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Las cosas que pasan

¿Proteger a los toros o a las corridas de toros?

Fuentes: Rebelión

Zapatero, rey del despido barato Contra mi voluntad y mi opinión personal, creo que en la coyuntura actual hay que defender a Zapatero. No porque se haya convertido en un cadáver político en torno al cual zumban ya las moscas peperas. Ni porque pronto van a sonar, suenan ya, los clarines de una derecha revanchista […]

Zapatero, rey del despido barato

Contra mi voluntad y mi opinión personal, creo que en la coyuntura actual hay que defender a Zapatero. No porque se haya convertido en un cadáver político en torno al cual zumban ya las moscas peperas. Ni porque pronto van a sonar, suenan ya, los clarines de una derecha revanchista y antisocial. Sino porque hay que darse un poco de tiempo y prepararse para ese futuro que se avecina.

Un final poco glorioso, en efecto, para el político que encarnó, al menos para sus electores, una cierta esperanza de cambio y de justicia social. Su última aportación: la convalidación en el Congreso el 22 de junio pasado de una reforma laboral inicua, anti-obrera, aprobada posteriormente el 29 de julio. Una reforma que llevará para siempre el marchamo de un partido que luce aún en sus siglas el doble título de socialista y obrero. Merecedor de la réplica oportunista que le espetó la portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría: «es la reforma del despido», le dijo al incoloro ministro del Trabajo Sr. Corbacho, cuando se atrevió a afirmar en el hemiciclo que ese decreto «serviría para crear empleo».

Preocupante demagogia populista del PP a la que podrían añadirse las declaraciones de su Secretaria General, María Dolores de Cospedal, que ante sus seguidores afirmó que «el PP era el partido de los trabajadores, de los pensionistas y de los parados». O sea, si se le añaden las viudas, el partido del noventa por ciento de la población.

Un americano en Villacañas

El artículo publicado en El País el 13 de junio pasado por un periodista norteamericano, un tal Phil Bennet, con el título de «Retrato de un país en crisis», es el tipo mismo de un periodismo de investigación «light». Distrae, informa y no incomoda. Muchos de sus colegas españoles, por no decir la casi totalidad, lo practican desde hace tiempo en innumerables tertulias, gacetillas y mentideros.

Resumamos. En su recorrido por nuestra áspera geografía, Phil Bennet ha hecho un importante descubrimiento: se trata de un pueblo de la provincia de Toledo, Villacañas, súbitamente enriquecido durante los años de bonanza económica gracias a un auténtico maná caído del cielo: la fabricación de decenas de miles de puertas. Una versión moderna del cuento de la lechera, con un final catastrófico calcado al de la popular fábula.

Tomando como ejemplo lo que se dio en llamar «el milagro español», explica como nuestro país pudo pasar en un tiempo récord de una economía de subsistencia a otra de relumbrón y de consumo compulsivo (con la ayuda interesada, pensamos, de nuestros gobernantes, de los medios de comunicación y de unos bancos inesperadamente generosos y manirrotos).

En este pueblo, que Bennet presenta como un parangón de ese «milagro», se fabricaron – al socaire del boom de la construcción – nada menos que 11 millones de puertas en 2006, más del 60 % del mercado nacional. Un tipo de monocultivo verdaderamente excepcional. Y probablemente único en el mundo.

Ninguna o escasas referencias en su artículo, pese a la plétora de encuentros que mantuvo con los responsables y figuras de la vida pública de nuestro país, a las causas por las que el milagro se derrumbó con estrépito y nos dejó hundidos en los lodos actuales, después de haber probado las mieles del consumo y del hiperdesarrollo. Salvo una. Al final de su recorrido, el señor Bennet descubrió una de las razones principales por las cuales estamos inmersos en una crisis galopante: porque España tiene el sistema de protección de los parados más generoso del mundo.

Señor periodista norteamericano: no se vaya con esa impresión. Si al término de su periplo ha seguido interesándose por la actualidad de nuestro país, habrá podido comprobar con satisfacción que el Plan de ajuste y la Reforma laboral presentada en el Congreso por el gobierno socialista (ambas aprobadas a duras penas, pero aprobadas) son la mejor prueba de que esos excesos que usted lamenta ya han sido corregidos. Y que lo fueron además de forma drástica, por no decir brutal.

Lecturas veraniegas

Leído a dos escritores de novelas policiacas cuyo mérito, aparte del buen regusto que me dejaron, fue el de reconciliarme con el placer de la lectura, un tanto olvidado estos últimos tiempos.

Se trata de Donna León, una escritora de nacionalidad americana afincada en Italia y de Andrea Camilleri. El éxito multitudinario y el interés que despiertan los libros de estos dos autores se basa en una receta infalible: en ambas obras el protagonista es un detective próximo a nuestras preocupaciones, pero también fuera de lo común.: por su agudeza, su estricto profesionalismo, su escepticismo y su conocimiento del alma humana. Vive además, actúa e indaga, inmerso en la actualidad de la Italia de hoy. Con sus corruptelas, su cobardía y su falta de valores.

Asqueado o fascinado por ese mundo, el lector reconocerá sin dificultad a algunos de los personajes de todas las categorías y medios sociales que aparecen y desaparecen a lo largo de sus intrigas. Víctimas de los poderosos y de sus negras tramas, o cómplices de ellos, o simplemente indiferentes. O resignados.

¿Proteger a los toros o a las corridas de toros?

De haber sido contemporáneo de André Breton, Mariano Rajoy podía perfectamente haber solicitado su ingreso en el movimiento surrealista. Su reacción a la decisión del Parlamento de Cataluña, que votó mayoritariamente la prohibición de las corridas de toros (medida que será efectiva a partir de 2012), le retrata una vez más como un puro producto de la tradición cavernaria española. Reclamar a estas alturas que esa mal llamada «Fiesta nacional» sea declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad nos retrocede a unos tiempos pretéritos, cuando Fernando VII abogaba por «cerrar las universidades y abrir en su lugar escuelas de tauromaquia».

El máximo responsable de la oposición nos sorprenderá siempre haciendo declaraciones que, si no se suelen distinguir por su hondo calado político. y filosófico, nos dejan siempre – cuando menos – dubitativos. Que su proverbial preocupación por defender «la libertad de los ciudadanos», le haya llevado a comparar la prohibición de las corridas de toros con el peligro de otra prohibición, que él pone en paralelo – la de «la caza y la pesca deportiva» – puede causar extrañeza. Pero que no se detenga ahí y le añada a esas dos actividades lúdicas en peligro, la de «las carreras de motos», otra actividad altamente cultural, es algo difícil de entender. Tanto más que Rajoy remató esas declaraciones exclamando: «¡Hasta donde vamos a llegar¡». Y añadió que se estaban socavando «los cimientos de la nación y del estado de las autonomías».

Una idea que se me ocurre: puestos a pedir la abolición de las corridas, («fiesta» para los aficionados y camino de cruz para los toros, desde que salen del chiquero hasta que caen fulminados por el estoque del matador)… ¿porqué seguir manteniendo – y que me perdonen los cristianos sinceros – esa vieja costumbre de pasear a la Virgen María, doliente y aseteada de puñales, por pueblos, ferias y aldehuelas? Yo abogo, señor Mariano, con todos mis respetos, porque dejen en paz tanto a la Virgen como a los toros. Veo a los toros, en un futuro más o menos próximo, trotando felices y despreocupados por sus pastos jugosos. Y a la Virgen reponiéndose de sus fatigas. Sola, tranquila, sin tener que rumiar su dolor en público. Y al uno y al otro inscritos en el Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El portero que se tiro para el lado contrario

La España de José María el Tempranillo, en sus sucesivas reencarnaciones, no dejará nunca de sorprendernos. Es sabido que pícaros, tahúres, timadores, engañabobos, forman una galería de personajes que pertenece por derecho propio a nuestra historia y a nuestra literatura. Véase si no lo sucedido esta temporada futbolística con el ascenso de los equipos de Segunda a Primera División. El personaje principal de este evento se llama Enrique Ortiz. Como varios de sus colegas constructores, simultanea esta actividad con la de presidente de un club de fútbol, el Hércules de Alicante, del que es el principal accionista.

En el curriculum de este personaje, además de la «compra» de varios partidos para facilitar el ascenso de su equipo a la división superior, figura su participación en una supuesta trama ilegal vinculada al negocio de la recogida de residuos sólidos (basura) en la comarca de la Vega Baja. Está acusado de delitos de cohecho, fraude y tráfico de influencias. Nada que pueda ser motivo de escándalo a nivel peninsular, en esta España acostumbrada a fraudes de otra clase y de otro nivel. Salvo que Enrique Ortiz, movido por su irrefrenable afición al balón redondo, quiso codearse con el Gotha del fútbol de este país, pensando encajar más tarde los dividendos de ese ascenso. (No es lo mismo, en efecto, en cuanto a rentabilidad, enfrentarse a la Cultural Leonesa y al Arenas de Guecho que al Barsa y al Valencia; y no es lo mismo jugar contra el Numancia en el campo de los Pajarillos, que en el del Barcelona o en el mismísimo Bernabéu.

Para asegurarse el ascenso, Ortiz recurrió a un procedimiento seguro, relativamente corriente en las postrimerías de la Liga: comprar uno o varios partidos. Con tan mala fortuna que en unas conversaciones telefónicas intervenidas para reunir pruebas sobre su participación en el tema de la basura, saltó también el de las compras de partidos, El imprudente constructor le comentó a un familiar que el ascenso del Hércules estaba garantizado, tras la victoria obtenida el 10 de mayo pasado contra el Córdoba. Vale la pena citar la frase que pronunció nuestro ambicioso presidente. Frase que a la par que su picardía demuestra su elevado cociente intelectual:

«LE DIMOS, comentó, 100.000 EUROS A NAVAS. (el portero del Córdoba). EN EL PRIMER GOL DE TOTE, SE TIRO PARA EL LADO CONTRARIO…ES QUE FUE LA HOSTIA, MACHO…EL CUATRO A CERO».

Conclusión inesperada… El Hércules, mientras se aclara lo sucedido y prosperan o no las denuncias, asciende a Primera División. Mientras tanto, la fortuna parece sonreírle a nuestro constructor. En efecto, el juzgado de Alicante entendió que «los hechos no son constitutivos de delito» y que entregar esas grabaciones supondría «una intromisión en la intimidad». Añadiremos, a modo de conclusión, que la alcaldesa de Alicante (PP), en un alarde de sinceridad, brindó con Ortiz por el ascenso del equipo de su ciudad y le dijo: «ENRIQUE… EL DINERO Y LOS AMIGOS SON PARA ESTAS OCASIONES».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.