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Preparación para la guerra contra Hezbolá

Fuentes: Raialyoum

La guerra de Estados Unidos con el grupo Estado Islámico bajo la bandera de la lucha contra el terrorismo puede ser visto por muchos, especialmente por los miembros árabes de la coalición, como legítima. Sin embargo, en nuestra opinión, cada vez más se parece a una cortina de humo destinada a allanar el camino o […]

La guerra de Estados Unidos con el grupo Estado Islámico bajo la bandera de la lucha contra el terrorismo puede ser visto por muchos, especialmente por los miembros árabes de la coalición, como legítima. Sin embargo, en nuestra opinión, cada vez más se parece a una cortina de humo destinada a allanar el camino o conferir legitimidad a una guerra diferente: la dirigida a eliminar la resistencia a Israel en la región y, en concreto, el movimiento Hezbolá libanés.

La guerra de Estados Unidos en Kuwait en 1991 se libró con el mismo propósito. Se fijó una trampa, después de una cuidadosa planificación y la distribución precisa de las funciones, para el presidente iraquí Saddam Hussein. Su objetivo era arrastrarle a invadir Kuwait para proporcionar un pretexto para destruir Irak, abortando su progreso científico y ascenso militar al tiempo que se socavaba su papel regional. No es exagerado decir que la guerra de poder en la guerra de Siria tiene un objetivo similar – no sólo para destruir y fragmentar Siria como un adversario de Israel, sino para atraer a un Hezbolá reacio al conflicto y por lo tanto disminuir su enorme popularidad y el lugar que ganado en los corazones de decenas o cientos de millones de árabes después de sus dos grandes victorias contra Israel: en primer lugar, cuando se logró liberar el sur del Líbano de la ocupación israelí en 2000 después de años de resistencia persistente, y de nuevo en julio de 2006 cuando también luchó valientemente y se mantuvo incólume en su épica resistencia frente a un ataque israelí que pretendía aniquilar esa organización.

La mayor parte de los movimientos regionales que se realizan actualmente por los EEUU -incluyendo la visita de Donald Trump a Riad y los ejercicios militares Eager Lion en Jordania- tienen un objetivo final: declarar la guerra total a Hezbolá. Esto incluye secar sus recursos financieros y la penalización de la organización, de la misma manera que se hizo con Saddam Hussein y con el movimiento de resistencia palestino: en primer lugar durante los días de la OLP y sus facciones y luego con el ascenso de Hamas, la Yihad Islámica y otros grupos que continúan luchando contra Israel.

Occidente tiene una variedad de problemas con Irán, y las ambiciones nucleares del país son uno de los más destacados. Pero es posible vivir con, e incluso contener, estas ambiciones por diversos medios. Sin embargo, el pecado imperdonable de Irán en los ojos de Occidente es apoyar a Hezbolá en el Líbano y transformarla en una formidable fuerza militar que plantea un impedimento real y amenaza a Israel en un momento en que los estados árabes se rinden ante él. Muchos han dejado de referirse a él [Israel] como el enemigo y en su lugar comenzó a construir puentes de cooperación y normalización con él y tratarle como un aliado estratégico regional.

Hezbolá cruzó todas las líneas rojas de EEUU e Israel mediante el desarrollo de una amplia capacidad de misiles (100.000 misiles de acuerdo con algunas estimaciones), junto con habilidades de lucha que la mayoría de los ejércitos de la región -incluyendo el ejército israelí- no tienen: atributos de combinación de ejército convencional con experiencia en la guerra de guerrillas. Por otra parte, cuatro años de lucha en Siria ha reforzado aún más, desarrollado y modernizado estas habilidades.

Ha habido informes en los últimos días de una reunión a puerta cerrada sin publicidad en Washington que implican a una serie de estados árabes del Golfo y cuyo objetivo es acordar una estrategia para hacer frente a Hezbolá en el próximo período. Entre los participantes estarían Arabia Saudita, Jordania, Kuwait, Bahrein, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos. Esto fue pensado para prepararse para las dos cumbres multilaterales (con líderes árabes/musulmanes y gobernantes del Golfo, respectivamente) durante la visita de Trump a Riad.

Los informes de esta reunión indican que hay un plan conjunto árabe-occidental para hacer frente a Hezbolá en el que se incluyen sanciones financieras importantes sobre los miembros, seguidores y simpatizantes de la organización de todo el mundo, especialmente a expatriados libaneses en África y Europa que proporcionan apoyo financiero para el partido o instituciones afiliadas o cercanas. Esto implicará medidas de control de las transferencias de dinero y secar todas fuentes externas de financiación del partido con el fin de crear dificultades para su liderazgo en la financiación de sus estructuras políticas y militares y sus extensas instituciones y actividades sociales.

La guerra contra los grupos yihadistas de línea dura como el Frente Nusra y el Estado Islámico caminando hacia su fin. Nusra está asediado en Idlib, Damasco rural y algunos enclaves en Alepo rural. El reciente acuerdo de Astaná posterga la tarea de liquidar a los llamados sectores de oposición sirio moderados respaldados por los EEUU, Turquía, Arabia Saudita y Qatar. En cuanto al Estado Islámico decir que ha perdido la mayor parte de Mosul y la guerra para liberar al-Raqqa por las Fuerzas Democráticas sirias -que hegemonizan los kurdos apoyados por Estados Unidos- es inminente.

En otras palabras, la destrucción de grupos ‘islamistas’ que están designados internacionalmente como organizaciones terroristas van a abrir la puerta de par en par a la guerra más importante contra Hezbolá, no sólo en Siria, sino también en el Líbano. Es, para empezar una guerra económica y culminará en una ofensiva militar – como, de hecho, hicieron las guerras en Irak.

¿Podría este escenario que se está implementando en etapas contra Hezbolá (y, por extensión, Irán) lograr el mismo éxito que tuvo contra Irak -y antes de eso en contra de la presencia palestina en el Líbano, que terminó con la invasión israelí de 1982-. Es difícil dar una respuesta categórica a esta pregunta hipotética. Lo que puede decirse, sin embargo, es que las circunstancias han cambiado, e Israel ha cambiado también. Hezbolá es el eje de una estructura regional y confesional, y cuenta con el apoyo abierto y total de Irán y de Irak en un grado menor. Cualquier guerra contra esta organización no será fácil. Si el escenario de 1991 tuvo éxito en Irak, se debió sobre todo a la colusión árabe y la traición, así como la desaparición de la Unión Soviética, que dejó a los EEUU como potencia hegemónica indiscutida del mundo.

Las guerras que se desarrollan actualmente en la región y las conspiraciones están pensadas en aras de mejorar la seguridad y la estabilidad de Israel y el mantenimiento de su poder militar y su supremacía. Es irónico que esto esté sucediendo cuando se cumple eel centenario de los famosos acuerdos de la Declaración de Balfour y Sykes-Picot. La tarea que está realizando ahora está destinada a consolidar la presencia sionista en Palestina y en la región, como se prevé en esa Declaración, mientras continúa el desmembramiento de los estados surgidos del seno de esos acuerdos.

Fuente original: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2254