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Pensamiento y acción, el legado del Che

Fuentes: Rebelión

La Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí rinde homenaje a Ernesto Guevara con el documental de Tristán Bauer, «Che un hombre nuevo»

En el mes que se cumple el 44 aniversario del asesinato de Ernesto Guevara en Bolivia, la Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí ha rendido homenaje al «guerrillero ejemplar» con la proyección del documental del director argentino, Tristán Bauer, «Che un hombre nuevo», estrenado hace un año en Argentina y Cuba tras otros 12 de arduo trabajo de investigación, sobre todo, en el Centro del Che en La Habana y en los archivos secretos del ejército boliviano.

El documental, que revela -entre otros materiales de gran valor- los documentos y cuadernos manuscritos que portaba el Che cuando fue capturado en Bolivia, invita a reflexionar sobre el legado del Che, es decir, sobre su vigencia. Más allá de su valor como hombre de acción (de hecho, el documental recorre todo el periplo revolucionario de Ernesto Guevara), Tristán Bauer pone el énfasis en el Che como pensador, como hombre que reflexiona y siente la necesidad compulsiva de plasmar por escrito sus ideas. Sus cuadernos aparecen atiborrados de notas hasta en los márgenes. Además, siente pasión por la poesía y una afición no menos intensa por la fotografía.

Como relata el documental, el Che pasa continuamente «del pensamiento a la acción, y de la acción a una nueva reflexión teórica». Suma, así, dos planos que en muchas ocasiones se presentan inconexos en la militancia: el activista enfebrecido que no se para a reflexionar sobre la estrategia que ha de orientar sus acciones; o el teórico enclaustrado en su torre de marfil con alergia a enfangarse en el lodo de la áspera realidad. Por el contrario, «el Che continúa reflexionando y escribiendo en medio de la dureza del combate», asegura el reportaje.

Por ejemplo, en Cuba, explica Tristán Bauer, «el Che desarrolla una acción revolucionaria que acompaña con el estudio profundo de los problemas que surgen de la práctica». En otras palabras, «su continua formación, su coherencia, el pensamiento al servicio de la acción y de la construcción de un mundo nuevo». La pulsión escritora de Ernesto Guevara no se limita, sin embargo, a la praxis política. Prueba de ello son el discurso literario y poético con el que expresa sus sentimientos, las cartas a su familia desde cualquier trinchera o la agudeza de su humor.

Merece rescatarse, y así lo hace el documental, la célebre epístola con la que el Che se despide de sus hijos: «Sean capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquier persona en cualquier lugar del mundo; es ésta la mayor virtud de un revolucionario». Y pide que le conserven en la memoria como una persona íntegra: «su padre ha sido una persona coherente que actúa como piensa y ha sido fiel a sus convicciones».

La síntesis entre pensamiento y acción, o razón y revolución, se aprecia en toda la biografía del Che Guevara. Por ejemplo, cuando en el fragor de la revolución cubana frente a la dictadura de Batista monta un hospital, una fábrica de armas, alfabetiza a las tropas y, al mismo tiempo, crea dos medios de propaganda para difundir las ideas revolucionarias: «El cubano libre» y «Radio Rebelde». Algunas de sus aseveraciones mantienen absoluta vigencia, aplicadas hoy a las guerras de Afganistán, Iraq o Libia: «Los fascistas y nazis -en referencia a los Estados Unidos- auspician los bombardeos sobre Cuba».

Otras reflexiones combinan sinceridad con invocaciones al sentido más profundo del alma humana: «La vanidad que llevamos dentro hizo que me sintiera el hombre más orgulloso del mundo» el día que Fidel Castro le nombró comandante. Y otras apelan al esfuerzo colectivo, mucho más efectivo que el voluntarismo (no el trabajo voluntario) militante: «Para ser revolucionario, hace falta tener revolución; de nada sirve el esfuerzo individual si se hace solo; es necesario que todo el pueblo se movilice», exclama el Che en el documental.

Tristán Bauer ensarta a lo largo de 110 minutos rodados en toda América Latina (sobre todo en Argentina, Cuba y Bolivia) fotografías, imágenes de época, contenido de diarios, cartas y cuadernos que concluyen en una obra que, en palabras del autor, pretende ser «muy contundente y respetuosa». En el fondo de la película está -según Bauer- «la conciencia de la función social que puede tener el cine». En ello tiene experiencia el director argentina, cuya vasta trayectoria incluye documentales y películas como «Después de la tormenta» (1991); «Cortazar» (1994); «Evita, la tumba sin paz» (1997); «Los libros y la noche» (2000) e «Iluminados por el fuego» (2005).

«Yo no tengo planes, sólo lo que determine el pueblo de Cuba», dice el Che Guevara a los periodistas tras la llegada triunfal a La Habana, con solo 30 años. Antes ha dirigido el asalto y el descarrilamiento en la localidad de Santa Clara del tren que, repleto de armamento, pretende surtir a las tropas de Batista, a las que fuerza a rendirse. Como siempre, pensamiento y acción. Y compromiso revolucionario. Tras la entrada victoriosa en La Habana, asume responsabilidades destacadas en el nuevo gobierno, en concreto, el Ministerio de Industria y la presidencia del Banco Nacional. El documental recoge toda la secuencia en un relato tan pausado como intenso.

La película brinda al espectador muchos momentos emotivos. Entre otros, la definición de comunismo que hace el Che -flexible y alejada de rigidez y dogmatismo- con la música al fondo de Carlos Puebla: «al comunismo lo hacen los pueblos, y estos lo hacen a su imagen y semejanza, en función de su estructura étnica, económica y social». También puntea los rasgos principales de la sociedad socialista: sin explotación del hombre por el hombre; con una distribución equitativa de los ingresos de la nación; y una producción en aumento para satisfacer las necesidades del pueblo. Podría ser esta una buena hoja de ruta para una izquierda hoy desnortada ante la crisis y la hegemonía neoliberal.

El pensamiento del Che es siempre de carácter crítico. Así, se pregunta por los problemas que genera la burocracia y penetra en sus causas; la raíz está «en la falta de motor interno de algunos funcionarios, del sentimiento de lo que están haciendo y de aquello que está en juego; es este un problema que debemos solucionar». Desde el «rigor científico» y la «máxima honestidad» critica asimismo el «dogmatismo de Stalin», que ha dado lugar a un «pragmatismo» que evolucionaba hacia fórmulas capitalistas. Lenin tampoco escapa a la crítica de Ernesto Guevara aunque, eso sí, realizada desde «el respeto y la admiración».

La carta de despedida de Fidel Castro, la experiencia en el Congo, el final en Bolivia, los discursos en Argel y ante Naciones Unidas, toda la biografía del revolucionario argentino-cubano aparece documentada en la película de Tristán Bauer. Con densidad de testimonios pero sin caer en la aridez descriptiva. En todo caso, sin incurrir en la agresividad de imágenes y música tan cara a la cinematografía norteamericana. Y con la palabra como ejemplo, más bien como vitaminas, para que el espectador comprometido continúe en la lucha: «El hombre del siglo XXI es el que hemos de crear; el presente es de lucha, el futuro es nuestro»; y «la revolución se hace a través del hombre, pero el hombre ha de forjar día a día su espíritu revolucionario».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.