Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós
La incorporación de Israel al Centcom lesionará aún más la causa palestina, dividirá a los Estados árabes y aumentará la presión sobre Irán
Sin el ceremonial propio de una decisión de tal trascendencia, el Pentágono anunció el mes pasado una importante reorganización de su mando militar en Oriente Próximo por la que incorporará a Israel junto a los Estados árabes ya integrantes.
Hasta ahora Israel ha pertenecido al mando europeo del ejército estadounidense, el EUCOM, y no al de Oriente Próximo, conocido como Mando Central o CENTCOM. La decisión pone fin a esa idea tradicional de que incluir a Israel en el Centcom incrementaría las fricciones entre Estados Unidos y los países árabes y haría que estos últimos fuesen más reacios a compartir información de inteligencia o a cooperar con el Pentágono.
Esas preocupaciones se percibían sobretodo cuando Estados Unidos tenía muchas tropas desplegadas en Iraq y en Afganistán. En 2010, David Petraeus, entonces comandante del Centcom, ya expresó su temor de que fuesen las fuerzas estadounidenses estacionadas en la región las que tuvieran que pagar el precio de una connivencia militar demasiado manifiesta con Israel.
Pero el objetivo de Israel desde hace tiempo ha sido forzar al Pentágono a reestructurar el Centcom; la presión de los lobbies pro-israelíes en Washington se intensificó en los últimos meses de la administración Trump. La decisión se pareció bastante a un “regalo de despedida” del presidente Donald Trump a Israel antes de dejar el cargo.
‘Normalización’ militar
El traspaso formal de Israel al Centcom aún no se ha producido pero la medida se ha concretado la semana pasada durante la primera visita a Israel del general Kenneth McKenzie, actual jefe del Centcom desde que Joe Biden llegó a la Casa Blanca. Al lado del jefe del Estado Mayor de Israel, Aviv Kohavi, McKenzie plantó un árbol, oficialmente para celebrar la festividad judía de Tu Bishvat, aunque lo que vino a representar fue el símbolo de la nueva era de su asociación estratégica.
El viernes, tras una reunión con el general estadounidense, el ministro de Defensa de Israel Benny Gantz emitió una declaración en la que ensalzaba la reorganización del Pentágono y proclamaba que le “permitirá a Israel profundizar en la cooperación con nuevos socios regionales y ampliar horizontes operativos”.
La decisión de incorporar a Israel al mando militar de Estados Unidos en Oriente Próximo se aprecia mejor –desde la perspectiva de Washington– como la culminación de las presiones ejercidas a los Estados árabes para su “normalización” pública con Israel.
La normalización militar puede sumarse ahora a la normalización política, diplomática y económica que comenzó formalmente el pasado mes de septiembre, cuando dos Estados del Golfo, Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, firmaron los llamados Acuerdos Abraham con Israel. Marruecos y Sudán han anunciado también sendos acuerdos de paz con Israel, y es probable que otros Estados árabes sigan su ejemplo una vez que la administración entrante de Biden se asiente.
Desde la firma de los Acuerdos Abraham, EAU ha establecido fuertes lazos comerciales con Israel y ha ayudado a fundar el Fondo Abraham, destinado a financiar la infraestructura de la ocupación que Israel viene utilizando para privar a los palestinos de un Estado. Desde que se abrieron los vuelos a Dubai en noviembre, los turistas israelíes acuden en masa a EAU aprovechando las nuevas relaciones amistosas para escapar de las restricciones del bloqueo en su país. De hecho, según las noticias, estas visitas son una de las principales causas de que Israel haya importado nuevas cepas de Covid-19. La semana pasada Israel cerró fulminantemente sus fronteras –excepto para el General McKenzie– para mantener el virus bajo control.
Aumentar la confianza
A juzgar por las apariencias, el interés de Israel por formar parte del Centcom –una especie de OTAN de Oriente Próximo que incluye a varios Estados árabes con los que Israel aún mantiene relaciones hostiles– no parece muy lógico. Pero lo cierto es que Israel obtendrá importantes beneficios estratégicos.
Alineará aún más estrechamente los intereses de seguridad de Estados Unidos en la región con los suyos propios y a expensas de sus vecinos árabes. Contribuirá, con la cooperación explícita o implícita de muchos Estados árabes, a la sistemática política israelí de aplastar las ambiciones nacionales palestinas. Exacerbará las tensiones políticas en el bloque de los Estados árabes debilitándolo aún más. Y servirá para presionar a los Estados árabes recalcitrantes para que se sumen al consenso superior contra el único enemigo regional importante que le queda a Israel: Irán.
Es revelador cómo se ha evaporado la vieja preocupación de Washington de que la presencia de Israel en el Centcom pudiera perjudicar las relaciones de Estados Unidos con los Estados árabes. Antes, Estados Unidos ponía cuidado en distanciarse de Israel cada vez que el Pentágono se involucraba a fondo en la región, ya fuera en la guerra del Golfo de 1990 o en la invasión y ocupación de Iraq en 2003. Esos cálculos ya no parecen tener importancia.
La jugada [de incorporar a Israel en el Centcom] demuestra la confianza que tiene Estados Unidos en que a los Estados árabes –al menos a los que le importan a Washington– ya no les preocupa que trascienda que pactan un acuerdo militar con Israel además de otros compromisos políticos y económicos. Deja claro que ahora son las petromonarquías del Golfo e Israel quienes impulsan principalmente la política exterior de Estados Unidos en la región, y sugiere que la más importante, Arabia Saudí, está esperando el momento oportuno para firmar su propio acuerdo con Israel.
Salir de las sombras
Está previsto que Israel siga realizando maniobras militares en Europa con los países de la OTAN, pero pronto podrá desarrollar relaciones directas similares con ejércitos árabes, especialmente con los que se están ampliando y profesionalizando vertiginosamente en el Golfo gracias a los beneficios del petróleo.
Los oficiales israelíes saldrán pronto de las sombras para entrenar y asesorar públicamente a los ejércitos de EAU y Arabia Saudí como parte de sus funciones conjuntas en el Centcom. La experiencia concreta de Israel después de décadas de vigilancia, control y represión de los y las palestinas será muy cotizada en unos Estados del Golfo acobardados por la disidencia interna o por previsibles levantamientos.
Como ha señalado el académico israelí Jeff Halper, Israel ya ha dado muestras de su eficacia para que sus vínculos militares y de seguridad con ejércitos y fuerzas policiales de todo el mundo se traduzcan en apoyos diplomáticos en organismos internacionales.
No parece que vaya a ser diferente en Oriente Próximo. Lo que cabe esperar es que cuando Israel se haya convertido en el eje de los ejércitos más profesionalizados de la región, los Estados que dependan de su asistencia se desentiendan aún más de la causa palestina.
Dividir y gobernar la región
Otra ganancia para Israel será entorpecer las relaciones de Washington con la región árabe. El Centcom no sólo cuenta con importantes bases militares en el Golfo (en particular en Bahrein y Qatar) sino que encabeza la proclamada “guerra contra el terrorismo” con operaciones abiertas o encubiertas en varios Estados árabes, incluidos Iraq y Siria. A Estados Unidos le resultará más difícil desvincularse de operaciones abiertamente beligerantes, incluidos ataques aéreos que Israel lleva a cabo en flagrante violación del derecho internacional en ambos países árabes. La tensión entre Estados Unidos y Bagdad ha aumentado debido a los ataques aéreos israelíes contra Iraq, que han ocasionado amenazas de limitar el acceso de Estados Unidos al espacio aéreo iraquí.
Con Israel dentro del Centcom, Estados Unidos y los Estados árabes a los que más favorece se verán previsiblemente implicados de manera directa en las grandes operaciones militares de Israel contra los y las palestinas, como en las reiteradas “guerras” contra Gaza.
Ello supondrá un importante reto para las instituciones de cooperación de la región, como la Liga Árabe. Casi con seguridad provocará una fractura aún más profundamente entre los Estados árabes favorables a Washington y los acusados de estar en el lado equivocado de la “guerra contra el terrorismo”. El resultado podría ser una política regional de “divide y vencerás” forjada por los israelíes para reproducir las divisiones que durante décadas ha provocado Israel en los líderes palestinos, más notoriamente en la división entre Fatah y Hamas.
Frente anti-iraní
La mayor retribución para Israel será una alianza más explícita con los Estados árabes contra Irán, y que otros Estados timoratos acaben trasegando en el abrevadero israelí.
Tal parece haber sido el propósito de la reciente y bien publicitada reconciliación entre EAU y los saudíes por un lado, y Qatar por el otro, alcanzada en los últimos días de la administración Trump. Una de las principales causas del prolongado bloqueo a Qatar tiene que ver con su insistencia en mantener los vínculos políticos y económicos con Teherán.
El objetivo de Israel es forzar que la administración Biden mantenga la beligerante política anti-iraní de Trump, que comprende enérgicas sanciones, asesinatos y anular el acuerdo nuclear con Teherán firmado por Barack Obama en 2015. Gracias a ese acuerdo, los inspectores accedieron a Irán para poder asegurar que este país no estaba desarrollando una bomba nuclear que pudiera neutralizar el peso estratégico que Israel tiene por su propio arsenal nuclear.
Dentro del Centcom Israel podrá trabajar más estrechamente con los aliados del Golfo para sabotear cualquier esfuerzo que desde Washington pretenda revivir el acuerdo nuclear con Teherán. Este punto se recalcó la semana pasada en el curso de una conferencia de seguridad on line organizada por la Universidad de Tel Aviv y que contó con la presencia de dos ministros del Golfo.
En la conferencia, Kochavi, jefe del Estado Mayor de Israel, soltó una reprimenda pública y sin precedentes a Biden por sus recientes declaraciones relativas a que pretende revivir el acuerdo nuclear. Kochavi calificó el acuerdo de “malo y equivocado desde el punto de vista estratégico y operativo”, afirmó que Irán lanzaría misiles nucleares contra Israel una vez que los tuviera, y declaró que “debe ponerse sobre la mesa” un ataque en solitario por parte de Israel.
El ministro de Asuntos Exteriores de Bahréin, Abdullatif al Zayani, observó que Israel y los Estados del Golfo tendrían más posibilidades de impedir cualquier conciliación de Estados Unidos con Irán si hablaran con una “voz unificada”, y añadió: “Una posición regional conjunta en estos temas ejercerá una mayor influencia sobre Estados Unidos”. Opinión compartida por Anwar Gargash, ministro de Asuntos Exteriores de EAU.
El coco de Oriente Próximo
En una señal de que el gobierno de Biden teme tener que hacer frente a una alianza amplia en Oriente Próximo contra Irán, el nuevo secretario de Estado elegido por el presidente, Antony Blinken, declaró el mes pasado que era “de vital importancia” consultar con Israel y con los países del Golfo antes de volver a reactivar el acuerdo.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, desesperado por apuntalar su fortuna electoral y desviar la atención de su inminente juicio por corrupción, tiene todos los incentivos para abrir esa grieta.
Garantizar que Irán siga siendo el coco número uno de Oriente Próximo –el foco de la hostilidad occidental– redunda en el interés conjunto de un Israel que no tiene intención de poner fin a su obstrucción durante décadas a la creación de un Estado palestino, y de los Estados del Golfo que no tienen intención de poner fin a sus propios abusos de los derechos humanos y seguir promoviendo la discordia islámica.
Mike Pompeo, secretario de Estado saliente de Trump, plantó una mina terrestre el mes pasado diseñada para servir a los intereses israelíes y saudíes cuando recalcó que varios dirigentes de al Qaeda han encontrado refugio en Irán. Resonó a la fantasiosa afirmación de la administración Bush sobre los vínculos entre al Qaeda y Sadam Husein como pretexto, junto a las inexistentes armas de destrucción masiva, para la invasión y ocupación de Iraq en 2003.
La llegada de Israel al Centcom no puede sino aumentar las presiones de lobby para que se repita ese catastrófico despropósito y con ello las perspectivas de una nueva conflagración en Oriente Próximo.
Fuente: https://www.jonathan-cook.net/2021-02-02/israel-pentagon-arab-centcom/