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Prohibido documentar torturas y abusos en la única democracia de Oriente Próximo

Fuentes: Rebelión

En julio de 2008 una niña palestina de 14 años, armada con una cámara donada por el Centro de Información de Derechos Humanos israelí, B’Tselem, documentaba cómo el Ejército de Defensa de Israel detenía al manifestante Abu Rahama (28 años) y el momento en que, por orden del comandante, con el prisionero esposado y cegado […]

En julio de 2008 una niña palestina de 14 años, armada con una cámara donada por el Centro de Información de Derechos Humanos israelí, B’Tselem, documentaba cómo el Ejército de Defensa de Israel detenía al manifestante Abu Rahama (28 años) y el momento en que, por orden del comandante, con el prisionero esposado y cegado por una venda, un soldado le disparaba a la pierna [1].

El inesperado video de la joven tuvo gran repercusión en los medios de comunicación israelíes, por ser uno de los pocos abusos que se han logrado documentar y filtrar. Por esta razón B’Tselem ha dado las cámaras a los residentes de Cisjordania, víctimas permanentes del ejército y los colonos y sin cobertura de medios.

Como no podía excusarse ni desacreditar un video, el ejército abrió un expediente militar para investigar los hechos, condenó al soldado a 11 días de arresto y dio carpetazo al asunto, al menos en lo que respecta a los criminales de guerra implicados, ya que en represalia por la grabación el padre de la joven fue detenido varios días. Una semana después Ahmed Musa (11 años) fue asesinado de un disparo en una protesta similar en la misma aldea y otro joven de 18 años  asesinado en su entierro.

Hoy pasado mas de un año de la grabación y, tras las elecciones que dieron a los sinceros el poder, el ejército goza de mayor libertad para actuar sin tener que encubrirse o mentir demasiado, lo que le permitió el día de ayer allanar la casa de la familia Caanan, de la niña que un año antes había demostrado el maltrato de Abu Rahama.

La misma joven dijo a Ydeot que a las 3:30 am el ejército irrumpió, rompiendo las ventanillas del coche que estaba aparcado. «No dejaron ningún vidrio entero en la casa, rompieron ventanas y absolutamente todo» añadió su hermano, Arafat Rahama.

«Usaron altavoces y gritaban: ‘¡Somos el ejército israelí!, ¡somos el ejército israelí!’, sin dar mas avisos o explicarnos lo que querían.»

Según el hermano, su madre se desmayó durante el allanamiento, golpearon al padre y detuvieron a los tres hermanos.

Los perros del ejército también hicieron su trabajo causando destrucción. Arafat dijo que pensaba que se trataba de una venganza por el video filmado por su hermana. «Si quieren detener a alguien vienen y lo detienen, pero destruir un hogar completo sólo para dejar una citación para mí y mi hermano en el Servicio de Inteligencia (Shin Bet), demuestra que lo que les movía era un sentimiento de venganza por el video» dijo a Ydeot.

El joven también agregó que su hermana documentó los daños y la irrupción de los soldados y que estos la amenazaron para que dejase de filmar. También que el incidente es un intento de intimidarlo para que él mismo deje de grabar las manifestaciones y la actividad militar en la zona.

Ese es el precio habitual por mostrar la verdad en esta democracia, un precio similar al que paga la familia de un terrorista suicida. Mientras el gobierno israelí iguale la represión contra los militantes armados, pacíficos y periodistas, las posibilidades de que se incremente la militancia armada o el terrorismo aumentarán. Agotadas las vías legales, fallida la apelación a la comunidad internacional y además sin siquiera el derecho a denunciar, el terrorismo se convierte en un método de resistencia cada vez más tentador y tal vez pronto sea el único.

(1) http://www.lahaine.org/index.php?p=31796

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.