen. Además, en numerosas ocasiones, los países árabes y musulmanes advirtieron a Estados Unidos que el apoyo incondicional al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, por su operación militar en la Franja de Gaza, llevaría a la expansión del conflicto a toda la región.
La negativa de varios países europeos a unirse a los ataques puso de manifiesto las divisiones en Occidente sobre cómo abordar la situación, pues mientras los participantes dieron apoyo logístico y de inteligencia, Alemania, Dinamarca, Nueva Zelanda y Corea del Sur solo firmaron una declaración conjunta que justificaba la agresión; en cambio, Italia, Francia y España se manifestaron, por diferentes razones, en favor de un enfoque más tranquilo de la política en la región.
Hezbolá calificó el acto de estúpido y advirtió que el mar Rojo se convertirá en un campo de batalla, pues Yemen no se va a retirar después del ataque. Pese a que EEUU dice no querer que la guerra se extienda, con este acto la extendió. “Los anglosajones no saben en qué se han metido”. Amir Saeid Iravani, representante de Irán en la ONU, señaló que el ataque equivale a una declaración de guerra al pueblo yemení y evidencia que Israel logró involucrar a EEUU en este conflicto regional.
El general iraní Rezaei, jefe del Consejo Supremo de Coordinación Económica, escribió: “El ataque estadounidense-británico contra Yemen es un intento desesperado de una persona ahogándose que busca escapar del pantano de la guerra que lanzó en Gaza. EEUU se ahogará en el mar Rojo como el Faraón se ahogó en el Nilo”.
Recep Erdogan, presidente de Turquía, expresó: “Están ansiosos por convertir el mar Rojo en un mar de sangre. Se trata de un uso desproporcionado de la fuerza” y agregó que los hutíes están haciendo una defensa exitosa contra los ataques impulsados por Washington y Londres.
Los yemeníes no se quedarán con los brazos cruzados y su respuesta no se limitará al mar Rojo, desde ahora todas las bases de EEUU en el golfo Pérsico y el Cuerno de África se convierten en objetivos de cualquier represalia. Según Muhamad Buheyti, miembro del directorio político del movimiento Ansarolá, los yemeníes consideran que el bombardeo a su país es injustificado, es un intento de quebrar y golpear a todos los que defienden al pueblo palestino, porque “no atacamos ningún barco mercante de ningún país, excepto los relacionados con Israel. Nuestra operación en el mar Rojo no fue en contra de las normas de ética, aunque estemos en un estado de confrontación directa con Israel. La decisión estadounidense y británica no benefició ni a británicos ni a estadounidenses, fue una decisión equivocada. Además, no forma parte de la visión estratégica de esos países, sino que es una forma de satisfacer los caprichos electorales de Biden y Sunak, que nunca se dieron cuenta de la esencia de esta guerra, cuyo valor moral es mucho mayor que sus éxitos en el campo de batalla. (…) Ni Washington ni Londres han aprendido de su experiencia anterior en Yemen. Cometieron un error. Se arrepintieron de habernos atacado antes; se arrepentirán ahora. Les queremos asegurar que la guerra contra Israel continuará. No permitiremos que utilicen el mar Rojo y, a su vez, EEUU y el Reino Unido sufrirán grandes pérdidas. Yemen vencerá y estamos dispuestos a enfrentarnos a EEUU y al Reino Unido directamente, que luchar indirectamente contra sus vasallos en la región”.
Por otra parte, Volker Turk, alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, expresó que se requiere una investigación internacional de las violaciones de los derechos humanos en el marco de la ofensiva que está llevando a cabo el Ejército israelí en los territorios palestinos.
Martin Griffiths, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios y coordinador del Socorro de Emergencia de la ONU, denunció que, como consecuencia de los incesantes bombardeos que realizan las fuerzas israelíes, “Gaza se ha convertido en un lugar de muerte y desesperación. Simplemente se ha vuelto inhabitable. Su gente es testigo de amenazas diarias a su propia existencia mientras el mundo observa. Son los menores los más afectados. No hay agua. No hay clases. Nada más que los aterradores sonidos de la guerra, día tras día. (…) La comunidad humanitaria se ha quedado con la misión imposible de apoyar a más de dos millones de personas, Gaza nos ha mostrado lo peor de la humanidad. Esta guerra nunca debería haber comenzado. Pero ya es hora de que termine”.
Philippe Lazzarini, comisionado general de la ONU para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo, manifestó: “Esta es mi tercera visita al lugar desde el comienzo de la guerra. Y cada vez la situación empeora. Hoy Gaza ya no es un lugar habitable. Los habitantes de Gaza creen que sus vidas no son iguales a las vidas de los demás y tienen la sensación de que los derechos humanos y el derecho internacional humanitario no se aplican a ellos. (…) Estoy horrorizado por la campaña de difamación que tiene como objetivo a los palestinos y a quienes les brindan ayuda”.
Jason Lee, director de Save the Children para el territorio palestino ocupado, afirmó: “He visto médicos y enfermeras completamente abrumados cuando los niños llegan con heridas de explosión. El impacto de ver a niños con tanto dolor y no tener el equipo, los medicamentos para tratarlos o aliviar el dolor es demasiado, incluso para los profesionales experimentados. Incluso en una zona de guerra, las imágenes y los sonidos de un niño pequeño mutilado por las bombas no pueden conciliarse y mucho menos entenderse dentro de los límites de la humanidad. El sufrimiento de los niños en este conflicto es inimaginable y, más aún, porque es innecesario y completamente evitable. Este sufrimiento, el asesinato y la mutilación de niños se condena como una grave violación contra los niños y los perpetradores deben rendir cuentas”.
Es que no es para menos, según datos de UNICEF, en promedio, al día unos diez niños pierden una o ambas piernas desde que comenzó la ofensiva de Israel en respuesta a los ataques de Hamás del pasado 7 de octubre. Además, muchas de esas amputaciones se han realizado sin anestesia, según denuncia la organización Save.
¿Y por qué tanta crueldad? Porque los dirigentes de Israel, copia agrandada de los gobernantes del Tercer Reich, intentan eliminar de esta manera a los futuros combatientes palestinos. Por eso es tan elevado el número de niños asesinados, más que en ninguna otra guerra en la historia. Pero deberían recordar que esa estrategia mortal fracasó en la URSS. Precisamente, hace 81 años en las calles de Stalingrado se libraba la batalla que los nazis debían ganar, y con ello la guerra, pues eran militarmente superiores a los soviéticos, pero fueron derrotados por la URSS, que tenía la razón histórica. Hoy Israel tiene el ejército más poderoso del Medio Oriente y el apoyo de la administración Biden, pero no cuenta con la razón histórica, por eso Palestina, que sí la tiene, vencerá. Solo después será factible la creación del Estado de Palestina, con las fronteras de 1967 y su capital en Jerusalén Este, con lo que se cumplirá el acuerdo del 29 de noviembre de 1947, en el que la Asamblea General de la ONU estableció dos Estados, Palestina e Israel, resolución que no se ha cumplido, porque Israel sigue ocupando Palestina. Solo entonces habrá paz.
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