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Reseña del libro "La II República, una esperanza frustrada. Actas del Congreso Valencia Capital de la República (Abril 1986)" de Joseph Fontana y otros

Prohibir prosperar

Fuentes: Rebelión

Joseph Fontana en «La II República: una esperanza frustrada» trata de explicar, junto con otros historiadores, las causas del desastre. Entra en el análisis de algunos aspectos concretos de gran interés: de 1931 a 1933, así como en 1936, el proyecto del gobierno republicano era llevar a cabo un programa de reformas que quedaron arrinconadas […]

Joseph Fontana en «La II República: una esperanza frustrada» trata de explicar, junto con otros historiadores, las causas del desastre. Entra en el análisis de algunos aspectos concretos de gran interés: de 1931 a 1933, así como en 1936, el proyecto del gobierno republicano era llevar a cabo un programa de reformas que quedaron arrinconadas por el golpe de Estado fascista al que se opuso de manera resuelta la población trabajadora, y al entregarse a la lucha contra el golpe fascista lo hizo con planteamientos revolucionarios. Los fascistas, finalmente llevaron a cabo sus propósito, terminar con todos los procesos de cambio pacíficos.
Azaña, al final de la guerra y poco antes de morir, escribía que ya en 1931 «en las cuestiones económicas era imposible (con socialistas y sin socialistas) atenerse al liberalismo tradicional»… «cuantos conocen algo de la economía española saben que la explotación lucrativa de las grandes propiedades rurales se basaba en los jornales mínimos y en el paro periódico durante cuatro o cinco meses del año, en los cuales el bracero campesino no trabaja ni come. Con socialistas ni sin socialistas, ningún régimen que atienda al deber de procurar a sus súbditos unas condiciones de vida medianamente humanas, podía dejar las cosas en la situación en que las halló la República.»
Las medidas que pretendía llevar a cabo el gobierno republicano eran mínimas, y buscaban estabilizar en alguna medida la situación política, no era ninguna revolución. Si Vicente Rodríguez Revilla calculaba en 1931 que según lo establecido no se podrían expropiar más de dos millones de hectáreas de secano y 88.000 de regadío, y él mismo concluía que eso era como dar un hueso a un perro «para que lo pueda roer a solas con su desesperación», Joseph Fontana indica que aún así a base de pequeñas propiedades y cooperativas, se habría modificado la distribución de la renta, creado puestos de trabajo y habría hecho subir los salarios y la demanda. Pero la realidad fue muy otra como reconoce el autor, en los dos primeros años, 1931-1933, lo que se repartió no llegaría ni a las cien mil (100.000) hectáreas. La reforma para las organizaciones de izquierda había sido «un engaño burgués». Pero lo que pensaba la derecha, que había hecho fracasar el proyecto republicano, lo expresaba claramente el Vizconde de Eza: «no hay que inventariar las fincas sino los braceros honestos, no se trata de colocar a vagos, ni de repartir dinero a holgazanes», para lo cual el gobierno debía comprar la tierra a precio de mercado. Honorio Maura alargaba la argumentación: «Estos desgraciados no quieren tierras, ni acceso a la propiedad, ni ley de arrendamientos, ni justicia social, ni siquiera jornales: lo que quieren es fumarse un puro viendo como ara el antiguo amo.» Otro de estos señoritos, Ramiro Campos Turno, declararía ya en la guerra la necesidad de emplear un sistema para el trabajo basado en los planes del fascismo italiano o del nazismo alemán. ¿Cuál era ese plan?: el trabajo organizado y dirigido para esclavos, y mano dura. Falange copió hasta el discurso que Mussolini hizo para los suyos. José Antonio Primo de Rivera en 1934 declamaba sobre la reforma agraria: «Nos dicen que no tenemos programa. ¿Vosotros conocéis alguna cosa seria y profunda que se haya hecho alguna vez con un programa? ¿Cuándo habéis visto vosotros que esas cosas decisivas, que esas cosas eternas, como son el amor, y la vida, y la muerte, se hayan hecho con arreglo a un programa? Lo que hay que tener es un sentido total de lo que se quiere».
Los campesinos se habían mantenido mayoritariamente dentro de la legalidad, y los privilegiados, sabiendo que los gobernantes republicanos no recurrirían a la fuerza para hacerla cumplir, se dedicaron a boicotearla. Entre los cambios que se produjeron los hubo que tuvieron que ver con la contratación de mano de obra que hubiese en el término municipal, pues los terratenientes traían de fuera mano de obra más barata, esquiroles, …, para así castigar a los trabajadores del entorno y hacerles pasar por sus propósitos, de igual manera se consiguió el contrato de un número mínimo de trabajadores así como la revisión del número de horas trabajar y salarios. Pero el boicot de la derecha hizo que buena parte de las nuevas normas laborales no entrasen en funcionamiento. El fracaso de las reformas generó una gran frustración entre los trabajadores, de ahí que en las elecciones de 1933 el gobierno cayese en manos de la derecha, que desató la represión contra todos los que habían manifestado su esperanza en el gobierno anterior. La derecha hizo que los trabajadores volviesen a cobrar los salarios de hambre de la etapa monárquica, de 2,50 pesetas habían pasado a cobrar 5 pesetas, y el nuevo gobierno de derechas los redujo otra vez a 2,50, además se dedicó a perseguir, detener, multar y negar el trabajo a los que se habían afiliado a algún sindicato o se les conocía como miembros de la izquierda. En Castilla-La Mancha hay recogidas declaraciones de braceros de la UGT en Albacete, Guadalajara, Cuenca, por ejemplo los trabajadores de Barajas de Melo decían: «Cuando pedimos trabajo, el alcalde nos dice que comamos zarzas y república»; en Ciudad Real, los de Solana del Pino: «Para perseguirnos, prefieren dejar la tierra sin cultivar antes que dárnosla a nosotros»; en Toledo, los braceros de Parrillas: «Emplean en el campo zapateros y albañiles antes que ocupar a los de UGT.»
En 1936 la República se dispuso a aplicar sus reformas de manera más decidida, pues había aprendido el comportamiento de boicot continuo de la derecha, y tenía que cambiar que actitud para cumplir su programa. Entonces los fascistas impulsaron el golpe de Estado, acabaron con la legalidad para hacerse con el poder político, pero se encontraron con una resistencia que no se esperaban, al aplastamiento de las reformas republicanas los trabajadores respondieron con una defensa de la legalidad como no se había conocido hasta entonces. ¿Y en el exterior? Los gobiernos extranjeros, las grandes empresas multinacionales que explotaban las minas, los teléfonos, la ITT, que corrompían sobornando a los gobernantes, desde el primer momento boicotearon a la República, suspendieron líneas de crédito, se llevaron el capital a países como Rhodesia, cerraban empresas y presionaban para que no se pudiese optar por organizar el comercio exterior de modo más racional, por ejemplo: el gobierno de EEUU quería que se le siguiese comprando el petróleo, cuando el de la Unión Soviética se vendía en el mercado un 18% más barato. No estaban dispuestos a tolerar ningún tipo de reformas porque aquí tenían mano de obra barata y unas condiciones laborales como no las había en ningún sitio, y el ejército y la guardia civil y demás guardias se encargaban de defender sus intereses. Empezaron a poner en marcha los preparativos del golpe en 1931, pero no lo necesitaron debido a que el boicot les devolvió el gobierno por medio de las elecciones en 1933, pero al perder las de 1936 y ver que aquello no tenía vuelta atrás pusieron en marcha el levantamiento militar como última opción. Joseph Fontana nos recuerda que «somos los legítimos herederos» de aquellos intentos de reforma, proyectos y sueños que supuso la República nacida en 1931, «con todo lo que ello tiene de privilegio y con todo lo que tiene de deber». Aprender de la Historia es conocer a los enemigos del progreso social, es conocer a esos que llevan en los genes el emblema «prohibir prosperar».
Título: La II República, una esperanza frustrada. Actas del Congreso Valencia Capital de la República (Abril 1986).
Autores: Joseph Fontana y otros.
Edicións Alfons El Magnanim. Institucio Valenciana D´Estudis I Investigació.