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Patrick O´Connor encarcelado en Palestina: Carta desde la cárcel de Maasiyahu

Fuentes: Rebelión

Recientemente, las autoridades israelíes han comenzado a endurecer cada vez más su política de persecución y detención de activistas internacionales relacionados con el ISM (Movimiento de Solidaridad Internacional con Palestina). El arresto e intento de deportación del activista irlandés Patrick O´Connor es el ejemplo más reciente de esta política. Los israelíes identifican como una amenaza […]

Recientemente, las autoridades israelíes han comenzado a endurecer cada vez más su política de persecución y detención de activistas internacionales relacionados con el ISM (Movimiento de Solidaridad Internacional con Palestina). El arresto e intento de deportación del activista irlandés Patrick O´Connor es el ejemplo más reciente de esta política. Los israelíes identifican como una amenaza contra su seguridad la resistencia no-violenta y el apoyo activo a los derechos de los palestinos que los activistas internacionales desarrollan y han adoptado como objetivo acabar con el ISM.

A lo largo de los tres últimos años, dos miembros del ISM, Rachel Corrie y Tom Hurndall han sido asesinados por el ejército israelí, casi una docena han sido heridos con arma de fuego mientras participaban en acciones de resistencia no-violenta, más de 100 activistas internacionales han sido arrestados en los territorios palestinos ocupados y 62 de ellos han sido finalmente deportados, entre ellos quien escribe estas líneas. Al mismo tiempo, el gobierno de Israel ha lanzado una campaña internacional de propaganda para falsear la realidad y tratar de relacionarnos con movimientos de resistencia armada.

A continuación se reproducen extractos del correo electrónico enviado el domingo día 30 de enero por Patrick O´Connor desde la cárcel de Maasiyahu en la ciudad de Ramle donde permanece actualmente detenido. Los interrogatorios a los que los agentes del Shin Bet someten a los activistas internacionales mantienen siempre la misma estructura y es interesante que sean de dominio público. Patrick O´Connor, norteamericano-irlandés de 41 años es uno de los activistas más completos e íntegros del ISM, ha estudiado en la Escuela de Diplomacia de la Universidad de Harvard, trabajado durante más de diez años en defensa de los derechos humanos en diversos países de varios continentes y siempre se ha caracterizado por su fuerte compromiso con los valores de la paz y la defensa de la infancia.  

«El lunes 24 de enero, agentes israelíes camuflados instalaron un punto de control móvil a la salida del pueblo de Biddu con la única intención de arrestarme. Los esfuerzos puestos en arrestar a un activista humanitario comprometido con los principios de la no-violencia demuestran las distorsionadas prioridades y la fijación que tienen con la oposición legítima a sus políticas. El antecedente de mi detención fue un acto pacífico: Israelíes, palestinos e internacionales se habían reunido con el objetivo de replantar olivos destruidos por los bulldozers del ejército para construir el Muro de Apartheid. Hace poco más un año, el pueblo de Biddu se movilizó contra la construcción del Muro y cinco de sus habitantes fueron asesinados. El pasado lunes pudimos comprobar cómo, pese a las decisiones en su contra de los tribunales internacionales e israelíes, el ejército pretendía comenzar de nuevo las obras del Muro robando más tierras al pueblo de Biddu

Las actividades del Lunes 24 de enero en Biddu demostraron que activistas israelíes de «Rabinos por la paz», «Anarquistas contra el muro» e internacionales del ISM han tejido una fuerte red de solidaridad en torno a este pueblo palestino. Se renovaron antiguas amistades y se crearon algunas nuevas. Entre los que participaban por primera vez de una acción de estas características se encontraba un grupo de estudiantes universitarios norteamericanos de origen judío en un viaje de estudios que nunca habían visitado previamente los territorios ocupados. Ni un solo soldado se dejó ver en toda la mañana.
 
Después de comer en Biddu, trece de nosotros nos montamos en un taxi colectivo para regresar a Jerusalén. A la salida del pueblo y ante el bloqueo de la carretera tuvimos que bajarnos de la furgoneta, caminar un rato y coger otra furgoneta. Tras unos cientos de metros, dos hombres vestidos de civil hicieron parar a la furgoneta y según ésta se detenía, uno de ellos se puso la gorra que les señalaba como agentes de policía israelíes. Se les unieron dos civiles más que mostraban abiertamente sus armas. Se llevaron todos nuestros pasaportes y mientras, nos apuntaban con sus M-16.

Tras un largo rato, uno de ellos se dirigió hacia mí asegurando que mi pasaporte era falso y me bajaron de la furgoneta asegurando que sólo pretendían comprobar la validez de mi pasaporte y afirmando que no estaba detenido. Tres hombres me agarraron y me introdujeron en un coche blanco sin ningún distintivo mientras me esposaban y me decían que ahora sí estaba detenido bajo la acusación de entrar al país con una identidad falsa. Fui trasladado a las dependencias de deportación del Aeropuerto de Tel Aviv.

Hace casi dos años, el gobierno de Israel ya me había declarado una «amenaza para la seguridad del Estado» por mi participación en actividades pacíficas contra la construcción del Muro de Apartheid y trató de impedirme volver a entrar en los Territorios Palestinos, afirmaban tener pruebas secretas contra mí que nadie nunca pudo examinar

En la mañana de del 25 de enero fui trasladado desde el Centro de detención del Aeropuerto Ben Gurion a la prisión Maasiyahu en la ciudad de Ramle. Fui encerrado en una celda con otros seis hombres en espera de deportación. Tras algunas horas la policía vino a buscarme y se me esposó de pies y manos para llevarme a una habitación donde dos hombres jóvenes vestidos de civil, con pelo corto y camisetas deportivas (típico atuendo del Shin Bet, los servicios de seguridad interna de Israel) me registraron y cachearon y con total detenimiento antes de sentarme en una mesa sin quitarme las esposas de los pies ni de las manos.

Comenzaron su interrogatorio preguntándome si sabía por qué el Shin Bet estaba interesado en el ISM. Mi respuesta fue que el Shin Bet se equivoca al centrarse en el ISM ya que éste se limita a desarrollar acciones de resistencia no-violenta y no deberían existir motivos para temerles. Tras algunas carcajadas su respuesta fue que nuestros amigos palestinos podía ser pacíficos de día, mientras estamos con ellos y violentos de noche. Y En ese momento mencionó dos incidentes sucedidos en el año 2003 y que han sido ampliamente manipulados por la propaganda israelí: el arresto en el apartamento del ISM en Jenín de una persona «buscada» por sus relaciones con la resistencia armada y dos suicidas británicos que nunca tuvieron ninguna relación con el ISM (para  más información sobre estos sucesos puede consultarse la sección FAQ de www.palsolidarity.org). Obviamente no tenían ningún interés en escuchar mis respuestas y pasó directamente a leer el dossier de mi apelación ante los tribu
 nales cuando en el año 2003 se me denegó la entrada al país. Allí se me acusaba de participar en manifestaciones violentas. Manifestaciones en las que la única violencia fue la utilizada por el ejército israelí para disolverlas.

Israel siempre se basa, para expulsar a los activistas internacionales, en evidencias secretas que afectan a la seguridad del Estado y que por tanto nunca pueden ser consultadas por los abogados defensores ni por el personal diplomático. Podría decirse que una vez que uno es detenido, la deportación es absolutamente inevitable.
 
Se me preguntó si alguna vez había llevado conmigo correspondencia para alguna de las personas «buscadas» por Israel, si les había ayudado a desplazarse o sí mi pasaporte había sido utilizado por alguno de ellos, si había lanzado piedras contra los soldados o si había recibido entrenamiento en el uso de las armas. Respondí con un indignado «no» e insistí en que era una activista no-violento a lo que respondieron «Quizás tú sí seas lo que dices ser, pero ¿puedes garantizar que tus compañeros lo sean?». Mi respuesta fue que todos los activistas del ISM están comprometidos con la acción no-violenta.

Se me preguntaron los nombres de los palestinos que colaboran con el ISM a lo que respondí asegurándoles que ellos sabían de sobra de quienes se trata y que no tenía ninguna intención de facilitarles información al respecto. Toda la información sobre las actividades y los miembros del ISM es pública. Se me preguntó también si me había reunido en alguna ocasión con Zakarías Zubeidi (líder de las Brigadas de Al Aqsa en Jenín). La figura de Zakarías Zubeidi es bastante conocida entre los activistas pro-palestinos debido al documental «Arna´s Children» que muestra la historia humana y personal de los jóvenes palestinos que se ven obligados a tomar las armas para defenderse de la ocupación israelí.

Hay cuestiones sobre las que realmente no me atreví a hablar durante mi interrogatorio. Todo lo relacionado con la violencia israelí, sus dobles raseros y su incumplimiento del Derecho Internacional. Los agentes del Shin Bet están en una posición de poder sobre mí mientras me encuentre en una prisión israelí y sé que manipularán y distorsionarán cualquier cosa que diga para culpabilizarme y perjudicar aún más la imagen del ISM. De todos modos, la diferencia de de poder y la amenaza de represalias que los activistas internacionales sufren no es nada comparada con aquella que sufren los palestinos que pasan por estos interrogatorios. Nosotros tenemos gobiernos que prevendrán que se cometan abusos con nosotros, podemos acceder a buenos abogados, grupos de apoyo y acceso a los medios de comunicación. Al mismo tiempo, nosotros seremos deportados y no tendremos que continuar viviendo, como los palestinos, bajo la ocupación militar israelí.
   
Una y otra vez vemos cómo la comunidad internacional declina proteger a los palestinos frente a los abusos israelíes, son encarcelados y torturados arbitrariamente, no tienen acceso a abogados a sus casas ni a sus tierras o trabajos. No tienen libertad de movimientos y sus familias son sometidas al mismo trato y reiterados castigos colectivos (invasión de ciudades, encierros, toques de queda).

Lo que más me molestó de mi interrogatorio por parte de los agentes del Shin Bet fue la seguridad que muestran en la certeza de la información que poseen. Las autoridades israelíes no sólo producen propaganda sobre la ocupación y los activistas internacionales sino que se la creen. La información de los servicios de «inteligencia» israelí es generada por una red de colaboradores e interrogatorios que sólo contribuye a aumentar aún más la corrupción moral que ya supone la ocupación militar. Etiquetan a todos los palestinos como «terroristas» y todos los que les ayudamos como «colaboradores de los terroristas». Esto provoca una distorsión inmensa en las percepciones externas sobre la sociedad palestina que nunca son completadas con la vivencia de la vida real en los territorios ocupados.

Los israelíes y todos aquellos que se creen su propaganda nunca entenderán que los  palestinos son un pueblo como cualquier otro, con sus derechos y legítimas aspiraciones. Los agentes del Shin Bet me llamaron ingenuo, pero los ingenuos son ello si creen que algún día comprenderán a la sociedad palestina desde su postura de dominación e injusticia. Y arrestándonos y deportándonos no conseguirán más que llamar cada vez más la atención sobre nuestras actividades y facilitando que nuevos activistas de todo el mundo viajen a los territorios ocupados para darle testimonio al mundo de lo que allí sucede y colaborar con los palestinos en sus acciones resistencia no-violenta a la ocupación israelí.»