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Resumen del Encuentro teórico-cultural Pensamos Cuba celebrado en Ciudad de La Habana, los días 12 y 13 de marzo

Pensamos Cuba: mejores maneras de estar juntos

Fuentes: La Ventana

La sección de Crítica e Investigación de la AHS, de Ciudad de La Habana, salió del closet los días 12 y 13 de marzo en el encuentro Pensamos Cuba. En la Sociedad Cultural «José Martí» se organizaron mesas de diálogo sobre los espacios de participación, el arte de la crítica, el audiovisual de los jóvenes […]

La sección de Crítica e Investigación de la AHS, de Ciudad de La Habana, salió del closet los días 12 y 13 de marzo en el encuentro Pensamos Cuba. En la Sociedad Cultural «José Martí» se organizaron mesas de diálogo sobre los espacios de participación, el arte de la crítica, el audiovisual de los jóvenes realizadores y el escritor ante la realidad social. Los panelistas, moderadores, revisteros, el grupo de teatro Cuerpo Adentro y el público asistente concertaron un diálogo de ideas complementarias o cruzadas, pero con una intención común: la sinceridad.

La Madriguera vibró con la hermandad de intérpretes del Hip-Hop y la Novísima Trova que compartieron escenario y reivindicaciones comunes. Un concierto intergeneracional e intergénero-musical sin precedentes transgredió los esquemas recreativos, con que usualmente se clausuran los eventos, para convertirse en un panel más, desde el cual también se pensó en, por y para Cuba.

Rimas contra la exclusión, la pobreza, el racismo, la dominación, la burocracia, el autoritarismo, la violencia, la desinformación, la miseria de valores humanos, la censura y la conformidad. Cantos a favor de la justicia, la igualdad, el respeto, la diversidad, la paz, la fe, el amor, la resistencia, la valentía, el compromiso y la participación se escucharon en las voces de Brebaje Man, Silvio Alejandro, Oscar Eduardo Sánchez, Eskuadrón Patriota, Inti Santana y Pedro Luis Ferrer.

Un público heterogéneo coreando y tarareando: «como seres humanos andamos con lo bueno y con lo mano», «atrévete a hablarle de frente a tu generación», «esta es la Cuba que no se vende», «cubano, asere, qué piensas hacer», «somos la raíz del cambio», «Cuba como un espejo, si repartimos parejo/ Cuba 100%, si primero los de adentro».

El cantautor Pedro Luis Ferrer confesó: «Me ha gustado ser parte de este espacio, no porque necesariamente esté de acuerdo con todos los criterios, sino por la transparencia con que han sido expuestos los sentimientos sobre la sociedad en que vivimos».

Hiram Hernández Castro, uno de los organizadores del evento, aseguró: «me siento satisfecho con los resultados de este punto de encuentro entre la reflexión y el arte, entre la crítica, la alegría de vivir y el pensar y hacer en esta Isla que deseamos mejorable cada día».

En el espacio que la lógica editorial nos permite intentamos reproducir parte del caudal de expresiones que marcaron aquellas jornadas. Cualquier reflexión sobre cómo los jóvenes, y los no tan jóvenes, pensamos Cuba responde a la libertad de interpretar que nos concedemos y reconocemos en quienes ahora leen.

¿PARTICIPAR DESDE LA PREGUNTA?

Dimitri Prieto (investigador): ¿Son los espacios de participación solidarios o excluyentes? ¿Cuáles serían, en ese sentido, nuestras propuestas?

Ovidio D’Angelo (investigador): Los espacios tradicionales en los que participamos se han rutinizado y burocratizado. Los jóvenes no los sienten como suyos y en ocasiones experimentan un sentimiento de exclusión, pues en ellos no pueden expresar sus inquietudes reales. Predomina un pensamiento anquilosado que trunca el diálogo intergeneracional, no en el sentido dulzón de la frase, sino como momento de asunción de los conflictos y canalización de los problemas.

Luis Emilio Aybar (estudiante): Los espacios alternativos que están surgiendo contribuyen a una cultura del debate y de alguna manera forman ciudadanía. Sin embargo, se quedan en una esfera determinada de la sociedad -más bien en la intelectualidad- donde hay más libertad, pero no están presentes todos los sectores sociales. Por otra parte, los espacios de debate no son un fin en sí mismos, sino un medio para llegar a la acción. Propongo superar el intelectualismo en los espacios de participación con la asistencia de públicos diversos y el encuentro entre distintos sectores.

Isbel Díaz (activista ecológico): El proyecto Guardabosques procura el activismo ecológico en la ciudad y, aunque surgió de manera espontánea, dialoga con las instituciones y trata de involucrar tanto a las entidades responsables del cuidado del medio ambiente, como a los actores comunitarios. Sin embargo, ¿en estos proyectos está participando realmente el sujeto popular? Por ejemplo, aquí en esta misma sesión ¿dónde está ese sujeto? Estos espacios que construimos -deliberativos, de reflexión- son un poco excluyentes en sí mismos, en su propio diseño.

Ariel Dacal (educador popular): Primero destacar tres aspectos para caracterizar la participación: querer, poder y saber participar para administrar colectivamente nuestra libertad.

«La propuesta del Centro Memorial Martín Luther King es formativa de una participación organizada, consciente y crítica del sujeto popular. Partimos de la idea de que las personas tienen capacidad para auto-organizarse, auto-gobernarse, definir sus identidades y convertirse en sujetos de la actividad política. Aspiramos a una participación horizontal, de construcción colectiva de saberes, de responsabilidad social. Por ejemplo, ahora en este encuentro, ¿quién define las preguntas? Nos invitan a que hablemos, pero ¿a cuántos nos invitaron a que organizáramos metodológicamente el debate? ¿No hubiera sido más viable hacer las preguntas a todos y a todas y a partir de ahí reflexionar juntos y levantar una idea, un sentido común respecto a estos asuntos que estamos tratando? Así tendríamos un saber sistematizado y que cierre dialogando en igualdad de condiciones».

Luis Mariano de la Torre (médico): Independientemente de los diferentes tipos de participación que puedan existir, cuando ésta no repercute en la toma de decisiones no es real ni efectiva. Para cambiar y transformar algo hay que tener poder. Yo creo que algo inteligente sería retomar la FEU, la UJC, la AHS y desde sus bases batallar para que respondan a los intereses de quienes las constituyen.

Susset (estudiante): En los procesos que he vivido he aprendido que uno tiene que dar, entregar, morir y volver a nacer para lograr algo. Todos los que hemos participado en proyectos chocamos con un tipo de poder que pretende comprar nuestra alma y eso hay que cambiarlo.

Antonio González-Rodiles (físico): Lo más importante para participar es no tener miedo, ser capaz de cuestionar todo donde sea y sin distingos jerárquicos, pues con la participación de todos es que se construyen las verdades.

Alexander Correa (investigador): En el actual escenario, con un gigantesco volumen de decretos inutilizados, a veces se hace poco viable el ejercicio ciudadano. Es por eso que la implementación de este tipo de espacio de debate, en ocasiones estigmatizado, constituye una herramienta para llevar a vías de hecho una transformación social. No podemos abandonar la idea de buscar un respaldo constitucional para que los consensos generados en los espacios de participación se cristalicen en la ley.

Carmen María Gálvez (estudiante): Quería llamar la atención acerca de la transformación de la subjetividad. Nos enfrentamos a elementos arraigados en nuestra cultura como creencias imitadoras que son producidas inconscientemente. Me parece que sería bueno hacer un trabajo interdisciplinario en relación al tema de la participación, porque no podemos reproducir la idea de imposición y creernos que es la verdad, sino colegiar una verdad colectiva.

Juan Carlos Pañellas (estudiante): Hay que crear espacios de participación reflexivos; preguntarnos para qué estamos ahí. Espacios que entrenen y ayuden a las personas a buscar alternativas, a saber expresar lo que piensan. No podemos quedarnos en la frontera de la simple crítica.

LA CRÍTICA ES POLÍTICA

Jaime Gómez Triana (teatrólogo): ¿Cuáles son los paradigmas del arte y la literatura cubanos hoy, vistos desde la generación más joven? ¿Cuáles son los espacios de esa crítica y cómo esta dialoga con los movimientos artísticos?

Ariel Camejo (editor): Hay que definir primero qué actores conforman los espacios de crítica. Entre nuestros problemas está que la crítica tiende a adaptarse a las estructuras de poder preexistentes. Desde mi experiencia en la revista Dédalo pienso que se podría potenciar la participación de los creadores en la concepción de las revistas mismas, aunque no tengan una formación académica. En ocasiones nos encontramos ante un ejercicio de la crítica bastante narcisista, en detrimento de la intención constructiva, o bien se publican críticas complacientes. Al seguir perpetuando esta crítica tradicional, se obvia la interconexión cultural con el resto de la sociedad. Debemos explorar vías de comunicación para constituir consenso entre los creadores y la crítica especializada. El arte de la crítica es un acto político, en este caso de un fenómeno cultural determinado, y que lamentablemente deviene, en ocasiones, en un acto elitista y excluyente.

Piter Ortega (curador): Un curador es un crítico del más alto nivel. Voy a referirme a la curaduría en la que el curador tiene un papel protagónico: él piensa un tema y selecciona los artistas con quienes quiere trabajar en función de su tesis curadurial. De manera que los curadores hoy día están dirigiendo el discurso de la historia de las artes visuales, pues idean megaproyectos en los que los artistas trabajan por encargo. Son coautores del acto de creación.

«Cuando la curaduría se asume con seriedad no es colgar azarosamente dos cuadros en la pared, porque requiere de una investigación extensa. El curador cuenta una historia y en eso influyen hasta efectos psicológicos».

Hiram Hernández (profesor): Pensar críticamente es atreverse a hacerlo con cabeza propia para llegar a la mayoría de edad; es decir, constituirnos en ciudadanos. Me preocupa cuando el crítico asume como su función endiosar las labores de los artistas y el disfrute estético de un determinado público y olvida que, desde su profesión, mucho puede hacerse para procurar el pan y la libertad que todos necesitan para vivir. ¿En qué medida estamos socializando las armas de la crítica?

Yohaina Hernández (teatróloga): Existe cierta comodidad reflexiva en el discurso crítico. Nos hemos estancado en una mirada crítica tradicional de comparación de espectáculos a partir de artículos descriptivos y reseñas. Los críticos se concentran más en los elementos clásicos y formales, evaluativos del texto teatral, que en el cuestionamiento del porqué lo teatral y cómo lo articulan en relación a lo social. No me motiva este tipo de ejercicio, pues me seduce más constatar en escena otro tipo de relación del teatro con la realidad.

«El discurso crítico se inserta en un contexto de prácticas discursivas correspondientes a una época, un presente histórico, y en relación con los debates culturales, sociales y políticos. Es por eso que me interesa el tipo de escritura que hoy producen los jóvenes dramaturgos, más allá de su novedad o su trasgresión del lenguaje y la forma. Percibo que en los nuevos textos se comienzan a complejizar las maneras de pensar la teatralidad, la relación del autor con su obra, el contexto y las problemáticas cotidianas. La crítica artística es política. Somos producto y productores a la vez de un discurso, de un sistema de poder en el cual nos insertamos. En la medida que estemos conscientes de eso podremos ejercer una acción, tal vez no transformadora, pero sí más coherente».

CUBA EN EL JOVEN AUDIOVISUAL O ROMPECABEZAS CON FICHA FALTANTE

Danae Diéguez (investigadora): La cinematografía cubana ha estado durante mucho tiempo obsesionada con Cuba, tomándola como centro o referente fundamental sobre el que se ancla el discurso. Esto ha favorecido la preservación de una memoria documental sobre circunstancias, sujetos y conflictos que, de otra manera, se habrían olvidado. El debate que suscitan estas creaciones se ha integrado al panorama cultural cubano y ya no hay forma de parar esas producciones. Ahora bien, el audiovisual joven logrará ser más interesante en tanto genere discursos más universales y explore disímiles temáticas y elementos formales. Percibo la necesidad de crear obras más comprometidas con lo estético, lo cual me parece grato para la salud del nuevo audiovisual.

Gustavo Arcos (crítico de cine): La realización alternativa de audiovisuales no surge hasta finales de los 80, con la propia AHS. El acceso a las tecnologías conduce a que los jóvenes se organicen y gestionen los medios para producir un discurso desprejuiciado sobre la nación diferente al de sus padres, las instituciones y completamente fuera de las normas del lenguaje cinematográfico legitimadas por el poder.

«El acercamiento a problemas sociales, raciales y sexuales, a la miseria, el dogmatismo, la burocracia y otros temas, desde puntos de vista distintos a la oficialidad, condiciona que se etiqueten esos materiales como incorrectos, no se difundan y se obstaculice su exhibición. ¿Adónde van esos realizadores entonces a socializar sus creaciones?»

Alejandro Ramírez (cineasta): Mis obras no se desarrollan solo en Cuba y para mí no basta con encontrar y reflejar realidades, discursos y sujetos invisibilizados. Se trata más bien de mirarlos de forma crítica, cuestionadora y compleja, sin improvisaciones, para que nuestras obras impliquen un compromiso y me opongo a los criterios que niegan ese compromiso.

Sandra Gómez (cineasta): Aunque vivo fuera de Cuba hace varios años siempre regreso y lo hago también para hacer mi trabajo, cuyo valor lo aportan esos personajes que por lo general no tienen voz: un pescador, una costurera. Ellos se expresan, contradicen y complementan, creando una imagen diversa y plural de lo que somos.

Karel Ducasse (cineasta): El logo de este evento me puso a reflexionar en que efectivamente estamos ante un rompecabezas con una ficha faltante que siempre tenemos que buscar. Es así que debe pensarse y hacerse una sociedad. Esa imagen de proceso abierto a múltiples criterios me ha gustado mucho.

«Los jóvenes realizadores estamos tocando temas que los medios de comunicación masiva no problematizan lo suficiente. Por eso siento la necesidad, al igual que otros tantos, de visibilizar situaciones, personas y puntos de vista que vayan conformando un imaginario social».

Yasmín Portales (blogera): Existe una circulación underground de los audiovisuales presentados en la Muestra, mas percibo que algunos tienden a socializarse y otros no. ¿Qué opinan ustedes de estas vías de difusión alternativas y por qué creen que estén condicionadas sus tendencias?

Karel Ducasse: La piratería cultural es un fenómeno complejo. Yo trato de mover mis obras de diferentes maneras por el compromiso que asumo con ellas. Toco cuantas puertas tenga que tocar para que se vea lo que he hecho. Esa difusión clandestina de copia en copia, a pesar de afectar la calidad de la película, permite que una mayor cantidad de personas pueda acceder a ella y analizarla, polemizar, inquietarse.

Alejandro Ramírez: Nosotros propiciamos que nuestras obras pasen de mano en mano, pero esa no es la solución, pues hay lugares donde el acceso a la tecnología es mínimo y son escasos los medios particulares para reproducir esas tecnologías. Además, la circulación por los ámbitos privados muchas veces no genera una discusión colectiva.

Sandra Gómez: Existen proyectos culturales en las comunidades como OMNI, zona franca que convocan a la gente de sus barrios para proyectar nuestros documentales.

Gustavo Arcos: Acepto la piratería, pero sufro un dilema ético con las instituciones y, sobre todo, con los realizadores que emplean sus propios medios y recursos para producir estos filmes que, por estos caminos, pierden calidad.

«La censura crea un clímax enrarecido alrededor de una obra determinada y le otorga una dimensión que tal vez no posee, cuando lo que se necesita es responsabilidad e interés por las diversas inquietudes, discursos y puntos de vista.

«Repensemos el arte y los valores culturales. No los contaminemos con criterios obsoletos o esquemas de lo revolucionario que funcionaron en otra época. Las estructuras de poder deben atender el sentir de los jóvenes creadores para no permanecer ajenas a su mirada de la sociedad».

Reynier Valdés (cineasta): El cine es un arte que requiere recursos y tecnología costosa. En este punto estamos obviando la extracción social de la mayoría de los cineastas, quienes históricamente han pertenecido a la clase media y de ahí emanan muchas de las preocupaciones que vierten en sus producciones.

Ernesto Pérez (cineasta): Realizo mis obras motivado por un compromiso con la sociedad en la que vivo. No creo que la creación esté determinada por cuestiones genéticas, sexuales o de clase, sino por el ser político que cada uno de nosotros es.

Ailynn Torres (investigadora): En consecuencia con la responsabilidad de tener en cuenta a su país, cualquier producción, análisis o persona necesita proponer alternativas, además de recrear la realidad o polemizarla.

Yanara Mauri (cineasta): Estoy a favor de lograr un acabado estético en el audiovisual joven cubano, pero nos golpea la cuestión económica y de acceso desigual a la tecnología. Si dispongo de algunos medios, aunque no sean los adecuados, no veo porqué renunciar a expresar lo que pienso y que otros también lo hagan. Aunque esas condiciones no favorezcan e incluso empobrezcan la calidad estética y formal del discurso, para mí la elección más sincera es no quedarme en la inacción.

¿EL ESCRITOR ANTE LA REALIDAD O APAGAR LA LUZ DE EL MORRO?

Julio César Guanche (ensayista): ¿Qué idea de Cuba les ofrecieron o prometieron sus padres, la escuela y el discurso público cuando empezaron a tener alguna madurez intelectual? ¿Qué idea de país tienen para sí mismos; o sea, la vida que quieren vivir? ¿Cómo creen que se relacionan estas dos ideas?

Inti Santana (trovador): Mis padres me transmitieron durante mi infancia y adolescencia una noción completamente indiscutible de que éramos un país socialista a la vanguardia en América Latina. Crecí esperando el «futuro luminoso» y Cuba me parecía una nación realmente envidiable, con sus promesas de desarrollo justo. Estábamos confiados y conformes con ese Estado que nos daba lo que teníamos, pero esas ideas y circunstancias hoy, en alguna medida, han cambiado.

Dazra Novak (narradora): Mis padres me legaron un sentido de la responsabilidad que se correspondía con ciertas normas y deberes ser, decir y hacer. La escuela me exigía, con argumentos comparativos, obedecer, responder y agradecer: «Lo que estás viviendo hoy es lo máximo». El discurso político, por su parte, repetía que todos éramos iguales o «se van a acabar las desigualdades». Hasta que de pronto esas aseveraciones dejaron de ser verosímiles. Es por eso que mis personajes parecen no saber adónde van y tienen más preguntas que respuestas.

«Observo que los jóvenes narradores evaden la realidad, como si no quisieran mirar los problemas de frente. Quizás es una posición válida, pero yo veo también mucha autocensura y asoman recurrentes los «no voy a escribir esto para no marcarme». Sin embargo, también hay muchos que desean hacer cosas, salir adelante desde la Cuba que tenemos, siendo muy críticos con lo que hemos logrado y con los errores que hemos cometido. Eso para mí es algo positivo que no debemos desaprovechar».

Onaidy Gutiérrez (guionista): Mientras en la literatura se tiende a evadir la realidad, en el cine cubano pecamos por exceso de filmes politizados o que piensan mucho a Cuba desde lo político y no concentrados en lo estético. No veo lo estético divorciado de lo político, porque desconocería a Memorias del subdesarrollo o Suite Habana, películas arriesgadas formalmente y a la vez muy políticas. Mas a lo estético hay que prestar atención pues a través de él también puede surgir la resistencia, la diferencia, la inconformidad.

Danae Diéguez: La evasión es una manera de dialogar con la realidad desde otra perspectiva. Me cuestiono si el compromiso tiene que pasar por el referente obvio de la realidad política. ¿Acaso el aparente descompromiso no es una manera de resistir y de dialogar con la realidad, válida, necesaria y muy útil para la cultura cubana?

Julio César Guanche: Usualmente la política en cualquier lugar se entiende como un problema de especialistas: los que estudian política, los que hacen política, los dirigentes de la política, los cuadros de la política, en fin, los que están en el mundo técnico de la política. Sin embargo, la política trata sobre la vida humana. Todos tenemos derecho a hacer la política y esta se concibe en función de la libertad y la felicidad de los seres humanos. Por eso la experiencia que vive la gente es imprescindible para hacer política. Y lo que la gente desea, piensa y quiere como vida no es otra cosa que la materia misma de la política.

Dazra Novak: Yo desearía no tener que decir adiós. Ese es un dolor que sufrimos constantemente: la gente se va. Miras a tu alrededor y quienes estudiaron contigo viven ahora en otro país. Para que esto no suceda creo que la juventud necesita sentirse actor en la sociedad en que vive.

«Debemos hacer nuestras cositas que, aunque parezcan pequeñas, implican determinadas cuotas de poder; así es que usémoslas conscientemente. Creemos espacios de comunicación -este lo es- y pasemos de la teoría a la práctica, sin desligar una de la otra para que anden de la mano. Si te dedicas al audiovisual hazlo con sinceridad, y así en la literatura, la pintura, en la crítica social. Que individualmente propongas o no soluciones es otra cosa, pero el solo reflejar lo que sucede a tu alrededor incita a la gente a pensar y a hacerse preguntas distintas sobre qué y cómo hacer».

Inti Santana (trovador): Con tantas manifestaciones autoritarias urge cuestionarnos y discutir qué proyectos de país y socialismo queremos. Muchos de nuestros problemas debieran, por lo menos, debatirse; ignorándolos no llegaremos a ningún buen lugar. Pretender que todo parezca bien ordenadito puede costarnos tener que apagar la luz de El Morro.

Julio César Guanche: Decir que los jóvenes son el futuro, sin complejizar ese asunto, puede resultar peligroso; porque los jóvenes también son el presente y de ser ellos el futuro, entonces, los viejos no tendrían nada que decir en ese futuro. Una sociedad con cierta madurez aprovecha a jóvenes, medios tiempo y a los viejos.

«La comunicación no supone sumar palabras, sino comprender que existen imaginaciones y sentidos completamente distintos y que tenemos derecho a ser tratados de otra forma, pero también que otros tienen ese derecho».

Yasmín Portales (blogera): Me preocupa que en mi experiencia personal las palabras que uso y las que usan mis mayores son las mismas, pero no significan lo mismo. Negociar significados implica dar a la juventud la posibilidad de actuar en esta realidad sobre la que queremos debatir.

Inti Santana: Los diferentes sentidos de las palabras son también una contradicción que experimento, por ejemplo, con aquellas que significan quimeras para mí y para otras personas no. Uno de los retos que me planteo ahora mismo como creador es quitar ese velo de «algo sucio» que tiene la política. Bajo ese estigma podemos caer en la enajenación y vivir una «comodidad» acrítica.

Maikel Colón (investigador): Los jóvenes también debemos aprender a dialogar con lo que nos rodea, aunque nos gusten cosas particulares. El reguetón, por ejemplo, no me agrada, pero tendría que comprender por qué mueve a tantos jóvenes. El diálogo ha de reconocer la dinámica social en su conjunto para poder construirla de una mejor manera.

Hiram Hernández: No creo ni que «todo tiempo pasado fue mejor» ni en «el futuro luminoso», porque son eslóganes y la realidad es más compleja. La emigración de jóvenes se relaciona con los obstáculos que se les presentan para participar y crear realidades desde sus nuevos imaginarios, saberes y deseos. No podremos pedirles a los cubanos y cubanas del mañana ningún valor ciudadano que no seamos capaces de ejercer ahora mismo. Cuando escucho decir que «otro mundo es posible» quiero pensar que también se refiere a que otra Cuba es posible, que no se trata de irse para otro país, sino de pensar y hacer siempre un país distinto. La democracia que deseamos apunta a debatir y dialogar para efectivamente cambiar las normas y buscar mejores maneras de estar juntos.

Onaidy Gutiérrez: Que La Habana esté derrumbándose, tengan baches las calles y no podamos vestirnos como queremos me parecen cosas graves, pero lo que más me preocupa es que hemos perdido una parte de nuestra educación cívica.

«Por otra parte, estamos enfermos de homenajes. No abogo por romper con el pasado, porque mucha gente ha hecho cosas importantes, pero miramos todo el tiempo hacia atrás, y sería bueno enfocarnos también en el presente».

Julio César Guanche: Es injusto convertir a figuras como si fueran las únicas responsables de toda la historia o las portadoras de los proyectos de pasado y de futuro. Sí creo en el respeto a la vida humana y a lo que fue la vida de determinadas personas. Su independencia de opinión, autonomía y deseo de vivir en libertad es lo que realmente aprecio que debe servir para vivir otras vidas. De lo contrario solo se trataría de un homenaje vasallístico que francamente no puedo respetar.

Dazra Novak: Borrarlo todo y empezar de nuevo no funciona. La sociedad está moviéndose y creciendo constantemente a partir de circunstancias existentes. Nuestra experiencia de vida particular determina que tengamos opiniones diversas. La búsqueda de consensos debe partir de las diferencias para que a las personas les funcione lo que vamos a construir. Y si lo vamos a hacer para todos tiene que haber un espacio para cada uno de nosotros.

«¿CÓMO SE HACE PARA ENVIAR NUESTRAS COLABORACIONES?»

Fue la pregunta que una estudiante de psicología lanzó al joven panel de editores de las revistas Alma Mater, Dédalo, Upsalón y la web de la AHS. Reafirmación de la continuidad de la sección de crítica, reclamo del sujeto que quiere pensar y hacer con franqueza.

Fuente: http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=article&sid=5411