Las recientes provocaciones de Israel a EEUU (la aprobación de 1600 viviendas en Jerusalén Este durante la visita de Biden y la aprobación de otras 20 viviendas media hora antes de que Obama recibiera a Netanyahu) no resultan fáciles de interpretar. Todos sabemos que el apoyo económico, militar y político de EEUU es fundamental para […]
Las recientes provocaciones de Israel a EEUU (la aprobación de 1600 viviendas en Jerusalén Este durante la visita de Biden y la aprobación de otras 20 viviendas media hora antes de que Obama recibiera a Netanyahu) no resultan fáciles de interpretar. Todos sabemos que el apoyo económico, militar y político de EEUU es fundamental para Israel, ¿por qué ésta muerde la mano que le da de comer?
¿Se trata de cumplir compromisos adquiridos con la ultraderecha, o de exhibir ante el electorado la prepotencia política de Israel? Si así fuera, los anuncios se habrían hecho en momentos menos hirientes para el Gran Hermano.
¿Se trata de manifestar irritación porque Obama supuestamente es propalestino? No encaja, pues quien ha recibido la principal humillación es Biden, una de las figuras principales hoy del lobby israelí en EEUU.
¿Se trata de manifestar irritación porque EEUU no está tomando medidas decisivas contra el programa nuclear de Irán, ni permite que las tome Israel? Tampoco encaja, pues estos insultos no pueden modificar la postura de EEUU (quien tiene razones de peso para no atacar a Irán), y sin embargo podrían desencadenar reacciones adversas significativas por parte de EEUU.
Dada la inacción de EEUU frente a Irán, cabe presumir que la ultraderecha presente en el gobierno israelí está presionando a Netanyahu para que ataque a Irán incluso sin permiso de EEUU, y cabe presumir también que Netanyahu se está negando porque ese ataque implicaría un enfrentamiento con EEUU de consecuencias impredecibles. La ultraderecha podría haber optado entonces por provocar anticipadamente esa ruptura y poner a Netanyahu en la situación imposible en que ahora está: enfrentado externamente a EEUU y desautorizado internamente ante su electorado. Situación que sólo tiene aparentemente dos salidas claras: romper la coalición de gobierno con la ultraderecha, entregando el poder a Livni, o huir hacia delante atacando a Irán y confiando en que un éxito rápido le convierta en un héroe ante su propio electorado, lo que obligaría a EEUU a apoyarle incondicionalmente. Si esta hipótesis fuera correcta, sería cierto que Netanyahu no tuvo noticia previa de las provocaciones citadas, y estaríamos en este momento en una situación muy peligrosa.
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