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Los últimos cables publicados por WikiLeaks muestran que el creciente poder del emirato se considera una amenaza para algunos

Qatar es la estrella, y Washington está preocupado

Fuentes: The Independent

Traducido para Rebelión por Silvia Arana

Según los recientemente filtrados reportes diplomáticos de EE.UU., Qatar es una de las fuentes principales de financiamiento de los «terroristas». Cuidado, Washington, con no ofender al Emir, Sheikh Hamad bin Khalifa al-Thani.

Éste fue el único líder en el mundo que abandonó furioso la oficina de un vicepresidente estadounidense. Y su cadena de televisión, Al Jazeera (que realmente le pertenece) ha revolucionado la información en el Medio Oriente. Qatar puede ser diminuto pero su importancia en la región es muy, muy grande.

El Emir es un hombre incisivo con un igualmente incisivo sentido del humor. Se sabe que comentó que si echara a los EE.UU. de su base de Doha -la mayor instalación estadounidense de este tipo en el Medio Oriente- «mis hermanos árabes invadirían Qatar». Cuando le preguntaron qué haría si se reportara su comentario, se largó a reír y dijo que negaría haberlo hecho. Me imagino lo que dirá de los cables diplomáticos de EE.UU. dados a conocer por WikiLeaks, en los que se sugiere que su estación de televisión ha «demostrado ser una herramienta útil para sus instigadores políticos», proveyendo «una fuente sustancial de poder a Qatar, que este no va a ceder». Dudo de que el Emir los tome en serio.

Por supuesto que Al Jazeera está disfrutando de la vergüenza de Washington, compartiendo las revelaciones con la audiencia de sus canales de noticias en árabe y en inglés mientras estrujan a los voceros del gobierno estadounidense. Cuando se dieron a conocer los cables sobre Iraq, que probaron que el gobierno de EE.UU. se quedó callado ante el uso de tortura por parte del gobierno de Maliki, Al Jazeera puso en la pantalla al ex comandante de EE.UU. en Iraq, cuyos intentos para eludir las preguntas fueron extremadamente vergonzosos.

Y el Emir sabe cómo avergonzar a la gente que se cruza en su camino. Aparte de ser fabulosamente rico y dueño de grandes partes de Londres así como el mayor exportador de gas líquido en el Oriente Próximo, no es una persona que se quede callada cuando le insultan. Cuando visitó Washington durante el gobierno de Bush le invitaron a reunirse con Dick Cheney. Se sorprendió al ver que el entonces vicepresidente tenía un voluminoso archivo encima del escritorio con el rótulo «Al Jazeera». Preguntó de qué se trataba. Cheney le contestó que iba a quejarse de la cobertura del canal sobre la guerra de Iraq. «Entonces tendrá que hablar con los editores en Qatar», respondió el Emir y se retiró de la oficina.

¿Pero es cierto que Al Jazeera es un objeto negociable como sugieren los cables diplomáticos de EE.UU.? Un despacho del noviembre de 2009 enviado desde la embajada estadounidense en Doha sugiere que la estación es «una de las herramientas políticas y diplomáticas más valiosas de Qatar». Las relaciones entre Qatar y Arabia Saudita mejoraron cuando Al Jazeera bajó el tono de su cobertura sobre la familia real saudí, dice la embajada. Pero, en realidad, la estación había inventado historias sabiendo de antemano que no las iba a publicar, y luego anunciaron a sus vecinos árabes que las habían cancelado para no ofenderlos. En otras palabras, nunca hubo la intención de publicar las «historias» canceladas.

Qatar sabe cómo causar el enojo de sus «hermanos» árabes. El presidente Mubarak estaba muy enojado por la manera en la que el Emir le quitó el liderazgo de las discusiones entre la Autoridad Palestina y Hamás. Egipto había monopolizado estas conversaciones y usaba esto para darse importancia frente a EE.UU. Y si bien el Emir elogiaba a Hizbulá por el combate contra Israel en 2006, por otro lado aceptaba gustoso que el presidente israelí Simon Peres participara en un debate con estudiantes árabes en Doha. Hay relaciones de intercambio entre Qatar e Israel. El Emir se involucró personalmente en los asuntos libaneses, un asunto previamente monopolizado en el Golfo por Arabia Saudí, y el llamado Acuerdo de Doha se formuló con el fin de evitar nuevos hechos de violencia entre Hizbulá y el nuevo gobierno del Líbano (en el cual Hizbulá había ganado escaños). Desafortunadamente para los libaneses, Hizbulá tenía derecho de veto sobre las decisiones ministeriales. Los saudíes no estaban contentos.

Los egipcios siguen sintiéndose incómodos -el Emir podría desconocer la «democracia» egipcia en la que el Partido Nacional Democrático de Mubarak ganó la semana pasada elecciones fraudulentas con más del 80 por ciento de los votos- y los estadounidenses demostrarían poca inteligencia si creyeran que el primer ministro de Qatar realmente ofreció a Mubarak el cese de los ataques críticos de Al Jazeera a cambio de una paz duradera entre Israel y los palestinos. Cuando Mubarak visitó Doha y pidió ver las oficinas centrales de Al Jazeera, se quedó pasmado al ver lo modestas que eran: «¡Quieren decirme que esta pequeña caja de fósforos es lo que me ha causado tantos problemas!» Y sí, así fue.

Es difícil saber qué es lo que hace de Qatar una nación. El gas líquido genera miles de millones pero es caro transportarlo por el mundo en tanques porque hay que congelarlo. Quizás Catar sea un Estado imaginario, la mayoría de sus habitantes son extranjeros y sus planes para el futuro son tan ambiciosos como los de Creso. Planea construir un nuevo sistema de metro con 60 estaciones; hacer entrar todas las estaciones en su territorio requiere un esfuerzo de la imaginación. No hay parlamento, no hay democracia -el Emir ejecutó un golpe sin derramamiento de sangre, mientras su padre estaba afuera monitoreando sus cuentas en bancos suizos. Y sin embargo, difícil de creer, no tienen una red significativa de policía secreta.

Es verdad que el Emir está preocupado por Irán. Las revelaciones de WikiLeaks de que el Rey Abdullah de Arabia Saudí dijo a los estadounidenses que era necesario «cortar la cabeza de la serpiente» refiriéndose a Irán. Esto fue la causa de una reunión extraordinaria de los países del Golfo en Abu Dhabi esta semana. Es obvio que Qatar también está preocupado -aunque con miedos menos arcaicos- y hace sólo dos años pidió a EE.UU. que moviera su base aérea de proporciones épicas a mayor distancia de la capital Doha. El Emir no quiere que los misiles iraníes exploten en su capital reluciente si atacaran las instalaciones de EE.UU.

No hay duda de que los iraníes no atacarán a Al Jazeera. ¿O sí? Echaron de Irán al reportero y su equipo enojados por la cobertura de las elecciones del año pasado. Pero por supuesto, fue George Bush quién amenazó con bombardear la estación, luego Blair inteligentemente lo convenció de que no era una buena idea. Cuando Blair visitó las oficinas del canal, un reportero le preguntó si era cierta la historia de Bush. «Creo que debemos pasar a otro tema», habría respondido Blair. Así que fue cierto.

El canal de televisión -la verdadera voz de la nación- también tiene una estación de deportes que va a poder colectar sus ganancias ahora que la Copa del Mundo de Fútbol 2022 tendrá lugar en Qatar, con casi un cuarto de millón de aficionados llegando a Doha, algunos de los cuales se van a hospedar en trasatlánticos en el Golfo. Si el Emir sigue vivo y en buen estado de salud, su prestigio se va a incrementar, y con ello los inmensos celos de todos esos «hermanos» árabes. Al Jazeera mantiene su independencia, pero los nuevos canales de la estación no dan ganancias, por lo tanto la generosidad del Emir flota sobre la cabeza del equipo. Pero han hecho críticas al primer ministro y a otros funcionarios y han entrevistado a disidentes que denunciaron tortura policial.

Es una relación extraña. Por todo el dinero que supuestamente va a al-Qaida, ¿qué esperan los EE.UU. de Qatar? El Golfo creó a Bin Laden para pelear contra los rusos y financió a los talibanes por años vía Pakistán. No hay razón para pensar que ahora van a cambiar. Los árabes del Golfo saben que deben mantener una relación de dos vías con el exterior, una parte con EE.UU. y la otra con los países de la región. EE.UU. debería estar agradecido de que el nacionalismo árabe ya no tiene peso. El whahabismo (al estilo Bin Laden) puede influir en los corazones musulmanes, pero el comercio también.

Qatar: Una breve síntesis

Historia: Durante la década de 1940, pasó de ser uno de los Estados más pobres del Golfo a ser uno de los más acaudalados, explotando sus reservas de petróleo y gas. En 1971 el país declaró su independencia como ex protectorado de Gran Bretaña.

Gobierno: Estuvo gobernado por la familia Thani durante casi 150 años, el emir actual es el Sheikh Hamad bin Khalifa Al Thani, quien tomó el poder de su padre en 1995, mediante un golpe de Estado sin derramamiento de sangre. Se ha hecho conocido por reformas liberales, incluyendo libertad de prensa y permitiendo que las mujeres ocupen puestos gubernamentales. Sus críticos sostienen que el discurso oficial no se ha visto reflejado en la realidad.

Industria: Qatar fue un centro de pesca de perlas, ahora se enorgullece de tener el 15 por ciento de las reservas mundiales de gas.

Fuente: http://www.independent.co.uk/opinion/commentators/fisk/robert-fisk-qatars-the-star-ndash-and-washington-is-worried-2153974.html 

rCR