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Fue fundada el pasado 24 de febrero

Plataforma Nacional Palestina (PNP) para la Defensa de los Derechos Inalienables

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Jalil Sadaka

¿Qué transcendencia tendrá este anuncio en la larga lucha del pueblo palestino?

Con la asistencia de decenas de importantes personalidades palestinas y libanesas, el pasado 24 de febrero de 2010 en la capital libanesa, Beirut, se anunció en una rueda de prensa la creación de la Plataforma Nacional Palestina de Defensa de los Derechos Inalienables.

Una decena de personalidades palestinas forman la dirección de esta plataforma llamada, según los observadores, a jugar un importante papel de oposición popular a la ANP. Otras fuentes periodísticas hablan ya de la adhesión de más de setenta personalidades de dentro y fuera de los territorios palestinos. Entre los promotores de la plataforma destacan Bilal Al Hasan, Azmi Bishara, Munir Shafiq, Majed Alzir, etc.

En la rueda de prensa el único que tomó la palabra fue Bilal Al Hasan para destacar que el objetivo principal de esta iniciativa era crear una nueva cultura, sobre todo entre los jóvenes, basada en los derechos inalienables del pueblo palestino y para marcar las pautas de la lucha para la recuperación de estos derechos mediante la restauración de la unidad de la lucha popular árabe y palestina.

Defendió el papel central que debe jugar la OLP, una vez reformadas y restauradas sus instituciones, y la recuperación de la vigencia de la Carta Nacional Palestina.

Ofrecemos a continuación un resumen de los principios básicos que inspiraron esta iniciativa.

Este anuncio supone, en primer lugar, una nueva demostración del dinamismo del pueblo palestino, dinamismo que ha sido demostrado en repetido en ocasiones superando cada vez las dificultades que afrontó y sigue afrontado a lo largo de su trágica historia. Ante esas dificultades el pueblo palestino ingeniaba nuevos caminos que le permitían superar las dificultades y con ello consigue mantener siempre viva su Causa.

En 1964 el pueblo palestino tomó la iniciativa con la creación de la OLP, que se transformó con el tiempo en el liderazgo político del pueblo palestino en la diáspora.

En 1965 culminaron los esfuerzos de este pueblo para iniciar la lucha armada contra el ocupante sionista. A partir de ese año florecieron decenas de organizaciones políticas, con sus ramas militares, que asumían la responsabilidad de la lucha del pueblo palestino. Esta situación alumbró un nuevo logro, la toma de la OLP por las principales organizaciones de lucha (Al Fatah, el Frente Popular y Al Saaiqa).

En 1987, pocos años después de la invasión israelí del Líbano y la expulsión de los combatientes palestinos en este país, que ocurrió en 1982, en el marco del proyecto israelí en colaboración con la administración Reagan dirigido a acabar con la lucha armada palestina transfronteriza, estalló la primera Intifada. Una respuesta del pueblo palestino con un planteamiento innovador de la lucha de resistencia popular desde el interior. Coincide esta nueva fórmula de lucha con la creación de dos organizaciones de resistencia en el interior, Hamás y la Yihad Islámica.

En 1993, tras los Acuerdos de Oslo, el pueblo palestino no se resignó y anunció su adhesión inquebrantable al derecho del retorno, un planteamiento tan sencillo como eficaz contra la capitulación. De este modo el pueblo palestino destapó las maniobras de Israel y sus aliados que al rehuir el fondo de la cuestión y desgajar el problema dividían el frente de la resistencia. Quedaba claro que los partidarios palestinos de ese acuerdo no eran capaces de reafirmar este derecho inalienable en las negociaciones con Israel. Ese proceso liquidador de la Causa Palestina, ha alumbrado una nueva corriente palestina que apela al derecho del retorno, un movimiento incuestionable que nadie cuestiona salvo Israel.

A lo largo del periodo 1993- 2010 la resistencia árabe y palestina ha afrontado una nueva campaña orquestada por EE.UU. y sus aliados cuyo principal objetivo es criminaliza y desprestigiar la lucha armada contra la ocupación israelí y de paso romper cualquier atisbo de resistencia política contra el proyecto imperialista. Al tiempo que intentaban confundir al mundo mezclando la lucha del pueblo palestino contra la ocupación con el terrorismo y presionaban para integrar a Israel definitivamente en la región árabe por medio del denominado Nuevo Oriente Medio y otras fórmulas de integración regional.

Las negociaciones entre palestinos e israelíes a lo largo de los últimos veinte años han acabado en estrepitosos fracasos. Se ha demostrado que Israel no está interesado en la paz, que no acepta un Estado palestino independiente y soberano y tampoco está dispuesto a negociar el fondo de la cuestión, es decir, el derecho de retorno. La máxima «concesión» que Israel está dispuesto a negociar es el futuro de los territorios ocupados en 1967, negociación condicionada al mantenimiento de las colonias construidas ilegalmente en los territorios conquistados por la fuerza y la garantía del domino estratégico sobre el futuro Estado palestino.

El objetivo de Israel, apoyado por Occidente durante las negociaciones, se centraba en convencer a los palestinos para que aceptasen la existencia de Israel como un hecho consumado y acatasen los planes occidentales para el futuro de la región, por lo tanto los palestinos deberían cambiar sus planteamientos, renunciar a la resistencia contra la ocupación y dedicar todas sus energías a construir una democracia que desempeñe el papel de puente entre Israel y el mundo árabe.

Éste es el balance final de las negociaciones patrocinadas por Occidente; ante este pobre e ignominioso proceso era evidente que cundiría el rechazo palestino no sólo a la ocupación israelí, sino también a toda la política imperialista en la región que sólo tiene un objetivo, consolidar la posición hegemónica de Israel y facilitar su penetración en el mundo árabe.

El rechazo de las políticas neocoloniales se evidenciar mediante el rechazo de la viaja política imperialista en Palestina, y esto sólo es posible mediante la reivindicación de los derechos inalienables del pueblo palestino que han intentado y siguen intentando liquidar para fundar en su lugar el Estado de Israel. 

La promesa de de Balfour en 1917 de crear un hogar nacional para los judíos en Palestina fue el primer intento público y oficial para expoliar los derechos inalienables del pueblo palestino.

El Mandato Británico sobre Palestina en 1922 tenía el mismo objetivo, el cumplimiento de la promesa de Balfour. El Mandato fue el plan ejecutivo oficial para comenzar el derribo de los derechos nacionales del pueblo palestino.

El Plan de Partición de Palestina aprobado en 1947 sólo fue posible gracias a los preparativos del Mandato Británico para facilitar las olas migratorias de judíos a Palestina, su apropiación de Palestina mediante la confiscación de grandes extensiones del territorio palestino o creando las condiciones para ello; además el Mandato Británico posibilitó la creación de las fuerzas armadas sionistas como núcleo del ejército del hogar nacional judío fundado sobre los despojos del pueblo palestino.

Todos estos asuntos se soslayaron durante las inútiles y fracasadas negociaciones, según reconocen sus propios protagonistas. Las negociaciones se realizaban bajo un eufemismo (solucionar el problema palestino) obviando por completo las resoluciones internacionales que originaron la tragedia palestina.

Las negociaciones palestinas-israelíes al final se limitaban a la búsqueda del destino de Cisjordania, o mejor dicho, al reparto de este territorio. La promesa de crear un Estado palestino se convirtió en un panfleto que agitan los patrocinadores de las negociaciones para engañar, puesto que el Estado al que se refieren es un Estado totalmente viciado y sin contenido real.

A luz de todo este proceso y con el descubrimiento de la connivencia entre los patrocinadores de las negociaciones e Israel para encubrir el verdadero objetivo, que no es otro que liquidar la esencia de la «Cuestión Palestina», era lógico que renaciera de entre los escombros políticos acumulados durante largos años el tema de los derechos inalienables palestinos para recordárselos a todos los que los que los conocen bien aunque se empeñen en ignorarlos.  

Hay que decir con toda claridad que Cisjordania no es Palestina y que negociar el reparto del este territorio no es negociar la Cuestión Palestina, la cual comenzó a gestarse muchos años antes de la guerra de 1967, concretamente con la Promesa de Balfour, medio siglo antes, y con el comienzo del Mandato Británico y las medidas subsiguientes para preparar la creación del «hogar nacional judío» que culminó con la aprobación del Plan de Partición. Con base en estos hechos históricos y los irrenunciables derechos palestinos es posible crear el marco político palestino, árabe e internacional adecuado para solucionar «la Cuestión Palestina«. La amnesia o la omisión de la memoria histórica sólo conducen a profundizar las tragedias y sufrimientos. Veinte años de negociaciones infructuosas es la mejor lección para los que intentan dar carpetazo a los derechos legítimos palestinos que tienen que reconocer que es imposible el borrón y cuenta nueva.

Con base en todo lo anterior y con el fin de encauzar estos derechos nace la Plataforma Nacional Palestina (PNP) para la Defensa de los Derecho Inalienables:

Objetivos y mecanismo de acción

Esta Plataforma pretende:

Primero:

Implantar, transmitir e insistir en los derechos inalienables del pueblo palestino para que todos los tengan presentes, para que sean una constante en la conciencia de las nuevas generaciones palestinas que han crecido oyendo términos derivados de los acuerdos de Oslo como terrorismo, negociaciones, fronteras de 1967, intercambio de territorios, recursos hídricos, asentamientos, reparto de Jerusalén y, finalmente, rechazo del derecho del retorno.

De este lenguaje se han suprimido los fundamentos de la Cuestión Palestina y sus constantes. Pretendemos crear una nueva cultura basada en los derechos inalienables que debe prevalecer sobre cualquier otra cuestión para convertir estos derechos en una trinchera infranqueable ante cualquier futuro planteamiento político palestino que pueda ser formulado por las nuevas generaciones que tarde o temprano tomarán las riendas del poder en Palestina.

Segundo:

Queremos que todo el mundo sepa que existe una versión palestina de la historia de esta tierra cuyo eje principal son los derechos incuestionables, en contraposición con la versión sionista manipuladora, que tiene por objetivo tapar el crimen cometido contra el pueblo palestino.

Queremos que todos tengan presente el esfuerzo realizado por los sucesivos liderazgos palestinos a lo largo de historia para mantener y defender esta versión a partir de la cual construyeron su política y marcaron sus líneas de actuación en el campo de la resistencia armada o en el de las negociaciones, desde los tiempos del Mandato Británico. Esta versión palestina de la historia del conflicto se mantiene viva, se ha transmitido de generación en generación y está documentada en la Carta Nacional palestina de 1964 y posteriormente en la Carta definitiva aprobada en 1968. Sobre estas bases han nacido y crecido generaciones de mártires palestinos hasta los acuerdos de Oslo, cuando el sionismo impuso sus condiciones. La primera fue enmendar y derogar la Carta Nacional Palestina, un hecho que se consumó en una reunión colectiva celebrada en Gaza en 1998 en la que no estaba el Consejo Nacional Palestino -único organismo que tiene potestad para hacerlo- y a la que asistió el ex presidente estadounidense Bill Clinton.

Es un hecho sumamente grave en el que un pequeño grupo de palestinos y líderes políticos aceptaron suprimir la versión propia de la historia palestina y su tragedia. En consecuencia sólo permanecía la versión sionista de dicha historia.

Esta capitulación supuso un gravísimo retroceso para la Cuestión Palestina, puesto que la consecuencia lógica del reconocimiento palestino de la versión sionista de la historia del conflicto equivale a reconocer que los palestinos estaban equivocados cuando lucharon para conservar su patria y que los sionistas tenían razón para usurpar la tierra palestina y cuando «liberaron la tierra bíblica de la ocupación palestina».

Ante esta aberración histórica la Plataforma Nacional Palestina eleva la Carta Nacional Palestina a la categoría de un derecho inalienable, rechaza cualquier intento de enmendarla o derogarla, no porque sea una escritura sagrada, sino porque contiene nuestra versión de la historia y nuestra visión del futuro. Esto no admite revisión, porque ello cuestionaría la legitimidad de nuestra lucha, la única herencia colectiva transferible a las nuevas generaciones.

Tercero:

Reconocemos que la política es un tema sometido a los vaivenes del paso del tiempo, pero lo que es inalterable es el derecho de un pueblo, obligado al exilio, a la resistencia por todos los medios a su alcance para retornar su tierra, su derecho a la autodeterminación y la planificación de su propio futuro.

La defensa de los derechos inalienables y su arraigo en la cultura popular permite su transmisión generacional, lo que supone la mejor garantía para evitar la aparición de líderes que osarían ponerlos en tela de juicio. En las circunstancias actuales esta cultura permite la creación de un clima político e ideológico propicio para la lucha y la garantía de proveer a los movimientos de resistencia de los cuadros combatientes concienciados de sus derechos irrenunciables.

Cuarto:

Queremos demostrar que nuestro enemigo sionista, que no es más que una entidad racista y colonial, no está cualificado ni dispuesto a ser un interlocutor en las negociaciones con el pueblo palestino.

Las negociaciones serias y con posibilidades de éxito no pueden desarrollarse con un interlocutor racista convencido e intransigente, ni con colonizadores convencidos. A causa de esta constatación profunda de lo que representan Israel y sus políticos sionistas fracasaron los acuerdo de Oslo y todas las fórmulas ensayadas a partir de entonces. Ésta es una experiencia y una lección que debemos aprender para no repetir. Sólo será posible negociar cuando nuestro adversario se muestre dispuesto a renunciar a sus postulados absolutamente contradictorias con la lógica de cualquier negociación.

Quinto:

Debemos aclarar que las irrenunciables demandas palestinas que se vulneraron a partir de los acuerdos de Sykss Picot, pasando por la promesa de Balfour, la instauración del Mandato Británico sobre Palestina y el plan de partición, la suma de estos planes coloniales fueron los desencadenantes de una guerra sin cuartel no sólo contra los palestinos, sino contra los árabes en su conjunto y contra toda la región.

Por lo tanto la resistencia palestina, desde su inicio contra el Movimiento Sionista y el Mandato Británico, era una lucha conjunta árabe y palestina, esta unidad de lucha se mantuvo inalterable a lo largo de la historia de este conflicto. El apoyo árabe a la lucha palestino fue siempre la tabla de salvación en todas las etapas del conflicto, desde el levantamiento popular de 1936, pasando por la guerra de 1948, la de 1967 y la de 1973.

La unidad de lucha árabe y palestina nunca ha dejado de existir hasta los acuerdos de Oslo, la consecuencia de esta segregación ha permitido al sionismo aislar a la dirección política palestina y la resistencia palestina, aprovechando esta circunstancia, para imponer sus criterios, difuminando las demandas palestinas bajo el manto del movimiento sionista. Con dicho acuerdo Israel se impuso como dueño y señor al que se le imploran concesiones a cambio de una promesa de vida cómoda para unos pocos, dicho de otro modo, paz económica y promesas de prosperidad

En conclusión, no se podrán restablecer las verdaderas dimensiones del problema palestino hasta que se reinstauren los lazos de sangre árabe y palestina. La extensión árabe es la base para el lanzamiento de la lucha palestina contra Israel, y el papel de los palestinos consiste en mantener vivo este vínculo hasta que madure la solución con el apoyo y la ayuda de las fuerzas árabes. Este concepto de la lucha global árabe se ha diluido en la acción política palestina, y es imprescindible recuperarla con todos los medios. Éste es precisamente uno de los objetivos básicos de la Plataforma Nacional Palestina, PNP.

Sexto:

Queremos dejar claro que la Plataforma Nacional Palestina no es una nueva corriente política ni un nuevo partido, pero esto no significa que se opone a los partidos ni a las organizaciones. La PNP simpatiza con todos los que luchan contra la ocupación, estará al lado asimismo de cualquier partido que trabaje por mejorar la situación política árabe y defiende los derechos árabes.

La PNP es un movimiento popular palestino independiente que pretende establecer una interlocución fluida con todas las fuerzas sociales palestinas para trabajar políticamente en la defensa de los derechos inalienables del pueblo palestino. En la practica trabajará por la reorganización de la OLP, para recuperar su el liderazgo político global de los palestinos, partiendo de la Carta Nacional Palestina y los derecho irrenunciables.

Este gran objetivo requiere la colaboración positiva de los que rigen los destinos de la OLP en estos momentos. Ellos fueron los que conspiraron en su contra, desactivaron sus estructuras, las vaciaron de todo contenido sustancial de lucha y las transformaron en un instrumento al servicio de Autoridad Nacional Palestina, ANP, en Ramala. Son los mismos que rechazaron cumplir el acuerdo de la reconstrucción de la OLP firmado en el Cairo en el año 2005 y se niegan hasta este momento a entablar cualquier diálogo para la restauración de la OLP como marco unificado de todos los palestinos.

En el caso de que continúen con esta conducta, no tengan la menor duda de que el movimiento popular palestino los dejará en el camino y tomará la iniciativa de reconstruir la OLP para que vuelva a ser la dirección política unificada del pueblo palestino.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR